martes, 19 de febrero de 2013

Isabel de Francia, Beata


Princesa, 22 de febrero
 
Isabel de Francia, Beata
Isabel de Francia, Beata

Hermana de Luis VIII

Martirologio Romano: En Longchamp, suburbio de París, en Francia, beata Isabel, virgen, que, siendo hermana del rey san Luis IX, renunció a matrimonio de realeza y a ventajas mundanas y fundó un monasterio de Hermanas Menores, con las que sirvió a Dios en humildad y pobreza (1270).

Etimológicamente: Isabel = Aquella a quien Dios da la salud, viene de la lengua hebrea.

Fecha de beatificación: Su culto fue confirmado por el papa León X el año 1521
Nació el año 1225 y era hija del rey Luis VIII de Francia y de su esposa Blanca de Castilla, y era, por tanto, hermana del rey San Luis IX.

Isabel se cría en la corte paterna bajo los cuidados de su madre que infundió en ella, como en su hermano Luis, los más fervorosos sentimientos religiosos y el horror al pecado. Ya de pequeña aprendió a amar a los pobres y a emplear mucho tiempo en los actos de piedad y culto divino.

Solicitó su mano el príncipe Conrado, hijo y heredero del emperador Federico II. La propuesta fue acogida con satisfacción por la reina viuda Blanca de Castilla y por su propio hermano Luis, y al papa Inocencio IV, a quien se había dado noticia de la petición, le pareció buena para soldar la paz entre los príncipes cristianos y le escribe a Isabel diciéndole que contaría con su bendición. Pero Isabel contesta al papa que ella ha hecho voto de virginidad y que desea mantener su consagración a Dios. Inocencio IV contesta a la princesa que no puede menos que alabarla por esta deliberación y que la animaba a proseguir en tan santo propósito.

Isabel prosigue entonces en medio de la corte llevando una vida dedicada a la caridad y a la piedad y puede ver cómo su hermano Luis, llevado de un alto idealismo, marcha a las Cruzadas, donde sus armas no consiguen el triunfo esperado sino que incluso es apresado y a gran precio recupera la libertad. Estando su hermano ausente, muere su madre Blanca.

A partir de entonces ya no se cree necesaria en la corte y piensa poner en práctica el propósito concebido de fundar un convento de clarisas en el que pasar el resto de sus días. Su hermano le da la oportuna licencia y surge así el convento de Longchamp el año 1257, que ella coloca bajo la advocación de la Humildad de Nuestra Señora. Parece claro que, aunque la Orden Franciscana presenta a Isabel como monja de la segunda orden y con ese título se confirmó su culto, en realidad ella nunca profesó ni emitió los votos religiosos. Vivió en un ala del convento, en una especie de casa aparte, no en las celdas de las monjas, y continuó su costumbre de generosidad extrema con los pobres. De esta forma además evitó el que las monjas la pudieran elegir abadesa.

Su vida fue santa: toda ella dedicada a la oración, la penitencia y las buenas obras, pudiendo ser vista en éxtasis con que el Señor la favorecía.

Murió el 22 [para otros, el 23] de febrero del año 1270, y su culto fue confirmado por el papa León X el año 1521 al permitir al monasterio de Longchamp celebrar su fiesta, que posteriormente el papa Inocencio XII, a finales del s. XVIII, extendió a toda la Orden Franciscana.
 
Beata Isabel de Francia, virgen y fundadora
fecha: 22 de febrero
fecha en el calendario anterior: 26 de febrero
n.: 1225 - †: 1270 - país: Francia
canonización: Conf. Culto: León X 1521
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Longchamp, suburbio de París, en Francia, beata Isabel, virgen, que, siendo hermana del rey san Luis IX, renunció a un matrimonio de realeza, así como a preeminencias mundanas, y fue fundadora de un monasterio de Hermanas Menores, con las que sirvió a Dios en humildad y pobreza.

La princesa Isabel era hija de Luis VIII de Francia y Blanca de Castilla, y por lo tanto hermana de san Luis. A su rango y fortuna se añadían una gran belleza y una inteligencia excepcional. La pompa y el lujo atraían tan poco a Isabel, que confesó a una monja que, si algunas veces se vestía ricamente, era sólo por complacer a su madre, pero que ello no le producía el menor deleite. Siendo todavía niña, entró varias veces en éxtasis mientras oraba. Además de los ayunos ordinarios, solía dejar de comer tres veces por semana. Su madre le prometió que daría limosnas a los pobres, si interrumpía el ayuno, pero la princesa le rogó que no pusiera tal condición. Isabel era muy inteligente y tenía verdadera sed de aprender; decidió incluir el latín entre sus estudios para poder leer los oficios de la Iglesia y los escritos de los Santos Padres. Los ayunos y el esfuerzo nervioso de la vida que llevaba le produjeron una grave enfermedad; se hicieron oraciones públicas por su salud y su madre fue a consultar en Nanterre a una mujer con fama de santa, a quien se atribuía el don de profecía. La mujer anunció que la princesa recobraría la salud, pero que no había que contarla ya entre los vivos, porque en adelante estaría muerta para el mundo. La verdad de esta predicción se hizo patente cuando se presentaron los pretendientes que aspiraban a la mano de la princesa. Isabel desechó al conde Hugo de Austria y a Conrado, rey de Jerusalén, a pesar de que el papa Inocencio IV le había escrito, urgiéndole para que aceptara al conde por el bien de la cristiandad. La respuesta de Isabel al Sumo Pontífice fue tan humilde y prudente, que éste no pudo por menos de aplaudir su decisión de servir a Dios en virginidad perpetua.
Todos los días, Isabel acostumbraba recibir, antes de comer, a un buen número de pobres, a los que ella misma atendía. Después de esto, iba a visitar a los enfermos. Para participar en la Cruzada, pagaba los gastos de diez hombres de a caballo en Tierra Santa. Sufrió de varias enfermedades largas y dolorosas; pero el fracaso de la Cruzada y la captura de su hermano san Luis, fueron pruebas todavía mayores para ella. Después de la muerte de su madre, decidió fundar un convento de religiosas franciscanas, con la aprobación de san Luis, quien le prometió su ayuda material. El siguiente paso consistió en ordenar que se redactaran unas reglas, basadas en las de Santa Clara; los más famosos franciscanos de la época, entre los cuales se contaba a san Buenaventura, participaron en ese trabajo. Tales fueron los comienzos del famoso convento franciscano de Longchamps, en el actual Bosque de Boulogne, en París. El convento se llamó «Monasterio de la Humildad de la Santísima Virgen María».
La beata Isabel nunca habitó dentro de la clausura; sus departamentos se hallaban en una ala del edificio, separados de las celdas de las religiosas. La princesa no vestia el hábito; esto se debía, en parte, a que su salud no le permitía seguir exactamente la regla y a su temor de ser elegida abadesa. Además, conservando sus riquezas, pudo ayudar al mantenimiento del monasterio y continuar haciendo limosnas a los pobres. La beata no abandonaba sus ayunos y disciplinas, y observaba casi constante silencio. Antes de acercarse a comulgar, acostumbraba pedir perdón de rodillas a los pocos sirvientes que conservaba consigo. Así vivió diez años. Poco antes de su muerte pasó varias noches en contemplación sin tomar ningún descanso. Su confesor y sor Inés, quien más tarde escribió su vida, la vieron transportada en éxtasis. Su culto fue aprobado en 1521.
En Acta Sanctorum se habla de la beata el 31 de agosto (agosto, vol. IV); pero los franciscanos celebran su fiesta el 8 de junio, con las beatas Inés de Harcourt y Bautista Varani. Nuestra principal fuente es la biografía escrita por Inés de Harcourt, abadesa de Longchamps, bajo cuya dirección pasó la beata sus últimos días. Ver también Léon, Aureole Séraprique, vol. III, pp. 91-96; y el breve estudio de A. Garreau, Bse. Isabelle de Franee (1943).


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
 

¡Felicidades q quien lleve este nombre!

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