Hoy, 22 de agosto, conmemoramos a San FELIPE BENIZI, Sacerdote.
SAN FELIPE BENIZI (1233-1285) nació en Florencia, Italia, en el seno de una familia ilustre de la nobleza local.
Se cuenta que de niño, cuando unos frailes se presentaron en la casa de la familia, Felipe, de muy corta edad, y sin que jamás nadie le hubiera hablado del asunto, al verlos exclamó: “¡Estos son los Siervos de la Virgen!”
San Felipe Benizi estudió medicina y filosofía en Padua y en París. Al regresar a Florencia, sin embargo, sentía que su vida estaba vacía. Paseándose sin rumbo, se le ocurrió de pronto entrar a orar a una capilla, la cual era precisamente la de los Servitas de Caraffagio.
Felipe, que entonces tenía veinte años, regresó a su casa sintiendo una profunda inquietud, y esa misma noche en sueños se le apareció la Virgen María, convidándolo a “subir a su carro”, emblema del apostolado colectivo.
Viéndose él a sí mismo como sirviente de Ella, a la mañana siguiente despertó con estas palabras: “Quiero ser el siervo de los Siervos de María.”
Con esta voluntad ingresó entonces a los Servitas, y fue ordenado sacerdote en 1259. San Felipe Benizi destacaba siempre en las discusiones sobre la fe, y por su lucidez fue nombrado en 1867 por unanimidad como quinto Prior General de los Siervos de María.
Por su intensa actividad y la sabiduría de sus reformas, y por su vida evangélica y humilde, se le considera el segundo fundador de la Orden.
Su primer esfuerzo se centró en extender las misiones de predicación más allá de Italia, hasta Francia, Alemania y Hungría. Al interior de su congregación, se le recuerda por haber fundado la rama femenina de los Servitas.
En el Concilio de Lyon, en 1274, San Felipe Benizi defendió fervorosamente el apostolado de los Siervos de María, y gracias a su don de lenguas y a la agudeza de sus razonamientos causó una profunda impresión.
Esto coadyuvaría para que en 1287, dos años después de su muerte, el papa Honorio IV extendiera una carta de protección apostólica para los Siervos de María.
Las reliquias de San Felipe Benizi se conservan en la catedral que lleva su nombre en Todi, el lugar donde murió. Fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X.
SAN FELIPE BENIZI nos enseña el valor de comprometernos en proyectos colectivos.
SAN FELIPE BENIZI (1233-1285) nació en Florencia, Italia, en el seno de una familia ilustre de la nobleza local.
Se cuenta que de niño, cuando unos frailes se presentaron en la casa de la familia, Felipe, de muy corta edad, y sin que jamás nadie le hubiera hablado del asunto, al verlos exclamó: “¡Estos son los Siervos de la Virgen!”
San Felipe Benizi estudió medicina y filosofía en Padua y en París. Al regresar a Florencia, sin embargo, sentía que su vida estaba vacía. Paseándose sin rumbo, se le ocurrió de pronto entrar a orar a una capilla, la cual era precisamente la de los Servitas de Caraffagio.
Felipe, que entonces tenía veinte años, regresó a su casa sintiendo una profunda inquietud, y esa misma noche en sueños se le apareció la Virgen María, convidándolo a “subir a su carro”, emblema del apostolado colectivo.
Viéndose él a sí mismo como sirviente de Ella, a la mañana siguiente despertó con estas palabras: “Quiero ser el siervo de los Siervos de María.”
Con esta voluntad ingresó entonces a los Servitas, y fue ordenado sacerdote en 1259. San Felipe Benizi destacaba siempre en las discusiones sobre la fe, y por su lucidez fue nombrado en 1867 por unanimidad como quinto Prior General de los Siervos de María.
Por su intensa actividad y la sabiduría de sus reformas, y por su vida evangélica y humilde, se le considera el segundo fundador de la Orden.
Su primer esfuerzo se centró en extender las misiones de predicación más allá de Italia, hasta Francia, Alemania y Hungría. Al interior de su congregación, se le recuerda por haber fundado la rama femenina de los Servitas.
En el Concilio de Lyon, en 1274, San Felipe Benizi defendió fervorosamente el apostolado de los Siervos de María, y gracias a su don de lenguas y a la agudeza de sus razonamientos causó una profunda impresión.
Esto coadyuvaría para que en 1287, dos años después de su muerte, el papa Honorio IV extendiera una carta de protección apostólica para los Siervos de María.
Las reliquias de San Felipe Benizi se conservan en la catedral que lleva su nombre en Todi, el lugar donde murió. Fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X.
SAN FELIPE BENIZI nos enseña el valor de comprometernos en proyectos colectivos.
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