viernes, 8 de febrero de 2013

Miguel Febres-Cordero Muñoz, Santo

Religioso Lasallista, Febrero 9
 

Miguel Febres-Cordero Muñoz, Santo
Miguel Febres-Cordero Muñoz, Santo

Religioso Lasallista

Martirologio Romano: En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, en España, san Miguel (Francisco Luis) Febres-Cordero, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que durante cuarenta años se dedicó a la educación en la ciudad de Cuenca, en Ecuador, y, trasladado a España, se distinguió por la perfecta observancia de la disciplina de la vida religiosa (1910).

Cuando el hermano Miguel Febres Cordero era niño, todos lo llamaban “Panchito” y hasta le tenían lástima por su delicada salud y sus pies deformes que le impedían caminar bien. Pero el 21 de octubre de 1984, día de su canonización en la Plaza de San Pedro, en Roma, se convirtió en el gran santo de la historia de Ecuador: seguidor, hasta en la santidad, de Juan Bautista de La Salle, el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, Congregación a la que pertenecía Panchito.

En 1863 el presidente ecuatoriano García Moreno, preocupado por el enorme analfabetismo de su país, después de muchas insistencias, obtiene que diez Hermanos de las Escuelas Cristianas vayan de Francia a Ecuador a fundar las escuelas populares. Las primeras tres escuelas nacen en Quito, Guayaquil y Cuenca. Los comienzos son duros, los Hermanos viven y enseñan en edificios miserables. Pero los alumnos se multiplican; entre los de Cuenca está Panchito, que se distingue inmediatamente por su inteligencia y por su deseo de aprender. La enseñanza le encanta, permanece en la escuela fuera de horario y con frecuencia les da una mano a los Hermanos. Quisiera entrar a formar parte de su obra, pero los familiares se oponen: demasiado pobre la vida de los Hermanos para quien, como él, pertenece a la alta sociedad. ¿Por qué, si tiene vocación religiosa, no sigue la carrera eclesiástica?
Miguel Febres Cordero obedece y entra al seminario. Sale a los tres meses con graves enfermedades debidas a la dificultad para ambientarse. Finalmente los padres ceden, y en la fiesta de la Anunciación de 1868 Miguel puede vestir el hábito de los lasallistas, convirtiéndose en el Hermano Miguel.

Terminado el noviciado, pasa a Quito, entre otras cosas para evitar las presiones del padre que sigue insistiendo para llevárselo a casa. Son años de trabajo intenso, preludio de una vida que no conocerá descanso, ni mucho menos tiempo libre. Tiempo completo para la enseñanza, con horarios agotadores, el trabajo catequístico y la ayuda a los cohermanos enfermos. Sin embargo, el flaco Panchito logra sacar algunas horas para estudiar idiomas (no solo latín, sino también francés, italiano, inglés y alemán) y para escribir libros para las escuelas.

En tres años publica un centenar de textos escolares que tratan de religión y literatura, gramática y matemáticas. Aunque en varios casos se trata solo de ediciones corregidas, el trabajo es increíble, si se tiene en cuenta que Miguel fundamentalmente es un autodidacta.
Como profesor es muy bueno, y logra hacerse querer. Cuando en 1890 se abre el grande Instituto La Salle del Cebollar, que tiene un semi-internado, es a él a quien se le confían los semi-internos.

En 1907 lo llaman a Europa a preparar los textos escolares para los Hermanos de las Escuelas Cristianas que parten para América Latina. Primero va a Bélgica y luego, por su delicada salud, en busca de un clima más suave, pasa a España (a Premiá de Mar, cerca de Barcelona). Siguen siendo años de mucha actividad hasta la muerte por pulmonía. Antes de morir, les dice a los hermanos que rodean su lecho de muerte, entristecidos: “Otros trabajarán mejor que yo”. Era el 9 de febrero de 1910.
San Miguel Febres Cordero, religioso
fecha: 9 de febrero
n.: 1854 - †: 1910 - país:España
canonización:B: Pablo VI 30 oct 1977 - C: Juan Pablo II 21 oct 1984
hagiografía: Hermanos de las Escuelas Cristianas - La Salle
En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, en España, san Miguel (Francisco Luis) Febres Cordero, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que durante cuarenta años se dedicó a la educación en la ciudad de Cuenca, en Ecuador, y trasladado después a España, se distinguió por la perfecta observancia de la disciplina de la vida religiosa.

Francisco Febres Cordero -en religión hermano Miguel- nace en Cuenca, Ecuador, el 7 de noviembre de 1854, en el seno de una familia que siempre ha tenido mucha relevancia en la vida política de Ecuador. Francisco debe superar la oposición de su familia para realizar su vocación de religioso laico, es el primer ecuatoriano admitido en el Instituto.

El hermano Miguel es un maestro capacitado y un estudiante aplicado. No ha cumplido todavía los 20 años cuando publica la primera de sus numerosas obras, una gramática española que se transforma rápidamente en un clásico. En el transcurso de los años sus investigaciones y sus publicaciones en el ámbito de la literatura y de la lingüística le ponen en contacto con expertos del mundo entero y es nombrado miembro de las Academias nacionales de Ecuador y de España. A pesar de sus distinciones académicas, la enseñanza es para él lo prioritario, en particular las clases de religión y la preparación de los chicos a la primera comunión. Sus alumnos admiran su sencillez, su franqueza, la atención que les presta y la intensidad de su devoción al Sagrado Corazón y a la Virgen María. En 1907, se le destina a Bélgica para trabajar en la traducción al español de textos usados por los hermanos recientemente exiliados de Francia. Su salud, siempre delicada, tiene dificultades para adaptarse a los rigores del clima europeo.

Transferido al Noviciado menor de Premià de Mar, en España, se ocupa de evacuar por mar, hacia Barcelona, a los jóvenes que están bajo su responsabilidad, durante los desórdenes revolucionarios de 1909. Poco tiempo después tendrán la posibilidad de volver a Premià de Mar. Pasado esto, contrae una neumonía y fallece el 9 de febrero de 1910 en Premià de Mar, dejando tras él fama de sabio, de maestro y de santo. Fue beatificado el 30 de octubre de 1977, y canonizado por SS Juan Pablo II el 21 de octubre de 1984.
 
 

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