El Purgatorio existe.
Los hermanos protestantes niegan el Purgatorio, y para ello suprimen de la Sagrada Escritura el libro de los Macabeos, donde se habla claramente de ofrendar por los difuntos para librarlos de sus pecados.
Pero también dentro de la misma Iglesia Católica no pocas veces están también los herejes, incluso sacerdotes, que niegan la existencia del Purgatorio. O si no lo niegan con las palabras, al menos lo niegan con las obras, porque jamás ofrecen Misas y sufragios por las almas que allí padecen, y desalientan a los fieles que quisieran ofrecerles esas ayudas.
Son verdaderos lobos rapaces disfrazados de ovejas, porque quien niega aunque sea sólo una verdad de fe, ya no es católico, y la existencia del Purgatorio es verdad de fe.
Así que no nos dejemos engañar por los de afuera o los de adentro que niegan el Purgatorio, porque sería seguir a Satanás, maestro del error, él mismo es el Error, y quiere inducir al mayor número de personas a la herejía y al error.
Tengamos en cuenta que el demonio, como buen ladrón y falsificador, no tratará de falsificar las monedas de poco valor, sino el oro y la plata. Por eso querrá quitar o falsificar la devoción a las Benditas Almas, e impedir que por ellas se ofrezcan Misas, oraciones, sacrificios y limosnas, pues él bien sabe que quien se dedica a aliviar a las almas que sufren en el Purgatorio, son presas perdidas para su avidez de demonio.
Nosotros, en cambio, que nos decimos católicos de verdad, creamos firmemente en el Purgatorio y en los tremendos sufrimientos que allí se padecen, porque si no lo creemos así, desengañémonos, pues no somos católicos.
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