POLOLEAR
“Pololo/a” es el término que se usa en nuestro país para designar al enamorado/a cuando se está en una relación de cierta formalidad antes del matrimonio.
Es una expresión que es muy propia de nuestra cultura, ¿pero de dónde surgió tan “cómico” apelativo?
Existen dos teorías al respecto: La primera dice que el término proviene del mapuche “Pulomen o Pululu”, que es una especie de moscardón que zumba alrededor de las personas. Así se denominaba vulgarmente al coleóptero de la especie “Sulcipalpus elegans”, que solía revolotear por las noches cerca de la luz o de las flores.
De la asociación de ese “revolteo” del moscardón con la actitud de los enamorados al cortejar a sus ideales de compañeras surgió el apelativo del “pololeo”. Igual como el moscardón volvía a rondar a la luz, tras haber caído encandilado, el enamorado siempre está dispuesto a acercarse una y otra vez a su posible conquista.
La segunda versión es de origen más urbano, ya que se atribuye a una “plaquita” de metal verde que usaban los bomberos en la solapa o en la corbata en la época previa a la Guerra del Pacífico. Los voluntarios denominaban al distintivo como “pololo” porque tenía la ilustración de una de estas figuras.
Como símbolo de amor, esta prenda era entregada a las enamoradas, quienes también la usaron como adorno en sus vestimentas. Así se empezó a reconocer dichas plaquitas en las chicas que estaban emparejadas con un bombero y a quienes se comenzó a designar como las “pololas”.
En Chile el término se ha adoptado con bastante exclusividad y es el equivalente a la denominación de “novios” en otros países latinoamericanos. Pero aquí, esta última expresión no se usa como sinónimo de pololeo, ya que “estar de novios” implica un compromiso más formal que refleja la etapa de compromiso previa a contraer matrimonio. En cambio, el pololeo no representa la intención concreta de llegar a contraer dicho vínculo.
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