miércoles, 20 de febrero de 2013

Causas de la muerte de Jesús.

 

Observa los cuatro puntos  por unos momentos y después observa una pared clara. ¿Qué ves?

Si alguien te pregunta por Jesús sencillamente dirás que es Nuestro Señor, nuestro Rey; que "murió en la Cruz para salvarnos"; que "para eso vino a este mundo" es cierto, pero si pensamos despacio, esos motivos son un tanto incomprensibles.

Acompañemos a Jesús en su sufrimiento









 

 

 

 

 

 

 

 

 

Causas humanas de su muerte.  



Jesús de Nazaret es Dios pero también es hombre, "vivió como hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado" y, como hombre estuvo inmerso en una sociedad con costumbres, tradiciones y leyes. Jesús era muy diferente a lo que sus contemporáneos esperaban de un salvador y mucho menos de un rey. ¿Ir de pueblo en pueblo, servir, condolerse del dolor de otros, perdonar, comer con pecadores?, ¡morir en una Cruz! ¿Son actitudes propias de un rey, de un salvador, del Mesías esperado? Ciertamente sus actos, sus palabras inquietaban, incluso a veces, escandalizaban.
La pasión y muerte de Jesús fue el resultado del conflicto que provocó su vida. Por un lado, el conflicto con las masas ante su actitud de perdonar a publicanos y pecadores y hacerlos sus amigos y, por otro, su enfrentamiento con los dirigentes y autoridades judías al acusarlos de haber convertido el templo de Dios en cueva de bandidos (Mt 21,13ss), al llamarlos en público asesinos y malvados (Mt 21, 33-46). La muerte de Jesús en la Cruz fue el resultado final de una vida entregada por la causa del Reino de Dios.
A Jesús se le hizo un juicio doble: el religioso y el civil, en cada uno se dio una razón distinta de la condena. En el juicio religioso se le acusó de blasfemia al declarar que él era el Mesías (Mc 14, 61ss), pero el fondo del problema era otro, al decir estas palabras Jesús estaba afirmando que Dios estaba de su parte, le daba la razón a él y se la quitaba a ellos; se le acusó de falso profeta e incluso de hechicería.
Respecto al juicio político, a juzgar por el letrero de la cruz, sabemos que a Jesús lo condenaron oficialmente por haberse proclamado rey de los judíos (Mt 27,38), aunque en realidad el procurador romano dio la sentencia de muerte porque los dirigentes religiosos lo amenazaron de denunciarlo al emperador por proteger a un "sedicioso" (Jn 19,12).
Humanamente, estas son las causas de la muerte de Jesús: su vida siempre de acuerdo a la voluntad del Padre, de parte de los pobres, oprimidos y desprotegidos, esto desde luego, amenaza el "bienestar" de los poderosos. Pero, al mismo tiempo, quien se pronuncia a favor de la justicia, rescata al hombre de la más cruel de las realidades: el pecado. La misión del Hijo de Dios no es sólo quitar los males, sino arrancar de raíz lo que los origina, es decir, el pecado.

Causas teológicas de su muerte.   


Estas son las causas teológicas de la muerte de Jesús, las que sólo se aceptan por la fe:

  • Muerto por nuestros pecados
    El pecado nos impide experimentar el amor de Dios, nos aleja de Él. Los hombres en el Antiguo Testamento estaban conscientes de la necesidad de expiar sus pecados por medio de algún sacrificio, pero nada había sido suficiente, la única solución era Jesús, cuyo nombre significa "Dios salva". Nuestros pecados han sido perdonados gracias al sacrificio de Cristo que le pide al Padre en la cruz: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,33). El Padre al ver tanto amor de su Hijo por nosotros, cancela nuestra deuda. Por tanto, ya estamos en paz con Él (Col 2,13-14). Además, Jesús no solo borra nuestro pecado, sino que nos capacita para ya no pecar más, con el testimonio de su vida, con su doctrina, con su gracia. En la cruz de Jesús, murió todo lo que no nos dejaba vivir como hijos de Dios y por su sangre preciosa, fuimos rescatados, lavados y purificados. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus heridas fuimos liberados.

  • Jesús el Mediador
    El Padre nos salva por la mediación única de Jesucristo (1Tim 2,1-5). Su mediación supera la de cualquier otro, como hombre, Jesús es el único unido indisolublemente a la divinidad, y por ello, el único que, como Dios y hombre, puede ser "puente" entre Dios y los hombres. Jesús es el mediador de la Nueva Alianza, con su sangre sella este pacto con Dios. En la institución de la Eucaristía, presenta el vino (su sangre) como la sangre de la Alianza nueva y definitiva (1Cor 11,25), sangre derramada en expiación por los pecados de los hombres (Mt 26,28; Lc 22,20)

  • Jesús el Redentor
    Jesús vivió su muerte en una actitud de obediencia y fidelidad total al Padre y de amor y perdón a los hombres. La muerte que era la manifestación suprema del pecado, se ha convertido en la manifestación suprema de amor y reconciliación entre Dios y el hombre. La muerte de Jesús no fue fruto del azar, sino que pertenece al misterio del designio de Dios (Hch 2,23) más no significa que los que entregaron a Jesús son sólo ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios. El designo eterno de Dios incluye la respuesta libre de cada hombre a su gracia. (Hch 4, 27-28). Dios permitió los actos nacidos de la ceguera del hombre para realizar su designio de salvación.

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