VATICANO, 21 Sep. 16 / 04:16 am (ACI).- En una nueva catequesis de los miércoles, el Papa Francisco puso el acento en la importancia de perdonar y donarse a los otros, porque “Si Dios nos ha perdonado, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?”.
"El amor misericordioso es el único camino a recorrer” por lo que “no debemos olvidar de la misericordia y el don, el perdón y el don, y así el corazón se hace grande en el amor, sin embargo el egoísmo y la rabia crea un corazón pequeño y duro como una piedra, ¿qué preferís vosotros?, ¿un corazón de piedra?”.
“El perdón es el pilar que sostiene la vida de la comunidad cristiana porque muestra la gratuidad del amor con el que Dios nos ha amado primero”. Así, “el cristiano debe perdonar, porque ha sido perdonado. Todos los que estamos aquí en la plaza hemos sido perdonados, ninguno de nosotros en su vida no ha tenido necesidad del perdón de Dios y porque hemos sido perdonados debemos perdonar, y lo recitamos todos los días en el Padre Nuestro”
El Pontífice dedicó la catequesis al lema del Jubileo de la Misericordia “Misericordiosos como el Padre”, que es un “compromiso de vida”.
Recordó el Sermón de la Montaña y manifestó que “el Señor nos enseña con ellas que la perfección consiste en el amor, en el que se cumplen todos los preceptos de la ley”. Por tanto, “ser misericordiosos significa ser perfectos”.
“¿Una persona que no es misericordiosa no es perfecta?”, preguntó. “¡No!, ¿una persona que no es misericordiosa es buena? ¡No! La bondad y la perfección tienen su raíz en la misericordia”.
“Dios es perfecto pero tenerlo delante de nuestros ojos como misericordioso nos permite comprender mejor en qué consiste su perfección y nos invita a ser como Él, llenos de amor, de compasión y de misericordia!, dijo.
“Si vemos la historia de la salvación veremos que toda la revelación de Dios es un incesante e incansable amor por los hombres: Dios es como un padre y como una madre que ama de insondable amor y lo derrama con abundancia sobre toda criatura”.
Francisco explicó que la misión de la Iglesia también es “ser sacramento de la misericordia de Dios en el mundo” y por tanto todo cristiano está llamado a ello.
“Y así es fácil perdonar. Si Dios me ha perdonado a mí, ¿por qué no puedo perdonar a los otros?, prosiguió el Papa. “¿Somos acaso más que Dios? ¡Perdonemos! Juzgar y condenar al hermano que peca es un error. No porque no quiere reconocer el pecado, sino porque condenar al pecado rompe el vínculo de fraternidad con él y desprecia la misericordia de Dios, que en lugar de eso no quiere renunciar a ninguno de sus hijos”.
El Santo Padre señaló que “no tenemos el poder de condenar a nuestro hermano que se equivoca, no estamos por encima de ellos: tenemos más que nada el deber de recuperarlo para la dignidad de hijo del Padre y de acompañarlo en su camino de conversión”.
Pero, existe otro pilar fundamental: “donar”. “Dios dona bien más allá de nuestros méritos, pero será todavía más generoso con cuantos aquí en la tierra hayan sido generosos”.
“Jesús– continuó Francisco– no dice que les sucederá a aquellos que no donan, pero la imagen de la ‘medida’ constituye una advertencia: con la medida del amor que demos decidiremos nosotros mismos como seremos juzgados”.
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