Los cinco minutos de María
La Virgen fue enriquecida desde el primer instante de su concepción con una santidad especial; Dios quiso que María, predestinada para ser la Madre de Jesús, fuera totalmente santa, sin sombra de pecado. Así es saludada por el ángel de la anunciación: “¡Alégrate! Llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28).
La devoción a la purísima Madre de Jesús es el mejor impulso para vencer el pecado y purificar nuestro corazón.
Santa María, ilumina nuestra inteligencia para comprender y vivir las palabras del Evangelio: “Felices los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8)
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