martes, 1 de enero de 2013

María guardaba todo en su corazón

Lucas 2, 16-21. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. María es también madre tuya, a lo largo de los días y los meses del año.
María guardaba todo en su corazón
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21


Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

Oración introductoria

Gracias, Señor, por permitir que inicie este año buscando tener un momento de intimidad contigo en la oración. Invoco a tu santísima Madre para que me ayude a contemplar su ejemplo y virtudes. Ruego al Espíritu Santo que infunda en mí su luz y fortaleza para crecer en la humildad de los pastores.

Petición

Señor, ayúdame a incrementar mi amor por María.

Meditación del Papa

El Evangelio según san Lucas narra que los pastores de Belén, tras haber recibido del ángel el anuncio del nacimiento del Mesías, "fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre". Ante los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús se presentó, por tanto, la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido. Por esto la Liturgia nos hace celebrar, en el primer domingo después de Navidad, la fiesta de la santa Familia [...] Nos invita a contemplar este "icono" en el que el pequeño Jesús aparece en el centro del afecto y de la solicitud de sus padres. En la pobre gruta de Belén - escriben los Padres de la Iglesia - resplandece una luz vivísima, reflejo del misterio profundo que envuelve a ese Niño, y que María y José guardan en sus corazones y dejan transparentar en sus miradas, en los gestos, sobre todo en sus silencios. Ellos, de hecho, conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: "Aquel que nacerá será llamado Hijo de Dios"[...] ¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida. (Benedicto XVI, 1 de enero de 2011).

Reflexión

Empezamos el año festejando a la Virgen. Es una oportunidad de oro para ponernos en sus manos desde el primer respiro del año.

Los hombres, al igual que hace más de dos mil años, siguen necesitando de Cristo. Pero pocos le reciben y le aceptan, porque se olvidan del ejemplo que nos dan María y los pastorcillos. El Evangelio nos dice que los pastores después de escuchar el mensaje del ángel "fueron a toda prisa".. Porque los “sencillos de corazón verán a Dios”. Es decir, pusieron en práctica lo que les pedía Dios: caminar hacia Belén, donde encontrarían al Salvador. Y es precisamente esto lo que necesitamos. Sabemos que para tener a Cristo hay que decidirse a dejar los "rebaños" del egoísmo, de la comodidad, el placer y la vanidad, pues no existe un Cristo a nuestra medida, sino el único Cristo que encontraron los pastorcillos "un niño envuelto en pañales recostado en un pesebre".

Para llegar a Él hace falta ser humildes, pues la entrada de la cueva es pequeña y exige agacharse. Es Dios mismo quien nos enseña, desde ese pesebre, que su seguimiento exige cruz, dolor, humildad, pureza y pobreza de corazón, y obediencia a la voluntad de Dios. Y es esto lo que da la paz y la felicidad en el corazón. María, la Madre de Dios, nos enseña que para llegar a Cristo hace falta también la oración. Ella "guardaba todas la cosas y las meditaba en su corazón".

Para ser Madre de Dios, María no tuvo que renunciar o dejar al margen nada de su feminidad, al contrario, la tuvo que realizar en nobleza y plenitud, santificada como fue por la acción del Espíritu Santo.

Al nacer de una mujer Dios ha enaltecido y llevado a perfección "el genio femenino" y la dignidad de la mujer y de la madre. La Iglesia, al celebrar el uno de enero la maternidad divina de María, reconoce gozosa que María es también madre suya, que a lo largo de los días y los meses del año engendra nuevos hijos para Dios.

Madre, bendición y memoria. En el designio de Dios, que es fuente de la maternidad, ésta es siempre una bendición: como a María, se puede decir a toda madre: "Bendito el fruto de tu vientre".

Una bendición primeramente para la misma mujer, que mediante la generación da cumplimiento a la aspiración más fuerte y más noble de su constitución, de su psicología y de su intimidad.

Bendición para el matrimonio, en el que el hijo favorece la unidad, la entrega, la felicidad.

Bendición para la Iglesia, que ve acrecentar el número de sus hijos y la familia de Dios.

Bendición para la sociedad, que se verá enriquecida con la aportación de nuevos ciudadanos al servicio del bien común.

La maternidad es también memoria. María hacía "memoria" de todas esas cosas en su corazón. Memoria no tanto de sí misma, cuanto del hijo, sobre todo de los primeros años de su vida en que dependía totalmente de ella. Memoria que agradece a Dios el don inapreciable del hijo. Memoria que reflexiona y medita las mil y variadas peripecias de la existencia de sus hijos. Memoria que hace sufrir y llorar, que consuela, alegra y enternece. Memoria serena y luminosa, que recupera retazos significativos del pasado para bendecir a Dios y cantar, como María, un "magnificat",

Propósito

Si queremos salir de estas Navidades "glorificando y alabando a Dios por todo lo que hemos visto y oído" y de habernos encontrado con Cristo niño, hace falta desprendimiento de nosotros mismos, humildad y oración. Y así, todos los que nos escuchen se maravillarán de las cosas que les decimos.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, porque hoy me muestras la fe de la Virgen, que meditaba todos los acontecimientos en su corazón. Y los pastores, qué gran lección de humildad y de amor. No preguntan, no cuestionan, con sencillez aceptan el anuncio y salen maravillados después de contemplar a Jesús. Permite, Señor, que en este nuevo año sepa cultivar la unión contigo en la oración, para que pueda verte en todos los acontecimientos. Para ello sé que se necesita más que el deseo o la buena intención, tengo que hacer una opción radical por la oración, que me lleve a dedicarte lo mejor de mi tiempo.
martes 01 Enero 2013
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

Santa Madre de Dios



Leer el comentario del Evangelio por
Homilía pronunciada en el Concilio de Éfeso en 431 : “Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”

Lecturas

Números6,22-27.

El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.


Salmo 67(66),2-3.5.6.8.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!

Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.


Pablo a los Gálatas 4,4-7.

Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley,
para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo" ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.


Lucas2,16-21.

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Homilía pronunciada en el Concilio de Éfeso en 431
Atribuida a San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia (trad. breviario 05/08)

“Desde ahora me felicitarán todas las generaciones”

Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser veneradopor
todo
el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad,trono de la recta
doctrina,
templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido
en lugar alguno, madre y virgen,por quien es llamado bendito, en los
santos evangelios, “el que viene en nombre del Señor”(Mt 21,9 ; Sal.
117,26).

Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que
es inmenso e inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y
glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en
todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles
y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien
el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el
pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la
insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por
quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la
alegría (Sal. 44,8),; por quien han sido fundamentadas las Iglesias
en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados
a la conversión.

Y ¿qué más diré? Por ti, el Hijo unigénito de Dios ha iluminado ”a los
que vivían en tinieblas y en sombra de muerte”(Lc 1,79; Is 42,7);

¿Quién habrá que sea capaz de cantar como es debido las alabanzas
de María? Ella es madre y virgen a la vez; ¡qué cosa tan admirable!
Es una maravilla que me llena de estupor. ¿Quién ha oído jamás
decir que le esté prohibido al constructor habitar en el mismo templo
que él ha construido? ¿Quién podrá tachar de ignominia el hecho de
que la sirviente (Lc 1,48) sea adoptada como madre?

Mirad: hoy todo el mundo se alegra... que rindamos un culto
impregnado de santo temor a la Trinidad indivisa, al celebrar, con
nuestras alabanzas, a María siempre Virgen, el templo santo de Dios,
y a su Hijo y esposo inmaculado.
 
 
 
 
 

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El primer día del año lo dedicamos a María, Madre de Dios

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