sábado, 9 de febrero de 2013

Clara de Rimini, Beata


Viuda, Febrero 10
Clara de Rimini, Beata
Clara de Rimini, Beata

Viuda

Martirologio Romano: En Rimini, en la Romagna, beata Clara, viuda, la cual, por medio de la penitencia, mortificación y ayunos expió la vida disoluta que había llevado antes y, después de reunir un grupo de compañeras en un monasterio, sirvió a Dios con humildad de espíritu (entre 1324 y 1329).

Etimología: Clara = Aquella que esta limpia de pecado, es de origen latino.

Clara nació en Rímini, hacia 1260, por mucho tiempo no hizo mucho honor a la Santa de Asís. El ambiente mundano y soberbio de su tiempo y de su familia la absorbió por largo tiempo. Su padre, al enviudar, casó con una viuda rica, y para afianzar la unión de las dos familias, casó a Clara con el hijo de dicha viuda. Pronto ella enviudó, y poco después murió su padre. Estos dos lutos tampoco hicieron gran mella en Clara. Todavía era joven y bella, rica y admirada. Contrajo nuevas nupcias con un rico heredero de una de las principales familias de Rímini, no tuvo hijos, por lo cual se sintió enteramente libre y siguió su conducta disipada hasta los 34 años. Luego tuvo un cambio inesperado. Se dice que un día, al entrar en una iglesia franciscana, oyó una voz que la invitaba a recitar con atención un Padre nuestro y un Avemaría. Clara obedeció, mientras recitaba devotamente estas oraciones (hacía tanto tiempo que no oraba), se sintió penetrada por un dolor vivísimo de los pecados cometidos y fue inundada de un gozo hasta entonces desconocido y de una serenidad interior que nunca había sentido. Quedó conmovida. Abandonó decididamente la vida disipada, las compañías y los placeres de antes.

Habló a su esposo con una seriedad que nadie habría sospechado en ella. Pidió el permiso de retirarse del mundo, de dedicarse a una vida de penitencia y de soledad. El marido comprendió el fuego de amor divino que ardía en ella, hasta entonces entregada a las pasiones humanas, y le concedió el permiso solicitado. Nació entonces la nueva Clara. Fue penitente severísima y humildísima, sobre todo después de la muerte de su segundo marido, acaecida dos años más tarde. Vestida de gris, con cilicios y argollas de hierro en su carne, dormía sobre una tabla, se alimentaba de sobras. Su verdadero alimento era la oración y la Eucaristía. Tuvo éxtasis y revelaciones. Las desgracias políticas siguieron persiguiéndola. Debió retirarse a Urbino, donde se había refugiado un hermano gravemente enfermo. En Urbino fue ángel de misericordia para los enfermos, los pobres y los encarcelados. Volvió a Rímini con doce compañeras y fundó un convento donde vistió el hábito y profesó la regla de las Clarisas. Era el año 1306. Allí murió a los 66 años de edad, después de innumerables pruebas, ciega y casi ausente, en 1326. Se extinguió serena como un niño, y de inmediato fue venerada como santa.

Su culto fue confirmado por el Papa Pío VI el 22 de diciembre de 1784.

Beata Clara de Rimini, viuda
fecha: 10 de febrero
n.: c. 1280 - †: 1324/1329 - país: Italia
otras formas del nombre: Clara Agolanti
canonización: Conf. Culto: Pío VI 1784
hagiografía: Santi e Beati
En Rimini, en la Romagna, beata Clara, viuda, que por medio de la penitencia, mortificación y ayunos expió la vida disoluta que había llevado antes y, después de reunir un grupo de compañeras en un monasterio, sirvió a Dios con humildad de espíritu.

Durante siglos, la vida de santa María Magdalena, como libertina, convertida y penitente, ha tenido siempre eco en aquellas almas que se han encontrado, en su propio tiempo, casi en la misma situación; entre ellas cabe mencionar a Clara Agolanti, o Clara de Rímini.
Nacida en 1280, fue educada por su padre Onosdeo en el cultivo de un carácter fuerte en el obrar, casi masculino e intolerante con cualquier sumisión. Pasó su adolescencia entre caballos y torneos, rebelde a las prácticas religiosas que su madre Gaudiana intentaba inculcarle. Muerta la madre, su padre volvió a casarse y ella resultó aún más independiente. Jovencísima desposó al hijo de su madrastra, pero quedó viuda tres años después, heredando una inmensa fortuna. Durante ocho años continuó entregándose a fiestas, justas de caballería, banquetes, con una vida frívola y mundana, dando lugar en la ciudad a escándalos y pésimas habladurías. Su padre y su hermano murieron el mismo día, mientras estaban en guerra con los Malatesta, rivalizando por el dominio en la zona de Rimini, de modo que todas las riquezas de la familia Agolanti se concentran en manos de la joven viuda. Fue pedida en matrimonio por un noble que llevaba una vida disipada y ella aceptó a condición de que pudiera mantener el mismo estilo de vida.
Un día por curiosidad, entró en la Iglesia de los Padres Conventuales, Santa María en Trivio, y se sintió dentro de sí por primera vez perturbada y agitada; vuelta a casa se encerró en su habitación, donde cayó al suelo en un mar de lágrimas de arrepentimiento, y decidió cambiar de vida. Al día siguiente fue a la misma iglesia, donde hizo una confesión general, y a partir de ese momento comenzó una vida de piedad, buenas obras, y penitencia, convirtiendo incluso al marido, que murió dos años más tarde de modo cristiano. Entonces Clara no puso límites a sus penitencias, que devinieron terribles, animada de un fuego de expiación que la devoraba.
Con su inmensas riquezas, comenzó a ayudar a todas las miserias materiales y morales; dio dote y apoyo a todas las niñas pobres para el matrimonio. Algunas mujeres de gran fervor se reunieron alrededor de ella, dispuestas a llevar una vida de reclusión y penitencia, por lo que Clara fundó un pequeño monasterio llamado Santa María de los Ángeles -más tarde conocido como de Santa Clara-; obtuvo la bendición del obispo de Rímini Guido Abasi, pasando luego a la Catedral para emitir los votos religiosos, de acuerdo con la Regla de Santa Clara.
Vivió una docena de años como superiora, intensificando los sacrificios y la contemplación de la Pasión de Cristo. El Señor le concedió el don de gracias místicas elevadísimas, con éxtasis tan profundos que ninguna fuerza humana podía detenerlos, y sólo se recuperaba si era llevada ante el Santísimo Sacramento. Murió hacia los 46 años, el 10 de febrero de entre 1324 a 1329, consumida por la penitencia y la contemplación, y su cuerpo descansa en la iglesia del monasterio. Su culto «de tiempo inmemorial» fue confirmado por el papa Pío VI en 1784.

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