Los cinco minutos de María
Setiembre
Las flores dejan su perfume en la habitación donde han estado algún tiempo; la divinidad estuvo encerrada nueve meses en el seno de María; ¿cómo no había de dejar allí algo divino?
María tenía algo de aquel encanto, de aquel atractivo irresistible de Jesucristo con el que arrastraba en pos de sí a las muchedumbres.
Con plenísima razón invoca la liturgia a María aclamándola: “Toda hermosa eres, María”
Virgen y Madre de Dios, yo me entrego como hijo tuyo y te pido que me protejas.
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