miércoles, 6 de febrero de 2013

Pablo Miki y compañeros, Santos y Mártires

Mártires de Japón, 6 de febrero
 
Pablo Miki y compañeros, Santos y Mártires
Pablo Miki y compañeros, Santos y Mártires

Mártires de Japón

Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, pasión de
  los santos Pablo Miki junto con veinticinco compañeros,
Declarada una persecución contra los cristianos, ocho
 presbíteros o religiosos de la Compañía de Jesús o de la
 Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa
o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos,
 fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente,
 condenados a muerte. Todos, incluso los adolescentes,
 por ser cristianos fueron clavados en cruces,
 manifestando su alegría por haber merecido morir como murió Cristo (1597).

Compañeros en el martiro: Juan de Goto Soan, Jacobo Kisai, religiosos
de la Compañía de Jesús; Pedro Bautista Blásquez, Martín de la
Ascensión Aguirre, Francisco Blanco, presbíteros de la Orden de los
Hermanos Menores; Felipe de Jesús de Las Casas, Gonzalo García,
Francisco de San Miguel de la Parilla, religiosos de la misma Orden; 
León Karasuma, Pedro Sukeiro, Cosme Takeya, Pablo Ibaraki,
Tomás Dangi, Pablo Suzuki, catequistas; Luis Ibaraki, Antonio,
Miguel Kozaki y su hijo Tomás, Buenaventura, Gabriel,
 Juan Kinuya, Matías, Francisco de Meako, Ioaquinm Sakakibara y
Francisco Adaucto, neofitos.(1597).

Fecha de canonización: 8 de julio de 1862 por el Papa Pío IX.
El primero que llevó el anuncio de la fe cristiana a Japón fue San Francisco
 Javier, quien trabajó allí en de 1549 a 1551. En pocos años los cristianos
 llegaron a ser unos 300.000. Humanamente hablando, es doble el “secreto”
 que hizo posible esta expansión: el respeto que los misioneros jesuitas
tuvieron por los modos de vida y las creencias japonesas no directamente
opuestas a la enseñanza cristiana, y el empeño de insertar elementos
 locales en la predicación y en la administración.

Fue catequista jesuita un joven llamado Pablo Miki, nacido entre los años
 1564 y 1566, de una rica familia de Kyoto. Quería ser sacerdote pero su
 ordenación fue postergada “sine die”, porque la única diócesis todavía
 no tenia obispo. Además, en 1587 el emperador Toyotomi Hideyoshi,
que se propuso la conquista de Corea, cambió su actitud benévola para
 con los cristianos y publicó un decreto de expulsión de los
misioneros extranjeros.

La orden se cumplió en parte: algunos misioneros permanecieron en
el país de incógnito, y en 1593 algunos franciscanos españoles, dirigidos
por Pedro Bautista, llegaron a Japón procedentes de Filipinas y fueron
 bien recibidos por Hideyoshi. Pero poco después vino la ruptura definitiva,
 incluso por motives políticos anti-españoles y anti-occidentales. El 9
de diciembre fueron arrestados seis franciscanos (Pedro Bautista, Martín de la
Asunción, Francisco Blanco, Felipe Las Casas, Francisco de San Miguel
 y Gonzalo García), tres jesuitas (Pablo Miki, Juan Soan de Gotó y
 Santiago Kisai) y quince laicos terciarios franciscanos, a los que se les
 añadieron después otros dos, que eran catequistas.

Después de haberles cortado el lóbulo izquierdo, los 26 fueron llevados de
Meaco a Nagasaki, para exponerlos a la burla de las muchedumbres, que
 más bien admiraron la heroica valentía que manifestaron sobre todo en
el momento de la muerte, cuando fueron crucificados en una colina
de Nagasaki el 5 de febrero de 1597. Despertaron gran conmoción
las palabras de perdón y de testimonio evangélico pronunciadas por
Pablo Miki desde la cruz, y la serenidad y valentía que demostraron
 Luis Ibaraki (de 11 años), Antonio (de trece) y Tomás Cosaki
(de catorce), que murieron cantando el salmo: “Laudate, pueri, Dominum...”
 
   
San Pablo Miki
Bamberg St Martin Figur Paul Miki.jpg
Representación de San Pablo Miki.
Mártir
NombrePablo Miki
Nacimiento1566
Bandera de Japón Japón
Fallecimiento6 de febrero de 1597
Nagasaki, Bandera de Japón Japón
Venerado enIglesia Católica Romana
Beatificación14 de septiembre de 1627 por el Papa Urbano VIII
Canonización8 de junio de 1862 por el Papa Pío IX
ÓrdenesCompañía de Jesús
Festividad6 de febrero
Pablo Miki (パウロ三木, Paulo Miki) es un santo mártir de la
Iglesia católica de origen japonés.

Biografía

Pablo Miki nació en Japón el año 1566 de una familia rica. Fue educado
 por los jesuitas en Azuchi y Takatsuki. Entró en la Compañía de Jesús
 y predicó el evangelio entre sus conciudadanos. El poder japonés temió la
 influencia de los jesuitas y los persiguó. Pablo Miki fue apresado junto con
 otros. Él y sus compañeros cristianos fueron forzados a caminar 600 millas
 (apróx. 966 kilómetros) desde Kioto para servir de escarmiento a la
 población. Finalmente, llegaron a Nagasaki, por ser la ciudad más
evangelizada en Japón, y fue crucificado el día 5 de febrero de 1597.
Desde la cruz predicó su último sermón y se afirma que perdonó a
 sus verdugos, diciendo que él mismo era japonés. Junto a él murieron
 el escolar Juan Soan (de Gotó) y Diego Kisai, de la Compañía de Jesús,
 y otros 23 religiosos pertenecientes a la orden de los franciscanos.
Todos ellos fueron canonizados por el Papa Pío IX en 1862
junto con el religioso Miguel de los Santos, perteneciente a los
trinitarios descalzos.

Véase también

 


San Pablo Miki, S.J.
y compañeros Mártires de Nagasaki, Japón
† 5 de febrero de1597
Fiesta: 6 de febrero
Ver también: Historia de su martirio

Pablo Miki nació en Japón el año 1566 de una
familia pudiente; fue educado por los jesuitas
en Azuchi y Takatsuki. Entró en la Compañía de
Jesús y predicó el evangelio entre sus conciudadanos
con gran fruto.
Al recrudecer la persecución contra los católicos,
 decidió continuar su ministerio y fue apresado junto
con otros. En su camino al martirio, el y sus compañeros cristianos
 fueron forzados a caminar 600 millas para servir de escarmiento a
 la población. Ellos iban cantando el Te Deum. Les hicieron sufrir
 mucho. Finalmente llegaron a Nagasaki y, mientras perdonaba a
sus verdugos, fue crucificado el día 5 de febrero de 1597. Desde la
 cruz predicó su último sermón.
Junto a el sufrieron glorioso martirio el escolar Juan Soan (de Gotó)
y el hermano Santiago Kisai, de la Compañía de Jesús,
 y otros 23 religiosos y seglares. Entre los franciscanos
 martirizados está el beato Felipe de Jesús, mexicano.
Todos ellos fueron canonizados por Pío IX en 1862.
 
 
 
"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente
 que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no
es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación
 es pertenecer a la religión cristiana, ser católico.
 

Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597.
En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos.
Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país.
Y llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual
ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el
Japón en el término de seis meses. Pero los misioneros, en vez de
 huir del país, lo que hicieron fue esconderse, para poder seguir
 ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados
 brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26.
Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que
eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.
Los mártires jesuitas fueron: San Pablo Miki, un japonés de familia de
 la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador:
San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas.
 Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido
 a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco,
 San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y
San Francisco de San Miguel.
Entre los laicos estaban: un soldado: San Cayo Francisco; un médico:
                  San Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma,
y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes:                 
los niños: San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky,
cuyo padre fue también martirizado.
A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados
fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un
 mes, para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.
Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse
con los sacerdotes, y luego los crucificaron, atándolos a las
 cruces con cuerdas y cadenas en piernas y brazos y sujetándolos
 al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una cruz y                 
otra había la distancia de un metro y medio.
La Iglesia Católica los declaró santos en 1862.
Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de
 la siguiente manera: "Una vez crucificados, era admirable ver
 el fervor y la paciencia de todos. Los sacerdotes animaban a los
                  demás a sufrir todo por amor a Jesucristo y la salvación
 de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos en
el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a
la bondad de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo
oración del salmo 30: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
 El hermano Gonzalo rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría".
Al Padre Pablo Miki le parecía que
 aquella cruz era el púlpito o sitio
 para predicar más honroso que le
habían conseguido, y empezó a decir a todos
los presentes (cristianos y curiosos) que él
 era japonés, que pertenecía a la compañía
de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas,
 que moría por haber predicado el evangelio y
 que le daba gracias a Dios por haberle
 concedido el honor tan enorme de poder morir
 por propagar la verdadera religión de Dios.
 A continuación añadió las siguientes palabras:
"Llegado a este momento final de mi existencia
 en la tierra, seguramente que ninguno de
ustedes va a creer que me voy a atrever a decir
 lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor
 camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico.
Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos
 ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono                 
al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que
han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan
instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar".

Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella
 lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande,
especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto                 
estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno
 de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos
fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de
Jesús, José y María, se pudo a cantar los salmos que había aprendido en
 la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: "Jesús,
José y María, os doy el corazón y el alma mía". Varios de los
 crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran                 
fieles a nuestra santa religión por siempre.

Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los
crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas.

El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!
 
 
 
 
Santos Pablo Miki y veinticinco compañeros, mártires
fecha: 6 de febrero
†: 1597 - país: Japón
canonización: B: Urbano VIII 14 sep 1627 - C: Pío IX 8 jun 1862
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires en Nagasaki,
 ciudad de Japón. Allí, declarada una persecución contra los cristianos,
 fueron apresados, duramente maltratados y, finalmente, condenados a
 muerte ocho presbíteros o religiosos de la Orden de la Compañía de
 Jesús y de la Orden de los Hermanos Menores, procedentes de Europa
 o nacidos en Japón, junto con diecisiete laicos. Todos ellos, incluso
 los adolescentes, por ser cristianos fueron clavados cruelmente en
 cruces, mas manifestaron su alegría al haber merecido morir como
 murió Cristo. Sus nombres son: Juan de Goto Soan, Jacobo Kisai,
 religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús; Pedro Bautista
 Blásquez, Martín de la Ascensión Aguirre, Francisco Blanco,
presbíteros de la Orden de Hermanos Menores; Felipe de Jesús de
 Las Casas, Gonzalo García, Francisco de San Miguel de la Parilla,
 religiosos de la misma Orden; León Karasuma, Pedro Sukeiro,
Cosme Takeya, Pablo Ibaraki, Tomás Dangi, Pablo Suzuki, catequistas;
 Luis Ibaraki, Antonio, Miguel Kozaki y su hijo Tomás, Buenaventura,
Gabriel, Juan Kinuya, Matías, Francisco de Meako, Ioaquim Sakakibara
y Francisco Adaucto, neófitos. El día de su martirio fue ayer.
oración:
Oh Dios, fortaleza de todos los santos, que has llamado a san
Pablo Miki y a sus compañeros a la vida eterna por medio de la
 cruz; concédenos, por su intercesión, mantener con vigor,
 hasta la muerte, la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
 y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
San Francisco Javier sembró el cristianismo
en Japón, adonde llegó en 1549. Él mismo
 convirtió y bautizó a considerable número de
 paganos. Posteriormente provincias enteras
recibieron la fe. Se dice que en 1587 había en
Japón más de doscientos mil cristianos.
 En 1588, el altivo Ministro Hideyoshi, habiéndose
arrogado los honores de una deidad, ordenó que
todos los misioneros deberian abandonar sus dominios
 en un término de seis meses. Algunos obedecieron,
 pero muchos permanecieron ocultos. En 1596, Hideyoshi,
 uno de los hombres más orgullosos y llenos de vicios, se
 enfureció por la jactancia del capitán de un barco español
 que dijo que el propósito de los misioneros era facilitar
 la conquista de Japón a los portugueses o españoles, y al
 año siguiente tres jesuitas y seis franciscanos fueron
 crucificados en una colina cerca de Nagasaki.
Los franciscanos eran san Pedro Bautista, comisario
de los frailes en Japón, san Martín De Aguirre,
san Francisco Blanco, san Francisco de San Miguel
(un hermano lego), todos ellos españoles; además
san Felipe de Jesús, nacido en la ciudad de México, que aún no
 estaba ordenado, y san Gonzalo García. La nacionalidad del último
 nombrado, también hermano lego, es tema de discusión, ya que nació
 en Bassein, cerca de Bombay, se cree que de padres portugueses; pero
 otros declaran que sus padres eran hindúes conversos que tomaron
 nombres portugueses. De los jesuitas, uno era san Pablo Miki, un
 japonés de noble alcurnia y eminente predicador; los otros dos,
 san Juan Goto y Santiago Kisai, habían sido admitidos a la orden
como hermanos coadjutores, poco antes de su martirio. Los diecisiete
mártires restantes eran también japoneses; varios de ellos eran
catequistas e intérpretes, y todos eran terciarios franciscanos.
Incluían a un soldado, san Cayo Francisco; a un médico,
 san Francisco De Miako; a un natural de Corea, san Leon Karasuma,
 y a tres muchachos de unos trece años que ayudaban la misa a los
 frailes, santos Luis Ibarki, Antonio Deynan y Tomás Kasaki, cuyo
padre también fue martirizado.

Después de haberles cortado parte de la oreja izquierda, con las mejillas
 manchadas de sangre, veinticuatro de los mártires fueron llevados a través
de varias poblaciones para aterrorizar a los demás. Al llegar al sitio de
 la ejecución cerca de Nagasaki, se les permitió confesarse con los dos jesuitas.
 Después los sujetaron a las cruces con cuerdas y cadenas en los brazos
 y piernas; con una argolla de hierro alrededor de sus gargantas, fueron
 levantados en alto, y se dejó caer el pie de cada cruz dentro de un
agujero excavado en el suelo. Las cruces se pusieron en una fila, a un
 metro poco más o menos de distancia entre sí. Junto a cada mártir había
 un verdugo presto a atravesarle el costado con una lanza, de acuerdo
 con el método de crucifixión japonés. Tan pronto como todas las
 cruces estuvieron plantadas, los verdugos elevaron sus lanzas a una
señal dada, y mataron a los mártires casi en el mismo instante.
Sus paisanos cristianos conservaron como un tesoro su sangre y
sus vestidos, a los cuales se les atribuyen muchos milagros.
Estos veintiséis testigos de Cristo fueron canonizados en 1862.
El heroísmo de los niños nos llena siempre de admiración, pero
en este caso hay un elemento más digno de ella. Conviene recordar,
 que era costumbre practicada en el Japón que cuando el que hacía
cabeza en la familia era acusado, el castigo recaía sobre todos los
 miembros de ella. Un historiador moderno de Japón, el capitán
Brinkley, dice que el "castigo de este género se contaba como una
de las armas más efectivas del administrador".



Tomado, aunque con algunas variantes, del Butler-Guinea, 1964. El cuadro
 reproducido en primer lugar,
el «Martirio de Pablo Miki, Juan Goto y Santiago Kisai», está atribuido
 (aunque su autoría cierta se desconoce)
a Mosén Pedro García Ferer, pintor aragonés de formación valenciana,
 y tiene el valor de ser contemporáneo de
 los hechos, ya que fue pintado entre el 1600 y el 1650, actualmente se
encuentra en la colección permanente
del Museo de Bellas Artes de Valencia.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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