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El Papa Francisco celebró el inicio de su ministerio petrino el día 19 de marzo de 2013, solemnidad de San José. Es bueno recordar esa fecha para dar gracias por este servicio que está haciendo a la Iglesia y al mundo entero.
En aquella ocasión comenzó su homilia recordando la figura de san José, esposo de la Virgen María y patrono de la Iglesia universal. Citando unas palabras del evangelio según san Mateo, el Papa subrayó que “José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer” (Mt 1,24).
Y continuó exponiendo la misión encomendada a José de Nazaret. Él fue llamado por Dios para ser “custos”, es decir custodio de María y de José. Una custodia que él ejerció “con discrecion, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y con fidelidad total”, aun cuando a veces no comprendiera su tarea.
José de Nazaret fue un buen custodio de María y de José, precisamente porque supo escuchar a Dios. Porque supo prestar atención a los signos con los que Dios se comunica. Y porque se mantuvo siempre disponible a aceptar el proyecto de Dios, aunque no coincidiera con su propio proyecto.
Como era de esperar, el papa Francisco pasó inmediatamente a reflexionar sobre la responsabilidad del ser humano, reflejada en cuatro puntos:
• Cada uno de nosotros ha recibido una misión semejante a la de José de Nazaret. A todos se nos ha confiado la custodia del ser humano. La custodia de su vida, de su dignidad y de sus derechos.
• Nos ha sido confiada la custodia de la casa común. No podemos destruir la naturaleza. Tampoco debemos adorarla. No hay una salvación sin un Salvador. Esta naturaleza es creación. Tiene un autor que nos ha llamado a colaborar en su obra.
• Además, se nos ha confiado la custodia de nosotros mismos. Somos una hermosa y fragil unidad de cuerpo y espíritu. Y hemos de custodiar ese conjunto precioso y armónico que somos.
• Tambien se nos ha confiado la custodia del mismo Dios. Dios es omnipotente, pero ha querido entregarse a nosotros, ponerse en nuestras manos. De nosotros depende que brille en el mundo la misericordia de nuestro Padre.
Finalmente, el papa añadió unas palabras sorprendentes: “En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura”.
Es esta una buena reflexión para meditar en la festividad de san José, esposo de santa María. Ejercer la misión de custodiar con responsabilidad y con ternura es un buen mensaje para esta sociedad nuestra que vive en la indiferencia y la insolidaridad.
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