sábado, 6 de agosto de 2011

¿Qué es la transustanciación?




Con la palabra transustanciación la Iglesia quiere expresar la verdad revelada de que en las especies de pan y vino consagradas está verdaderamente presente el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Transustanciación es un término que nos remite al concepto filosófico de sustancia y accidentes, tal como lo formuló Aristóteles (recogido más tarde por Santo Tomás de Aquino). De este modo, para explicar el cambio producido por la consagración en las especies de pan y vino, afirmamos que mientras sus accidentes (color, apariencia, sabor, textura, etc.) no han cambiado, sin embargo su sustancia (la de pan) sí se ha transformado en la sustancia del Cuerpo de Cristo. Lo mismo se predicaría de su sangre. Transustanciación por tanto nos habla del cambio de sustancia (trans-sustancia) realizado en el pan y vino consagrados. Ya no son pan y vino, aunque parezcan pan y vino, pues son el Cuerpo y la Sangre del Señor. A ese cambio radical, a ese cambio en la sustancia es al que se refiere la transustanciación.

El término se usó en la doctrina de la Iglesia por primera vez en la carta
Cum Marthae circa del Papa Inocencio III de 29 de noviembre de 1202. Sin embargo, como definición dogmática definitiva fue recogido por el Concilio de Trento en el Decreto sobre el sacramento de la Eucaristía, en la 13ª sesión de 11 de octubre de 1551, en el que se dice:

"Cristo, Redentor nuestro, dijo ser verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la apariencia de pan, de ahí que la Iglesia de Dios tuvo siempre la persuasión y ahora nuevamente lo declara en este santo Concilio, que por la consagración del pan y del vino se realiza la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo Señor nuestro, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su sangre. La cual conversión, propia y convenientemente, fue llamada transustanciación por la santa Iglesia Católica."

Este concepto fue nuevamente tratado por la doctrina magisterial del
Papa Pablo VI (entre otros) con ocasión de su Encíclica Mysterium Fidei, de 3 de septiembre de 1965. Ciertas doctrinas procedentes de la fenomenología y la filosofía existencial, habían puesto en entredicho el concepto de transustanciación, proponiendo como alternativa la transignificación o la transfinalización.

En la encíclica
S.S. Pablo VI recuerda que la transustanciación define completamente el cambio producido en las especies eucarísticas, mientras la sola referencia a la transignificación o la transfinalización no aclaran el concepto de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por tanto, sin condenar el uso de esos términos, los declara insuficientes para expresar el dogma eucarístico.

La veneración con la que la Iglesia trata la doctrina consolidada y recibida, así como los términos que se usan para definirla, hace que si bien los conceptos de sustancia y accidentes son elaboraciones que pertenecen al ámbito filosófico y no forman parte del dominio común, en cambio la transustanciación expresa perfectamente el milagro realizado en cada Misa al convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre del Señor y por ello sigue siendo un concepto plenamente válido para acercarnos a ese milagro del que somos testigos a diario.

(Se puede consultar al respecto el Catecismo, nº 1376).

Enlaces relacionados:
¿Por qué el auge de la misa tridentina? (8-Febrero-2009)
La adoración eucarística perpetua (Videos)
CARTA ENCÍCLICA MYSTERIUM FIDEI





Jesús está en el sagrario más cercano a tu casa, a tu trabajo, al lugar donde te hallas en este momento.
Él, como amigo fiel, no nos deja, sea la hora del día que sea y hagamos lo que hagamos. No te sientas nunca sólo.
Que tu voluntad se convierta en adoradora, en cada momento del día, de ese sagrario cercano aunque tu cuerpo no esté presente allí, aunque el recinto en el que se alberga esté cerrado en ese momento.
Especialmente si estás enfermo o imposibilitado. No dejes de encomendarte a Él, que está cerca de tu casa.
Qué bonito sería que todo un barrio, una familia, una casa uniera sus voluntades para dirigirse a Jesús Eucaristía desde el propio hogar, al levantarte, al acostarte, al comenzar alguna tarea.


Ángel mío de la guarda, ahora que no puedo estar a Su lado, vuela hasta allí para adorarle.


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