viernes, 11 de enero de 2013

Los Siete Sacramentos en la Biblia

 

Los Siete Sacramentos
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EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO:
 
1213 El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu (“vitae spiritualis ianua”) y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Cc. de Florencia: DS 1314; CIC, can 204,1; 849; CCEO 675,1): “Baptismus est sacramentum regenerationis per aquam in verbo” (“El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento por el agua y la palabra”, Cath. R. 2,2,5).  
 
Mt. 28, 19
“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,”
Mc. 16, 16
“El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.”
Jn. 3, 5
“Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.»”
Hch. 2, 38
“Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;»”
Hch. 16, 15
“Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a ir.”
Hch. 16, 33
“En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos.”
Hch. 22, 16
“Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre.”
Rom. 5, 3-4
“¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?”
1 Cor. 1, 13-16
“¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? ¡Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de vosotros fuera de Crispo y Gayo! Así, nadie puede decir que habéis sido bautizados en mi nombre. ¡Ah, sí!, también bauticé a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no creo haber bautizado a ningún otro.”
1 Cor. 6, 11
“Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.”
Col. 2, 12
“Sepultados con Él en el bautismo, con Él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos.”
Tit. 3, 5
“Él nos salvó, no por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo,”
1 Pe 3, 21
“a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo,”

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN:

El diálogo que Dios entabla con nosotros por medio de los sacramentos es un diálogo transformador, vivificante. A quienes toman en serio ese diálogo, se les va transmitiendo la vida de Dios. Debemos cuidar, fortalecer y nutrir esa vida, poderosa en sus raíces, pero frágil y amenazada constantemente.

El sacramento de la confirmación es para cada fiel cristiano la plena investidura de una misión a favor de la Iglesia y del mundo.

Podemos llamar cristiano adulto a quien sabe a asumir sus responsabilidades en el seno de la Iglesia y toma parte activa en la edificación del Reino de Dios. Por la efusión del Espíritu Santo, el creyente que ha recibido el sacramento de la Confirmación hace un altar en cualquier actividad de su vida diaria. Sobre ese altar él se une al sacrificio de Cristo para introducir en el mundo el amor del Padre. Así, el Espíritu se manifiesta en el cristiano a través del testimonio activo y lo hace progresar hacia la Eucaristía, culmen del misterio pascual, con las manos ricas en dones de alabanza.

Por la Confirmación, el Hijo encarnado de Dios nos comunica la misma misión que el Padre le dio a El: dejarnos guiar por el Espíritu Santo, para hacer visible en este mundo su amor infinito.



CONTENIDO

Introducción

1. Jesús nos confía la vida

2. Dios regala su Espíritu para la vida en abundancia

3. En la Confirmación Jesús marca con su Espíritu

4. Jesús da vida a la comunidad por su Espíritu

5. Catequesis para papás y padrinos

6. SIGLAS UTILIZADAS
Sab. 9, 17
“Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu espíritu santo?”
Hch. 8, 14-17
“Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.”
Hch. 13, 2-3
“Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado.» Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.”
Hch. 19, 1-6
“Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos; les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» Él replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?». «El bautismo de Juan», respondieron. Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.» Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.”
2 Cor. 1, 21-22
“Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones.”
Ef. 1, 13
“En Él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,”
Heb. 6, 1-2
“Por eso, dejando aparte la enseñanza elemental acerca de Cristo, elevémonos a lo perfecto, sin reiterar los temas fundamentales del arrepentimiento de las obras muertas y de la fe en Dios; de la instrucción sobre los bautismos y de la imposición de las manos; de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.”

EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA:

 
Requisitos para recibir la Comunión:a) Ser Católico: estar en comunión de fe con la Iglesia Católica
b) Estar en gracia. Para lograrlo hay que confesar todo pecado mortal.
c) Abstenerse de comer y beber por una hora antes (agua y medicinas están permitidas).
Ver también:
 Recepción de la Eucaristía por divorciados y vueltos a casar -Congregación para la Doctrina de la Fe-. Disposiciones para recibir la comunión Razones por negar la Comunión
profesor Philip Goyret Comunión: Recepción Digna -Cardenal Ratzinger
De Los Padres de la IglesiaSan Ignacio de Antioquía (Siglo I): Llama por primera vez "Eucaristía" al Santísimo Sacramento (Esmir., c. viii). San Ignacio utiliza la terminología de San Juan para enseñar sobre la Eucaristía, a la que llama "la carne de Cristo", "Don de Dios", "la medicina de inmortalidad". Llama a Jesús "pan de Dios" que ha de ser comido en el altar, dentro una única Iglesia.

"No hallo placer en la comida de corrupción ni en los deleites de la presente vida. El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo, de la semilla de David;
su sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible.
Reuníos en una sola fe y en Jesucristo.. Rompiendo un solo pan, que es medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir por siempre en Jesucristo"

San Ignacio denuncia a los herejes "que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Jesucristo nuestro Salvador, carne que sufrió por nuestros pecados y que en su amorosa bondad el Padre resucitó".

San Justino.«A nadie le es lícito participar de la Eucaristía sino al que crea que son verdad las cosas que enseñamos, y se haya lavado en aquel baño que da el perdón de los pecados y la nueva vida, y lleve una vida tal como Cristo enseñó»

San Agustín: "Los mártires, al derramar su sangre por sus hermanos, no hicieron sino mostrar lo que habían tomado de la mesa del Señor. Amémonos, pues, los unos a los otros, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros." -Lit Horas, miércoles santos.
S. Agustín: «Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis “Amén” a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir “el Cuerpo de Cristo”, y respondes “amén”. Por lo tanto, se tú verdadero miembro de Cristo para que tu “amén” sea también verdadero»  
 
LA EUCARISTIA
Es misterio
Es sacramento
Es sacrificio
Como misterio, se cree
Como sacramento, se recibe
Como sacrificio, se ofrece.
Se propone al entendimiento como misterio.
Se da al alma como alimento
Se ofrece a Dios como homenaje
Como misterio, anonada.
Como sacramento, alimenta
Como sacrificio, redime.
Como misterio, es admirable.
Como sacramento, es deleitable.
Como sacrificio, es inefable.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es presencia real.
Como sacrificio, alimenta.
Como misterio, es impenetrable.
Como sacramento, es sabrosísimo.
Como sacrificio, es valiosísimo.
Como misterio, debo meditarlo.
Como sacramento, debo gustarlo.
Como sacrificio, debo apreciarlo sobre todo.
Es misterio de fe.  Debo creerlo.
Es sacramento de amor. Debo amarlo.
Es sacrificio de Dios.  Debo confiar en él.
Como misterio se esconde.. en el Sagrario.
Como sacramento, alimenta.. es convite, es comunión.
Como sacrificio, se inmola... es víctima.. es la Santa Misa.

¡Oh Misterio Adorable! El Sagrario será mi refugio.
¡Oh Sacramento Dulcísimo!  Comulgar será mi mayor deseo.
¡Oh Sacrificio Estupendo!  La misa será mi prioridad de vida.
 
Mt. 26, 26-28
“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.»”
Mc. 14, 22-24
“Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio, y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.»”
Lc. 22, 19-20
“Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.»”
Jn. 6, 30-35
“Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: «Pan del cielo les dio a comer.» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.»”
Jn. 6, 48-58
“«Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.» Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»”
1 Cor. 10, 16
“La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan.”
1 Cor. 11, 23-29
“Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.”

EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN:

 
1422 "Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones" (LG 11).

 El nombre de este sacramento
1423 Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.
1425 "Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Co 6,11). Es preciso darse cuenta de la grandeza del don de Dios que se nos hace en los sacramentos de la iniciación cristiana para comprender hasta qué punto el pecado es algo que no cabe en aquél que "se ha revestido de Cristo" (Ga 3,27). Pero el apóstol S. Juan dice también: "Si decimos: `no tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1,8). Y el Señor mismo nos enseñó a orar: "Perdona nuestras ofensas" (Lc 11,4) uniendo el perdón mutuo de nuestras ofensas al perdón que Dios concederá a nuestros pecados.
1427 Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva.
. Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, en la Iglesia, "existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia" (Ep. 41,12).
1430 Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores "el saco y la ceniza", los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).
 
 
 
Mt. 16, 19
“A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la Tierra quedará atado en los Cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los Cielos.”
Mt. 18, 18
“Yo os aseguro: todo lo que atéis en la Tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el Cielo.”
Lc. 15, 18-19
“Me levantaré, iré a mi padre y le diré: «Padre, pequé contra el Cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.»”
Jn. 20, 21-23
“Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»”
Hch. 19, 18
“Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.”
1 Cor. 5, 3-5
“Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya, como si me hallara presente, al que así obró: que en nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de Jesús Señor nuestro, sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el Día del Señor.”
2 Cor. 2, 6-11
“Bastante es para ese tal el castigo infligido por la comunidad, por lo que es mejor, por el contrario, que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en una excesiva tristeza. Os suplico, pues, que reavivéis la caridad para con él. Pues también os escribí con la intención de probaros y ver si vuestra obediencia era perfecta.
Y a quien vosotros perdonéis, también yo le perdono. Pues lo que yo perdoné -si algo he perdonado- fue por vosotros en presencia de Cristo, para que no seamos engañados por Satanás, pues no ignoramos sus propósitos.”
2 Cor. 5, 18-20
“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.
Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!”
Sgo. 5, 16
“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.”
1 Jn. 1, 8-9
“Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.”

EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS:

A la luz de los Sacramentos, LA VIDA CRISTIANA SE DESARROLLA ASI:
El cristiano nace a la vida sobrenatural en el Bautismo; se hace adulto en la Confirmación; se alimenta con la Eucaristía; sana de sus enfermedades espirituales y resucita nuevamente a la vida espiritual, la vida de la gracia, con la Penitencia.
Todo ello como miembro de la Iglesia militante, del pueblo de Dios que aun va peregrinando hacia la eternidad.
Pero la finalidad de la Iglesia militante es:
a)                 Establecer en las almas el reino de la gracia (para esto precisamente existen los Sacramentos).
b)                 Y asegurar así a las almas la vida eterna, es decir, el paso a la Iglesia triunfante.
La Unción de los enfermos es precisamente, como Sacramento, la preparación para este paso. La Iglesia de la tierra prepara y despide a sus miembros con este Sacramento.
Bien sabemos que la Iglesia triunfante, como sociedad de los bienaventurados, aguarda aún su ultima perfección: la resurrección de los cuerpos. Solamente entonces será perfecta.
Para todo ello, prepara la Unción de los enfermos. Recuérdese que también la Eucaristía prepara para esta resurrección (Cfr. Jn 6, 54).
 
Un texto que no podemos obviar: Santiago 5, 14-15
 
ANALICEMOS EL TEXTO DE Stgo 5,14-15:
 
14¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor. 15Y la oración de la fe salvará (swsei) al enfermo y el Señor lo levantará (egerei) y si hubiese cometido pecados, le serán perdonados
 
Hay versiones que traducen “sanará” en vez de “salvará” y “aliviará” en vez de “levantará”; sin embargo la traducción literal es la que damos y que tiene su importancia, como vamos a ver.
SE TRATA DE UN VERDADERO SACRAMENTO:
 
1) Es un signo sensible ->unción con oleo acompañada de la oración.
2) Produce la gracia-> se habla de perdón de pecados, y no hay perdón de pecados sin que produzca al mismo tiempo la infusión de la gracia santificante.
3) Instituido por Cristo-> lo da a entender las palabras del Apóstol Santiago, que se debe ungir al enfermo en el nombre del Señor, o sea, con el rito instituido por el Señor. Además solamente Dios puede hacer que un signo produzca realmente la gracia.
4) Materia y forma de este sacramento:
-> Materia, es el óleo de los enfermos.
-> Forma, es la oración que acompaña la unción con el óleo. “Oren sobre       él  ungiéndole con óleo”.
5) Ministro del Sacramento-> Los ministros de la Iglesia. “Llame a los presbíteros de la Iglesia”.
6) Sujeto del Sacramento-> Se trata de un enfermo grave o de persona de edad avanzada.
 
De ahí que procedamos a dar una definición de este Sacramento:
La Unción de enfermos es el sacramento por el cual el cristiano en peligro de muerte por enfermedad, accidente o vejez, recibe la gracia de Dios para salud del alma y, a veces, del cuerpo.
 
El Concilio Vaticano II, dice: “La Extremaunción, que también, y mejor, puede llamarse Unción de los enfermos, no es solamente el sacramento de los que se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez” (Constitución Sagrada Liturgia, 73).
 
 

ELEMENTO MATERIAL Y FÓRMULA RITUAL

 
El elemento material de la Unción de los enfermos es el óleo o aceite. Según una antigua tradición el aceite ha de estar bendecido por el obispo; de no disponer de ese aceite, el sacerdote puede bendecirlo en el momento de la administración del sacramento.
 
“El aceite expresa muy bien la eficacia interior del sacramento. Porque, así como el aceite mitiga los dolores del organismo, así también la Unción de los enfermos atenúa la angustiosa pena del alma del enfermo. El aceite, además, da salud, produce alegría, alimenta la luz y repara las cansadas energías del cuerpo fatigado; imágenes todas muy expresivas de los admirables efectos espirituales que la Unción de los enfermos produce en el espíritu enfermo" (Catecismo Romano).
 
La fórmula ritual de la Unción de los enfermos son las palabras que pronuncia el sacerdote al ungir al enfermo: “POR ESTA SANTA UNCIÓN Y POR SU BONDADOSA MISERICORDIA TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO, PARA QUE TE LIBRE DE TUS PECADOS, TE CONCEDA LA SALVACIÓN Y TE CONFORTE EN TU ENFERMEDAD”.
 

 MINISTRO Y SUJETO

El ministro de la Unción de los enfermos es el sacerdote. La Unción de los enfermos sólo puede administrarse a un sujeto bautizado que, llegado al uso de razón, se halle en peligro de muerte a causa de enfermedad, accidente o vejez.
No se requiere que la enfermedad sea necesariamente mortal o que el enfermo esté ya agonizando. Basta que se trate de una enfermedad seria, grave, que puede ocasionar la muerte del enfermo, aunque haya, por otra parte, esperanzas de salir de ella.
A los muy ancianos puede administrárseles la Unción de los enfermos aunque, de momento, no estén aquejados de ninguna enfermedad.
 
SE LLAMA A LOS PRESBITEROS, no al médico, porque se trata se salvar -swsei.
La palabra puede, sin duda, significar “sanar” o salvar de cualquier peligro. Compárese por ejemplo:
·        Mt 9, 21: Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré».
·        Mc 10, 52: Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.
·        Mt 8, 25: Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!»
Pero si en el texto de Sgto. 5,15 se trata de sanar simplemente, lo lógico es llamar a los médicos y no al sacerdote. Además el Sacramento de la Unción de los Enfermos, en la mayoría de los casos, solamente producirá la mitad de sus efectos que el texto le atribuye, es decir, perdonaría los pecados pero solamente a veces restituirá la salud.
NOTESE que en innumerables pasajes del Nuevo Testamento swsei significa salvar del pecado, de la condenación eterna, etc.:
 
·        Mt 10, 22  y  24,13 (el que persevere hasta el fin se salvará).
·        Mt 19, 24-25 (¿Quién podrá salvarse?).
·        Lc 8, 12 (el diablo impide que crean y se salven).
·        Jn 5, 34 (Digo esto, para que seáis salvos).
·        Hch 2, 21 (el que invocare el nombre del Señor será salvo).
·        Rom 5, 9 (Justificados en su sangre, por él seremos salvos).
·        I Cor 1, 21 (Dios salva a los hombres por la locura de la predicación).
 
Es muy interesante notar que en la carta de Santiago precisamente, se emplea la palabra salvar con el significado propio de salvación eterna:
 
·        Sgto. 1, 21 (la palabra – la doctrina de la fe – salvar).
·        Sgto. 4, 12 (Uno es el dador de la ley que puede salvar y perder).
·        Sgto. 5, 20 (el que logra la conversión de un pecador salva su alma).
 
Además el contexto en el cual se sitúan las palabras de Santiago relativas a la Unción de los Enfermos, es escatológica:
 
  • Sgto. 1, 12: ¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.
·        Sgto. 3, 1: No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo.
  • Sgto. 5, 1-11: Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste. Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad: el labrador espera el fruto precioso de la tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías. Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones porque la Venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser juzgados; mirad que el Juez está ya a las puertas. Tomad, hermanos, como modelo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio; porque el Señor es compasivo y misericordioso.
 
Todo lo cual confirma que el texto de Stgo 5, 14-15 tiene sentido escatológico.
En cambio en  Stgo 5,16, al hablar de sanar, emplea la palabra iaqhte (alcanzar la salud). Los presbíteros acuden, pues, para asegurar la salvación del enfermo, que exige el perdón de los pecados.
 
 EFECTOS DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
 
La santa Unción concede al enfermo la gracia santificante suficiente para aliviarle y confortarle, despertando en él la confianza en la divina misericordia y para resistir las tentaciones del demonio.
Los que rodean al enfermo tienen la obligación de caridad de procurar que no muera sin haber recibido el sacramento de la Unción de los enfermos.
Los familiares tienen obligación grave de procurar que el enfermo reciba la Unción de los enfermos, y, si es posible, antes de que pierda el conocimiento.
 
a) Pedona los pecados graves, si el enfermo no ha podido recibir el Sacramento de la Penitencia y tiene siquiera atrición. Pues con pecados graves no podria salvarse.
b) Disminuye la pena temporal debida al pecado, según las disposiciones de la persona, y acelera asi su entrada en la gloria.
c) Proporciona la enfermo gracias actuales para sobrellevar la enfermedad y afrontar la muerte con fortaleza cristiana y hasta con alegria sobrenatural. Ayuda, pues, al cristiano enfermo a vivir su vida sobrenatural hasta el fin.
d) El texto que comentamos dice: “El Señor lo levantara” (griego, erguerei). ¿En qué sentido? Ciertamente este Sacramento obtiene también, si así conviene al alma, la salud del cuerpo, pero el texto de Santiago no pone ninguna limitación ni condición, sino que afirma, como algo propio del Sacramento, que el Selor levantará al enfermo.
El verbo griego “egerein” se emplea en los textos relativos a la resurrección con el sentido claro e indudable  de resucitar. En estos textos, del significado de “despertar” (por ejemplo en S. Mt 8,25, los discípulos despiertan a Jesús dormido en la barca), se pasa al de “despertar del sueño de la muerte”, o sea resucitar:
·        Mt 10, 8 (resucitar – griego egerete – muertos).
·        Jn 5, 21 (Como el Padre resucita –egerei – los muertos...).
·        Hch 5, 30 (Dios... levantó, resucitó –egeiren – a Jesus).
·        I Cor 6, 14 (Dios resucitó –egeiren– al Señor y también nos resucitará- exegerei– a nosotros).
Se podrían citar muchísimos otros textos. Por consiguiente, dado todo el contexto de la carta de Santiago, resulta lógico traducir también en este caso la palabra “egerein” por “resucitar”. La UNCIÓN DE LOS ENFERMOS PREPARA AL CRISTIANO PARA LA SALVACIÓN COMPLETA EN CUERPO Y ALMA.
Otro detalle: el sacramento se administra en el nombre del Señor y el Señor resucitará al enfermo. En el Nuevo Testamento Señor, Kyrios, que en el Antiguo, en la Versión de los LXX, sustituye el nombre de Yahvé, designa a Cristo glorioso y resucitado. Compárese
·        Flp 2, 11.
·        I Cor 6, 13-14.
·        II Cor 5, 6 y 8.
·        Tes 4, 15-17.
·        Stgo 5, 7-8 (la venida del Señor, o sea, la Parusía).
·        Hechos 1, 21-22.
 
Y muchísimos otros textos que sería superfluo decir.
Se puede, por consiguiente, pensar que si el sacramento se administra en nombre del Señor y el Señor levanta al enfermo, o sea, el Cristo glorioso y resucitado, precisamente lo instituyó el Señor para preparar a los suyos y que se configure con El en la muerte, para la resurrección gloriosa.
Este Sacramento podría muy bien llamarse el Sacramento de la esperanza cristiana, ya que el cristiano que se halla en unión vital con Cristo, no ha de temer la muerte:
·        Ap 14,13: (Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor).
·        I Tes 4,13-18.
Porque le aguarda no solo la visión clara de Dios, sino también la resurrección gloriosa del cuerpo, semejante al cuerpo glorioso de Cristo:
  • Flp 3, 21: el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas.
 
Es interesante el hallazgo de una pieza de plata, de seis por dos centímetros y medio, del siglo primero, que contiene, en arameo, el texto más antiguo del Sacramento de la Unción de los Enfermos. Sin duda se trata del ritual judío cristiano de este Sacramento.
 
Una pregunta: Un señor recién ha muerto, y unas horas antes de su fallecimiento, un sacerdote le ha administrado la "Unción de Enfermos" cuando ya estaba en coma. ¿Es válido el Sacramento? ¿Qué sentido tiene celebrar un sacramento en estas circunstancias?
Primero hay que decir que la circunstancia planteada no es el ideal de la celebración de la Unción de Enfermos. Hay que intentar que la celebración sea lo más consciente posible, de forma que el enfermo pueda disponerse interiormente a recibir el don de Dios. Ahora bien, en ocasiones tenemos que procurar "lo bueno", en especial cuando ya es tarde para optar por "lo mejor".
Cuando está en juego la salvación eterna de sus hijos, la Iglesia procura dar la mayor facilidad posible en la administración de los sacramentos, aún a riesgo incluso de que en ocasiones pueda resultar un sacramento inválido. Así, cuando se da la Unción de Enfermos a alguien que está en coma, hay que decir que ese sacramento sólo será efectivo en la medida de que esa persona se encontrase abierta a la gracia de Dios. De lo contrario sería un sacramento inválido. La Iglesia está dispuesta a correr ese riesgo con tal de no dejar que la gracia de Cristo quede sin alcanzar hasta el último de sus hijos en las circunstancias más adversas. Por lo tanto, el sacramento se administra en ese caso "sub conditione” (bajo condición) de que la voluntad de ese enfermo, así lo hubiese deseado de haber tenido oportunidad.
Otra cosa bien distinta es que el fallecimiento haya tenido lugar. Entonces el sacramento no tiene ya sentido la administración de éste ni de ningún otro sacramento. En efecto, los sacramentos son la economía sacramental de quienes todavía peregrinamos en esta vida, mientras que los difuntos se encuentran con Dios sin esa mediación sacramental. La Iglesia pone a sus miembros difuntos tras el fallecimiento en manos de Dios, por los méritos e intercesión de Jesucristo y todos los santos, especialmente de María. De esta forma, después de haberlos llevado en su seno, por medio de los sacramentos, la Iglesia nos asiste en ese "parto para la vida eterna", encomendando nuestra alma a Dios.
Uno de los motivos de que muchas unciones de enfermos se celebren en estado de coma, es el temor de los familiares a que el enfermo pueda asustarse si recibe la visita del sacerdote cuando todavía está consciente. Debemos afirmar que esto supone la existencia de muchos respetos humanos y de poca confianza en Dios, además de una inconsciencia muy grande del momento tan importante que ese enfermo está viviendo. Con esos miedos, lo único que se consigue es impedir que el enfermo reciba el consuelo de Cristo.
 
 

UNCIÓN DE ENFERMOS - SÍNTESIS  JURÍDICA

 

 ( CC. 998 al 1007) P. José Ros  05/01/05

1.- ¿QUÉ ES LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?
 
Diría el catecismo “que es el sacramento que tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez”
   El c. 998 dice que “La unción de los enfermos, con la que la Iglesia encomienda los fieles gravemente enfermos al Señor doliente y glorificado, para que los alivie y salve, se administra ungiéndolos con óleo y diciendo las palabras prescritas en los libros litúrgicos”.
 
2.- LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO.
 
¿Quién puede bendecir el óleo?
...Puede bendecir el óleo el obispo, los equiparados a él en el derecho (cc. 368; 381, § 2; 427, §1), cualquier presbítero en caso de necesidad, pero dentro de la celebración del sacramento (c.999).
¿ Cómo deben hacerse las unciones?.
   Han de hacerse, según dice el c. 1000, cuidadosamente, con las palabras, orden y modo prescritos en los libros litúrgicos; sin embargo, en caso de necesidad, basta una sola unción en la frente, o también en otra parte del cuerpo, diciendo la fórmula completa. El ministro ha de hacer las unciones con la mano, a no ser que una razón grave aconseje el uso de un instrumento.
 
¿Qué deben hacer los pastores de almas y los familiares del enfermo?
   Deben procurar que el enfermo sea reconfortado en tiempo oportuno con este sacramento.
 
¿Se puede hacer celebración común?
   Se puede hacer, según el c.1002, la celebración común de la unción de los enfermos para varios enfermos al mismo tiempo, que estén debidamente preparados y rectamente dispuestos, puede hacerse de acuerdo con las prescripciones del Obispo diocesano.
 
¿QUIÉN ES EL MINISTRO DE LA UNCIÓN?.
   Es sólo el sacerdote, en cuanto que se trata de ejercicio de la potestad de santificación sacramental del orden. Por oficio tiene el derecho/deber de administrar la unción el sacerdote con cura de almas al que está confiado el enfermo (párroco, c.530,3°; capellán,c.566 §1; rector del seminario, c 262; cooperadores de los párrocos; superiores de comunidades religiosas), pero por causa razonable puede hacerlo cualquier sacerdote, con el consentimiento al menos presunto de aquel sacerdote. Y según el c. 1003 cualquier sacerdote puede llevar consigo el óleo bendito para poder administrar el sacramento en caso de necesidad.
 
ENFERMOS.
¿Qué enfermos pueden recibir el sacramento?
   Pueden recibir el sacramento los fieles que, alcanzado el uso de razón, por enfermedad o vejez empiezan a encontrarse en peligro (c. 1004, §1).
¿Cuántas veces se puede recibir?
   El sacramento puede recibirse varias veces, con tal que el enfermo no permanezca en el mismo peligro de muerte(c.1004, § 2).
¿Qué hay que hacer en caso de duda sobre si el enfermo tiene uso de razón o si sigue con vida o sobre la gravedad del enfermo?
   Hay que dar la unción (c. 1005).
¿A quién debe administrarse el sacramento?
   Debe conferirse el sacramento a los que, mientras estén en posesión de sus facultades mentales, lo han pedido al menos implícitamente (c. 1006).
¿A quién no se le debe administrar?
   A los que perseveren obstinadamente en pecado grave manifiesto (c. 1007)
 
 
 
  ABREVIATURAS Y SIGLAS
 

AAS         = ACTA DE LA SEDE APOSTÓLICA

AG           = AD GENTES
c.              = CANON
CEE         = CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
CEP         = CONFERENCIA EPISCOPAL PERUANA
CIC          = CODIGO DE DERECHO CANÓNICO
D Z           = DESINGER
DV           = DEI VERBUM
EV           = ENCHIRIDION VATICANUM
IGRM =INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO
LG           = LUMEN GENTIUM
SC           = SACROSANCTUM CONCILIUM
SCDF  = SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI
PO            = PRESBYTERORUM ORDINIS
UR           = UNITATIS REDINTEGRATIO
 
 
 
Mc. 6, 5
“Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.”
Mc. 6, 12-13
“Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.”
Lc. 13, 12-13
“Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.”
Hch. 9, 17-18
“Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl, hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo.» Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado.”
1 Cor. 12, 9
“a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu;”
1 Cor. 12, 30
“¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?”
Stgo. 5, 14-15
“¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.”

EL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL:

 
Enlaces sobre el sacerdocio
Escritores clásicos sobre el sacerdocio: S. Augustín, S. Juan Chrysostomo, Sto. Tomás Aquino, S. Alfonso Ligourio, S. Juan Eudes, S. Juan M. Vianney,  Juan Pablo II; Avery Dulles: "The Priestly Office"; De Lubac, Congar, Guardini, Von Balthasar.
El sacerdocio es una vocación que choca con la mentalidad del mundo porque requiere renunciar a si mismo por el Reino.
Sacerdote y Eucaristía
“El presbítero tiene que ser antes de todo adorador y contemplativo de la Eucaristía, desde el momento en el que es él quien la celebra. Sabemos bien que la validez del sacramento no depende de la santidad del celebrante, pero su eficacia, para él y para los otros, será mayor cuanto más lo viva con fe profunda, amor ardiente y fervoroso espíritu de plegaria”
-Benedicto XVI, 18 Sept, 2005

Sacerdote: obediente servidor
Nuestra obediencia es creer con la Iglesia, pensar y hablar con la Iglesia, servir con ella». Esto implica lo que Jesús predijo a Pedro: «Te llevarán adonde no quieras». 
«Este dejarse guiar hacia donde no queremos es una dimensión esencial de nuestro servir, y es justamente así que nos hace libres. Si nos dejamos llevar, aunque pueda ser contrario a nuestras ideas y nuestros proyectos, experimentamos lo nuevo, la riqueza del amor de Dios».
 -Benedicto XVI, 20-III-2008


"El sacerdote es el amor del corazón de Jesús" «Esprit du Curé d’Ars, M. Vianney dans ses catéchismes, ses homélies et sa conversation», édition de Téqui, Paris 1935, p. 117
Testigos de sufrimientos y luces
Los sacerdotes somos testigos cada día de tantos sufrimientos que nos confían, pero también de tantos caminos luminosos; encontramos en esta compasión y en esta maravilla la fuente misma de nuestra oración. -Cardenal Marty
El "Sacramento del Orden"Establece pastores para la Iglesia.
(Obispos, sacerdotes, diáconos)
INDICE
En esta página:
 
Referencias Bíblicas sobre el sacerdocio
 
Puntos principales
 
Sobre el sacerdote y su misión -JPII  Reflexiones
En Corazones.org:
checkMV.gif (662 bytes) CATECISMO SOBRE ESTE SACRAMENTO
Diaconado 
Obispo
Sacerdote (Presbítero)
Cardenal Celibato
Consagración sacerdotal a los Corazones de Jesús y María
Delitos graves -Ante los escándalos de algunos sacerdotes. Oraciones por los sacerdotes
Oraciones del Sacerdote antes de la Misa
Vocación


Vestimenta clerical -Los sacerdotes y religiosos deben usarla. DOCUMENTOS ECLESIALES
Formación sacerdotal -Pastores Dabo Vobis
Laicos; Colaboración en el ministerio de los sacerdotes   -Congregación para el Clero Laicos; complementariedad - no igualdad- entre sacerdotes y laicos -JPII Mujeres; Dignidad de la mujer no esta en ser sacerdote -con enlace a carta de JPII.
Ordenación; sobre candidatos -JPII, 2002.
Ordenación homosexuales -Negativa 2002 y Instrucción, 2005
Delitos graves

Presbítero ante el III milenio -Congr. Clero
Cartas del Papa a los sacerdotes
Año Sacerdotal 2009
Consejos del Papa ante la ordenación sacerdotal  -Benedicto XVI
La vida de los clérigos virtuosos ilumina y serena -San Juan de Capistrano
Libro: Sacerdote para siempre, P. Angel Peña, Formato pdf 
english2.tif (4104 bytes) ENGLISH The Nature of Priestly Ordination:Theological Background and Some Present Concerns -Bishop Burke
Referencias Bíblicas:
  • La imposición de las manos en la ordenación (Hechos 13, 2-2).
  • Los primeros diáconos ordenados por los Apóstoles (Hechos 6, 1-6.)
  • San Pablo manda a ordenar presbíteros. S. Pablo dice a Tito: "El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené" (Tt 1, 5).
  • El episcopado "si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función" (1 Tm 3, 1)
  • Timoteo es pastor por imposición de las manos.  2 Tm 1, 6: San Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos"
Puntos principales:
  • El sacerdocio es un sacramento de la Nueva Alianza, instituido por Cristo en la Ultima Cena, que confiere a un hombre el poder de consagrar y ofrecer el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Misa y de remitir y retener los pecados en el sacramento de reconciliación.
  • La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal.
    "La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama "sacerdocio común de los fieles". A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad". Catecismo Iglesia Católica 1591.
  • El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles.   "El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi)."  (CIC 1592)
  • Tres grados del sacerdocio.Desde los orígenes, el ministerio ordenado fue conferido y ejercido en tres grados: el de los obispos, el de los presbíteros y el de los diáconos. Normalmente el sacerdocio se refiere a los presbíteros.
  • El obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden Lo incorpora a la jerarquía la cual forma un Colegio episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada. Los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles y miembros del Colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de san Pedro. (CIC 1594).
  • Los presbíteros (llamados también: sacerdotes)
    Los presbíteros están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su obispo el presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada. (CIC 1595).
  • Los diáconosSon ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia; no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el ministerio de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su obispo. (CIC 1596)
  • Como se confiere el sacramento
    El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una oración de consagración solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble. (CIC 1597)
  • Los ministerios conferidos por la ordenación son insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: sin el obispo, los presbíteros y los diáconos no se puede hablar de Iglesia.(CIC 1593)
  • Candidatos al sacramento del Orden
    La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones (viri) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación.  En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado sólo es conferido ordinariamente a candidatos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato y que manifiestan públicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el servicio de los hombres.  (CIC 1598- 1599)
  • Quien confiere el sacramento del Orden:  Corresponde a los obispos conferir el sacramento del Orden en los tres grados. (CIC 1600).
Sobre el Sacerdote y Su Misión:Su Santidad, Juan Pablo II,
El sacerdote debe presentarse, ante todo, como un <,,hombre de fe>,, porque él, en virtud de su misión, debe comunicarla a través del anuncio de la Palabra. No podrá predicar el Evangelio de forma convincente si él mismo no ha asimilado profundamente su mensaje. El da testimonio de la fe con su forma de actuar y con toda su vida. Hombre de fe, el sacerdote es también «hombre de lo sagrado», testigo del Invisible, portavoz de Dios revelado en Jesucristo. El sacerdote debe ser reconocido como un hombre de Dios, un hombre de oración, al que se ve rezar, al que se oye rezar. El sacerdote, por tanto, debe alimentar en sí mismo una vida espiritual de calidad, inspirada en el don del propio sacerdocio ministerial. Su oración, su forma de compartir, sus esfuerzos en la vida, están inspirados por su actividad apostólica que se alimenta de toda una vida vivida con Dios. Hombre de fe, hombre de lo sagrado, el sacerdote es también un «hombre de comunión,>. Es él quien reúne al Pueblo de Dios y refuerza la unión que hay entre sus miembros por medio de la Eucaristía; él es el animador de la caridad fraterna entre todos. Actúa con sus hermanos en el sacerdocio. Colabora con su propio obispo. Se esfuerza en acrecentar los lazos de unión entre los miembros del presbiterio. Sobre esta base de relaciones tan ricas y tan profundas, el celibato adquiere un significado nuevo: no es ya una condición del sacerdocio, sino el camino de una verdadera fecundidad, de una auténtica paternidad espiritual, porque el sacerdote entrega su vida para que los frutos del Espíritu maduren en el Pueblo de Dios. «Ven y sígueme», sé mi testigo, da todo tu amor a Dios y a tus hermanos, y estarás al servicio del Pueblo de Dios. REFLEXIONESLos hombres desean contemplar en el sacerdote el rostro de Cristo, encontrar en él a la persona que, «puesta en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios» (Hebreos 5, 1), pueda decir con san Agustín: «Nuestra ciencia es Cristo y nuestra esperanza también es Cristo. Es él quien infunde en nosotros la fe con respecto a las realidades temporales y es él quien nos revela esas verdades que se refieren a las realidades eternas» (san Agustín, «De Trinitate», 13, 19, 24). -Cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, 6-2004.Como centinelas de la Casa de Dios que es la Iglesia, velemos para que en toda la vida eclesial de nuestras parroquias se reviva el encuentro con Cristo crucificado y resucitado. Evitemos los escollos del activismo en los que han naufragado en ocasiones los mejores programas apostólicos y pastorales, y por los que se han hecho áridas muchas vidas comprometidas en un servicio que no ha sido adecuadamente regado por la Palabra de Dios y por su presencia en la Eucaristía. -Cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, 6-2004.
 


La crítica a los sacerdotes y la actitud de San FranciscoEn el tiempo de San Francisco, la valdenses también querían renovar la Iglesia pero a base de criticar públicamente al clero. En una ocasión, un valdense observó la gran reverencia que San Francisco tenía por los sacerdotes y le dijo que el párroco de aquel lugar vivía en pecado. "¿Tenemos que creer en sus enseñanzas y respetar los sacramentos que celebra?", le preguntó.  San Francisco fue al sacerdote, se arrodilló ante el y tomó sus manos diciendo, "Yo no se si estas manos están manchadas como dicen. Pero si se que aunque lo estuvieran, en ningún modo se pierde el poder y la efectividad de los sacramentos de Dios... Por eso beso estas manos, por respeto a lo que hacen y respeto por Aquel que les dio Su autoridad".
 
 
Mt. 18, 18
“Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.”
Lc. 10, 16
“Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.”
Lc. 22, 19
“Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»”
Lc. 24, 47
“y se predicará en Su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.”
Jn. 12, 20-22
“Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.”
Jn. 15, 5
“Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.”
Hch. 6, 6
“los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.”
Hch. 15, 2-6
“Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos. Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.”
Hch. 20, 17
“Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.”
Hch. 20, 28
“Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.”
Hch. 21, 18
“Al día siguiente Pablo, con todos nosotros, fue a casa de Santiago; se reunieron también todos los presbíteros.”
1 Tim. 3, 1
“Es cierta esta afirmación: Si alguno aspira al cargo de epíscopo, desea una noble función.”
1 Tim. 4, 14
“No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros.”
1 Tim. 5, 17
“Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble remuneración, principalmente los que se afanan en la predicación y en la enseñanza.”
2 Tim. 1, 6
“Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”
Tit. 1, 5
“El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené.”
1 Pe. 5, 1
“A los ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para manifestarse.”

EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO:

  • El sacramento del matrimonio es la presencia de Cristo, presencia sacramental. Es decir siendo el matrimonio un sacramento, se convierte en un medio de comunicación de la gracia de Dios. Es un camino para la salvación de los que lo integran.
  • Como sacramento es un signo del amor y de la alianza de Cristo con su Iglesia.
  • La finalidad del sacramento del matrimonio es la santificación de los esposos mediante: la Unión y la procreación y educación de los hijos.
  • Es la manera de ayudarse mutuamente con la gracia de Dios en la realización de la propia vocación.

Materia

Es el "SI" en cuanto donación total al otro.

Forma

Es el "SI" en cuanto aceptación del otro cónyuge.

Ministros

Son los mismos contrayentes.
 

Sujetos

El hombre y la mujer bautizados que cumplan con las condiciones para la validez del sacramento y que no sean impedidos por lo prescrito en el derecho canónico.
 
Gén. 1, 26-28
“Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»”
Gén. 2, 18-25
“Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.”
Mt. 5, 31-32
“También se dijo: ‘El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.’ Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.”
Mt. 19, 3-9
“Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?» Él respondió: «¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, ‘los hizo varón y hembra’, y que dijo: ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?’ De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.» Dícenle: «Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?» Díceles: «Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer -no por fornicación- y se case con otra, comete adulterio.»”
Mc. 10, 2-12
“Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?»
Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.
Pero desde el comienzo de la creación, ‘Él los hizo varón y hembra.’ ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.’ Pues bién, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.» Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»”
Lc. 16, 18
“Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio.”
Rom. 7, 2-3
“Así, la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras éste vive; mas, una vez muerto el marido, se ve libre de la ley del marido. Por eso, mientras vive el marido, será llamada adultera si se une a otro hombre; pero si muere el marido, queda libre de la ley, de forma que no es adultera si se casa con otro.”
1 Cor. 7, 1-15
“En cuanto a lo que me habéis escrito, bien le está al hombre abstenerse de mujer. No obstante, por razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido. Que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido. No dispone la mujer de su cuerpo, sino el marido. Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo, para daros a la oración; luego, volved a estar juntos, para que Satanás no os tiente por vuestra incontinencia. Lo que os digo es una concesión, no un mandato. Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra. No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo. Pero si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse. En cuanto a los casados, les ordeno, no yo sino el Señor: que la mujer no se separe del marido, mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido, y que el marido no despida a su mujer. En cuanto a los demás, digo yo, no el Señor: Si un hermano tiene una mujer no creyente y ella consiente en vivir con él, no la despida. Y si una mujer tiene un marido no creyente y él consiente en vivir con ella, no le despida. Pues el marido no creyente queda santificado por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son santos. Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe, en ese caso el hermano o la hermana no están ligados: para vivir en paz os llamó el Señor.”
1 Cor. 7, 39
“La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor.”
Ef. 5, 3
“La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos.”
Ef. 5, 5
“Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso -que es ser idólatra- participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios.”
Ef. 5, 21-33
“Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada. Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque nadie aborreció jamás su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo mismo que Cristo a la Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. ‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.’ Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido.”
Heb. 13, 4
“Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.”
1 Pe. 3, 1-7
“Igualmente, vosotras, mujeres, sed sumisas a vuestros maridos para que, si incluso algunos no creen en la Palabra, sean ganados no por las palabras sino por la conducta de sus mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa. Que vuestro adorno no esté en el exterior, en peinados, joyas y modas, sino en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y serena: esto es precioso ante Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos; así obedeció Sara a Abraham, llamándole ‘Señor’. De ella os hacéis hijas cuando obráis bien, sin tener ningún temor. De igual manera vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con la mujer que es un ser más frágil, tributándoles honor como coherederas que son también de la gracia de Vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo.”


MÁS SOBRE SACRAMENTOS

DEFINICIÓNSacramento es un signo sensible instituido por Cristo, que comunica la gracia. El número de los sacramentos son siete, no porque sea un número simbólico o sagrado, sino porque Cristo no instituyó ni mas ni menos.
 Todos tienen una materia y una forma, pues en todos hay algún objeto-gesto exterior y en todos hay unas palabras.
 En todo sacramento hay un ministro que lo confiere, debe ser el ministro legítimo para que Cristo actúe por él.


El Bautismo


Citas
Materia: agua verdadera y bendecida (fuera del caso de necesidad)
Forma: Las palabras, YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO.
Sujeto: la persona, (niño o adulto).
Ministro: el ordinario es el obispo, el sacerdote y el diácono. Mc 16,15-16; Mt 28,18-20; Jn 3,5-6; Mt 3,16.



La Confirmación



Citas
Materia: el sacramento de la Confirmación se administra por la unción con el crisma en la frente, que se hace con la imposición de las manos.
Forma: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo"
Ministro: El Obispo es ministro ordinario, también el presbítero dotado de facultad por el derecho común o con el permiso del obispo.
Sujeto: Cristiano bautizado en gracia antes de recibirlo. "Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo" Hech 8,17


La Eucaristía

Citas

Jesús Sacramentado

La Sagrada Eucaristía
Materia: pan de trigo ácimo, y el vino de uva puro.
Forma: Las palabras con las que Cristo en la cena entregó su cuerpo y su sangre a los apóstoles, tal como se han conservado en el Canon de la Misa. Mt 26,26.
Ministro: El sacerdote
Sujeto: Toda persona bautizada y en estado de gracia.

El Matrimonio


Citas
Materia: es el Si en cuanto donación total al otro.
Forma: es el Si en cuanto aceptación del otro cónyuge.
Ministros: son los mismos contrayentes.
Sujetos: el hombre y la mujer bautizados que cumplan con las condiciones para la validez del sacramento y que no sean impedidos por lo prescrito por el Derecho Canónico. Mt 5,32; Mt 19,6.



El Orden Sacerdotal


Citas
Materia: imposición silenciosa de las manos.
Forma: oración ritual del sacramento.
Ministro: el Obispo.
Sujeto: el varón bautizado que a juicio del propio Obispo superior reúna las cualidades requeridas y no tenga ningún impedimento. Mt 28,16-20; 2 Tim 1,6; Hech 14,23.

La Reconciliación

Citas
Materia: Pecados mortales y aún los veniales.
Forma: Las palabras, "yo te absuelvo en nombre del padre del hijo y del espíritu santo" Jn 20, 22-23
Ministro: El presbítero o sea el sacerdote.
Sujeto: Toda persona bautizada.


La Unción de los Enfermos

Citas
Materia: Aceite consagrado por el Obispo o por el sacerdote en caso de necesidad.
Forma: Las palabras de la oración que acompaña la unción:
"Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén.  St 5, 13-15
Ministro: Todo sacerdote.
Sujeto: El cristiano enfermo que reúna las condiciones prescritas por el código de derecho canónico.










El Bautismo  


En el Antiguo Testamento el rito de iniciación era la circuncisión.
Más adelante entre los Esenios y en la secta del Qumran fue introducido el rito del bautismo pero con un sentido meramente exterior, o sea idea de purificación. En este sentido lo usó Juan el Bautista y fue Jesús quien lo convirtió en sacramento.
En la historia de la Iglesia encontramos el uso del rito del bautismo desde el principio. Inicialmente se confería sólo a los adultos y se realizaba por inmersión (entrar y salir del agua o sea morir y resucitar a una nueva vida).
Desde el siglo V D.C. se empezó a administrarlo también a los niños.


INSTITUCION:

Anunciado por los profetas Ez. 36,25-28, "Derramaré sobre ustedes agua purificadora y quedarán purificados. Los purificaré de toda mancha y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Les quitaré del cuerpo el corazón de piedra y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes para que vivan según mis mandamientos y respeten mis órdenes. Habitarán en la tierra que yo di a sus padres. Ustedes serán para mí un pueblo y a mí me tendrán por su Dios."


MATERIA:

agua verdadera y bendecida. (fuera del caso de necesidad)
EL BAUTISMO FUE INSTITUIDO POR CRISTO.
Jn. 3,3-5: "Jesús le contestó: En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba. Nicodemo le dijo: ¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre para nacer de nuevo? Jesús le contestó: En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios."
Jn. 3.22-26: "Ustedes, samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, conocemos lo que adoramos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Son esos adoradores a los que busca el Padre. Dios es espíritu; por tanto, los que lo adoran, deben adorarlo, en espíritu y en verdad. La mujer contestó: Yo se que el Cristo está por venir. Él, al llegar, nos enseñará todo. Jesús le dijo: Ese soy yo, el que habla contigo."
Mt. 28, 19-20: "Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes hasta que se termine este mundo".

FORMA:

las palabras: YO TE BAUTIZO, EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO.

SUJETO:

la persona, niño o adulto.

MINISTRO:

El ordinario es el Obispo, el sacerdote y el diácono.
El Obispo puede delegar a un seglar, y en caso de necesidad cualquiera puede hacerlo, con tal de que tenga la debida intención y pronuncie las palabras de la forma correctamente.

  


La Confirmación 


Para entender el sentido de este sacramento es preciso volver al acontecimiento de PENTECOSTES.
Reunidos en oración los discípulos recibieron al ESPIRITU SANTO y de temerosos que eran empezaron a:
  • Predicar
  • Convertir
  • Bautizar
Y se lanzaron a la conquista del mundo para Cristo.

INSTITUCIÓN:

Lc. 24, 49-53: "Ahora yo voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prometió. Por eso, quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de arriba. Jesús los condujo hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos se postraron ante él y volvieron muy alegres a Jerusalén, donde permanecían constantemente en el
Templo alabando a Dios".
El Señor resucitado, antes de su Ascensión al cielo, exhorta expresamente a los apóstoles a que no salieran de Jerusalén, sino esperaran la promesa del Padre. Sólo la fuerza del Espíritu Santo los capacitaría para su función apostólica de testigos.

  

MATERIA:

el sacramento de la CONFIRMACION se administra por la unción con el crisma en la frente que se hace
con la imposición de las manos.

FORMA:

"RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPIRITU SANTO".

MINISTRO:

El Obispo es ministro ordinario de este sacramento.

SUJETO:

Cristiano bautizado en estado de gracia antes de recibirlo.



La Eucaristía


La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre, renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz.
Por otra parte, la recepción de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunión significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y así, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, guarda razón de sacramento.
Tiene razón de sacrificio en cuanto se ofrece, y de sacramento en cuanto se recibe.
La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Es por eso, el más grande e importante de los sacramentos, de donde salen y hacia el que van todos los demás, centro de la vida litúrgica, expresión y alimento de la comunión cristiana.
La Eucaristía fue también preanunciada varias veces en el Antiguo Testamento.
  • Salomón en el libro de los Proverbios: "La Sabiduría se edificó una casa con siete columnas (los siete sacramentos), preparó una mesa y envió a sus criados a decir: " Venid, comed el pan y bebed el vino que os he preparado". (Prov. 9,1).
  • El profeta Malaquías, hablando de las impurezas de los sacrificios de la ley: "Desde donde sale el sol hasta el ocaso, grande es mi nombre entre las gentes, y en todo lugar se sacrifica y ofrece a mi nombre una oblación pura" (Mal. l,10ss).

La verdad de la presencia real, corporal y substancia de Jesús en la Eucaristía, fue profetizada por el mismo Señor antes de instituirla, durante el discurso que pronunció en la Sinagoga de Cafarnaúm, al día siguiente de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. "Yo soy el pan de la vida, si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo os daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn.6,32-34, 51).
El signo externo del sacramento, son la materia (pan y vino) y las palabras de la consagración (forma).
Confiere la gracia, como afirma el mismo Cristo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".(Jn 6,54), o sea, la gracia, que es prenda de vida eterna.
Fue instituido por Jesucristo en la Ultima Cena, como consta repetidamente en la escritura: "Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a los discípulos, dijo: "Tomad y comed, esto ES mi cuerpo". Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: "Bebed de el todos, que esta ES mi sangre del Nuevo Testamento; que será derramada por muchos para remisión de los pecados". (Mt.26,26-28).
La materia para la confección de la Eucaristía es el pan de trigo y el vino de la vid. Esta es una verdad de fe definida en el Concilio de Trento.
El recibir la Eucaristía produce en el alma los siguientes efectos:
  • Aumento de la gracia santificante.
  • Producción de gracia sacramental.
  • Perdón de los pecados veniales.
  • Es prenda de vida eterna.
Sabemos que el único sacramento absolutamente indispensable para salvarse es el bautismo: si un niño recién bautizado muere, se salva, aunque no haya comulgado. Sin embargo, para un bautizado que ha llegado al uso de razón, la Eucaristía resulta también requisito indispensable, según las palabras de Jesucristo: "Si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tendréis vida Eterna".
(Jn.6,53).
No sería razonable que un hombre alcanzara la salvación que es unión con Dios, sin tener en la tierra al menos el deseo de la Eucaristía, que es también unión con Dios.
La iglesia ordena en su tercer Mandamiento de La Santa Madre Iglesia, que al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección, todo cristiano con uso de razón debe recibir la Eucaristía. También hay que comulgar cuando se está en peligro de muerte.
Esto es lo que la Iglesia nos sugiere como mínimo, ya que desea que se reciba al Señor con frecuencia, incluso diariamente.
Lo que se realiza, pues, en la Eucaristía es la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, que es lo que llamamos la transubstanciación.
Bajo cada una de las especies sacramentales (pan y vino), y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido Jesucristo entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.
Lo cual quiere decir que Cristo está presente hasta en una migajita de la hostia, por eso el sacerdote tiene mucho cuidado al dar la comunión de que no se caiga ningún pedacito al suelo.
A la Misa se le llama BANQUETE EUCARISTICO. ¿ Porqué se le ha dado este nombre de Banquete Eucarístico?
  • Jesús cuando hablaba del Reino de los Cielos lo comparaba con un banquete. Y su Ultima Cena que fuera como un banquete, como un festín, una comida entre amigos. Un banquete es una comida alegre. Se colocan los manteles mas bonitos, la mejor cristalería, luces y flores. Hay música y canciones. Los corazones están llenos de alegría. Así es la Misa.
  • Si hay un banquete es porque se celebra un acontecimiento importante. Por eso cada banquete es la celebración de un acontecimiento, en cada Misa se celebra el acontecimiento de nuestra salvación.
  • El banquete no lo hacemos solos. Nos encontramos con personas que llegan de otras partes, venidos de distintos sitios y condiciones, y allí nos sentimos unidos por nuestro común amor a Cristo y a su Iglesia. Sentimos comunión de unos para otros.
  • En un banquete nos alimentamos con manjares escogidos. En la Santa Misa Dios nos alimenta con el Pan bajado del cielo que es el cuerpo de Cristo, del cual dijo el mismo Jesús: "El que coma de este pan vivirá para siempre" (Jn 6).
 
¿ Es nuestra misa una fiesta? ¿Participamos en ella con alegría? ¿nos sentimos más hermanos en cada celebración? ¿Comemos el Pan Celestial comulgando? Sería muy triste que nos dijeran: "vengan a ver comer a los demás". Eso no sería un verdadero banquete para nosotros. Y si no comulgamos en la Misa nos quedaremos así: viendo comer a los demás mientras que nosotros seguimos desfallecidos de debilidad espiritual. Jesús dijo: "Tomad y comed" y no solamente " Tomad y mirad".
Quiere que nos alimentemos con su cuerpo en la Eucaristía. Nos preparemos lo mejor posible, pero no nos quedaremos sin comulgar.
¿ Qué responder a los que dicen: "yo no comulgo porque soy pecador?
San Francisco de Sales repondía así: Si eres débil debes comulgar para volverte fuerte. Si has pecado mucho te conviene comulgar (después de confesarte bien) para que la presencia de Jesucristo te traiga fuerzas para no seguir pecando tanto. Si te domina el mal genio, al recibir en la comunión al que es "manso y humilde de corazón", El te irá contagiando de su bondad y su buen genio. Si tienes inclinación a la impureza y al vicio, la presencia en tu alma de Cristo el Cordero Inmaculado que jamás tuvo la más mínima mancha de pecado, te irá dando fortaleza hacia todo lo que es impuro, y amor por la virtud. Si te vence el orgullo, Jesús que es humilde te irá haciendo semejante a El. No comulgas por que ya eres santo, sino porque deseas llegar a la santidad. Y sin comulgar no lo lograrías quizá jamás.

  


El Matrimonio  




  • El sacramento del matrimonio es la presencia de Cristo, presencia sacramental. Es decir siendo el matrimonio un sacramento, se convierte en un medio de comunicación de la gracia de Dios. Es un camino para la salvación de los que lo integran.
  • Como sacramento es un signo del amor y de la alianza de Cristo con su Iglesia.
  • La finalidad del sacramento del matrimonio es la santificación de los esposos mediante: la Unión y la procreación y educación de los hijos.
  • Es la manera de ayudarse mutuamente con la gracia de Dios en la realización de la propia vocación.

Materia

Es el "SI" en cuanto donación total al otro.

Forma

Es el "SI" en cuanto aceptación del otro cónyuge.

Ministros

Son los mismos contrayentes.

Sujetos

El hombre y la mujer bautizados que cumplan con las condiciones para la validez del sacramento y que no sean impedidos por lo prescrito en el derecho canónico.

   

El Orden Sacerdotal
Aunque sabemos que todos los miembros de la Iglesia, fundada por Cristo, participan en virtud del Bautismo del Sacerdocio de Cristo, no hay que olvidar que el mismo Jesús escogió de entre el grupo de setenta discípulos que le seguían , a doce de ellos quienes fueron llamados APOSTOLES, es decir, enviados, encargados. Mt. 10, 1-4; Mc. 3, 13-19; Lc. 6, 12-16
 Cristo pues eligió a doce:
Como patriarcas del nuevo Israel: Lc. 6, 12-16
Les trasmitió su propia misión, que el había recibido del Padre: Jn. 20, 21.
Les trasmitió el poder de celebrar la Eucaristía: Lc. 22, 19., 1 Cor. 11, 25 ss.
El poder de perdonar los pecados: Jn. 20, 22 ss.
Y de bautizar y de predicar: Mt. 28, 19 ss.
De esta manera todo hombre debe ver en el sacerdote "un servidor de Cristo y administrador de los misterios de Dios". 1 Cor. 4,1

Grados del Sacramento del Orden:
a) EL EPISCOPADO: o ministerio apostólico que se deriva directamente del ministerio de los apóstoles. El obispo es quien preside una comunidad de fieles, de la cual es también pastor. El posee el orden en toda su plenitud.
b) EL PRESBITERADO: este grado no llega a la cumbre del episcopado, sin embargo, los presbíteros (los que llamamos sacerdotes) están unidos a sus obispos en el sacerdocio, de ellos dependen en su ministerio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes participando, en su grado, del ministerio de Cristo, único mediador. 1 Tes. 2,5.
c)EL DIACONADO: es el grado inferior del orden sacerdotal. El diácono (que existe desde la Iglesia Apostólica) tiene las siguientes funciones:
  • Administrar solemnemente el sacramento del Bautismo.
  • Conservar y distribuir la Eucaristía.
  • Bendecir los matrimonios.
  • Llevar el viático a los enfermos.
  • Leer a los fieles la Sagrada Escritura.
  • Predicar.
  • Bendición e imposición de las cenizas.
  • Presidir los ritos funerales y sepelios (sin la celebración eucarística.
 Un sacerdote es un hombre, elegido por Dios para servir a los hombres, en las cosas de Dios.



Ministro

El obispo. En la ordenación de un obispo debe de haber al menos tres obispos.

Sujeto

El varón bautizado que, a juicio del propio OBISPO o SUPERIOR (si es religioso) reúna las cualidades requeridas y no tenga ningún impedimento.

Materia

Imposición silenciosa de las manos.

Forma

Oración ritual (varía según los tres grados).
  

La Reconciliación


Existen dos peligros en la vivencia del sacramento de la penitencia:
  • la rutina
  • el apartamiento

Rutina

Actos religiosos que no tocan la profundidad de la persona.
No provoca una crisis saludable de conversión interior.
Vida espiritual anquilosada

Abandono (desafección práctica)

Mas perniciosa que la rutina porque corta los canales de la vida sobrenatural.

Para que produzca saludables efectos:

  • Actuación consciente de nuestra fe y de nuestro amor personal.
  • El sacramento de la penitencia es un verdadero encuentro personal y vital del hombre arrepentido y renovado interiormente con Cristo perdonador.
  • Confesión periódica, semanal si es posible.
  • Apreciar el sacramento
  • Práctica asidua, consciente y viva, llena de fe y sencillez
  • Fuente de renovación interior y de progresiva identificación con Cristo.

El cristiano acude a él para:

  • El perdón de los pecados
  • Obtener la fuerza para luchar contra infidelidades, costumbres torcidas, hábitos de rutina y dispersión, y tendencias incontroladas de concupiscencia y amor propio.
  • Purificación interior
  • La firmeza de voluntad en su lucha por el Reino
  • Nuevas fuerzas para cumplir su misión.

Frutos:

  • Una más íntima identificación con el espíritu y las actitudes de Cristo
  • Aumenta el conocimiento propio
  • Crece la humildad cristiana
  • Se desarraigan las malas costumbres
  • Se hace frente a la indolencia y pereza espiritual
  • Se purifica la conciencia
  • Se robustece la voluntad
  • Se lleva al cabo la saludable dirección de las conciencias
  • Aumenta la gracia en virtud del sacramento.

El que se confiesa:

  • Tiene un proyecto vital que le preocupa y anhela realizar
  • Quiere volver a ocupar su puesto en la inmensa marcha de la humanidad hacia el Reino
  • Es consciente de que al pecar se ha desligado de Dios y se ha separado de los hermanos
  • Sabe que en Cristo mediador vuelve a encontrar a Dios y vuelve a unirse con sus hermanos en el Cuerpo Místico de Cristo
Encuentra a Cristo en el sacerdote que administra los sacramentos in persona Christi.

La Unción de los Enfermos


Es un sacramento de enfermos; la enfermedad ha de entenderse como física, pero no hay que olvidar que el mal físico es una cuestión del hombre entero ante Dios. El sacramento es dirigido al cristiano que sufre una enfermedad seria y que está ante Dios su Señor y Salvador, para este momento instituyó Cristo la Unción de los enfermos.
Su finalidad es ayudar al enfermo a vivir cristianamente su período difícil.
  • El sacramento produce el consuelo y la fortaleza del enfermo ante su enfermedad.
  • Confiere el perdón de los pecados, en el caso de que no tenga conciencia de ellos, en caso contrario debe confesarse.
  • Une sus sufrimientos a la pasión de Cristo, convirtiendo su mal físico en un bien redentor.

Materia

Aceite consagrado por el Obispo o por el sacerdote en caso de necesidad.

Forma

Las palabras de la oración que acompaña a la unción; POR ESTA SANTA UNCION Y POR SU BONDADOSA MISERICORDIA TE AYUDE EL SEÑOR CON LA GRACIA DEL ESPIRITU SANTO.

Ministro

Todo sacerdote.

Sujeto

El cristiano enfermo que reúna las condiciones prescritas por en Derecho Canónico.

Institución

Mc. 6,7
Mc 6,13
Santiago 5, 14.

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