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Marcolino Amanni de Forli,
Beato |
El nombre de familia de Marcolino era
Amanni.
Se cuenta que el beato entró en la orden de Santo Domingo, a los
diez años de edad.
Sus cualidades más notables eran la exacta
observancia de las reglas, el amor a la pobreza y a la obediencia, pero sobre
todo, el espíritu de humildad, que le impulsaba a evitar todas las ocasiones de
hacerse notar, encontrando su mayor gozo en el ejercicio de los oficios más
bajos y humildes.
Se nos dice también que practicaba rigurosas
penitencias corporales, que amaba mucho a los pobres y a los niños, y que el
cielo le favorecía con frecuentes éxtasis.
Tan prolongadas y constantes
eran las oraciones de Marcolino que, a su muerte, se descubrió que sus rodillas
eran dos enormes callos.
El beato Raimundo de Capua, superior general de
la orden de Santo Domingo, tenía en alta estima al P. Marcolino, aunque la
timidez de éste le había impedido colaborar activamente en la reforma de la
Orden de Predicadores, a raíz de la peste negra y de las dificultades producidas
por el Gran Cisma. El P. Marcolino, que había predicho su muerte, según se
cuenta, falleció en Forli, el 2 de enero de 1397, a los ochenta años de edad.
Para sorpresa de sus hermanos, a cuyos ojos había pasado inadvertida la
santidad del religioso, una gran multitud asistió a sus funerales, congregada,
según dice la leyenda, por un ángel disfrazado de niño que había anunciado la
noticia por los alrededores.
El culto al beato fue confirmado en
1750.
fecha: 2 de enero
fecha en el calendario anterior: 24 de enero
n.: 1317 - †: 1397 - país:Italia
canonización:Conf. Culto: Benedicto XIV 9 may 1750
En Forlí, en la Emilia, beato Marcolino Amanni, presbítero de la Orden de Predicadores, que, en el silencio y la soledad, dedicó con gran sencillez toda su vida al servicio de los pobres y de los niños.
El 1300 fue un período de decadencia para la Orden Dominicana, así como también para las demás. La principal causa fue la peste negra, que en conventos y monasterios cobraba incontables víctimas, dejando aterrorizados y desanimados a los pocos sobrevivientes, y abriendo los cerrojos de la indisciplina y el desorden. No faltaron, sin embargo, religiosos santos y fervientes que supieron oponerse eficazmente a la relajación general. Bajo el soplo inspirador de santa Catalina de Siena, el beato Raimundo de Capua, apenas elegido General en 1380, reunió a todas las almas de buena voluntad para reavivar el jardín plantado por santo Domingo. Entre los muchos que respondieron a su llamada, brilla por su encantadora humildad Marcolino Amanni.
Vistió el hábito santo en su ciudad natal de Forlì, con sólo diez años, iluminado por un fervor superior a su muy tierna edad. El pequeño novicio fue pronto señalado como modelo de todas las virtudes, pero el ala que tan rápidamente hizo ascender su alma angelical fue la búsqueda constante de Dios en la oración y el recogimiento. Y el Señor se dejó encontrar en una oración sublime que le hizo vivir más en el cielo que en la tierra: sólo el campanilleo de la elevación, en la consagración, durante la misa, lo rescataba de sus éxtasis. No brilló ni en la cátedra ni en el púlpito. Su acción fue silenciosa y oculta. Regla viviente, predicó con el ejemplo luminoso de la vida cotidiana, representando aquella abundancia de vida interior que, según el pensamiento de Domingo, debe ser la fuente viva de la predicación apostólica. El único adorno de su celda era una pintura de la Virgen, por quien siempre tuvo una especial devoción. Murió en 1397. Su cuerpo descansa en la catedral de Forlí. Su culto fue confirmado por el papa Benedicto XIV el 9 de mayo de 1750.
Traducido para ETF de un artículo de Franco Mariani. Nota: en distintas fuentes se señalan fechas diversas para su muerte, 24 de enero, 27 de enero, y un día no precisado de febrero; la ubicación en el calendario actual el 2 de enero parece obedecer a estudios más recientes, sin embargo la Orden lo celebra el 27 de enero.
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