lunes, 21 de agosto de 2017

Papa Francisco pide menos requisitos para la concesión de visados a refugiados y migrantes

El Papa con un grupo de refugiados en la isla de Lesbos en abril de 2016. Foto:  L'Osservatore Romano


VATICANO, 21 Ago. 17 / 05:02 am (ACI).- El Papa Francisco reclamó a la comunidad internacional un mayor esfuerzo para acoger e integrar a inmigrantes y refugiados, y pidió a los gobiernos que simplifiquen los requisitos de concesión de visados por motivos humanitarios.
En un mensaje hecho público con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará el 14 de enero de 2018, el Santo Padre reflexionó sobre los cuatro verbos sobre los que, según los promotores de la Jornada, debería articularse la respuesta común a las necesidades y problemas de migrantes y refugiados: acoger, proteger, promover e integrar.
En su reflexión reclama que los migrantes y refugiados puedan entrar en los países de destino con seguridad y de forma legal, que se les conceda libertad de movimiento en los países de acogida, que puedan acceder a la asistencia sanitaria del país, que se les garantice su derecho a la libertad religiosa, que se les facilite su inserción laboral y que se les facilite el acceso a la ciudadanía.
Acoger
Para el Pontífice, en el actual escenario internacional “acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino”.
Según explica Francisco en el mensaje, “sería deseable un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar”.
Además, animó a los gobiernos de los países a que adopten “programas de patrocinio privado y comunitario, y que abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables. Sería conveniente, además, prever visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos”.
El Obispo de Roma se muestra en contra de “las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados”, pues “no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales. Vuelvo a subrayar la importancia de ofrecer a los emigrantes y refugiados un alojamiento adecuado y decoroso”.
En este sentido, recordó que “el principio de la centralidad de la persona humana nos obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la nacional. Por tanto, es necesario formar adecuadamente al personal encargado de los controles de las fronteras”.
Proteger
El Papa indica que para proteger a migrantes y refugiados se necesita “toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad”, y recuerda que “esta protección comienza en su patria y consiste en dar informaciones veraces y ciertas antes de dejar el país, así como en la defensa ante las prácticas de reclutamiento ilegal”.
Posteriormente, “debería continuar en el país de inmigración, asegurando a los emigrantes una adecuada asistencia consular, el derecho a tener siempre consigo los documentos personales de identidad, un acceso equitativo a la justicia, la posibilidad de abrir cuentas bancarias y la garantía de lo básico para la subsistencia vital”.
Como parte de ese respeto a su dignidad, el Pontífice solicitó que “les sea concedida la libertad de movimiento en los países de acogida, la posibilidad de trabajar y el acceso a los medios de telecomunicación”. Por otro lado, “para quienes deciden regresar a su patria, subrayo la conveniencia de desarrollar programas de reinserción laboral y social”.
En esta defensa de los derechos de los migrantes y refugiados, recuerda que “el estatus migratorio no debería limitar el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación”.
El Santo padre muestra en su mensaje una preocupación especial por los niños migrantes y refugiados: “La Convención internacional sobre los derechos del niño ofrece una base jurídica universal para la protección de los emigrantes menores de edad. Es preciso evitarles cualquier forma de detención en razón de su estatus migratorio y asegurarles el acceso regular a la educación primaria y secundaria. Igualmente es necesario garantizarles la permanencia regular al cumplir la mayoría de edad y la posibilidad de continuar sus estudios”.
“En el caso de los menores no acompañados o separados de su familia es importante prever programas de custodia temporal o de acogida. De acuerdo con el derecho universal a una nacionalidad, todos los niños y niñas la han de tener reconocida y certificada adecuadamente desde el momento del nacimiento”, subraya.
Promover
Para el Papa Francisco, promover implica “trabajar con el fin de que a todos los emigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador”.
Entre estas dimensiones, “la dimensión religiosa ha de ser reconocida en su justo valor, garantizando a todos los extranjeros presentes en el territorio la libertad de profesar y practicar la propia fe”.
Asimismo, anima “a esforzarse en la promoción de la inserción socio-laboral de los emigrantes y refugiados, garantizando a todos la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa, como también una información adecuada en sus propias lenguas. En el caso de los emigrantes menores de edad, su participación en actividades laborales ha de ser regulada de manera que se prevengan abusos y riesgos para su crecimiento normal”.
La integridad familiar de los migrantes y refugiados es otro elemento que preocupa al Santo padre, por lo que solicita que los países favorezcan “la reagrupación familiar –incluyendo los abuelos, hermanos y nietos–, sin someterla jamás a requisitos económicos. Respecto a emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados con discapacidad hay que asegurarles mayores atenciones y ayudas”.
Integrar
Por último, integrar. Este verbo se sitúa “en el plano de las oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por la presencia de los emigrantes y refugiados”. En el mensaje, recuerda que la integración no significa asimilación o supresión de la identidad cultural.
Este proceso de integración “puede acelerarse mediante el ofrecimiento de la ciudadanía, desligada de los requisitos económicos y lingüísticos, y de vías de regularización extraordinaria, a los emigrantes que puedan demostrar una larga permanencia en el país”.
Finalmente, el Papa Francisco recuerda en el mensaje que “cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia. A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia”. 

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