San Simón de Rojas nace en Valladolid el 28 de octubre de 1552. Ingresa muy joven en el convento trinitario de su ciudad natal, donde hace la profesión en 1572. Al año siguiente se traslada a Salamanca para cursar los estudios de Filosofía y Teología. En 1579, recién ordenado sacerdote, es destinado a Toledo, donde comienza su etapa de docencia y de pastoral (en este campo, sobre todo como predicador y confesor). A los 35 años es nombrado superior de la comunidad de Cuéllar (Segovia). Era ministro de Valladolid cuando el rey Felipe III pidió a su provincial que lo destinara a Madrid. Muy pronto se hizo conocer en la capital como el fraile entregado a aliviar los sufrimientos de toda clase de personas, pero con predilección manifiesta e indefectible a los más pobres y necesitados. El Rey, que lo conocía de cerca, dijo de él: «No he visto hombre que menos sepa a mundo».
Ha pasado a la historia como apóstol de la oración y formador de orantes. Fue nombrado confesor de los Infantes. Y cuando Felipe IV sucedió en el trono a su padre, pidió al padre Rojas que aceptara ser el confesor de la reina doña Isabel de Borbón. El «padre Rojas» –que así era conocido popularmente en Madrid– pasó en la Corte más de 20 años, que fueron los más fecundos de su vida apostólica y sacerdotal.
Desarrolló una actividad extraordinaria, no tanto entre la gente acomodada como en los barrios bajos y en los pueblos adyacentes a Madrid: predicaba, confesaba, visitaba enfermos, asistía a los más desgraciados, promovía colectas para la redención de cautivos, fundó el comedor del “AVE MARIA”, se interesaba en las redenciones...
No resulta fácil explicarse cómo podía llegar a tanto. Por todos los medios a su alcance difundió el saludo «Ave María» y la devoción a nuestra Señora: edición de estampas, rosarios, sermones, etc. La edad, las interminables caminatas y las duras mortificaciones a que se sometía, fueron minando sus fuerzas. Murió el día 29 de septiembre de 1624. La noticia se propagó rápidamente por Madrid y sus alrededores. El convento fue meta de gentes de todas las categorías y clases sociales que querían verle por última vez. El padre Rojas fue beatificado por el papa Clemente XIII el 13 de mayo de 1766. Y la canonización, por Juan Pablo II, tuvo lugar el 3 de julio de 1988.
En la vida y en los escritos del padre Rojas destacan algunos aspectos que bien podemos calificar de especialmente importantes y actuales: El amor a Dios Trinidad y a la Virgen Maria, su vida de oración y su predilección por los cautivos y pobres.
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