Orígenes De los Trapenses
San Alberico. San Roberto San Esteban Hardin.
Nuestro Pasado
San Benito , Los primeros orígenes de la Orden Benedictina-Cisterciense datan del siglo VI con San Benito de Nursia (480-547). Benito fue un joven romano que generosamente siguió la llamada de Dios a vivir en la soledad con Él. Después de un modesto ensayo monástico efectuado en Subiaco, al norte de Roma, hacia el año 529, en que se inicia en la vida eremítica, se establece en Montecasino (Nápoles).
Este monasterio se convertiría en la casa matriz Benedictina, y aunque varias veces en la historia haya sido arrasada y destruida, siempre ha renacido más poderosa de sus cenizas. En él fue donde Benito escribió su Regla; notable por su discreción y claro lenguaje, al ser fruto maduro de su conocimiento de la tradición monástica, de su reflexión, de su experiencia propia y de su santidad, según su biógrafo San Gregorio Magno.
La coherencia y buen sentido que preside toda la Regla hizo que, desde un principio, alcanzase una gran difusión y una increíble influencia en los movimientos monásticos existentes y en otros fundadores posteriores de Órdenes y Congregaciones, que la eligieron como modelo para escribir sus propias Reglas.
San Benito y su hijos han tenido gran influencia también en la historia, ya que contribuyeron a salvar la cultura grecorromana y a transformar la faz de Europa, tanto en el aspecto religioso como en el cultural, arquitectónico y agrícola. Por todo ello, el papa Pablo VI le otorgó el nombramiento de Patrono de Europa en 1964.
La familia monástica benedictina fue el tronco espiritual que a través de los siglos se extendió en diversas ramas, entre las que está, y es una de las principales, la rama Cisterciense ya que también fue origen y artífice del espléndido renacimiento cultural que recorre Europa en pleno medioevo.
Los Cistercienses Los monjes propulsores de este movimiento reformista fueron: Roberto (1098-1099) al que se le debe la orientación más austera del monacato benedictino; Alberico (1099-1109), a él se le debe la primera organización de la observancia típica del Císter; Esteban Harding (1109-1133), es el creador, mediante la célebre Carta de Caridad, del organigrama de la Orden Cisterciense que la constituye como tal.
Roberto eligió para la nueva sede un lugar llamado Cîteaux, en donde ensayan un cambio radical de vida que llevaría consigo el retorno a las fuentes puras del benedictinismo, con la Regla de San Benito. Restableció un intenso equilibrio entre oración y trabajo.
Los primeros años de Císter no fueron fáciles por la ausencia de vocaciones. Los jóvenes, impresionados por el rigor en que vivían aquellos monjes, no se sentían con fuerzas para imitarlos, hasta que un día se presentó un grupo de veinte jóvenes, con Bernardo de Claraval a la cabeza, pidiendo con insistencia ser admitidos en el monasterio. La entrada en la comunidad de Bernardo de Fontaine señaló el inicio de un estupendo renacimiento espiritual-monástico y la expansión de la Orden por toda Europa.
San Bernardo, fue el propagador más eficaz de la Orden de los monjes blancos, como también fueron llamados los Cistercienses. A su muerte (1153) ya contaba con 160 monjes, para llegar bien pronto a cerca de 700, esparcidos por varios países.
Fue el resurgimiento de tantas vocaciones lo que los obligó a pensar en las fundaciones de nuevos monasterios. Así en 1113 salió la primera colonia de monjes para fundar el Monasterio de la Ferte; al año siguiente otra para fundar en Pontigni, y en 1115 le tocó la vez a Claraval, a cuyo frente estaba Bernardo con sólo 25 años de edad y tres de vida religiosa.
Esta nueva orientación del monacato se expandió espectacularmente, ya que antes de finalizar el siglo XII Císter tenía 24 monasterios afiliados, Pontigni, la primera de sus fundaciones, 16; Morimond 27, y Claraval, que fue fundado por San Bernardo y que fue el foco de irradiación más poderoso de todo occidente.
Al morir San Esteban, último de los tres fundadores, dejaba fundados mas de 70 monasterios y en los primeros 40 años de la fundación de Císter (1113-1153) había repartidos por Europa 338 monasterios cistercienses de varones, 48 en España.
La primera abadía de monjas cistercienses fue fundada en 1125 en Tart (Francia), es decir, 27 años después de la fundación de Císter, y llegó a España en 1157 en Tulebras (Navarra). Hoy existen al rededor de 50 monasterios femeninos en España.
Los Cistercienses fueron grandes constructores: la arquitectura es su cartel espiritual y cultural, refleja la sencillez de la regla y la pureza de la vida, todo tensa "en busca de Dios", por la oración y las obras. Sus construcciones arquitectónicas presentan con fuerza los caracteres, tamaño y grandiosidad, que han contribuido fuertemente al nacimiento y al desarrollo del arte gótico.
Los Trapenses Otra nueva orientación del monacato benedictino, que también tuvo una expansión particular, se produce en el siglo XVII desde la rama "trapense" del Císter. El alma de este movimiento restaurador sería el Abad Rance, el gran reformador de la Trapa. Hoy, una parte importante de los monasterios cistercienses españoles pertenecen a esta rama.
San Roberto de Molesmes debe su celebridad a la fundación de la orden cisterciense. Nació en la región de Campaña, hacia el año 1030. A los quince años fue admitido como novicio en el monasterio de Montiers-la-Celle, en Treyes. En el año 1068, cuando contaba él cerca de los cuarenta, fue elegido abad de san Miguel de Tonnerre, en Langres. Pero era aquel un monasterio difícil de gobernar, dominado por las intrigas, por lo que Roberto, que no ambicionaba poderes ni dignidades, después de haber intentado durante tres años pacificar a la comunidad, no habiéndolo conseguido renunció a su cargo y se retiró a Montier, desde donde el abad lo envió de prior al monasterio de San Ayoul de Provins. Unos ermitaños que vivían en el bosque de Collan, cerca de Langres, conocedores de la virtud y prudencia de Roberto en el gobierno de su monasterio, pidieron al papa que se lo asignase como superior. Y habiéndoselo concedido el sumo pontífice, fundó para ellos Roberto un monasterio en el valle de Molesmes. Allí hizo su aprendizaje san Bruno, fundador de los cartujos. Fue extraordinario el prestigio de este monasterio, por lo que atrajo importantes donaciones que proporcionaron un exceso de comodidad y molicie a los monjes. Viendo Roberto que no podía dominar la situación, salió de allí en 1095 con 35 monjes para fundar el Císter. Los monjes de Molesmes, arrepentidos, pidieron al papa que hiciera volver al santo abad. Volvió pues, y allí transcurrieron los quince últimos años de su vida, consolidando su fundación. Murió el año 1111.
San Roberto de Molesmes (c. 1028 - 1111), abad, fue uno de los fundadores de la orden Cisterciense en Francia.
A los 15 años ingresó en la abadía de Montier-la-Celle, de la que llegó a ser el prior. Hacia el año 1060 fue nombrado abad de Saint Michel-de-Tonnerre, pero no fue capaz de reformar dicha abadía, que se había relajado mucho, por lo que regresó a Montier-la-Celle.
Algunos eremitas que vivían en el bosque de Colan, le pidieron que dirigiera un nuevo monasterio. Obtuvo la autorización del Papa Gregorio VII para fundar un monasterio en Molesmes en el año 1075.
La construcción consistía inicialmente de unas simples chozas hechas con ramas, que rodeaban una capilla dedicada a la Santísima Trinidad. Esta comunidad se hizo rápidamente conocida por su piedad y santidad.
La comunidad creció y comenzó a aumentar su riqueza, lo que atrajo a monjes poco piadosos que dividieron a los hermanos. Roberto quiso alejarse de Molesmes dos veces, pero el Papa le ordenó volver.
Sin embargo, el año 1098, Roberto y algunos de sus monjes dejaron Molesmes con la intención de no volver jamás y fundaron el monasterio de Cîteaux (Císter). Sin embargo, en 1100 los monjes de Molesmes le pidieron a Roberto que volviera, resolviendo obedecer la Regla de San Benito.
Finalmente volvió y dirigió el monasterio, que bajo su tutela llegó a ser uno de los mayores centros de la Orden Benedictina. El monasterio de Cîteaux, bajo la dirección de Alberico fue uno de los lugares de origen de la nueva Orden Cisterciense, que llegaría a ser famosa en el siglo XII con Bernardo de Claraval.
Roberto murió el 17 de abril de 1111. El Papa Honorio III lo canonizó en 1220. Se lo conmemoraba en el aniversario de su muerte, pero más tarde la fiesta se trasladó al 29 de abril, en un intento de unificación de los martirologios romano, benedictino y cisterciense.Roberto nació en el año 1042 en la Campaña, cerca de Troyes, y murió en Molesmes el 21 marzo de 1110. Oriundo de una familia noble y rica, a los 15 años ingresa como monje en el monasterio benedictino de Montier-le-Celle. Poco después de su profesión monástica, es nombrado prior de su propia comunidad y al poco tiempo ha de abandonar ese monasterio por haber sido elegido abad del monasterio S. Miguel de Tonnerre. Encuentra allí una situación interna difícil e intenta restablecer la paz y la disciplina en el convento.
Ante la imposibilidad de hacer frente a la indisciplina, renuncia a su cometido y vuelve a su monasterio de origen, como simple monje.
Sin embargo, casi inmediatamente tiene que aceptar la dirección de una casa dependiente (Aigulphe Provins). No permanece en el nuevo puesto un largo periodo. En efecto, por petición explícita del Papa Alejandro II, es nombrado superior de un grupo de ermitaños establecidos en los parajes de Collan. Desde que Roberto asume esa responsabilidad el grupo crece y evoluciona hasta constituirse en comunidad de convivencia. Siguiendo normas de máxima simplicidad los monjes construyen un monasterio en el bosque de Molesmes, cerca de Troyes, dedicado a la Santísima Virgen María. Adoptan como regla la de S. Benito, que les viene explicada e interpretada por el propio Roberto. Aunque al principio la nueva comunidad no traspasó los límites de la austeridad requeridos por la Regla, progresivamente comenzó a gozar del favor de los poderosos de la zona y a recibir muchos bienes materiales, lo que atrajo a monjes poco piadosos que dividieron a los hermanos. |
San Roberto |
Fundación del Cister
Siendo esta la situación, Roberto, junto con su prior Alberico y el monje S. Esteban Harding, abandona Molesmes e intenta continuar la vida monástica de acuerdo con sus principios de pobreza, de independencia del poder y de fidelidad a los criterios evangélicos, según una interpretación estricta de la regla de. S. Benito.
Buscan otros parajes y se dirigen hacia Chalon-sur-Saóne, donde son acogidos por Renaud, vizconde de Beaune, quien les da un terreno de su propiedad para construir un monasterio, y son bien recibidos por el obispo del lugar. El nuevo monasterio surge en medio de los bosques llamados Cistercium (de ahí el nombre de Císter y cistercienses con el que se designa la rama monástica originada de esa fundación). Con el fin de prevenir cualquier dificultad, consiguen el beneplácito del arzobispo y legado de la Santa Sede, Hugón de Lyon.
Una vez instaurados en Cistercium, Roberto es elegido abad, y sus compañeros definen las características de su nueva experiencia: retorno a los orígenes de la vida benedictina y especialmente vivir la pobreza de un modo riguroso, observar una disciplina y una austeridad lo más estrictamente posible, dedicarse al trabajo manual dando a éste un espacio mucho más importante que al intelectual. Más adelante irán reformando otros aspectos de la vida monástica (libros litúrgicos, costumbres, etc.). Pero tampoco esa vez Roberto pudo dedicarse por completo a seguir sus ideales. De hecho al cabo de un año de haberse iniciado el Císter, es decir, en 1099, a instancias del Papa Urbano II tiene que volver a Molesmes. Entonces, por fin, consigue que los monjes vean la necesidad de reformar su modo de vida y realicen su vocación monástica según los criterios propuestos por él.
Roberto estuvo al frente de la comunidad de Molesmes durante 10 años; murió allí el 21 marzo de 1110 y allí fue enterrado. El ejemplo de su vida le valió un reconocimiento oficial de la Iglesia: Honorio III, en 1222, le beatificó. Con ese acto el pueblo lo llamó desde aquel momento santo. Su conmemoración se fijó el 17 de abril, pero más tarde se trasladó al 29 de abril, en un intento de unificación de los martirologios romano, benedictino y cisterciense.
San Esteban Harding (Dorset, Inglaterra, siglo XI - Abadía de Císter, 28 de marzo de 1134) fue un monje cisterciense, tercer abad de Císter y considerado el tercer cofundador de la Orden del Císter.
Stephen Harding nació en Dorset (Inglaterra). Se sabe que hablaba inglés antiguo, normando y latín. Joven, ingresó en la abadía de Sherborne, pero la dejó y se convirtió en un estudiante itinerante que visitaba diversos monasterios donde aprendía y enseñaba.
Llegó a la abadía de Molesme, en la Borgoña, que había fundado Roberto de Molesme, que era el abad. Pronto, sin embargo, la comunidad tuvo problemas de convivencia y algunos monjes se rebelaron; Roberto se marchó, y el prior Alberico y Esteban se marcharon con él, hasta que los otros monjes los llamaron y Alberico volvió. Roberto y Esteban permanecieron solos y Alberico, viendo que a Molesme no podría llevar a término su ideal monástico, fue, con veintidós monjes más, a reencontrarlos. Los tres fueron hasta Cîteaux, en la diócesis de Châlons, donde en 1098 fundaron una comunidad con una forma de vida diferente a la benedictina y que fue el origen de la Orden Cisterciense.[1]
Roberto fue el primer abad de Císter, pero el año siguiente se marchó de nuevo a Molesme y Alberico lo sucedió, hasta que murió en 1108. Esteban Harding se convirtió entonces en el tercer abad de Císter. Como abad condujo el monasterio a un periodo grande crecimiento. En 1112 recibió la visita de Bernardo de Claraval, que se quedó y se hizo monje. Entre 1112 y 1119, doce nuevas casas cistercienses fueron fundadas. Para ellas, Esteban escribió, en 1119, la Carta charitatis ("Carta del amor"), documento fundamental de la orden cisterciense, que establece los principios.
Durante veinticinco años, Esteban rigió la abadía y toda la orden cisterciense, siendo el responsable directo de la consolidación y crecimiento. Hacia 1125, fundó el primer monasterio femenino de la orden en Tart-l'Abbaye (Borgoña), dando origen a las congregaciones de monjas cistercienses. En 1133, renunció al cargo a causa de la edad y la mala salud y murió el año siguiente, el 28 de marzo de 1134.
San Alberico, Aubrey, Albericus o Albéric (Borgoña, siglo XI - Abadía de Císter, 26 de enero de 1108) fue un monje francés, cofundador de la Orden del Císter.No hay datos sobre su infancia. Sólo se sabe que, joven, quiso ingresar en la vida religiosa y se puso bajo la guía de Roberto de Molesme, que había formado una comunidad benedictina cerca de Tonnerre. El lugar, sin embargo, no era adecuado para fundar un monasterio, por lo cual, en 1075 se marcharon a Molesme, donde se fundó el monasterio. Roberto fue el primer abad, y Alberico el prior.
Pronto, sin embargo, la comunidad tuvo problemas de convivencia y algunos monjes se rebelaron; Roberto y Alberico se marcharon hasta que los otros monjes los llamaron y les pidieron que volvieran. Éstos, sin embargo, viendo que no podrían llevar a término su ideal monástico, fueron, con algunos de los monjes, hasta Císter, en la diócesis de Châlons, donde en 1098 fundaron una comunidad con una forma de vida diferente al benedictino y que fue el origen de la Orden Cisterciense. Alberico, muy devoto de Madre de Dios, puso la orden bajo la protección de la Virgen María.
Alberico fue elegido abad cuando Roberto, por orden del papa Urbano II, dejó el monasterio. Lo fue hasta el 26 de enero de 1108, cuando murió. Alberico hizo, durante su mandato, que la regla de vida de la comunidad fuera más austera e introdujo la capucha blanca en el hábito cisterciense. Le sucedió san Esteban Harding.Santos cistercienses
Santos por orden religiosa
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