lunes, 18 de febrero de 2013

ORAR EN DISTINTAS SITUACIONES


La fuente que mana

La fuente que mana, así titulamos este blog. San Juan habla de Jesús como fuente que mana y corre. Él es el agua viva y fuente de agua viva. Bebemos de él, según la sed que tenemos. Todos los que beben de su agua se convierten en pequeños manantiales. El agua es fuente de vida. Nos limpia y nos calma la sed, fecunda la tierra y renueva la juventud de nuestros cuerpos.

 





            Oramos, o debemos orar al Señor, en los triunfos y fracasos. Somos más amigos de orar en la dificultad que en la alegría, en los momentos que el zapato aprieta, que en los momentos en que sonríe la suerte, en los triunfos, que en la adversidad. Sin embargo, es más difícil orar desde la noche. Por esta razón presento estas reflexiones para que éstas ayuden a orar desde la adversidad, desde la enfermedad, desde el atardecer de la vida, desde el sufrimiento, desde la guerra o violencia, desde la noche y desde la alegría.

            El ser humano se siente, a veces, como Job, deprimido y roto en el alma y en el cuerpo. El sufrimiento, el dolor, cualquier tipo de cruz, en determinadas ocasiones nubla y oscurece la fe. 

En estos momentos hay que doblar la rodilla, levantar la mirada y el corazón hacia el cielo. El creyente, aunque no sienta y no perciba a Dios en el momento de la noche, no pierde la fe en su presencia y en su bondad.

            Es bueno, también, acostumbrarse a orar desde la alegría y desde la fiesta. Es mejor, todavía, creer en el Dios de la alegría, en el poder de su sonrisa. Son dichosos aquellos que, en todo momento, sonríen a Dios y a la vida. 







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