lunes, 18 de noviembre de 2013

ORIGENES DEL MONACATO CRISTIANO

 

 

MONAQUISMO

  

La palabra mónachos (único, solo) tiene una larga historia que se remonta a Platón. En el ámbito cristiano el término aparece en el Evangelio de Tomás (por el 150), donde tiene un carácter filosófico. Probablemente surgió también por aquel tiempo en las comunidades de Siria una denominación del mismo significado para designar a los ascetas: el ihidaya, el único, el particular, el discípulo a quien se atribuye el mismo título que a Cristo, el monoghenés. Jesús es el monoghenés y el discípulo que vive los trópous kyríos (las formas de vida del Señor) se convierte también en el "único». Alrededor del 330 los monjes son designados por primera vez por Eusebio con el mismo título de Cristo: como monoghenéis (Comm. in Ps. 68, 7). Son los que viven en una semejanza total a Cristo. Evidentemente, en el origen no existían órdenes o estructuras constituidas.
La primera expresión de vida " monástica» es la eremítica o anacorética.
Como declara san Jerónimo, "son anacoretas los que habitan solos en los desiertos y toman su nombre del hecho de que se han retirado lejos de los hombres" (Carta 22, 34). Originalmente, el verbo griego anachoréo (retirarse) significa la huida al desierto de los deudores insolventes. Pero Jerónimo atestigua un uso ya "bautizado" de la palabra.
Aunque pueden documentarse huellas del anacoretismo ya en torno a la mitad del siglo III, parece ser que lo que más contribuyó al desarrollo de esta forma ascética fueron las conversiones en masa al cristianismo típicas del siglo IV, con la consiguiente mengua del fervor espiritual y la necesidad de sustraerse de las seducciones de una sociedad que no había logrado transformar la nueva religión. Así pues, en el anacoretismo cristiano hav una tendencia reactiva y una necesidad de fuga de las ciudades, consideradas como lugar de pecado.
Los anacoretas se caracterizaban por su aislamiento casi total, por la abstinencia sexual, las penitencias, el trabajo manual y la falta de un superior. También a juicio de san Jerónimo, "el que instituyó este género de vida fue Pablo, el que le dio lustre fue Antonio y, remontándonos más arriba, su promotor fue Juan Bautista» (Carta 22, 36).
Aparte de estas afirmaciones, la cuestión sobre el origen del anacoretismo sigue sin resolverse por falta de fuentes. Al contrario, puede demostrarse la rápida difusión de esta forma ascética en Egipto, Palestina, Siria y Asia Menor. Fase primitiva del monaquismo cristiano, que pronto dará paso a la vida cenobítica o asociada, el anacoretismo lleva la marca de su patria de origen y asume formas muy diversas de comportamiento. Los diversos géneros de vida anacorética encontraron seguidores no sólo entre los hombres, sino también entre las mujeres. Teodoreto de Ciro, en su Historia de los monjes (29-30), recuerda tres: Marana, Cira y Domnina. Es un hecho que el anacoretismo ejerció una fuerte influencia en la espiritualidad posterior, debido entre otras cosas al carácter "heroico» de sus expresiones.
Se ha observado que, cronológicamente, la experiencia del aislamiento precedió a la cenobítica (koínos bíos, vida común). Ésta no tardó en imponerse debido al hecho de que a un anacoreta célebre se iban asociando poco a poco algunos discípulos, deseosos de compartir su vida.
Considerando los riesgos inherentes a la vida solitaria y las ventajas derivadas de una vida asociada, Pacomio (por el 292-347), tras una experiencia personal de vida eremítica. dio forma al cenobitismo, asentado en la convivencia de quienes compartían todos sus bienes, en la oración común, en la observancia de la misma regla, en el trabajo manual y en la obediencia absoluta al abad.
Pacomio fundó la primera comunidad en el 323 en Tabennisi (alto Egipto). En poco más de veinte años las fundaciones pacomianas, dirigidas por una Regla de 194 artículos, comprendían nueve conventos masculinos y dos femeninos. La experiencia innovadora de Pacomio, aunque animada de moderación y de prudencia, no estaba sin embargo- libre de los riesgos inherentes a comunidades numéricamente cada vez más elevadas.
No hay que olvidar a la persona de Antonio (+ por el 355), que, después de un período de anacoretismo, se hizo "Padre» de algunos pequeños monasterios dirigidos por él. Su biografía, escrita por el obispo Atanasio de Alejandría, alcanzó un valor normativo en las sucesivas expresiones de vida monástica. Pero fue Basilio de Cesarea (por el 330-379), basado en las experiencias monásticas precedentes, el que aportó correcciones y mejoras a las formas cenobíticas ya en acto. Planteó la convivencia comunitaria sobre un tipo de relaciones de amistad, convencido de que sólo la vida cenobítica garantizaba el ejercicio de la caridad. "La habitación en común -declara en las Regulae fusius tractatae, VII, par. 4 - constituye un campo de prueba, una hermosa vía de progreso, un continuo ejercicio, una meditación ininterrumpida de los preceptos del Señor. Y la finalidad de esta vida en común es la gloria de Dios...
Este género de vida en común es conforme con la que llevaban los santos que se recuerdan en los Hechos de los Apóstoles: los fieles se mantenían unidos y lo tenían todo en común».
En conformidad con este planteamiento, Basilio limitó el número de los monjes que vivían juntos e insertó sus monasterios dentro del contexto social y eclesial, añadiéndoles escuelas, hospicios y orfelinatos. También reglamentó el trabajo manual, dejando más espacio para la oración Y el estudio.
Las experiencias cenobíticas orientales encontraron en los siglos 1V y y una rápida y vasta difusión en Occidente. Fue Jerónimo (por el 347-419) el que hizo propaganda de esta forma de ascesis. Pero no hay que silenciar las aportaciones originales que hizo Martín de Tours, el cual, a pesar de ser obispo (3701371), mantuvo una vida en común con sus discípulos. Una situación análoga presenta el obispo Eusebio de Vercelli (+ por el 370), fundador de un cenobio para clérigos. Se afirma de este modo una forma de cenobio episcopal que, favoreciendo la vida común del clero, dio origen al nacimiento de los canónigos regulares.
En África, Agustín dio origen a un monasterio episcopal (395), que seguía una Regla compuesta expresamente por él (Carta 21 1). En torno al año 400, Honorato fundó el célebre monasterio de Lérins y Juan Casiano (por el 360-430), que con sus obras puso a Occidente en contacto con el cenobitismo oriental, dio vida en Marsella a dos monasterios.
La afirmación diversificada de estas formas cenobíticas en Occidente encontrará una síntesis original en la Regla de san Benito (t por el 547), que, asimilando el pensamiento pacomiano y la experiencia basiliana, se impondrá sobre las otras formas de vida religiosa asociada por la determinación clara de sus funciones, su sólida organización interna y su inserción en la Iglesia local.
Después del cuadro histórico que acabamos de esbozar, podemos preguntarnos si existe una «espiritualidad monástica original » En este sentido, G. M. Colombás declara: «Los grandes Padres, legisladores teóricos de la vida monástica en sus orígenes Y en su desarrollo, no indicaron a sus discípulos más objetivo de santidad que el que se señala a todos los cristianos de la Iglesia, ni trazaron otro camino para llegar a él que el del Evangelion No se trata, por tanto de una espiritualidad reservada a una élite, ni los monjes quieren ser un grupo esotérico, una especie de gnósticos. Así pues, la vocación monástica no puede entenderse más que como una ratificación y una profundización consciente de las promesas bautismales que el monje toma de observar en toda su radicalidad.
Por tanto, si no existe una perfección reservada a los monjes, sino que a todos, tanto laicos como monjes, se les propone la única perfección evangélica, está claro que a todos se dirige el doble precepto del amor de Dios sobre todas las cosas y el del amor al prójimo más que a uno mismo. Dentro de este ideal hay, sin embargo, ciertos arquetipos o «ideas fuerza» que en diversa medida han ejercido su influencia sobre las distintas formas de vida monástica y sobre su espiritualidad. En este sentido baste recordar el ideal de la vida como imitación de Cristo, como imitación de la comunidad primitiva que nos presentan los Hechos (2,44-45~ 4,32-34), la asunción de la vida ascética como sustitutivo del martirio, la vida monástica como batalla contra el demonio, la emigración ascética Y el éxodo espiritual, la imitación de la vida angélica, el retorno a la inocencia de Adán, la espera vigilante de la parusía, la vida como ideal filosófico. Estos diversos arquetipos que hemos reseñado muestran la rica variedad del ideal monástico; una diversidad que no altera absolutamente la unidad esencial : el monje es aquel que, bajo diversas formas, busca el conocimiento, la adoración y el servicio de Dios.
L. Padovese
Bibl.: J Gribomont, Monacato, en DPAC, 11, 1465-1467; G. Turbessi - T. Spidlik, Monacato-Monacato oriental, en DE, 11, 637650; G, M. Colombás, El monacato pri,,2itivo, 2 vols., BAC, Madrid 1974-1975; A, Masoliver, Historia del monacato cristiano, Ed, Encuentro, Madrid 1993.
 
 
 
EL MONAQUISMO

 
En el siglo IV, es donde se dio comienzo a la Vida Monástica, principalmente en Egipto y Palestina. Desde el comienzo del cristianismo algunos hombres muy religiosos que por medio de la soledad, penitencia y oración, buscaban llegar a un grado mas de perfección y unión con Dios.
Luego de la persecución de Decio muchos cristianos se refugiaron en el desierto de Tebaida en Egipto, practicaban una vida de soledad, silencio y sin ninguna regla en común, a ellos se les llama Anacoretas o Solitarios. Los mas celebres fueron San Pablo de Tebas y San Antonio Abad. Este último es llamado El Padre de los Monjes, se retiró al desierto después de haber repartido sus bienes entre los pobres.
De la vida Anacoreta o Solitaria se siguió el paso a La vida cenobita o comunitaria, es decir, una vida común bajo la autoridad de un superior, y fue San Pacomio, pagano convertido, quien fundó Tabbena, primer monasterio en el cual los monjes practicaban una misma regla. San Basilio, padre de la Iglesia, fue quien propagó la vida monástica en el oriente y redactó nuevas reglas que fueron adoptadas por todos los monasterios griegos: la principal la obediencia al superior.

La vida monástica pasa del oriente al occidente por medio de San Atanasio. Sus principales propagadores en Italia, Africa y Galia fueron algunos Padres de la Iglesia como San Ambrosio, San Agustín, San Hilario y San Martín de Tours. San Honorato que fue obispo de Arles, edifico en el año 410, en una isla de Lerines, un célebre monasterio del cual salieron numerosos Obispos.
Finalmente la causa del monaquismo se vio perjudicada por algunas exageraciones en el occidente; y para acabar con esto, San Benito Abad fundó en Montecasino la orden y la regla benedictina, cuyo lema es "Ora et Labora" (ora y trabaja). El Gran difusor de esta regla fue el Papa San Gregorio Magno la cual fue adoptada casi en todos los monasterios del occidente.

Los Benedictinos llenan la Historia de la primera época de la edad media, fueron los misioneros que evangelizaron a los bárbaros, fueron los educadores de Europa, sus escuelas, fueron modelos de cultura intelectual y mientras que algunos se consagraron a la trascripción de manuscritos o composición de libros piadosos y crónicas de la historia, otros se consagraron a la creación de aldeas agrícolas y a la construcción de represas y canales de riego. Estos monjes llegaron a ser los maestros de la agricultura, la industria y la ciencia.

 

Monacato

   
 
Muñecos de monjes.
El monacato (del griego monachos, persona solitaria) es la adopción de un estilo de vida más o menos ascético dedicado a una religión y sujeto a determinadas reglas en común. En varias religiones se encuentran formas de vida monásticas, aunque sus características varían enormemente entre ellas: taoísmo, budismo, shintoismo, hinduismo, cristianismo e islamismo.
Al miembro de una comunidad que lleva una vida monástica se lo denomina monje o monja. Se rigen por las reglas características de la orden religiosa a la que pertenecen y llevan una vida de oración y contemplación. Algunos viven como ermitaños y otros en comunidad, a la que se llama monasterio.
El monacato cristiano surge en Egipto, entre los siglos III y IV, con san Pablo Ermitaño y san Antonio Abad (considerados los primeros monjes cristianos), dando lugar a las primeras comunidades de "solitarios" en la Tebaida (Padres del desierto), quienes renunciaban al mundo material con el fin de seguir una vida de ascetismo y contemplación, orientada hacia las realidades divinas. Los cristianos de Egipto asumieron el monaquismo con tanto entusiasmo que el emperador Valente tuvo que limitar el número de hombres que podría convertirse en monjes. En su origen el monacato era "eremítico", después los monjes se fueron agrupando en comunidades, y fue san Pacomio quien redactó la primera regla para cenobitas, cuando los monjes comenzaron a reunirse en monasterios. El monasticismo fue exportado de Egipto al resto del mundo cristiano. A partir del siglo V se difundió en Occidente, uno de los aportes más ricos de la Edad Media. Teniendo gran repercusión la Regla de san Benito.
En la Iglesia católica, los monjes están agrupados en lo que se conoce como clero regular, y pertenecen a órdenes monásticas (benedictinos, cistercienses, cartujos, camaldulenses, jerónimos y paulinos son las órdenes contemplativas principales), en oposición al clero secular o seglar.
La reforma protestante suprimió el monacato, aunque en la Iglesia Anglicana se revivieron, comenzando en el siglo XIX, los monacatos benedictino, franciscano, cisterciense y dominicos, entre otros.
En la Iglesia Ortodoxa también hay una gran tradición monástica, en la que todos sus monasterios siguen la regla de san Basilio. El conjunto de monasterios del Monte Athos son la representación más famosa del monacato ortodoxo.

Véase también

Enlaces externos

ORIGENES DEL MONACATO CRISTIANO

                      
INTRODUCCION
 
El monacato aparece como una clase dentro del cristianismo solo a fines del siglo III. Antes era solo un grupo de hombres dedicados a la vida solitaria, elección hecha por voluntad propia. El monje ( palabra del griego monos, que quiere decir solo o solitario)era el hombre que vivía apartado de los demás.
El surgimiento del Monacato Cristiano es sin duda alguna una cuestión disputada, ya que el motivo que originó su aparición no está claramente establecido. Ante esto es preferible dar a conocer todas las hipótesis para así tener una visión de conjunto sobre el posible móvil que dio origen al surgimiento del monacato cristiano:
1. Fundamentación Bíblica: Mateo 19:29 " Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredara vida eterna".
2. El movimiento monástico surge como una incompatibilidad entre el cristianismo y el mundo, como protesta ante el relajamiento de la vida cristiana.
3. Se atribuye el inicio del movimiento monástico a los cristianos que se refugiaron en los montes y desiertos durante las persecuciones.
4. La vida monástica surge como sucedáneo del martirio. Se cambia el martirio físico por un martirio general contenido en la forma de vida monástica, practicando la abstinencia y el ayuno.
5. Otras razones más bien alejadas de lo cristiano serian: liberarse de la servidumbre, de las deudas, etc.
Ante esto lo más razonable es no dar una sola causa todo el peso que implica el origen del monacato cristiano ya que lo más probable es que sea producto de muchas razones. Sin embargo si hubiese que atribuir el origen del monacato a una razón más específica e imperecedera, esta razón seria el ansia de seguir a Cristo.
CAPITULO PRIMERO
ANTECEDENTES Y ORIGENES DELMONACATO CRISTIANO
1. ORIGENES DEL MONACATO CRISTIANO
El monacato surge principalmente en las dos ultimas décadas del siglo III y lo hace a raíz de que algunos cristianos se desligan de su vida cotidiana, es decir de su familia, de sus pertenencias, etc. Y se retiran a la soledad para llevar una vida de austeridad voluntaria. Austeridad que se refiere a lo económico, alimentario, vestimenta, castidad, etc. En fin, normas impuestas por ellos mismos con el objetivo de seguir el ejemplo de Cristo.
Por lo tanto el monacato cristiano representa un paso en la evolución de la vida perfecta.
La vida monástica (en su forma inicial) aparece en varias de las mas importantes religiones del mundo civilizado, lo que nos demuestra que es una reacción humana y normal ante las aspiraciones morales y espirituales, ya que fue la enseñanza de Jesús la que dio forma a esas aspiraciones, engendrando así la existencia del monacato.
  1. Es por tanto necesario hacer hincapié en que los orígenes del monacato cristiano no obedecen a una sola causa, sin embargo el primitivo monacato identifica en gran medida la imitación de Cristo encarnada en la idea del martirio.
    El antiguo monje cree que con la imitación de Cristo puede cumplir de mejor manera algunos de los imperativos del Evangelio como son la genuina aspiración a la perfección y el verdadero amor a Dios. Siendo así resulta claro ver que el monaquismo cristiano en sus orígenes se entendía a sí mismo como la realización de ideales cristianos de perfección y representa un paso importante en la evolución de la vida perfecta que se practicaba en la iglesia.
    Cuando en las dos décadas finales del siglo III algunos cristianos de Egipto y de Siria Oriental se desligaron de sus anteriores formas de vida en común en la familia y en la comunidad cristiana y se retiraron a la soledad, lejos del contacto con los hombres, para llevar una vida de voluntaria pobreza y de continencia sexual, quedo dado el primer paso que, desbordando el temprano ascetismo cristiano, había de conducir al monacato propiamente dicho.
    Por otra parte hay que comprender que desde el principio de la vida cristiana, las comunidades mostraban su respeto por los que elegían la virginidad y la castidad. Esta opción se basaba en el ejemplo y en la enseñanza de Jesús :
    Mateo 19: 21-30. " Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
    Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenia muchas posesiones.
    Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
    Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿ Quién, pues, podrá ser salvo?
    Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
    Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
    Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que habéis seguido también os sentareis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
    Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces mas, y heredará la vida eterna.
    Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros."
    Jesús exhorta a sus seguidores a dejarlo todo, a llevar una vida pura.
    Para el siglo II y III, los testimonios son cada vez más numerosos sobre hombres y mujeres que escogen el camino del ascetismo y de la castidad. A la motivación cristiana de dejarlo todo por el reino de los cielos habría que añadir a los que escogen la castidad por disgusto ante la inmoralidad del ambiente; para las mujeres, la virginidad podía ser una manera de liberarse de la sujeción social que era el matrimonio.
    Hay que tener presente que el monacato no se puede separar de la vida social, lo esencial es tener noción de las reales razones que movieron a gran numero de personas a practicar algunas formas de ascetismo para satisfacer sus aspiraciones religiosas a partir del año 270 aproximadamente.
    Con la paz de la Iglesia, desaparece el martirio. El ser cristiano no conlleva ningún riesgo y muchos empiezan a relajarse. Es así como algunos hombres desean llevar una vida cristiana más fervorosa y alejada de las preocupaciones del mundo. Y se van al desierto, es el origen del monaquismo.
    EGIPTO : CUNA DEL MONACATO CRISTIANO
    Casi no hay duda acerca del momento y el lugar de aparición del monacato en Oriente. El lugar fue el bajo Egipto y el momento a finales del siglo III; específicamente la Iglesia egipcia del año 271.
  2. " Históricamente, la vida monástica y las actividades próximas y dependientes de ella en la Iglesia cristiana, se presenta desde principios del siglo IV hasta nuestros días como un impulso vocacional de aquellos que desean dedicarse enteramente a una comprensión mas profunda y una observación mas completa de los mandamientos y consejos de Cristo de las que se exigen a los que profesan simplemente la religión cristiana. Este concepto de la vida cristiana vivida en diferentes intensidades, es decir, por grupos o clases reconocidos, aunque nacida de la experiencia en otros aspectos de la vida humana, ha sido y es aún materia de discusión."
  3. "En Egipto aparecieron las primeras grandes de figuras de monjes, universalmente admitidas y propuestas como modelo. En Egipto se especificaron relativamente pronto las principales formas de vida monástica –el anacoretismo y, sobre todo, el cenobitismo- , con perfiles nítidos, perfectamente determinados. Por su numero, sus proezas ascéticas, su discreción, su doctrina y sus virtudes, los monjes de Egipto alcanzaron pronto gran celebridad: se escribe sobre ellos; se emprenden largas y penosas peregrinaciones para visitarlos; se recogen avaramente sus dichos y hechos. A fines del siglo IV es Egipto el país clásico del monacato, el paraíso de los monjes."
Por consiguiente se podría decir que el monacato es una autentica creación del Egipto cristiano. Ahí mantuvo con mayor rigor su total separación del mundo y casi no intervino en el curso de la historia, salvo en controversias doctrinales, pero en lo que se refiere a la vida política o económica el monacato no tuvo influencia.
Pero ¿ por qué surgió el monacato precisamente en Egipto?
  • El clima y el terreno, en el sentido del desierto y la soledad son favorables. Por otra parte hay que tener presente que en Egipto permanecía una cultura milenaria, esto hace que los cristianos aburridos de esa cultura huyan del mundo.
Pero si queremos dar una razón más positiva ésta tendría que estar enmarcada en el ámbito de la creencia o expectativa del mas allá, esta actitud espiritual y religiosa básica, de la que tantas generaciones se habría nutrido, era altamente apropiada para albergar y hacer fructificar las vocaciones cristianas.
En pocos decenios, regiones del alto Egipto muy alejadas de los grandes asentamientos humanos ( llamadas mas tarde la Tebaida por referencia a su centro geográfico, Tebas) y la zona del desierto de Nitria al sudoeste de Alejandría, se vieron pobladas por numerosos hombres que construían chozas o alojaban en cuevas, demostrando así que el desierto de Egipto era el ambiente propicio para el inicial desarrollo del monacato cristiano.
  1. Es así como Egipto a partir del siglo III se va transformando en la cuna del monacato no, las condiciones naturales son propicias, los hombres buscan la soledad.
    Egipto y su desierto logran entregar lo que los hombres anhelan.
    2.VARIEDAD DE FORMAS DEL MONACATO
    Seria imposible representar la vida monástica en Egipto como un todo homogéneo. Surge sin duda alguna como una manera de seguir a Cristo, pero esa manera no es uniforme.
    El monacato cristiano en Oriente se dará de diversas formas:
    EL ASCETISMO PRIMITIVO
    Este ascetismo esta caracterizado por la exagerada austeridad que se imponían los cristianos, tanto hombres como mujeres. Estos ascetas no se alejaban de su comunidad, sino por el contrario, permanecían en medio del mundo, con sus familias y participaban en la vida común de la sociedad. Solo a fines del siglo III los ascetas empezaron a retirarse al desierto.
    Es importante tener en cuenta que la espiritualidad de este grupo esta enmarcada en el valor que ocupa la persona de Cristo. Jesús no es para estos hombres un ideal abstracto, ya que la estrecha unión con El y su presencia entre ellos las permitirá perseverar en la humildad, en la perfecta pureza; con la ayuda de Jesús rechazarán todo el mal que se encuentre en este mundo.
    Los ascetas practicaron austeridades que conducían a la más alta mortificación, el ayuno estaba establecido para los días miércoles y viernes, pero muchos ascetas aumentaron dichos ayunos y agregaron otros tipos de abstinencias. La oración tenia una especial preponderancia en las Vigilias; estas tenían lugar cada semana en la noche del sábado al domingo. Estas vigilias estaban compuestas de lecturas bíblicas, homilías, salmos y oraciones. Ascetas y vírgenes, siguiendo la costumbre Judía se hacían el deber de orar en la mañana, al mediodía y por la tarde. Habitualmente oraban de rodillas, salvo en Pascua que lo hacían de pie como signo de gozo por la resurrección del Señor.
    Hay que recordar que durante los tres primeros siglos las persecuciones fueron casi permanentes y esto hacia que la vida cristiana fuera dura y penosa, por lo cual debían fortalecer la "paciencia". Paciencia en el sentido etimológico de la palabra es la capacidad de padecer, patior, los males y sufrimientos de esta vida, con constancia y resignación, ya que la recompensa será una gloria incomparable. Mediante la paciencia se prueba la fe, el hombre se desprende de los bienes del mundo y se es capaz de soportar las injurias; la paciencia mitiga el dolor de las penas y apaga el deseo de venganza, a la vez que da fuerza y coraje.
    LAS COLONIAS DE SOLITARIOS
    Contrario a lo que podría creerse, lo normal era que los solitarios vivieran cerca unos de otros ya que la vida en el desierto era penosa y difícil, algo tan elemental como los alimentos no es fácil procurárselos, por lo cual permanecían estos hombres relativamente cerca para así poderse ayudar.
    Lo habitual entre este grupo de hombres era reunirse en torno a un hombre que estuviese mas preparado en lo espiritual y así era como se convertían en una hermandad de solitarios, en la que celebraban juntos la Eucaristía. Tal es el origen de las colonias de ermitaños, de las que hubo muchas en Egipto.
  2. Por otra parte la situación económica y política contribuyó de cierta manera al éxito del monacato en Egipto. Pero la vida monástica en el desierto es demasiado dura para que resulte soportable a hombres sin fe. Lo que realmente explica este éxito es el misticismo ardiente y el modo heroico de soportar el sufrimiento." Resulta natural que en un pueblo cristiano de tales características floreciera exuberante la vida religiosa. El monacato fue en Egipto no sólo un fruto de la sabia y helenista Alejandría, sino del sencillo y ardiente pueblo copto. Fueron estas gentes rústicas, sin educación, las creadoras de las formas monásticas mas probadas, los que proporcionaron a la Iglesia el paraíso de los monjes que fue Egipto a lo largo de los siglos IV y V."
  3. " Las mas celebres se encontraban en el norte, no muy lejos de Alejandría. Eran las de Nitria, Escete y las Celdas. En buena parte, eran famosas por ser las más fáciles de visitar y, de hecho, las mas visitadas. Es muy posible e incluso probable que en otras partes del inmenso país hubiera otras colonias eremíticas tan virtuosas y edificantes, de las que nada o casi nada sabemos. Pero es muy cierto también que en las tres colonias mencionadas vivieron anacoretas dignos de todos los elogios, como Ammón, los dos Macarios, Pambo, Pablo el simple, Poimén, Sisoes, Arsenio, Evagrio."
Es interesante ver como la vida de Macario, conocido también como San Macario de Egipto o Macario el viejo fue ejemplo para muchos otros solitarios.
Al poco tiempo de retirarse e iniciar su vida de solitario, sus virtudes le atrajeron imitadores y fue así como se formo la primera agrupación monástica de Escete, bajo la dirección de Macario. Macario se distinguía por su discreción, sus sermones e instrucciones. El era sacerdote, lo cual no era imprescindible para llevar una vida de solitario, pero esto le valió para tener gran llegada con sus seguidores. Macario organizo la primera colonia de Escete y luego se marcho a unos veinte kilómetros de distancia, en donde murió al poco tiempo. Lo que no impidió que en ese lugar se juntaran muchos solitarios y formaran otra colonia.
Esta forma de monacato estaba basada en la concepción anacorética y constituía una comunidad cooperativa de solitarios.
En el centro de las colonias generalmente se levantaba una iglesia, cuyo sacerdote, anacoreta como los demás, gozaba de cierta autoridad.
Lo más conveniente para los solitarios era agregarse a una de tantas colonias anacoréticas que existían en Egipto, ya que les solucionaba muchos problemas tanto de orden material como espiritual.
LAS ERMITAÑAS
Las mujeres no estuvieron ajenas a este tipo de vida. Ellas dejaban la ciudad y su familia para encerrarse en algún sepulcro, recibiendo por una ranura los alimentos necesarios para su subsistencia.
Otras mujeres, asustadas por los peligros del desierto permanecían encerradas en sus casas. De mas esta decir que su ideal era la virginidad, mediante esta y la oración permanente pretendían seguir a Jesús.
SAN ANTONIO Y EL ANACORETISMO
La forma temprana y más concreta del monacato cristiano en Oriente fue realizada por los anacoretas, aquellos cristianos que a partir de la segunda mitad del siglo III, en numero rápidamente creciente, añadieron al ascetismo practicado hasta entonces dentro de la comunidad cristiana la separación permanente de la familia y la comunidad.
También se debe mencionar la existencia de un grado intermedio entren ascetismo y anacoretismo, es decir, el caso de ascetas que se retiran pasajeramente a la soledad, es así como el ascetismo cristiano primitivo condujo a la anacoresis en las cercanías del pueblo natal, pero en el fondo se luchaba por una forma todavía más rigurosa de eremitismo en el desierto egipcio.
Una vez que en algunas zonas se fueron acumulando residencias de ermitaños, fueron surgiendo agrupaciones de anacoretas, uniones algo débiles en la que los solitarios se reunían en torno aun monje de prestigio que fuera su consejero y padre espiritual, aunque sin que le correspondiera tal cargo, este monje asumía el papel de superior o Abad. Estas agrupaciones de anacoretas, que generalmente eran un numero considerable, vivían cada uno en su propia casa o habitación.
-No se puede hablar del anacoretismo sin hablar de Antonio:
Antonio nace al sur de Menfis el año 251 aproximadamente. Perteneciente a una familia cristiana, a los 20 años siente el llamado de Dios: vende todo y su fortuna la reparte entre los pobres. Se pone bajo la dirección de un anciano asceta quien le entrega las "armas" necesarias para llevar una vida según el ejemplo de Jesús.
Antonio en la primera fase de su existencia anacorética, en la que moraba todavía en las cámaras sepulcrales del cementerio próximo a su pueblo natal podemos encontrar rasgos esenciales del monaquismo egipcio: oración, trabajo manual y lectura de las Sagradas Escrituras.
Esto era como lo básico, pero a los monjes de mayor experiencia se les planteaba una cuestión difícil de eludir: la lucha con el demonio. Que era en definitiva una lucha contra los poderes hostiles a Dios, que debe superarse mediante la fe.
Ya que en la terrible soledad del desierto esta el hombre expuesto con mayor rigor al asecho del diablo y es ahí donde se enfrenta a él y da la mejor prueba de su monaquismo.
Luego Antonio se interno en el desierto y vivió durante veinte años en un fuerte abandonado.
(5)" Cuando se decide a salir del largo retiro, la vida eremítica se desarrolla en torno a él. Un gran numero de "monasterios" ( o sea, de celdas, habitada cada una por un solitario) se fundan y él es como su "padre". Realiza curaciones físicas y morales. Y da a sus monjes una enseñanza que consiste sobre todo en saberse guardar del demonio, su táctica y engaños."
Como vemos la lucha contra el demonio es algo permanente en el desierto y pone a prueba la preparación y fe del monje, ya que es un asunto de fe combatir las tentaciones demoníacas.
Antonio murió a los ciento cinco años, el 17 de Enero del 356. Antonio es el padre y modelo de los anacoretas del desierto.
Hay que tener en cuenta que en Egipto el desierto esta al alcance de todos y es lógico que se retiren a él los que quieran separarse de la sociedad, ya que el desierto es la dura realidad que sirve de teatro al ideal monástico, el desierto es el lugar en donde no solo físicamente se junta el cielo con la tierra, es el lugar donde el ser humano se hace ángel o demonio, y además ofrece la "infraestructura" necesaria, como son las sepulturas de la época faraónica, es ahí donde se van los hombres que quieren llevar una vida alejada del mundo.
Estos hombres pertenecían mayoritariamente a las clases bajas de la sociedad egipcia, pocos eran los procedentes de la clase media, y todavía menos los salidos de las capas superiores.
Estos monjes pertenecían a un mundo rudo, ingenuo, talvez un poco inculto. La mayoría no conocía el griego, hablaban, leían y escribían en copto, claro que muchos ni siquiera sabían leer y escribir, por lo tanto no es extraño que estos monjes sintieran desconfianza ante discursos intelectuales, aunque tuvieran una base teológica.
Para ellos su religión, su forma de vida era simple, practica. Ellos daban mayor importancia a la vida cotidiana que a las especulaciones sobre esta, deseaban avanzar en el camino de la perfección mas que analizar estas etapas. Esta era la manera en que pensaban y actuaban la mayoría de los anacoretas egipcios.
Otro aspecto que hay que dejar bien claro al tratar sobre la identidad de los anacoretas es su condición de laicos, el sacerdocio entre ellos era algo poco común ya que significaba abandonar la soledad, su estado monástico. Por lo tanto el sacerdocio no era masivo entre los monjes, por las razones anteriores y porque solo se dedicaban al sacerdocio los monjes mas instruidos.
LA VIDA DEL MONJE EN EL DESIERTO
No es una vida de completo reposo, es una lucha, una vigilancia continua contra las agresiones del demonio. Los espíritus del mal están esparcidos por todas partes y son como los seres humanos en el sentido que cada uno tiene su propio carácter y sus intenciones. Además como todo hombre tiene su ángel bueno, debe cuidarse de su ángel malo, el cual está esperando el momento propicio para hacerlo caer.
Por lo tanto el monje, el cual está en el camino de la perfección debe luchar contra los ataques del demonio, el cual se manifiesta en forma de tentaciones.
En la bibliografía se hace mención al llamado "demonio del mediodía", quien representa a la tentación que surge precisamente a esa hora del día, es en el fondo la tentación mas fuerte para los monjes, representada por una ansiedad terrible que hace que el monje reniegue contra su forma de vida.
  1. " Cuando este demonio se apodera del alma infortunada, le inspira horror por su vida, disgusto por su celda, desprecio y desestima de los hermanos que habitan con él o cerca de él, teniéndolos por negligentes y poco espirituales. Lo vuelve flojo y perezoso para todos los trabajos que debe hacer en su celda. No le permite ni permanecer en la celda ni aplicarse ala lectura. El monje se lamenta frecuentemente del poco progreso realizado después de tanto tiempo que habita en ella, de los magros frutos espirituales que puede esperar mientras esté en compañía de tan mediocres hermanos… podría dirigir, servir a otras almas ¡ y no forma a nadie, no consigue beneficiar a nadie con su dirección y su ciencia!.
Alaba a los monasterios que están lejos del suyo. Habla de ellos como de lugares donde el progreso y la salvación son mucho más fáciles de obtener; describe el encanto el provecho espiritual que se siente viviendo con los que los habitan. Por el contrario, todo lo que tiene a mano está lleno de amargura."
En esta cita se ve en forma clara lo que representa el demonio del mediodía, y hace que el monje pierda toda esperanza incluso puede hacer surgir pensamientos pecaminosos en él.
Para estas manifestaciones demoníacas o tentaciones el monje debía estar preparado. Conocer las Sagradas Escrituras y practicar fervorosamente la oración eran formas de combatir estos embates del mal. Pero eso no es tan fácil ya que el camino que ha de recorrer para lograr la perfección, la similitud a Jesús, es muy largo y duro.
Está en las manos del monje procurarse la defensa contra las agresiones demoníacas, el monje con la pureza de corazón que ha ido adquiriendo, con la tranquilidad de espíritu puede ir aplacando las tentaciones.
Otra forma de mantener las tentaciones alejadas son mortificando el cuerpo, la vía más común eran los ayunos excesivos, con los cuales pretendían una prudencia en todo sentido, aunque fuera atentando contra su propia salud.
Así se daba la vida del monje en el desierto durante los primeros siglos del monacato cristiano. Diversas formas de alcanzar la perfección, pero todas encaminadas hacia un único objetivo, que era lograr una vida parecida a la de Jesús.
CAPITULO SEGUNDO
EL CENOBITISMO

PACOMIO: EL HOMBRE Y EL MONJE
Hombre de origen pagano, Pacomio, cuyo nacimiento se sitúa en la Tebaida superior hacia el año 292, es sin duda alguna el fundador del monaquismo cristiano, al ser el inaugurador de la vida cenobítica, de la vida común.
Pacomio como es lógico no nace con la idea de crear una institución innovadora, ni con un espíritu cristiano, por el contrario, Pacomio era un egipcio común, reclutado por el ejercito Romano, a quien gracias a este hecho la vida en adelante le seria muy distinta.
(7) " Tenia unos veintitrés años cuando fue alistado a la fuerza en el ejercito imperial. En la ciudad de Tebas, primera etapa del convoy en el que iba, conoció a unos hombres que acudieron a avituallar y consolar a los reclutas que tan de mala gana se veían obligados a servir bajo estandartes extranjeros. Profundamente conmovido por tanta caridad, Pacomio indaga que sus bienhechores son cristianos. Este hermoso ejemplo le inspira una decisión muy generosa: hace voto de consagrarse al servicio de sus semejantes si logra librarse de la milicia. Poco después y contra toda esperanza fue licenciado. No olvido Pacomio su promesa. En Shenesit o Chenoskobion (Kar-es-Sayad en la actualidad), población profundamente cristiana, se hizo instruir y bautizar.
El bautizo e instrucción de Pacomio, como es de suponer no eran suficientes para transformarlo en el Padre del cenobitismo, el camino se había iniciado, pero era un largo y no menos difícil camino.
Años mas tarde, tal vez dos o tres, Pacomio se pone bajo la guía de Palamón, quien dirigía espiritualmente a un grupo de anacoretas, de él recibe las primeras enseñanzas: oración, lectura de las santas Escrituras, trabajo, etc.
Pacomio y Palemon llevaron una vida muy austera, solo comían pan y sal, y otros alimentos ligeros. Su tiempo estaba dedicado a la oración en forma casi exclusiva, llegando a no dormir.
Luego de permanecer siete años con Palamon, Pacomio decide abandonarlo.
(8) "Dotado de una gran intuición y sentido practico, se dio cuenta muy pronto de los peligros y arbitrariedades a que se encontraban expuestos los eremitas. Sintió en su alma una clara inspiración que le arrastraba a dedicarse a ayudar a esos buenos monjes, llenos casi siempre de la mejor voluntad, pero con una inexperiencia y carecía de medios superlativa. Había que trabajar las almas humanas para presentarlas puras a Dios. Esa era su vocación."
Su vocación era servir, ayudar a los demás, y durante los años de estadía con Palamon se dio cuenta que su misión no iba a ser posible en su totalidad.
Así fue como inicio su caminata, la cual finalizaría en Tabennisi, una aldea abandonada, en donde decide construirse una celda para vivir. Aquí iniciaría su primera comunidad.
Aunque él animo de Pacomio fuera elevadísimo, hay que entender que los comienzos de esta vida no le serian tan fáciles, hay que imaginar que el solo hecho de la construcción de una celda era tarea complicada para un solo hombre.
¿ Cómo iniciaría su comunidad Pacomio?. Seria fácil pensar en Pacomio reclutando
gente, tal vez sirviéndose de un discurso cristiano sobre salvación, bondad, los beneficios espirituales de una vida comunitaria u ofreciendo su ayuda para la salvación de las almas. Pero realmente no fue así.
El primero en unirse a Pacomio fue su hermano Juan, con el cual inició la ampliación general del local.
Poco a poco comenzaron a llegar hombres de poblados cercanos para unirse a esta incipiente comunidad. Los primeros en llegar no eran los candidatos adecuados, eran soberbios, insolentes, no acataban las normas de la vida común y Pacomio se vio enfrentado a la decisión de expulsarlos.
Luego del primer intento Pacomio no desiste, recibe nuevos discípulos, pero a estos les exige aparte del bautismo la renuncia total de todos sus bienes, para evitar así cualquier conflicto.
La idea es que todos estén en igualdad de condiciones y los bienes que pudiesen poseer no fueran motivo para problemas dentro de la comunidad. Todo debe ser de todos.
Así Pacomio inicia a tientas su organización. De ahora en adelante se vera enfrentado a todos los problemas que implica una organización, ya que en la vida comunitaria todo deberá ser reglamentado para evitar conflictos y arbitrariedades.
El primer problema fue la mantención de la comunidad. En los inicios fue necesario que los monjes salieran a trabajar fuera del recinto en que vivían para lograr su sustento, Pacomio se limitaba a administrar los salarios para que nada faltara en la comunidad y hacer las tareas propias de aquella vida, de la vida domestica que él debía manejar.
(9) " Pero este sistema – Pacomio no tarda en verlo- es incompatible con el recogimiento y la disciplina. Cuando la afluencia de los monjes aumenta en proporciones insospechadas, la organización resulta prácticamente insostenible, impracticable. Hay que pensar en un nuevo régimen. El Apa comenta las dificultades con los ancianos de la colonia, y se decide a implantar en su organización un sistema autárquico. Tres monjes se comprometen a observar las Reglas que redacte. Y comienza la segunda etapa. Esta nueva estructura es más lograda, mucho más perfecta."
Debido a los problemas e inconvenientes que producía el trabajo de los monjes fuera de la comunidad, Pacomio opta por cambiar el sistema de trabajo y es así como instaura los gremios de trabajo dentro del monasterio o cenobio, equilibrando el trabajo con las horas de oración y lectura divina.
Así por fin Pacomio inicia la reforma del Anacoretismo, tratando de establecer una verdadera comunidad monástica, en que todo esta dividido equitativamente apoyándose en la Regla, la cual ira redactándose poco a poco, según las necesidades que él vea.
En todo esto Pacomio no podía estar solo, la dirección y manutención de este tipo de vida era imposible que estuviese a cargo de un solo hombre, es por tanto que Pacomio se hace asesorar por los hombres mas ancianos de la comunidad, el no pretendía ser un dictador, sino un buen guía para todos sus hermanos.
La experiencia le había enseñado que un grupo de gente llevando una vida común no lo era todo, se necesitaba mas y es por eso que Pacomio comienza a escribir su Regla, con el objeto de ordenar y reglamentar esa vida común.
Pacomio condujo a los hombres que se reunieron en torno a él a una alta perfección, sobre todo dándoles un ejemplo de fervor.
Hacia el año 320 Pacomio dio comienzo al primer gran cenobio o monasterio de vida común.
(10) " Dos rasgos del pacomianismo que fácilmente podían representar un peligro para el propio ideal, llaman ya aquí la arención. En primer lugar lo numeroso de la comunidad, que seguramente comprendía algunos centenares de monjes. esto no podía menos que dificultar o poner en contingencia a la larga el quehacer del abad, que debía ser padre y director espiritual de todos sus monjes. En sugunso lugar, la planificación económica de la gran explotación conventual conducía como por su propio peso a la adquisición de importantes posesiones y finalmente a la riqueza y al poder económico, que acabaría por poner en peligro el ideal de la pobreza."
Pacomio vino a ser el fundador del cenobitismo, no exento de problemas en su organización y dirección no ha dejado dejar de existir desde entonces y seria precisamente el que habría de proporcionar al monaquismo cristiano su profunda influencia religiosa y cultural.
EL MONASTERIO PACOMIANO Y LA VIDA DENTRO DE EL
Tabennisi fue el primero, pero no el único monasterio Pacomiano, el grupo de hombres inicial con el tiempo fue creciendo de una manera insospechada, motivo por el cual se vio la necesidad de crear otros monasterios.
(11) "Este tipo de monasterio estaba formado por un vasto recinto, rodeado por un alto muro de clausura. En él estaban diseminadas una serie de casas y cada una de ellas comprendía una veintena de religiosos. Cada religioso tenia su celda. Más tarde, tres monjes compartirían de ordinario la misma celda.
Una iglesia, un refectorio, una cocina, una despensa, un patio o un jardín, una hospedería para los forasteros, completaban la disposición del monasterio."
Esto nos demuestra que el monasterio era un lugar sencillo, con las dependencias necesarias para vivir y atender a los que lo requiriesen en forma cómoda.
Todo el recinto estaba rodeado por un muro de clausura, lo cual no era nada extraordinario para la época ya que la bibliografía hace mención a que todos los poblados estaban rodeados por una valla con una sola puerta, por lo tanto los monasterios (en el contexto del paisaje) no se veían tan distintos de los pueblos, lo que los tornaba un lugar accesible para forasteros y hombres que deseaban iniciar una vida retirada.
Todos los monasterios Pacomianos estaban supeditados a un superior, el cual tenía por misión organizar la vida dentro del monasterio, cada casa de monjes tenia una labor especifica que cumplir dentro del monasterio, por lo cual ninguna actividad quedaba al azar y así se aseguraba el integro funcionamiento de la comunidad
Ejemplo de la jerarquía dentro del monasterio:
  • Superior local
  • Vicario o Segundo
  • Ecónomo local (a cargo de la economía domestica)
  • Prepósito o Prefecto (en cada casa y luego un Segundo)
  • Nebdomarios (semaneros elegidos por turnos)
Bajo esta jerarquía el monasterio no tendría ningún problema de administración y además desaparecía "la polémica" por la necesidad del trabajo para el monje. Ya que antes de la institución Pacomiana algunos guías espirituales afirmaban que la vida del monje era como la de los ángeles, basada en la oración permanente y el ayuno, alejándose de los problemas terrenales (como lo seria el trabajo).
La función de cada uno de los superiores era definida, su labor esencial era servir, ser servidores de sus hermanos, no imponer disciplina sin amor, ya que la idea del monasterio Pacomiano era la comunión fraterna de todos sus integrantes.
El ingreso al monasterio no significaba grandes pruebas a los postulantes, generalmente eran pocos los hombres rechazados, solo se les pedía la renuncia total al mundo y desear fuertemente la vida comunitaria, no se requería un largo noviciado ni nada parecido, ya que Pacomio tenia por objetivo acercar a los hombres a Dios.
Con esto se demuestra que el ingreso y la vida en la comunidad no presentaba grandes dificultades debido a que Pacomio con su experiencia había planificado y posteriormente reglamentado la vida en la comunidad.
Como se ha expuesto anteriormente, la planificación de la comunidad y sus edificaciones eran sencillas pero funcionales, ya que así se aseguraba el adecuado funcionamiento del monasterio.
(12)" En líneas generales, Pacomio había organizado así su congregación:
  1. En el centro se construían las grandes dependencias comunes: iglesia, sala de reuniones, cocina, refectorio, hospedería.
    Entorno a ellas se veían otras muchas construcciones más pequeñas. Eran las "casas", las habitaciones de los cenobitas.
  2. Instalaciones.-Cada monasterio estaba cercado de una empalizada. Dentro de ella se levantaba la colonia monástica, "el poblado". En cada una vivían de 10 a 20 monjes. Cada uno ocupaba su celda. (Cuando la comunidad aumento insospechadamente, cada celda era habitada por tres religiosos). Al frente de cada "casa" había un jefe de equipo –el prepósito- y un "segundo". Cada tres o cuatro "casas" formaban una tribu.
  3. Comunidad.-Estos se encontraban repartidos en equipos de trabajo. Cada casa correspondía a un gremio diferente: casa de los agricultores, de los tejedores, de los zapateros… La "casa" de los barqueros –individuos seleccionados por su fidelidad y virtud- aseguraba las relaciones comerciales, las ventas y compras.
    Las compras consistían, sobre todo, en sustancias y hierbas medicinales, y en materias primas para el trabajo.
    Como elemento de producción tuvo gran éxito el trenzado de cestas y esteras con juncos del Nilo.
  4. Administración.-En cada "poblado" había un ecónomo que sobre visaba el material y el rendimiento del trabajo.
  5. Régimen interno.-Los servicios domésticos- cocina, limpieza, portería, dar las señales para el rezo, transmitir ordenes…- se hacían por turnos. Cada tres semanas una "casa".
  6. Vestido.- El vestido de los monjes consistía en una túnica blanca –el rathou- un cinturón, una piel curtida de cabra y un mantelete con capuchón.
  7. Gobierno.- Al frente de cada "poblado" había un superior, el apa. Y el archimandrita gobernaba toda la congregación. La koinonía. La residencia generalicia estuvo primero en Tabennisi, pero más tarde fue trasladada a Pbow, aunque siguió llamándose: "Koinonía de Tabennisi".
Es así como Pacomio organiza su comunidad, luego de su primer intento ya posee la experiencia necesaria, por eso va creando las dependencias requeridas para vivir y trabajar en forma adecuada, el monje debe ser un verdadero guía y educador para los otros monjes y para los hombres en general.
Debido a esto el primer paso del monje recién ingresado a la comunidad era el bautismo, considerado la puerta de ingreso a la vida monástica, luego vendría la educación, aspecto de suma importancia para la trayectoria del monje en la comunidad. El saber leer era fundamental, ya que el monje se formaba con la meditación de la Biblia. El hombre analfabeto que sé hacia monje era sometido a un largo proceso de aprendizaje, además cada monasterio tenía una biblioteca, donde los monjes mas ancianos se encargaban de instruir a los analfabetos.
La vida diaria del monje Pacomiano se dividía entre la oración, meditación, trabajo y descanso. El sistema instaurado por Pacomio era totalmente factible de efectuar, ya que dejaba de lado todas las mortificaciones innecesarias, comúnmente practicadas por los anacoretas de la época.
En su sistema estaba todo previsto, incluso las comidas, las que según la bibliografía eran por lo menos una al mediodía que consistía en verduras crudas, queso, pescado, higos, dátiles, y otra más escasa en la noche. La comida del mediodía era en el edificio principal y era compartida por todos.
Todos ayunaban dos veces a la semana, los miércoles y los viernes, salvo los más austeros que hacían ayuno voluntario otros días de la semana.
En el monasterio sé tenia especial consideración con los enfermos y con los huéspedes. Para ellos disponían de dependencias especiales para atenderlos, enfermería y hospedería contaba con monjes para atender a quien lo necesitara.
Una característica del monasterio Pacomiano era que los trabajos no eran asignados de manera obligatoria a los monjes recién ingresados, por lo general se les respetaba el oficio que tenían y en eso trabajaban dentro del monasterio.
Luego de conocer las características del monasterio es fácil comprender el porque del gran numero de adeptos.
(13) "Los miembros de la koinonia llegaron a ser una multitud que pesaba enormemente sobre los hombros del Santo. Cierto que las cifras que nos dan los diferentes autores no concuerdan, ni la mayor parte corresponde a los años en que vivía Pacomio. En vida de éste se llegaron a fundar nueve monasterios , uno de los cuales, Pbow, contaba con unos seiscientos monjes hacia 352, es decir, seis años después de la muerte del santo. El mismo documento que nos ofrece la cifra anterior asegura que, para la celebración de la Pascua se reunieron mas de dos mil pacomianos. El imaginativo Paladio afirma que San Pacomio fue archimandrita de tres mil monjes; en otro lugar de la misma obra, calcula era unos siete mil; Casiano nos habla de cinco mil; Sozomeno también de cinco mil, y San Jerónimo nada menos que de cincuenta mil…
Ante tal variedad de cifras, parece que la única conclusión que se pueda sacar es que la Koinonia llego a ser muy numerosa y que ya lo fue en la vida del fundador".
Estos antecedentes, aunque no concuerdan quizás con la realidad numérica de la Koinonia Pacomiana, dan una muestra de lo numerosa que llego a ser esta institución, el original Tabennisi tuvo que crecer y expandirse a otros lugares, ya que eran muchos los interesados en pertenecer a esta comunidad.
Pacomio tal vez no dimensionó cuando decidió convertirse al cristianismo y dedicarse a la vida solitaria la magnitud de las repercusiones de su decisión en la vida de muchos hombres y mujeres.
Así Pacomio sin tener la idea original de crear una institución de tal envergadura, fue el iniciador de una comunidad que quizás se convertiría en la institución madre de muchas otras.
La comunidad de los Pacomianos no consistía solo en la separación del mundo y en la renuncia a los bienes, implicaba máximas mas elevadas: "Todo deben ser una ayuda para ti, tu debes ser de provecho para todos", ahí radicaba la esencia de la Koinonia, una verdadera comunidad de hermanos, por lo cual eran severamente castigadas las faltas contra otros miembros de la comunidad.
La propiedad del monasterio, asunto importante para la mantención de la comunidad, venia a ser "propiedad de Cristo", por lo cual los monjes no disponían libremente del terreno, sino conforme a la obediencia, a las leyes emanadas de un superior, las cuales iban en beneficio de todos.
LA REGLA PACOMIANA
La Regla es una compilación de normas, preceptos o leyes que tiene por finalidad reglamentar la vida de la comunidad. La Regla escrita por Pacomio tiene netamente ese objetivo, regular mediante ciertas normas la vida dentro del monasterio, esta idea en Pacomio no surge inmediatamente, sino que poco a poco, ante la visible necesidad de mantener el orden y la buena convivencia.
(14) " Es una regla bien curiosa la de San Pacomio. Su comparación con cualquiera de las reglas monásticas siguientes, el mismo desorden en que se suceden sus preceptos, prueban que nació de la práctica, de la vida. Lejos de haber sido dictado por un ángel, como pretende cierta tradición, representa la acumulación de preceptos emanados de un superior en el decurso de una larga experiencia, y es claro que diferentes secciones representan añadiduras al cuerpo primitivo, como lo prueban, entre otras cosas, las frecuentes repeticiones. Esto hace pensar que tales reglas son una compilación de ordenaciones dadas por varios superiores, esto es, no sólo por San Pacomio, sino también por sus sucesores inmediatos":
Esta regla tiene muchos objetivos, aparte de los ya mencionados también está el terminar con las atrocidades que cometían los anacoretas y cenobitas para lograr una mejor vida o una consagración.
Estos hombres llevaban vidas rigurosas, donde el frecuente y casi permanente ayuno era cotidiano.
Pacomio con su regla pone fin a todo esto, es en cierta manera una renovación de las antiguas costumbres de los monjes. Pacomio en su regla dicta normas para todo, desde la vida cotidiana dentro del monasterio hasta el castigo para los monjes desobedientes.
La regla no era tan austera ya que Pacomio debía evitar todo tipo de exageraciones dentro de su comunidad, pero aunque mantuviera una cierta austeridad, dejaba un margen de libertad a los monjes, por ejemplo en el caso de las comidas, a los mas ancianos se les permitía ayunar en forma mas frecuente. Así la regla va cumpliendo dentro del monasterio una función ordenadora, reguladora y legisladora, para así poder lograr el objetivo de Pacomio, ser una verdadera comunidad de hermanos.
Según Paladio en su obra Historia Lausiaca, la regla fue dictada a Pacomio por un ángel, el cual instruye a Pacomio para que dejara la vida solitaria y se convirtiera en padre de otros monjes.
Esto como es de suponer es parte de la tradición y no de la realidad, ya que la regla debió ser escrita durante el transcurso de los años y a medida que se veían nuevas necesidades de normar y regular la vida común.
La regla fue escrita en Copto, en su versión original. Posteriormente, en la segunda mitad del siglo IV San Jerónimo realizó una traducción al latín, la que sirvió para que la regla de Pacomio perdurara y pudiese servir de guía a reglas posteriores.
Es así como Basilio hace uso de ella para elaborar su propia regla.
Este código se fue componiendo de a poco, los preceptos ahí establecidos se fueron acumulando a lo largo de la experiencia práctica de Pacomio.
La importancia de la regla de Pacomio consiste en haber colocado una base económica y espiritual para la vida común, la cual es sustentada por la obediencia, castidad y pobreza.
2.BASILIO Y LA REFORMA DEL CENOBITISMO
La vida religiosa comunitaria en la soledad pasa de Egipto a Palestina y Siria y fue sobre todo Basilio el Grande quien mediante su actividad y sus reglas aseguró su victoria definitiva en Oriente frente al ascetismo libre y personal.
Basilio nació en Cesaréa de Capadocia en el año 329 aproximadamente, recibió una educación profundamente cristiana.
En el año 357 inició un viaje a través de Oriente con la intención de visitar a los mas famosos solitarios y estudiar la vida monástica donde quiera que surgiese.
Al regresar a su patria se instala cerca de Neocesarea frente a Annesi, donde en compañía de algunos ascetas agrupados al rededor de él llevo una vida de mortificación.
Durante esos años comprobó y perfecciono las ideas que se había formado a lo largo de sus viajes de investigación sobre la vida monástica.
Basilio luego de su viaje por Oriente logra un conocimiento sino total, parcial de la situación que viven los monjes o mejor dicho los diversos grupos de monjes.
Al no ser Basilio monje de una determinada agrupación mantiene una cierta imparcialidad ante lo que conoce y estudia, por lo tanto sus reformas tienen el peso natural que implica un estudio serio sobre la forma de vida que están llevando los monjes de Oriente.
(15) "Por otra parte, las organizaciones pacomianas exigian,según él, profundas enmiendas. Cada monasterio contenía un numero excesivo de monjes. Excesiva era también la libertad otorgada a las mortificaciones particulares, lo cual favorecía las proezas vanidosas y complicaba terriblemente el común régimen alimenticio. Los praepositi, colocados entre el superior y los monjes acaparaban una porción muy grande de autoridad. Por último, las sanciones que amenazaban a los monjes culpables - el látigo, régimen a pan y agua...- le parecían demasiado brutales."
Así Basilio, al conocer el funcionamiento de los monasterios pacomianos decide hacer cambios para evitar excesos. Por lo tanto se podría decir que Basilio hace lo mismo que Pacomio en el sentido de reorganizar las instituciones existentes. Para Basilio el monje es un cristiano integro, es el cristiano autentico, el monje según Basilio debe practicar la observancia total del Evangelio y cumplir íntegramente los mandamientos, si no es así, ese hombre no puede considerarse un monje.
(16) " Para Basilio la vida monástica era comunal, pues era el marco adecuado para seguir fielmente la vida cristiana perfecta de amor fraterno, junto con el ascetismo propio del servicio y la humildad, y la penitencia por los pecados. Las jornadas se dedicaban al trabajo y a la meditación y estaban enmarcadas por plegarias litúrgicas similares a las ordenadas por Pacomio. Los monjes se dedicaban a la agricultura y a otros oficios, pero también había anexo al monasterio un orfelinato, un hospital y talleres para los pobres sin empleo. Basilio no escribió ninguna regla ni fundó ninguna orden comparable a la de Pacomio. Sus llamadas reglas no son mas que consejos espirituales y comentarios a las Escrituras. Sin embargo, su influencia fue muy grande y duradera. Al separarse de la vida eremítica y de los aspectos individuales del ascetismo, Basilio dio lugar a una vida monástica que encaja perfectamente con el temperamento de las tierras griegas, y todos los monasterios del Imperio Bizantino y todos los monasterios rusos posteriores le consideraron su patriarca, igual que los monjes occidentales consideraron a San Benito."
De esta manera podemos captar la importancia que ha tenido Basilio en el desarrollo de la historia del monacato cristiano.
Sus críticas y aportes perduraron y fueron un sólido ejemplo para las siguientes generaciones de monjes.
EL APORTE DE BASILIO
La reforma basiliana se llevo a cabo en el sentido de dar un claro norte a la obediencia, la cual se convirtió en la virtud primordial del monje, virtud en que se sustentaban las otras. Obediencia, pobreza y castidad eran las bases de la vida monástica que Basilio se había preocupado de poner en estrecha relación con los preceptos bíblicos, era por medio de estas virtudes que según Basilio se lograba la mas estrecha unión con Dios.
Basilio no deja nada al azar, al estudiar la estructura del monasterio pacomiano ve, que lo realizado por Pacomio en términos generales constituye un gran aporte ya que el cenobitismo, en el sentido que se deja de lado la vida solitaria y el interés personal, llegando a una vida común. Así mismo Basilio ve lo que es necesario reformar para llegar a constituir una ordenada familia monástica. Sus conclusiones podrían ordenarse de la siguiente manera:
a) El numero de monjes que habita dentro de los monasterios Pacomianos Basilio lo encuentra excesivo, ya que es de la opinión de que difícilmente se puede infundir el espíritu de familia en un grupo de 300 ó 400 personas.
b) El sistema de gobierno a grados o en orden jerárquico dentro de la Koinonia para Basilio tiende a suscitar conflictos entre los monjes.
c) El hecho de que los monjes habiten en viviendas separadas debido a la clanización del trabajo, para Basilio representa una falta de cohesión dentro de la comunidad.
d) Para Basilio el APA de la Koinonia representa un administrador mas que un padre, lo cual no es lo correcto.
e) Hay demasiada libertad dentro de la comunidad para las penitencias privadas, lo cual favorece a la vanidad de cada monje.
Con estas claras observaciones Basilio pretende organizar la vida dentro de los monasterios, manteniendo lo bueno y extrayendo o modificando lo planteado antes por Pacomio.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA REFORMA DEL CENOBITISMO
1- El monje no es un solitario, se debe apartar del mundo, de sus parientes y amigos para encontrar nuevos hermanos en el monasterio.
2- El monasterio es una familia cristiana, gobernada por la caridad. Por lo tanto:
a) El abad es el padre de los monjes y por consiguiente todo el poder de la familia está concentrado en él y su única limitación es la ley de la caridad.
b) El número de monjes debe ser pequeño con el fin de que se pueda mantener el espíritu de familia: viviendo bajo el mismo techo y comiendo en la misma mesa.
c) Ningún castigo debe ser excesivo. El abad y la Regla están para regular la vida monacal. No deben existir iniciativas privadas de carácter penitencial.
d) La virtud más necesaria en el monacato es la humildad porque de ella se derivan todas las demás, ante todo la obediencia ya que el monje debe renunciar a su propia voluntad.
La obediencia ha de ser franca, generosa.
3- Para Basilio el trabajo sirve para conservar el equilibrio moral del cenobita.
a) El trabajo manual debe ser reglamentado por el abad y los trabajos que se realicen deben ser útiles para el monasterio como la agricultura, carpintería, etc.
b) El trabajo intelectual está compuesto por la lectio divina que es el estudio de la Biblia y por otros estudios dirigidos a la formación de la persona del monje.
c) El trabajo y la vida del cenobita ha de desarrollarse en un ambiente de oración.
4- La oración monástica esta distribuida a lo largo de la jornada del monje para que no pierda su contacto con Dios. La oración matutina es para que el primer pensamiento del día sea para el Señor.
Durante cuatro veces interrumpe su tarea cotidiana para santificar sus actividades: a las horas de tercia, sexta, nona y al fin del día. La noche tiene también su tiempo para Dios: al comienzo del descanso nocturno y a la media noche los monjes se reúnen para orar.
Estos principios no se encuentran codificados sino esparcidos a lo largo de sus Regulae. Las Reglas de Basilio son un conjunto de normas prácticas en que se expone el ideal de monasterio, así él redacta dos tipos :
- Regulae Fusius Tractae: que son reglas de mayor extensión, en las que expone los principios de la vida monástica.
- Regulae Brevis Tractae: son reglas mas precisas, con mayores especificaciones.
Finalmente, luego de conocer lo expuesto por Basilio, se puede concluir que en comparación con la legislación Pacomiana Basilio muestra un marcado carácter de moderación y prudencia, no pretendiendo convertirse en un legislador monástico, logra con sus reformas informar e influir en todo el monacato.
3. TRASCENDENCIA DEL CENOBITISMO
Sin lugar a dudas la creación del Cenobitismo como nueva forma de vida monacal es una obra iniciada por Pacomio y acabada por Basilio, obra que perdura hasta nuestros días debido a sus sólidos planteamientos, los cuales se han mantenido a pesar de los avatares de la historia.
El cenobitismo entendido como una unidad religiosa logra su forma ultima con Basilio ya que él logró sacar a los monjes de la soledad de las montañas y los destinó a hacer obras de asistencia social, consiguiendo así una integración entre la ciudad y el monje, y estos por su parte convirtieron al cristianismo en una religión de masas.
(17) " Así pues, en algo mas de un siglo, Egipto y los países ribereños del Mediterráneo oriental dieron a la Iglesia la vida monástica en sus rasgos esenciales y en todas sus diversas formas desde la vida solitaria y ascética, a través de los lavra y de las casas shenouiticas "reformadas", hasta la laboriosa y moderada institución de Pacomio y las obras caritativas de Basilio. Durante este breve período de tiempo se construyó el armazón interior de la vida monástica, el esquema detallado de las plegarias públicas, la guía practica y ascética y el mecanismo de cualquier orden, y en los dichos de los padres y los escritos de Evagrio y Casiano quedaban trazadas las líneas fundamentales de una teología mística que iba a convertirse en tradicional."
El monacato se fue extendiendo por toda la mitad oriental del Imperio Romano, y no fue llevado a occidente por nadie en particular, sino que se fue extendiendo poco a poco. Quizás uno de sus agentes podría ser San Atanasio que luego de haber estado exiliado, ya de vuelta en su tierra se dedico a hablar sobre los monjes egipcios. Luego Jerónimo en Roma dio a conocer la vida monástica.
De esta manera la vida monástica de oriente se fue introduciendo en occidente y de ahí la trascendencia esencial del cenobitismo. Ya que surgieron muchos seguidores de este tipo de vida por toda Europa, los cuales pretendían crear una comunidad perfecta, fueron realizando cambios estructurales al cenobitismo oriental de manera de adaptarlo al lugar y a la realidad en que Vivian.
La trascendencia del cenobitismo radica en su forma material en la creación de monasterios o cenobios, tanto femeninos como masculinos lo que fomento sin duda la masificación de esta forma de vida. Ya que los monasterios, aparte de su misión eclesiástica representaron una alternativa de educación y trabajo para hombres y mujeres, que dedicando su vida a Dios y a los demás, realizaron grandes obras en beneficio de sus comunidades.
Los monasterios dejaron de estar apartados de las ciudades y pasaron a formar parte de ella. los monjes ya no Vivian en completa soledad, sino que interactuaban con sus comunidades ya fuera mediante relaciones comerciales ( las que evidentemente tenían por objetivo fundamental la manutención económica del monasterio) , educacionales o de beneficencia. Así los monjes dejaron de ser ajenos al mundo y con su forma de vida dirigida a Cristo lograron aportar al mundo con su ejemplo y sus enseñanzas.
FUNDADORES DEL MONAQUISMO CRISTIANO
SAN ANTONIO (251-356)
Nació en Quenam, al sur de Menfis el año 251. Es el fundador de la vida monástica. Tras la muerte de sus padres vendió sus bienes y renunció al mundo, el dinero lo distribuyo entre los pobres y comenzó a practicar la vida ascética no lejos de su casa.
Formó la primera agrupación de hombres que habían decidido renunciar al mundo y seguir a Cristo en la soledad. Con Antonio se inició lo que se podría llamar la "Edad de Oro" de la vida eremítica, que va desde el año 330 al 440. Es la época de los llamados "Padres del Desierto".
AMMONAS
Después de la muerte de Antonio, la colonia de ermitaños de Pispir se hallaba bajo la dirección de Ammonas, uno de sus más antiguos discípulos, el cual era alabado por su inmensa bondad de corazón.
A Ammonas se le conoce por sus cartas, las cuales demuestran un misticismo genuino en el que no se observan indicios de un sistema o una teoría por la cual se guiase. En él destaca la antigua idea del largo viaje del alma al cielo, pero no después de la muerte, sino aplicada a una ascensión mística ya en este mundo.
SAN PACOMIO (292 - 346)
Es el primer maestro de la vida común o cenobítica. Pacomio sintió el llamado de poner al alcance de todos la vida monástica, para lo cual tenia grandes dotes de organizador. Llegó a tener cientos de adeptos, los cuales pertenecían principalmente al campo y a pequeñas ciudades.
Pacomio elaboró una regla en la que dando por supuesta la castidad y la pobreza, añadió la obediencia como forma específica para la vida común.
SAN BASILIO ( 329 - 379)
Basilio estudio en Atenas y luego viajó visitando a los monjes de Egipto, Siria y Palestina. Fue el hombre que llevó la vida monástica a las tierras griegas.
Nombrado obispo, continuó siendo monje y fundo un monasterio en los terrenos de su familia. El monasterio Basiliano era de forma cenobítica, logrando equilibrar el ascetismo individual con el amor fraterno. En sus reglas exige a los monjes que vivan en una verdadera comunidad; animándolos en el trabajo intelectual y en el cuidado hacia los pobres.
La obediencia hacia el abad es la principal virtud monástica. El superior no debe hacer más que interpretar y aplicar en la vida de cada día la regla suprema que es el evangelio. Todos los monasterios del Imperio Romano de Oriente (Bizantino) , lo consideraron su patriarca y adoptaron la forma de vida del monasterio que fundó en sus tierras.
ORSIESO
Antes de morir Pacomio nombro como su sucesor a Petronio. Pero este le sobrevivió solo dos meses, por lo tanto la dirección la asumió Orsieso. El continuo con la obra sin mayores dificultades, pero en el año 350 aproximadamente surgieron problemas dentro de la Koinonia, Orsieso nombró como su ayudante en la dirección a Teodoro.
A Orsieso se le atribuyen los escritos denominados Doctrina de institutione monachorum en la que se demuestran los elevados ideales religiosos y monásticos que lo inspiraban.
TEODORO
Como asistente de Orsieso fue una persona de notables empresas, a la vez que logró poner fin a la rebelión que amenazaba con destruir en parte a la organización pacomiana. Fundó varios monasterios nuevos y murió luego de haber cogobernado durante dieciocho años.
MACARIO
Macario el Egipcio , también conocido como el Viejo o el Grande, ocupo un gran lugar dentro de la historia del monaquismo Egipcio. Nació en el año 300 aproximadamente en una aldea de Egipto superior, a los treinta años se retiro al desierto donde vivió sesenta años como ermitaño. Pronto se vio rodeado de discípulos y estos lo llamaban "el joven viejo" debido a su forma de pensar y actuar. Con su ejemplo se gano la confianza de mucha gente. Fue invitado muchas veces a hablar a los anacoretas de las montañas de Nitria.
MACARIO EL ALEJANDRINO
Fue contemporáneo de Macario el egipcio, y era conocido también con el nombre del hombre de la ciudad, por el lugar de su nacimiento. Nació el Egipto Superior y posteriormente se estableció en el desierto de Celia y destaco por su heroico ascetismo.
EVAGRIO PONTICO
Fue discípulo de los dos Macarios, y se le llama Pontico porque nació en Ibora, en el Ponto.
Se destaco por ser hábil en las discusiones contra las herejías y al marcharse al desierto de Celia entró en contacto con los dos Macarios y ahí decidió imitar el modo de vida de estos. Fue el primer monje en escribir extensas obras que ejercieron notable influencia en la historia de la piedad cristiana. De hecho es el fundador del misticismo monástico y el autor espiritual más interesante del desierto Egipcio. Los monjes de Oriente y Occidente estudiaron sus escritos como documentos clásicos y como manuales de valor incalculable.
PALADIO ( 363- ¿? )
Nace probablemente en Galacia y se dirigió siendo mayor a Alejandría con el deseo de conocer a los virtuosos ascetas. A los treinta y seis años fue elegido obispo en Bitinia, pero extraño demasiado la vida en soledad y decidió partir nuevamente.
Permaneció tres años en el monte de los Olivos y luego cuatro años con los monjes Antinoe en la Tebaida.
Entre los años 419 - 420 escribió sus recuerdos es una serie de relatos dedicados a Lauso, chambelán de Teodosio II: la Historia Lausiaca. En ella describe el movimiento monástico de Egipto, Palestina, Siria y Asia Menor. Aquí combina sus recuerdos con la información que recibiera de otros en una serie de biografías. No pretende escribir una defensa del monaquismo ni vacila en dar a conocer las debilidades de los monjes.
Fue el historiador más eminente del monaquismo Egipcio y discípulo de Evagrio Póntico
CRONOLOGIA DEL MONACATO PRIMITIVO
FECHA ACONTECIMIENTO LUGAR
251 Nacimiento de San Antonio Egipto
en Quam.
250-270 Ascetas cristianos se retiran a Egipto
vivir en cabañas no lejos de
las ciudades
270-275 San Antonio se instala en soledad Egipto
292 Nacimiento de Pacomio Egipto
305-306 San Antonio organiza la vida Egipto
monástica, gran número de
ermitaños se agrupan al rededor
de él, pero permaneciendo aislados.
314 Pacomio es monje en Schenesit Egipto
323 Pacomio funda un monasterio en Egipto
Tabennisi, en el alto Egipto
340 María, hermana de Pacomio Egipto
funda el primer convento
femenino.
346 Muere Pacomio Egipto
346 Petronio y Orsieso suceden Egipto
a Pacomio
356-357 San Basilio visita a los ascetas Asia Menor
Egipto, Palestina y el Ponto.
360 San Basilio funda un monasterio Asia Menor
en Neocesarea del Ponto.
370 San Basilio publica sus reglas Capadocia
en Cesarea.
399-400 Carta de Ammón al patriarca Egipto
Teófilo sobre Pacomio y Teodoro.
419-420 Paladio publica la Historia Bitinia
Lausiaca.
529-530 Benito de Nursia funda el Italia
Monasterio de Montecassino.
REFERENCIAS
(1) EL MONACATO CRISTIANO
DAVID KNOWLES
pp. 9-10
(2) EL MONACATO PRIMITIVO I. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M. Colombas, O.S.B.
pp. 45
(3) EL MONACATO PRIMITIVO I. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M. Colombas, O.S.B.
pp. 50.
(4) EL MONACATO PRIMITIVO I. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M. Colombas, O.S.B.
pp.70.
(5) HISTORIA DE LA IGLESIA
Fliche-Martin
VolumenIII
pp. 354.
(6) HISTORIA DE LA IGLESIA
Fliche- Martín
Volumen III
pp. 355.
(7) EL MONACATO PRIMITIVO I. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M. Colombas, O.S.B.
pp.92-93
(8) EL HOMBRE QUE CREO EUROPA
Carlos María López
pp.97.
(9) EL HOMBRE QUE CREO EUROPA
Carlos María López
pp.98.
(10) MANUAL DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Hubert Jedin
Tomo II
pp.473.
(11) HISTORIA DE LA IGLESIA. Vol. III
Fliche-Martin.
pp.362
(12) EL HOMBRE QUE CREO EUROPA
Carlos Maria López
pp.99-100.
(13) EL MONACATO PRIMITIVO I. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M, Colombas. O.S.B.
pp.97.
(14) EL MONACATO PRIMITIVO I.Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M, Colombas. O.S.B.
pp.95-96.
(15) Historia De La Iglesia
Fliche-Martin
volumen III
pp.365.
(16) EL MONACATO CRISTIANO
David Knowles
pp.22.
(17) EL MONACATO CRISTIANO
David Knowles
pp.22.
CONCLUSION
Hemos visto como los Orígenes del Monacato Cristiano en Oriente son sin duda alguna la mas hermosa y duradera creación del cristianismo, ya que se trata de una obra realizada por hombres para el servicio de Dios. Hombres como Pacomio que huyen de la vida común para dedicarse en la soledad y contemplación a imitar la vida de Cristo.
Sus primeras manifestaciones son sin duda a lo largo de la historia tentativas de un proyecto final, el cual irá logrando su forma última con las reformas de Basilio, ya que el insta a los monjes a realizar una labor social y no solo contemplativa.
Fueron muchos los hombres que siguieron este tipo de vida y realizaron según sus convicciones, modificaciones a la forma monástica original, todos sin excepción aportaron algo a esta gran creación cristiana, que llegó a su forma última con Benito de Nursia, el cual es considerado el Padre del Monacato Occidental debido a que es precisamente el quien realiza los cambios dentro de el monacato para adaptarlos al lugar y a las necesidades.
En el prólogo de su Regula Benito de Nursia dice:
"Escucha, hijo, los preceptos de un maestro e inclina el oído de tu corazón, acoge con gusto la exhortación de un padre bondadoso y ponla en práctica, a fin de que por el trabajo de la obediencia retornes a Aquel de quien te habías apartado por la desidia de la desobediencia. A ti, pues, se dirige ahora mi palabra, quien quiera que seas, que renunciando a satisfacer tus propios deseos, para militar para el señor, Cristo, el verdadero rey, tomas las potentísimas y espléndidas armas de la obediencia."
Son estas palabras dichas por Benito, que quizás fueron dichas por otros hombres y en otros tiempos anteriores las que escucharon tal vez estos hombres en su interior y decidieron dejar todo e imitar el ejemplo de Cristo, ejemplo que logró crear una enorme y notable institución que perdure hasta el día de hoy.

 
Císter y la mediación cultural del monaquismo
 

Introducción general

Muchas reformas monásticas, portadoras todas del mismo hálito espiritual, aparecen en los últimos años del siglo XI. Una de ellas, Císter, después de un comienzo humilde y lento, conoce de golpe un desarrollo extraordinario durante casi un siglo, pero pierde en gran medida ese hálito tras este breve período de crecimiento inusitado, si bien la Orden continuará creciendo y se extenderá por toda la cristiandad. Cómo explicar este éxito extraordinario y al mismo tiempo la brevedad relativa de su verdadera edad de oro?
Numerosos estudios hechos en el curso del último medio siglo y bastantes contribuciones ofrecidas durante este año del noveno centenario, han subrayado la relación de Císter con todos los movimientos espirituales de los siglos XI y XII. El presente congreso, que pretende estudiar el papel de los monjes en la construcción de Europa, nos invita a ir más lejos., Evidentemente, sería fácil enumerar las maravillosas contribuciones de los Cistercienses a la construcción de Europa, bien a nivel espiritual, bien a nivel cultural, ya se trate de arquitectura, de desarrollo agrícola, o incluso de instituciones sociales y políticas. Pero se corre siempre el riesgo de escribir la historia del monacato visto por los monjes a partir de las fuentes monásticas, y se cae fácilmente en la trampa de la autosatisfacción y de la complacencia. Yo no tengo intención de añadir mi propio grano de incienso en esta liturgia.
Quisiera adoptar una actitud ligeramente diferente y esforzarme por ver simplemente cómo Císter se sitúa en la sociedad de su tiempo, a todos los niveles: económico y político así como en el religioso y teológico, intentando comprender de qué manera esta reforma ha sido influenciada por las diversas corrientes de su tiempo - positiva o negativamente - y ha influido en ellas a su vez, quizá no sin dejarse retocar por algunas de ellas.
El estudio que sigo, desde hace muchos años, sobre las relaciones entre monacato y cultura, me ha convencido de que todo nacimiento de una forma nueva de vida monástica o toda reforma importante del monaquismo, se sitúa históricamente en un momento de profunda mutación cultural y social y se produce cuando algunos individuos están particularmente atentos a las aspiraciones de las mujeres y de los hombres de su tiempo y dan a esas aspiraciones una respuesta comprensible y accesible a sus contemporáneos. Y no es raro que un acontecimiento que parece no tener ninguna relación con el monacato afecte profundamente toda la evolución ulterior de este.
Más aún, se encuentran constantes en todas las fundaciones o reformas monásticas de todas las edades. Por esta razón, no basta situar la fundación de Císter en su contexto histórico inmediato. Es preciso situarla en el contexto más general de todas las reformas monásticas anteriores - que, por lo demás, se engendran una a otra, aunque a veces a algunos siglos de distancia.
Para comprender el caso completamente especial de Císter, me permitireis hacer un paréntesis - paréntesis que yo no quisiera demasiado largo, pero del que no puedo prescindir. Este paréntesis consistirá en un vistazo de conjunto sobre la dinámica de las reformas monásticas anteriores. Se tratará, evidentemente, de una ojeada rápida allí donde sea preciso intentar percibir precisamente una dinámica y no un buscar matices. Císter no se comprende sin Cluny, Cluny no se comprende sin Benito de Aniano, y el monacato benedictino no se comprende sin una referencia al monaquismo oriental. Pero hasta dónde es preciso remontarse?
Evidentemente, no tenemos tiempo de hablar del monacato oriental que, sin embargo, tiene una influencia grande sobre el de Occidente. Permitidme, de todos modos, detenerme un instante en el de Egipto. Por qué? Porque en el orden socio-político y económico, se dará en Egipto, en la época de Antonio, algo considerablemente semejante a lo que ocurrirá en Europa en la época de Císter. Lo veremos rápidamente, si teneis la paciencia de seguirme.
Mientras Egipto, durante el período ptolemaico, era administrado directamente desde Alejandría por el Emperador a través de un prefecto, una primera reforma de Septimio Severo, al comienzo del siglo tercero, estableció una administración local en una treintena de metrópolis, que serán más tarde sedes de las diócesis eclesiásticas, después de la Paz Constantiniana.
El sentido nacional y el sentido de la unidad del país encontrado a través de esta reforma permitirán a Atanasio, arzobispo de Alejandría, ejercer su autoridad sobre todo Egipto. Atanasio, acosado sin tregua por los Arrianos tiene necesidad de ayuda. Ve en las multitudes de monjes una fuerza espiritual viva para la Iglesia, pero también una fuerza política para soportar al arzobispo. Escribe la vida de Antonio para dar una enseñanza espiritual a los monjes, pero también, al mismo tiempo, para acreditarlos ante el resto de los obispos.
En este mismo momento, una inteligentísima reforma agraria realizada por Diocleciano permite por primera vez a los campesinos poseer las parcelas de tierra en las que viven, pero ellos las venden a menudo para emigrar hacia las nuevas metrópolis, lo que provoca la formación de grandes propiedades, que asimismo permiten el establecimiento de las grandes comunidades pacomianas, cuya existencia hubiera sido imposible sin esta reforma agraria. Por lo demás, el desarrollo agrícola de las comunidades pacomianas y su comercio con los pueblos que se van formando, conducen a un enriquecimiento progresivo que desembocará en un período de relajación, seguido inmediatamente por un período de crecimiento numérico fulgurante. Experiencia que se repetirá más de una vez en la historia...
Cuando comienza Europa
Puesto que hemos de llegar a Císter, pasamos de golpe a Occidente. El movimiento histórico que condujo a Europa cabría decir que comienza con los principios del desmantelamiento del Imperio Romano de Occidente y, por tanto, con las primeras invasiones bárbaras.
En el 398 Teodosio dividió el Imperio entre sus hijos: Arcadio recibió el Oriente y Honorio el Occidente. Poco después, entre el 405 y el 419, las invasiones de los bárbaros comienzan a crear divisiones geográficas y sociopolíticas en el Imperio occidental. Los romanos abandonan pronto la Bretaña, los bárbaros cruzan el Rhin y toman Roma, y en el 429, justo antes de su muerte, Agustín puede ver a los Vándalos ante los muros de Hipona. Valentiniano III (425-455) cede definitivamente el Occidente a los bárbaros. Y, en el 476, termina la serie de emperadores romanos de Occidente. Las repetidas invasiones marcan profundamente la vida eclesial y, en consecuencia, la vida monástica que existía en Occidente, como en Oriente, desde las primeras generaciones cristianas.
Veinte años más tarde Clodoveo recibe el bautismo, y cuando muere en el 511, su alabanza fúnebre lo celebra como fundador de muchos monasterios. La vida monástica, pues, ha sobrevivido, pero un gran cambio se ha producido en los monasterios. Al final del siglo IV y a comienzos del V, los monasterios en Occidente estaban habitados por hombres formados en la antigua cultura romana. Paulatinamente serán habitados por miembros de las nuevas naciones. Son hombres rudos, con poca cultura humana, pocas o ninguna letras y a menudo con un simple barniz de evangelización, pues con el bautismo de Clodoveo ha comenzado una forma completamente nueva de evangelización: los bautismos en masa.
Un Rey ostrogodo, un poco como el Emperador Diocleciano en Egipto, tendrá indirectamente, sin quererlo y sin saberlo, una influencia sobre todo el monaquismo occidental que seguirá. Cómo? Veamoslo.
Teodorico, rey de los ostrogodos, toma el poder de Roma en el 493. En su juventud había vivido diez años en Constantinopla como rehén. Personaje ambicioso e inteligente a la vez, fundamentó su reino sobre la integración de elementos bárbaros y elementos romanos. Confió la defensa del territorio al elemento godo y la administración al elemento romano. Supo rodearse de colaboradores de gran calidad como Casiodoro y Boecio. Se preocupó por dotar a su reino de leyes precisas y claras y, paralelamente, se asiste entonces en el seno de la Iglesia al renacimiento gelasiano que a su vez se preocupó de elaborar una legislación canónica cuyas características eran la universalidad, la autenticidad y la romanidad. Así, durante un período de barbarie, Roma es todavía por un cierto tiempo un centro de estudio al que se acude de toda Italia, de África, de la Galia para estudiar.
Es en este contexto de renovación eclesial y social muy breve, en esta pequeña ventana abierta sobre la civilización, en el que un autor desconocido escribe la Regla del Maestro. Y entre los estudiantes enviados por sus padres a Roma para formarse se encuentra un joven de Nursia llamado Benito. Cuando Benito huye a la soledad, el renacimiento gelasiano ha puesto a su disposición las traducciones latinas de las Reglas de Pacomio, Basilio y Agustín, además de la experiencia de la vida monástica provenzal.
La aparición de Benito y de su Regla se debe, pues, a una pequeña apertura de luz en un período de barbarie, fruto del buen sentido de un bárbaro cultivado, Teodorico. Benito, por su parte, es inútil decirlo, tendrá una influencia enorme no solo en el monaquismo sino en toda la sociedad occidental, hasta el punto de ser declarado patrono de Europa. Después de Benito se reanudan las invasiones y los monasterios que ha fundado desaparecen. Montecasino es destruido por los Longobardos hacia el 577. Benito no ha tenido sucesor.
En realidad, lo que se llama monacato benedictino procede de Gregorio Magno que, un siglo después, inmortalizó a Benito en sus Diálogos. Y no solo esto. Gregorio, además, realizó un gesto capital al enviar monjes para la evangelización de Inglaterra. Pero se trataba en realidad de evangelizar o más bien de romanizar?
En efecto, es verdad que la antigua cristiandad latina del norte de la gran Isla británica había desaparecido prácticamente desde que los romanos abandonaron la Bretaña cuando las primeras invasiones bárbaras. Pero existía en el sur una iglesia muy viva de origen celta, con su propio sistema jerárquico, su monacato indígena ligado al más antiguo monacato oriental, su propia liturgia -en definitiva una iglesia muy diferene de la que existía en el continente. Esta situación no gustaba a Gregorio, romano hasta las uñas y preocupado por romanizar todo el Occidente. Gregorio, pues, envió allí a Agustín. Y, paradójicamente, cuando Agustín dejó el monasterio del Celio en Roma, en el 596, para ir a Inglaterra, hizo la ruta inversa de la de Columbano, que había venido al continente seis años antes, en el 590.
Se iniciaba así un larguísimo período de colaboraciòn del monacato benedictino con los Pontífices romanos o, al menos, de su implicación en los proyectos de reforma política y espiritual, bien de los Papas o bien e los Emperadores. "Pasó una tarde, pasó una mañana"... y una nueva era de invasiones y de barbarie comenzó. Vino después la gran reforma carolingia, en verdad una de las más grandes reformas de la sociedad y de la Iglesia en Occidente. En todo caso, fue en ella donde la Iglesia y el Estado estuvieron más íntimamente ligados, hasta el punto de llegar a veces a una total confusión.
La reforma de la Iglesia y del monacato, a la que Carlomagno se entregó con ardor después de su coronación como Emperador por el Papa en el año 800, formaba parte, en su espíritu, de un gran proyecto de expansión militar y política iniciado en el 771. Su sueño era restaurar el Imperio de Constantino.
Si esta reforma tuvo un profundo carácter espiritual, a pesar de que procedía de lo alto y no de una necesidad sentida en la base, fue porque estuvo a cargo de un gran espiritual, Benito de Aniano. A él se debió un cierto lazo entre los monasterios, que anunciaba las grandes Órdenes del futuro. En adelante, prácticamente todos los monasterios fueron del mismo tipo: grandes, poderosos, ricos, con una liturgia muy elaborada, poco trabajo, viviendo de limosnas y de donaciones; un barniz intelectual para la mayor parte de los monjes, aunque algunos estuvieran mejor formados intelectualmente.
Esta reforma monástica no carecía de grandeza, pero estaba demasiado vinculada al poder que la había impuesto. El fervor disminuyó mucho tras la muerte de Benito de Aniano, que había sido su alma y no sobrevivió al Imperio Carolingio que se disgregó pronto. Nuevas oleadas de bárbaros cayeron entonces sobre Europa: los Vikingos que venían del Norte, los Sarracenos procentes del Sur y los Magiares del Este. Un nuevo período oscuro se abatió entonces sobre el Occidente.
"Pasó una tarde, pasó una mañana..." y llegó felizmente la reforma de Cluny que retomó y remató el trabajo comenzado por Benito de Aniano.
Sobre las ruinas del Imperio Carolingio, a lo largo de los siglos IX y X, se había ido formando gradualmente la primera edad de la sociedad feudal en la que Iglesia y Estado continuaban estando peligrosamente confundidos y en la que los monasterios eran los más constantemente perjudicados: con frecuencia eran desposeidos de sus bienes por los Señores Feudales que, además, les imponían los abades.
Cluny fue el fruto del encuentro entre dos hombres: Guillermo el Piadoso, duque de Aquitania y Conde de Mâcon, que quería fundar un monasterio en sus tierras, y del noble Bernón que había fundado él mismo en sus propias tierras el monasterio de Gigny antes de hacerse monje en Saint Matín d'Autun y de restaurar la celda de Baume, con la ayuda de Rodolfo de Borgoña Los dos, Guillermo y Bernón, estaban convencidos de que una de las principales razons del triste estado en que se encontraban la Iglesia y el monacato, era su incapacidad para defenderse del poder laico. Es por esto que, desde el principio, la abadía tuvo su libertad. Fue una abadía libre, con plena libertad para elegir sus abades (aun cuando, de hecho, los tres primeros abades designaron cada uno su sucesor antes de morir).
Cluny quiso ser desde sus comienzos un monasterio consagrado a la oración y al trabajo, así como a la observancia de la vida común y a una ascesis moderada. Pero esta fundación fue concebida desde el principio dentro de un proyecto de Iglesia y de la sociedad - un eslabón importante de una sociedad en la que se eliminará gradualmente la confusión de lo temporal con lo espiritual.
A causa de su sensibilidad a estas aspiraciones, Cluny des- arrolló una espiritualidad que ha contribuido en gran manera a la espiritualidad propia del siglo XI: espiritualidad afectiva, sentido de la búsqueda de Dios, fuerte conciencia eclesial y un sentido dinámico de la historia de la salvación, y de su dimensión escatológica.
Pero la misma Orden de Cluny se convirtió en un engranaje importante de la sociedad feudal. Abadía fervorosa, Cluny recibió muchas donaciones de los grandes terratenientes. Estas donaciones comportaban, en general, derechos de jurisdición sobre piscifactorías, molinos, hornos, rebaños y mano de obra servil.
Así, Cluny llegó a ser una de las grandes realizaciones de la economía patrimonial... pero estaban ya en actividad otras fuerzas que iban a reemplazar gradualmente esta economía patrimonial por una economía monetaria, y esto significó una crisis conómica para Cluny. Pero esto nos conduce ya a otra época: la de Císter.
Hacia Císter...
Tras una breve renovatio imperii bajo la égida de los Otones, tuvo lugar otra reforma de la Iglesia, conocida con el nombre de reforma gregoriana, si bien había comenzado mucho antes de Gregorio VII (1073-1085) y continuó despues de su muerte. Fue suscitada por una profunda oleada de movimientos de vida cristiana que bambolearon a todo el pueblo de Dios. El pueblo cristiano, tanto laicos como clérigos, estaba sediento de espiritualidad. El movimiento alcanza también a todas las formas de vida religiosa: monjes, canónigos y ermitaños. Interesa a hombres y mujeres, solteros y casados, clérigos y laicos. La renovación de la vida cristiana no es ya privilegio de algunos aristócratas iluminados, brota de las masas.
En la primera mitad del siglo XI, reformadores como Romualdo en la Camáldula o Juan Gualberto en Vallumbrosa, habían hecho de la penitencia y de la pobreza el objetivo de su acción y el corazón de su reforma. Este ideal de pobreza y de penitencia alcanza ahora a todo el pueblo de Dios. La Primera Cruzada, que está en curso en el momento de la fundación de Císter, se manifiesta además como una peregrinatio pauperum hacia la Ciudad Santa, un movimiento de purificación individual y colectiva, promovido por el Papa Urbano II y por Pedro el Ermitaño. El camino de Compostela está también lleno de penitentes convertidos por la predicación de los ermitaños; y multitudes de penitentes siguen los pasos de predicadores itinerantes de todo género.
A menudo, estos movimientos un poco salvajes trastornaron el esquema del monacato tradicional fijado al principio del siglo X por Abbón de Fleury (+1004) o por Adalberón de Laón (+1030). Los clérigos, los canónigos y los monjes pueden discutir largo cual de sus órdenes está en cabeza de la escala; los laicos comienzan ya a afirmar: non ordo, sed modus vivendi. En las multitudes que siguen a los predicadores itinerantes se encuentra de todo: desde antiguas prostitutas a santos ermitaños, gentes del pueblo junto a nobles.
Al mismo tiempo, tanto en los monasterios como fuera de ellos, se manifiesta un nuevo interés por los Padres de la Iglesia. Se lee a Agustín, Jerónimo, Ambrosio, Hilario, Boecio, Casiodoro... En los monasterios se lee también a Beda, Rábano Mauro, Alcuino y autores más recientes como Pedro Damiano, Yves de Chartres y Anselmo de Canterbury. Pero, sobre todo, se lee a Casiano, y sus Conferencias tuvieron ciertamente una influencia grande en el renacimiento eremítico del siglo XI. Y no debemos olvidar a Orígenes, cada vez más leido desde el siglo IX, si bien bajo otro nombre.
Estamos en un siglo de gran creatividad intelectual. No se contenta con leer y copiar a los Padres. En el terreno de la espiritualidad crece la necesidad de una relación personal con Cristo. Se quiere imitar a Cristo, un Cristo humano, sumiso al Padre, humilde y compasivo para con sus hermanos, hasta el punto de aceptar el sufrimiento y la muerte en la cruz. La piedad es en adelante más afectiva que especulativa. Paralelamente se desarrolla la devocción a la Virgen María.
Se constata también en el pueblo una sed de contemplación. Los autores medievales utilizan a menudo la palabra griega theoría, familiar a Casiano. En relación con esta contemplación de las cosas divinas, todas las cosas del mundo exterior parecen simples objetos de distracción.
Este movimiento espiritual era, al mismo tiempo, un fenómeno social. Porque el aspecto quizá más novedoso era que los iletrados y los pobres, que no habían tenido mucho espacio hasta entonces en la Iglesia y en la sociedad feudal comenzaban a hacer oir su voz. Pero era también el tiempo de grandes espíritus como Pedro Damiano, Lanfranco, Anselmo y poco después Bruno, Bernardo, Graciano y otros muchos. Y la maravilla era que pequeños y grandes, humildes y célebres repetían el mismo mensaje, aunque con estilos diferentes. Las mismas aspiraciones latían en el corazón de todos.
El resultado de esta hambre y de esta búsqueda de Dios casi universal en Europa Occidental, nutrida por la predicación de predicadores itinerantes, llamados los Pauperis Christi, era el desarrollo gradual de una comprehensión común de la situación eclesial. Un cierto consenso implícito se desarrolla en las poblaciones en general, respecto a lo que se esperaba del ordo monasticus. El éxito de las grandes reformas de finales del siglo XI se explica, en primer lugar, por el hecho de que respondían a las aspiraciones de todo el pueblo cristiano (contrariamente, por ejemplo, a la reforma carolingia que había sido impuesta desde arriba).
El Císter primitivo
El primer Císter, tal como se nos describe n los escritos que se ha convenido en llamar "Documentos Primitivos", hunde sus raíces en todo este gran movimiento espiritual del que es una bellísima expresión, así como Molesmes, del que ha brotado.
Los ermitaños reunidos en Colán y a los que se juntó Roberto no eran ermitaños en sentido estricto. Aspiraban simplemente a un estilo de vida más solitario, más simple que el que les ofrecía el cenobitismo contemporáneo. Se habían reunido en Colán animados por las mismas aspiraciones y el mismo ideal. Y cuando se dieron un abad en la persona de Roberto, se convirtieron en comunidad cenobítica: Molesmes había sido fundado.
Dos cosas ocurrieron entonces. La primera fue que Molesmes, debido a su espíritu nuevo, creció mucho y rápidamente, pero lo hizo en el contexto del sistema monástico existente y fue muy pronto absorbido por este. Porque era una abadía fervorosa fue muy apreciada y recibió muchos candidatos, así como numerosos benefactores y generosas donacines. Se convirtió pronto en una abadía grande y próspera, más o menos en el mismo estilo que cualquier otra abadía cluniacense. Y no era eso lo que Roberto y sus compañeros habían pretendido. Ni siquiera era lo que respondía a la corriente espiritual de la que habían salido.
La otra cosa que marca la diferencia es que Roberto fue un abad de primera clase. Esto significa que sabía comunicar un ideal a sus discípulos, que podía de manera libre dejar a toda la comunidad o, al menos, parte de ella mantener vivas las aspiraciones originales y realizarlas de formas diversas, con o sin él.
Así, cuando muchos grupos hubieron dejado Molesmes para diversos proyectos, comprendida la fundación de Aulps en 1097, contaba todavía con un pequeño grupo de monjes que compartían la misma visión y el mismo deseo - una visión y un deseo que tenían en comun con su abad. Y llegó el día en que estos partieron y, como dice el texto del Exordium Parvum, "partieron con su abad".
Esta breve expresión está cargada de sentido. La fundación de Císter refleja bien, en efecto, toda la mentalidad nueva que veía como modelo la primera comunidad de Jerusalén. No se trata ya del proyecto de un fundador que reúne discípulos en torno a sí, como había sido el caso de todas las fundaciones anteriores e incluso contemporáneas. Se trata de una comunidad (ecclesia) que decide, de acuerdo con su abad, hacer una fundación.
Es significativo que el Exordium Parvum comience con un "Nosotros" (Nos cisterciensis, primi huius eclesiae fundatores). Tienen conciencia de ser "ecclesia"; y el Pequeño Exordio parece poner especial cuidado en dejar bien claro que todas sus decisiones se toman colectiva y unánimemente. Es así como ellos eligen su propio abad tras la partida de Roberto y como elegirán sus abades en el futuro, mientras en Cluny, cada uno de los tres primeros abades había nombrado su sucesor antes de morir.
La partida de Molesmes hacia Císter se inscribe, pues, netamente, en ese movimiento de gran frescor espiritual, lleno de libertad respecto a los esquemas tradicionales y un poco iconoclasta. Císter fue fundado por hombres maduros que vivían la vida monástica desde hacía mucho tiempo, - Roberto tenía entonces setenta años -, que procedían de una tradición monástica en la que se entraba generalmente muy joven, y que no eran demasiado sensibles a los "ordines" de la Iglesia y de la sociedad.
Si ese gran movimiento espiritual - la renovación del eremitismo, la aspiración a la pobreza, el sueño de vivir de nuevo como la primitiva comunidad de Jerusalén, y la mezcla libre de todas las clases sociales sobre los mismos caminos y en las mismas soledades - había caracterizado los comienzos de la reforma gregoriana y le había dado un cierto frescor, ese movimiento iba contra otro aspecto de esta misma reforma, casi obsesionada por la noción de clase.
La sociedad civil se enconraba entonces en plena transformación. Pasaba de la primera a la segunda edad del feudalismo. Una burguesía nueva se ha instalado. La caballería va adquiriendo cada vez más importancia. Cada cual es muy sensible a la clase de la sociedad en que ha nacido. Se nace orator, bellator, laborator... Esto esta previsto en los planes de Dios, y querer cambiar de clase antes del juicio final es ir conra la voluntad divina.
En la Iglesia, que acaba justamente de liberarse del poder del Emperador y de reafirmar su autoridad suprema sobre toda la sociedad, las clases también son muy importantes. No puede haber más que una autoridad a la cabeza del pueblo: ayer el Emperador, hoy el Papa. Todo, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, está bajo la autoridad del Pastor supremo, el cual puede utilizarlo en su plan de reforma que, siendo espiritual, no puede evitar ser, al mismo tiempo, política.
Císter y el sistema gregoriano
El segundo Cister, el de los reclutados después del 1111, que ya no era el Cister de los viejos ascetas venidos de Molesmes, sino el de los jóvenes caballeros, entra fácilmente en este sistema. Estos jóvenes proceden todos de la nobleza y, contrariamente al sistema de Cluny, donde a menudo se continuaba entrando como pequeños oblatos, ellos llegaban como adultos. Sabedores del rango que ocupan en la sociedad, eran conscientes de que este rango no podía ser cambiado durante toda su vida. Bernardo lo dice a los canónigos de Colonia al explicarles que en el momento de la resurrección, los hombres resucitarán cada uno según su clase... los caballeros primero, después los campesinos, después los comerciantes... Y en lo que respecta a la Iglesia, los cistercienses, siguiendo a Bernardo, retoman el ternario que había usado Agustín para clasificar las tareas y los ministerios, es decir, de las tres clases: prelados, coninentes y cónyuges.
Era completamente normal para esta generación entrar en la lógica de la reforma cisterciense. Era normal para el Papa llamar a un Bernardo, vista su santidad y sus cualidades excepcionales, a trabajar en sus proyectos de sociedad cristiana y enviarlo a predicar la Cruzada, la Segunda Cruzada, que no es ya como la primera un gran movimiento espontáneo del pueblo, sino un elemento en un proyecto de sociedad. Será nomal en el mismo contexto, que muchos abades sean llamados a ser obispos - lo que Bernardo tendrá la sabiduría de rehusar. Será también normal para Bernardo y otros menos valiosos que él intervenir en los conflictos eclesiales, teológicos y políticos, vista la categoría que detentan en tanto que monjes y en tanto que abades.
Esta sensibilidad a las clases, tan central en la reforma gregoriana, tuvo muy pronto su expresión en la vida de los cistercienses: la institución de los hermanos conversos. Esto explica la actitud tan creativa como ambigua de los cistercienses frente a este problema.
En los monasterios tradicionales cluniacenses, gran parte de los monjes llegaban al monasterio de niños o muy jóvenes. Cuando alguno se convirtía a la vida monástica como adulto era monachus conversus.Las comunidades de tradicion cluniacense comportaban a menudo un grupo de conversi que en muchos casos eran miembros de la familia monástica y que eran introducidos gradualmente en la comunidad.
En Císter, la situación es diferente. Los conversos forman una comunidad distinta. El Císter primitivo había decidido renunciar a los diezmos y a las rentas para explotar directamente sus tierras. Pero esto creaba problemas. Existía, sin duda, la dificultad para conciliar la observancia integral de la Regla con los trabajos en tierras demasiado lejanas algunas veces. Pero había más: para la generación de jóvenes caballeros, dedicarse al trabajo agrícola, en el tiempo de los grandes trabajos, es decir, de la recolección, era concebido como ejercicio de ascesis y de humildad, por no ser el trabajo que convenía normalmente a caballeros y a los de su clase. El trabajo manual es propio de los campesinos. Para los conversos, venidos de la clase de los campesinos, es el trabajo normal.
Aceptando conversos en el seno de la comunidad, los Cistercienses dan pruebas de su creatividad, pues en una época en que el monacato había llegado a ser clerical (todos los monjes eran clérigos aunque no todos eran sacerdotes) han devuelto así a los legos la posibilidad de vivir la vida monástica. Por lo demás, entre los conversos y el resto de la comunidad había más que una simple distinción de funciones. En realidad había dos comunidades en una comunidad, y entre ellas había hasta una separación material. Sin duda, algunas veces, nobles se han hecho conversos, pero esto se menciona en las crónicas precisamente por ser considerado como un acto excepcional de humildad. Y si esto se hubiera dado demasiado a menudo, el orden natural de la sociedad habría sido trastornado. Y por esto el Capítulo General de 1188 lo había prohibido.
Ya podemos ver como, incluso a nivel de la vida eclesial, el Císter de la primera generación hundía sus raíces en una corriente de la reforma gregoriana, la corriente más carismática. El Císter de la segunda generación, y más aún el de las generaciones posteriores, se deja recuperar rápidamente por la corriente más institucional de la reforma gregoriana.
Pero qué decir de las corrientes que trastornaron entonces la sociedad civil?
Transformaciones socio-políticas de la sociedad
El siglo que vio nacer a Císter, es decir, el período de 1050 a 1150, es un siglo de profundas transformaciones sociales. Primeramente, es un tiempo de gran crecimiento demográfico. Aunque es difícil determinar cuáles son las causas y cuáles los efectos, este crecimiento demográfico iba acompañado de un cambio en la agricultura, de la deforestación de grandes partes de Europa, del aumento de las tierras de cultivo, de nuevas formas más eficaces de cultivo agrícola, de las migraciones de la población y de una urbanización creciente. Esto tiene como consecuencia cambios en las relaciones entre las clases sociales. Se desarrolla un comercio creciente entre el campo y la ciudad y se hace más frecuente el uso de la moneda.
Va tomando forma la segunda edad feudal, con la gran importancia que en ella adquiere la caballería. Y además los propietarios de tierras de esta época, excepto los más grandes, procuran sus ingresos menos en las rentas que en la explotación directa de sus tierras. La mayor parte de sus ingresos viene de su dominio, es decir, de la tierra que cultivan sus propios siervos y no de los derechos que perciben de las tierras que trabajan los arrendatarios.
La opción económica de Císter (una trampa?)
La economía de los monasterios tradicionales se basaba sobre las donaciones de terrenos con todos los derechos ligados a ellas. Los cistercienses se sitúan al margen del sistema de producción señorial. Rehúsan vivir de rentas, del trabajo de los otros. Ellos no poseen más que la tierra - ni dependientes personales, ni arrendatarios, ni molinos, ni diezmos - y la cultivarán ellos mismos. Más radicalmente que las reformas anteriores, basan la economía de su casa sobre la explotación directa, lo que es también la tendencia de los propietarios laicos en esta época.
Evidentemente, esto implica una nueva relación con el trabajo y, sobre todo, una nueva concepción del equilibrio entre oración litúrgica y trabajo manual. Y, además, los reclutas que venían en su mayor parte de la nobleza, no tenían en absoluto costumbre de este género de trabajo reservado a los campesinos.
Por fortuna, como hemos visto, tenían los hermanos conversos, a los que no reconocen como monjes - pues pertenecen a otra clase de la sociedad - pero a quienes, sin embargo, consideran hermanos, hasta poder decir honestamente que explotan ellos mismos sus tierras. Y entre estos conversos no solo hay personas toscas y sin instrucción, sino que hay también personas muy expertas en la explotación de las tierras y en los asuntos legales. Y la compra de numerosas parcelas de tierra para reconstituir grandes explotaciones agrícolas necesitará toda esta competencia.
Había una trampa en esta opción de los cistercienses de administrar su propiedad: en el espacio de una o dos generaciones su pobreza engendrará una gran riqueza.
Para mantener a los numerosos reclutas monásticos que no cesan de afluir y a los numerosos conversos que se les suman, hacen falta grandes extensiones de terreno. Estas son necesarias por la rotación trienal de los cultivos y para la cría de ganado a la que pronto se dedicarán los cistercienses. Estos espacios crecen por la deforestación de tierras nuevas y también por la compra de tierras ya cultivadas, cuyos pobladores eran a menudo desplazados para reconstituir el desierto en torno a la comunidad monástica.
Era la época en que las transaciones patrimoniales habían llegado a una especie de punto muerto: los señores repartían las propiedades entre sus hijos, que a su vez los repartían entre los suyos. Los derechos de vasallaje hacían que a menudo muchas personas, a títulos diversos, tuvieran derechos sobre la misma parcela de tierra. La actividad de los Cistercienses se inserta en un movimiento ya comenzado de compra de parcelas para reconstituir grandes propiedades. Más que nadie, ellos fueron eficaces en este terreno. Sus "granjas", esos centros satélites de sus abadías, se multiplicaron.
Las relaciones establecidas de esta manera entre la tierra y las fuerzas productivas, el empleo de una mano de obra entusiasta, completamente doméstica, que costaba poco, visto que la comunidad vivía en el ascetismo ayudada sólo de vez en cuando por algunos asalariados desde que el Capítulo General del 1134 autorizó a contratarlos, han preparado un considerable éxito económico.
Las abadías de Císter se habían establecido, en efecto , en terrenos nuevos, es decir, fecundos. Cosecharon rápidamente más grano y vino de lo que necesitaban para vivir.La parte de sus terrenos que no desmontaron la dedicaron a la cría de ganado y a la explotación de madera y de hierro. La comunidad no comía carne, no tenía calefacción, usaba poco cuero y poca lana. Pero las ciudades que se desarrollaron rápidamente constituían un mercado cada vez mayor. Había, pues, muchos productos para vender y clientes siempre deseosos de comprar. No será necesario esperar el fin del siglo antes de que los monjes, por lo menos en algunos lugares, controlaran algunos mercados. El control del mercado de la lana en Inglaterra está bien documentado.
Sólo un ejemplo: los monjes de Longpont comenzaron el cultivo de la viña en 1145, trece años después de la fundación de su abadía; dos años más tarde solicitaban ser eximidos del peaje sobre los caminos hacia los paises importadores de vino; establecieron una cillerería en la ciudad de Noyon: cuidaron todo lo que podía facilitar la venta de sus vinos.
Qué han hecho de su dinero? Lo necesitaban para la construcción de nuevos monasterios que, reflejando todos el mismo espíritu de gran simplicidad y de ascesis alegre, son quizás la herencia espiritual más tangible que han legado las primeras generaciones de Císter a las poblaciones europeas. El pueblo bajo, que no leía los escritos de Bernardo, Guillermo y Elredo,seguirá viviendo durante generaciones e incluso siglos junto a estas obras maestras que encarnaron el impulso espiritual del primer Císter. El dinero sirvió también para la compra de más terrenos.
Los documentos procedentes de los archivos monásticos ponen en evidencia dos actitudes económicas principales. En primer lugar, el arraigo profundo de la economía doméstica en la explotación directa del terreno. En segundo lugar, y esto parece caracterizar bien el siglo XII, la costumbre de comprar, de vender, de prestar, de endeudarse a veces, la inserción más o menos rápida, más o menos profunda de una economía basada en la tierra, en el movimiento del dinero, un movimiento que se hace suficientemente vivo para perturbar notablemente los circuitos tradicionales de cambio de bienes y de servicios.
Más que gritar escándalo!, hay que examinar qué pasa aquí. Había entre la sociedad y la Orden de Císter una interacción muy compleja. De una parte, la transformación de la agricultura estaba ya en curso y había comenzado la reorganización de la propiedad de las tierras. Sin esto, las grandes comunidades autosuficientes de Císter no hubieran podido desarrollarse (se ve aquí el paralelismo con el desarrollo de las comunidades pacomianas). Císter ha aprovechado el desarrollo de las técnicas agrícolas. Los métodos de la agricultura ya habían empezado a modificarse. La rotación trienal ya había sido introducida, los arados de hierro habían reemplazado a los de madera, y la invención de los arneses con collar duro multipicaba la rentabilidad del caballo.
Císter ha aprovechado todo esto pero, a causa de la calidad de vida de sus trabajadores, a causa de una mano de obra dócil y motivada, Císter desarrolló, por su parte, estas técnicas de una manera admirable. Las explotaciones de Císter, con su sistema de granjas, se convirtieron pronto en el culmen del desarrollo agrícola. Se piensa en particular en el empleo de los recursos hidráulicos.
Císter contribuyó, pues, a la transformación rápida del mundo rural, y tuvo así un impacto considerable sobre la evolución de la sociedad y de las relaciones entre las clases. A medida que se racionalizaba la agricultura y que los monjes compraban tierras, la gente de los pueblos y de las comunidades emigraba a las ciudades que crecían al mismo ritmo. No sólo estas ciudades constituyeron un mercado cada vez mayor para el campo, incluidas las explotaciones agrícolas de los monjes, sino que las relaciones humanas se modificaron. La clase de los mercaderes se desarrolló y era cada vez más fácil pasar, por lo menos en la práctica, de un ordo a otro de la sociedad. El universo de los ordines tan bien construído y considerado de derecho divino se vino abajo. Así llegó a ser más ventajoso para los braceros marchar a la ciudad que hacerse converso, y el reclutamiento de los hermanos conversos se agotó bastante bruscamente y cesó cuando no hubo más tierras que comprar.
Císter, como tantas reformas monásticas antes de él, había aprovechado una coyuntura social excepcional, se había insertado en ella de maravilla y había contribuido en gran manera a su desarrollo, pero, por esto mismo, había sido absorbido por el sistema.
Cluny había liberado la vida monástica del dominio de los señores laicos y eclesiásticos, pero a costa de la autonomía de los monasterios individuales, y se había convertido finalmente en un engranaje muy importante del mundo feudal. De la misma manera, el nuevo orden económico en el que se había insertado Císter implicaba una catástrofe económica para Cluny.
Así Císter, que había rehusado la explotación de las clases campesinas y había elegido vivir no del trabajo de otros sino de trabajar sus propias tierras, al desembocar en un enriquecimiento colectivo, posible por la evolución social ya en curso, aceleró esta evolución hasta el punto de trastornar el orden social. Y este enriquecimiento, tan extraño al espíritu primitivo, no pasaría sin provocar, a corto o largo plazo, un problema de fervor monástico y, a renglón seguido, de decadencia.
Conclusiones
Saquemos ya algunas conclusiones. En los monasterios cistercienses de la segunda y la tercera generación no faltan, ciertamente, grandes espirituales que han escrito obras admirables. Estas obras han alimentado a generaciones de monjes y fueron sin duda leídas incluso fuera de los claustros. Muchas han llegado hasta nosotros. Las comunidades, por la calidad moral de la vida de sus monjes y de sus abades, encarnaban suficientemente las grandes lineas de la reforma gregoriana para que muchos abades fueran llamados a convertirse en obispos, no en razón de sus orígenes familiares, sino en razón de la calidad espiritual de su vida. Uno de ellos será Papa después de haber sido abad de Tre Fontane. Bernardo mismo acepta predicar la Segunda Cruzada, que ya no tiene la orientación propiamente penitencial de la primera, sino que entra en un proyecto de transformación de la sociedad que anuncia el nacimiento del régimen de cristiandad.
Por otra parte, las relaciones de la Orden con el gran movimiento espiritual y popular en el que ha nacido se hacen cada vez más débiles. Encerraban, sin embargo, el movimiento que iba a ser el alma espiritual y mística del Cristianismo durante el largo período de la Cristiandad en el que la Iglesia será el árbitro de la vida social, política y económica. Este movimiento será asumido después por las Órdenes Mendicantes y de nuevo retomado, de otra manera, por los grandes místicos cistercienses de los siglos siguientes que, sin duda, se situaron más en la linea del Císter de los Viejos Ascetas que en la de los Jóvenes Caballeros, bebiendo largamente en la prosa y en la lírica del Doctor Mellifluus.
Hacia una nueva teología
Si había un campo en el que los Cistercienses rehusaron dejarse llevar por la nueva corriente, este era el del pensamiento o más bien, el del método teológico.
Los más célebres doctores de Císter recibieron todos su formación, o por lo menos gran parte de ella, en las escuelas del tiempo, antes de entrar en el monasterio, en el momento en que estas escuelas empezaban a trasformarse. Los pensadores apelan entonces a nuevos métodos para profundizar su comprehensión de la revelación. Se dibuja una nueva concepción de la ciencia, y una nueva relacion entre la ciencia y la fe se manifesta. Se produce entonces algo verdaderamente notable en el mundo monástico.
Hasta este momento, los monjes habían tenido en la Iglesia un papel de primera importancia en la evolución de los diversos enfoques de la Escritura. Cierto que un obispo no predicaba a su pueblo de la misma manera que un abad a sus monjes; pero la interpretación de la Escritura era fundamentalmente la misma para todo el pueblo de Dios. Por esto, los monjes pudieron jugar en este terreno un papel importante como guías e inspiradores. Y esto vale también para la reflexión teológica. A lo largo de los siglos, tanto los monjes como el resto del pueblo de Dios, en su estudio de la Escritura y en su reflexión sobre los misterios de la salvación, habían sabido integrar y transformar sucesivamente toda clase de aportaciones filosóficas y culturales, desde el neoplatonismo de los Padres hasta las influencias estoicas presentes en toda la literatura ascética.
Así, cuando en el siglo XII comienza a manifestarse la manera de hacer teología que dará nacimiento a lo que se llamará la escolástica, los monjes, y no los menos ilustres, no sólo no siguieron esta evolución, sino que la combatieron. El resultado - trágico en mi opinión - fue que lo que había sido la manera común a los monjes y al pueblo cristiano de leer las Escrituras y de hacer teología, se refugió en los monasterios. Después, en nuestra época, se le ha dado el nombre de "teología monástica" y, por otra parte, se desarrolló en las Escuelas una teología separada de la experiencia espiritual. Esto fue el mayor perjuicio para ambas. La teología llamada monástica, al no ser fecundada por una inculturación continua comenzaba a estancarse luego de algunas generaciones, salvada, de vez en cuando por algunos místicos, especialmente por grandes místicos lo bastante libres para desentenderse tanto del sistema monástico como del escolástico. Por otra parte, la teología escolástica se va haciendo cada vez más árida. Cabe preguntarse legítimamente cómo habría sido la evolución de la teología cristiana sin esta desgraciada separación.
No quiero entrar en lo que será el tema de mañana. Pero el estudio del pasado no tiene sentido sin una reflexión sobre el presente y el futuro. Asistimos, en nuestros días, a un cambio histórico que, en muchos aspectos, se asemeja al del siglo XII.
Con el Vaticano II, la Iglesia, por primera vez, ha dejado oficialmente de poner mala cara al mundo moderno y se ha abierto al diálogo con él, al menos en principio. Pero en la Iglesia de hoy hay una corriente para la que el mundo moderno es un fiasco irremediable, y para la que importa reconstituir una nueva cristiandad en la que la Iglesia, de nuevo, regule todos loa aspectos de la vida humana. Otros, y yo entre ellos, creen, por el contrario, que la vocación de la Iglesia y, por tanto, la del monaquismo, es ser levadura en la masa, y trabajar con el mundo moderno en la creación de una sociedad nueva que será la del tercer milenio.
Cuando hablo del mundo moderno, no ignoro que está de moda en nuestros días hablar de postmodernidad, aunque creo se trata más de una utopía que de una realidad. Pero tales utopías se transforman, por lo general, en realidad. No es raro leer escritos espirituales o piadosos que se regocijan de la muerte de la modernidad y del advenimiento de la postmodernidad. Pero de qué postmodernidad se habla? Hay, en efecto, muchas variedades. Se pueden distinguir claramente dos orientaciones diferentes entre los profetas de la postmodernidad. Los hay que proponen una postmodernidad de tipo destructor, y los hay que proponen una de tipo integrador, La primera se opone no sólo a toda forma de dogma, sino también a toda mística. La segunda está abierta a una orientación mística.
Estas dos orientaciones evolucionarán, seguro, de manera paralela durante mucho tiempo, antes de revelar todas sus consecuencias y antes de que una prevalezca sobre la otra. Qué papel jugará el monaquismo en esta evolución? Pues, se quiera o no, consciente o inconscientemente, jugará un papel y contribuirá al desarrollo de un tipo de sociedad más que de otro. Lo que está en juego es más de lo que ha estado nunca; y por esto, menos que nunca está permitido progresar en la historia reculando.
 
 

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