VATICANO, 20 Mar. 17 / 05:51 am (ACI).- Durante la Misa matutina celebrada este lunes en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco destacó la importante, pero discreta, función realizada por San José en el plan salvífico de Dios. El Santo Padre destacó la capacidad de San José de soñar y de asumir retos difíciles, y pidió que transmita esa capacidad a los jóvenes de hoy.
Francisco centró su homilía en la figura de San José, cuya Solemnidad se ha trasladado al lunes al coincidir el 19 de marzo en domingo.
San José fue un hombre que llevó sobre su espalda promesas de “descendencia, de heredad, de paternidad, de filiación, de estabilidad”, explicó. Obedeció al ángel que se le apareció en sueños y recibió a María, embarazada por obra del Espíritu Santo, recordó el Papa.
“Este hombre es soñador, es capaz de aceptar esa tarea, esa tarea difícil y que tiene tanto que decirnos a nosotros en este tiempo de fuerte sentido de orfandad. Y así, este hombre acepta la promesa de Dios y la lleva adelante en silencio, con fortaleza, la lleva adelante para que aquello que Dios quiere se cumpla”.
El Obispos de Roma insistió en la capacidad de soñar de San José: “San José es capaz de soñar y custodia el sueño de Dios, el sueño de salvarnos a todos”.
Además, puso a San José como modelo a seguir de los jóvenes de hoy, y pidió al santo “que nos dé a todos la capacidad de soñar, porque cuando soñamos con cosas grandes, con cosas bellas, nos acercamos al sueño de Dios, a las cosas que Dios sueña de nosotros”.
“Que dé a los jóvenes, porque también él era joven, la capacidad de soñar, de asumir riesgos y tareas difíciles que hayan visto en sueños. Y que nos dé a todos nosotros la fidelidad que generalmente crece en una actitud justa, él era justo, crece en el silencio, en las pocas palabras, y crece en la ternura que es capaz de custodiar su propia debilidad y las de los demás”.
Por otra parte, el Pontífice destacó el valor del silencio de San José, un hombre que “puede decir muchas cosas, pero que no habla. Un hombre oculto, que en aquel momento tenía la más grande autoridad sin mostrarla”.
“Es el hombre que no habla, pero que obedece –continuó–. El hombre de la ternura, el hombre capaz de llevar adelante las promesas que lleguen a ser firmes, seguras. El hombre que garantiza la estabilidad del Reino de Dios, la paternidad de Dios, nuestra filiación como hijos de Dios. Me gusta pensar en San José como el custodio de las debilidades, de nuestras debilidades: es capaz de hacer nacer muchas cosas buenas de nuestras debilidades, de nuestros pecados”.
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