miércoles, 16 de julio de 2014

La conexión en la oración

 


Madonna con niño -  Gentile da fabriano 1420
Madonna con niño – Gentile da fabriano (1420)
 
Si vieras que pasas un tiempo en que al hacer oración no puedes sentir la conexión con el Creador, debes partir de la base que esa conexión con tu Señor, con el amado, es permanente e indisoluble por acción de su gracia y de su redención.
A partir de allí, uno se concentra en que no siente esa conexión como le parece que debería sentirse, para lo cual hay varias ayudas:
Una de ellas es preparar el ámbito antes de la oración, no hacerla sin más, sino poner una luminaria, limpiar el ámbito, ponerse frente al icono elegido… tener la Biblia a mano, la posición del cuerpo, etc. Eso ayuda mucho.
También tomarse unos cinco minutos antes de empezar a orar, para calmar la mente, mediante la respiración pausada, invocaciones leves pidiendo la calma, abriendo el corazón. Y en ese diálogo es donde uno le dice al Señor con toda llaneza lo que sucede, que no sientes su presencia, que sientes aridez, o sin ganas, o con sueño, etc.
Pero es importante que no interpretes lo que sucede como un velo o como una incapacidad, o como que te está pasando algo, sino como simples ciclos de la mente, que va de aquí para allá tomada por los estímulos innumerables, y que es azotada por los vaivenes del mar donde vive. Siempre estamos estimulados, a veces por los que nos rodean inmediatamente, a veces por el clima, otras por lo endógeno orgánico, en ocasiones por temores, por apuros, es innumerable…
Por eso la oración de Jesús ha de ir haciéndose constante, un barco que avanza lento en medio de las tormentas y, aun, cuando el mar es calmo.

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