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Tus preguntas y respuestas sobre amor y sexo |
La lectura de este libro es fundamental para quien quiere encontrar razones y argumentos para vivir la castidad. Nos abre a una perspectiva distinta a la que la sociedad nos muestra hoy en día en lo que se refiere al amor y al sexo. La visión que presenta Mary Beth es absolutamente positiva. Ella nos explica que la sexualidad humana es un don, un regalo de Dios, y cómo la castidad es algo positivo pues nos lleva a comprender y a vivir el amor auténtico.
Lo más importante de este libro es que nos explica de manera sencilla lo que significa amar. Estamos hechos para amar y ser amados, por eso necesitamos vivir en familias, en sociedades, no solos. Pero vivimos en sociedades heridas por el egoísmo, en las que se nos enseña a pensar más en nosotros mismos que en los demás. Así es fácil ver a los demás como objetos para alcanzar un fin, y muchas veces este fin es llenar un vacío afectivo, obtener un placer, “pasarla bien juntos” o “hacer el amor”.
En medio de una cultura que diariamente nos bombardea con mensajes sensuales, hedonistas, e incluso eróticos y sexuales, se nos hace muy difícil comprender lo que es el amor auténtico. Este libro, a través de sus distintos capítulos y respuestas, nos permite descubrir que amar, antes que buscar uno su propio beneficio, es buscar el bien del otro o de la otra incluso a costa de nuestro propio sacrificio. Por ello el auténtico amor nunca será egoísta, nunca se pondrá a sí mismo/a en primer lugar, antes que la persona amada. El amor parte de un darse espiritualmente a los demás procurando su mayor bien, su crecimiento, su maduración.
Mary Beth nos enseña que si queremos encontrar un amor verdadero el camino no es andar reclamándolo o peor aún “mendigándolo”, sino que tienes que empezar a darlo tú primero buscando el bien de los demás, ayudándolos a crecer. Y ojo, buscar el bien de los demás no quiere decir darles todo lo que te piden, sino darles lo que verdaderamente es bueno y negarles también con firmeza aquello que no es bueno (aunque lo parezca). Es necesario aprender a amar, y esto es un proceso que se lleva a cabo cada día y dura toda la vida. Amar no es “estar enamorados”, sentir algo fuerte por la otra persona, sentir que “no puedo vivir sin ti” y que “tengo que ´por amor´ tengo entregarte todo lo que me pides”. Amar no es decirse miles de cosas bonitas y promesas de “amor eterno” para obtener una entrega total sin tener que esperar a ese “futuro”. No, amar es un compromiso diario no solo con la persona amada, sino también con la propia familia, con los amigos que lo son de verdad y con todas las personas con las que nos relacionamos, el compromiso de trabajar por el bien de cada uno, porque sean cada vez mejores personas.
Mary Beth nos enseña también que hay que entender que el sexo debe estar íntimamente ligado al amor verdadero. No es amor aquél que te dice “te tomo prestado/a” con la promesa de que “estaremos siempre juntos”. El amor dice “me entrego a ti para siempre”, pero para que esto se pueda dar debe haber un verdadero compromiso, que se llama matrimonio. Ojo: no una promesa de un matrimonio futuro (¡las promesas se las lleva el viento!), sino el compromiso real, la palabra solemne entregada ante el Altar del Señor, ante Dios, ante la persona amada, ante las familias de ambos, ante los amigos y todos los presentes. Es solo en ese momento cuando todas las promesas adquieren un carácter de compromiso permanente, el compromiso de “no utilizarse mutuamente” sino de procurar cada cual el bien del otro durante toda la vida. El compromiso asegura que nadie se guarde nada para sí mismo, sino que la entrega sea completa. En el matrimonio –cuando se asume seriamente– no hay vuelta atrás, no hay puertas de “escape”, es un poner la propia vida en manos del otro, de la otra, es una entrega no solo física, sino sicológica y espiritual, de forma que dos personas se vuelven realmente una. Esta unión es sellada con la relación sexual donde entregan sus cuerpos el uno al otro, expresando con su cuerpo lo que han afirmado con palabras solemnes frente al altar. El sexo tiene su propio idioma y es el de la de entrega total a otra persona. Este es el idioma que entiende el corazón, el idioma del amor auténtico, no del “amor” de ocasión, de promesas inciertas, de ilusiones de un “para siempre”, sino del amor sólido, permanente y comprometido.
Cuando se da ese amor comprometido, surgen nuevas vidas de esta entrega, surge el hijo/a, un ser único que es expresión del amor y del compromiso. ¿Cuántos se juran amor y lo hacen “porque se aman” y cuando surge el fruto de ese supuesto amor lo eliminan? Es entonces cuando el supuesto amor queda desenmascarado: solo se trataba de un egoísmo compartido de dos, que excluye radicalmente a todo aquél que osa interferir en sus vidas y “malograr su futuro”. En el contexto del matrimonio, en cambio, el fruto de ese amor es esperado y recibido con amor y alegría, porque el amor, cuando es verdadero, busca difundirse y comunicarse a otros, especialmente a quien por naturaleza es fruto de ese amor y mutua entrega: el hijo.
Mary Beth nos explica que el amor auténtico se construye y conquista con la castidad. ¿Y qué es la castidad?:
«Algunos piensan que castidad simplemente quiere decir “sin sexo”. Pero eso es la abstinencia: enfocarse en lo que no puedes hacer o tener. La castidad es lo que sí puedes hacer y tener ahora mismo si lo quieres: una forma de vida que te da libertad, respeto, paz, alegría y hasta romance, sin reproches, sin temores ni angustias. La castidad libera a las parejas de la actitud egoísta de usarse uno al otro como objetos, dejándolos libres para tener y gozar de un amor verdadero. Vivir la virtud de la castidad, de forma positiva, va purificando tu corazón en todos los ámbitos y fortalece tu voluntad».
Mary Beth nos ayuda a tomar conciencia de que el sexo no es un juego, como lamentablemente muchos lo toman hoy en día. El sexo es algo muy serio, tiene un profundo impacto psicológico, espiritual y físico sobre la persona. En la mujer sobre todo “la primera vez” deja una huella profunda y origina un vínculo muy sólido, tan fuerte que resulta casi imposible romper. Este fenómeno tiene un fundamento biológico: la oxitocina, sustancia que se libera en el cuerpo de la mujer al tener relaciones sexuales, hace que se establezca con el hombre a quien se entrega un vínculo emocional y afectivo muy fuerte y duradero. Es como un pegamento emocional que, de paso, tiene el efecto de nublar una visión objetiva sobre los defectos de la persona a la que se entrega. Por ello es tan importante para la mujer hacer esperar al hombre, hasta que pueda conocer bien quién es él, no sólo sus virtudes sino también todos sus defectos, y eso hasta que se dé el compromiso definitivo (o sea, el matrimonio), pues la entrega sexual hará que ella literalmente le pertenezca totalmente al hombre a quien se entrega.
No es bueno para la mujer permitir que la fuerza de ese primer encuentro tan íntimo se pierda o use mal con alguien que no sabes si va a seguir a tu lado para siempre o no. Lo mejor es no arriesgarse y esperar al matrimonio. ¿Esto sólo le sucede a la mujer? Sí. El hombre es diferente, no experimenta ese efecto como la mujer, y por eso en la entrega la que más tiene que perder es la mujer. De allí que sea ella también la que en vez de ceder deba exigir al hombre el respeto: “si me amas, espérame… hasta el matrimonio. Entonces sabré si verdaderamente me amas y te quedarás conmigo para siempre. Entonces me entregaré a ti, no antes”. La mujer debe cuidar su propio corazón, su alma, todo su ser, y debe cuidar que la relación se purifique de la búsqueda de lo que parece ser amor pero no lo es. Por ello una mujer inteligente sabe que el tema del sexo en la relación “no es negociable”.
La autora alienta a quienes hasta ahora no han vivido la castidad. No todo está perdido, y nunca es tarde para empezar a vivir este estilo de vida. Para quien quiera, ¡siempre hay una nueva oportunidad para vivir el amor verdadero! Ella te explicará cómo darte esa oportunidad…
Definitivamente, este es un libro que te recomiendo leer porque nos ofrece una correcta perspectiva sobre lo que es el amor y cómo podemos llegar a él.
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