jueves, 1 de mayo de 2014

Necesidad de persistir



Persistiendo en el camino
Persistir en el camino

Extraído y adaptado de intercambios por mail

“‒ Estoy ahora como si hubiera perdido un poco el rumbo, se me hace difícil hacer oración. Respecto al estudio del Evangelio de San Juan, aunque terminé el capítulo, me cuesta mucho volver a recordarlo.

‒ No tengas problema, el capítulo del que hablas es difícil de memorizar. Sucede que cuesta interiorizar ciertas partes del Evangelio, depende mucho de la temática que se estudia. Se memoriza mejor lo que puede asimilarse espiritualmente. No hay que preocuparse, sino persistir.

Con frecuencia temes perder el rumbo, pero no es así. No debes dramatizar algo que es propio de lo cotidiano, los ciclos y ritmos del ser humano. No te mortifiques innecesariamente. ¿Qué podrías hacer con esas ganas?, vienen y van, no son manejables.

Pero sí lo es la actitud que tomes ante esto que te sucede, es decir, no preocuparse antes que nada, y luego persistir en la ascesis marcada, hasta que vuelva un deseo mayor.

Es importante, ya lo hablamos alguna vez, interiorizar lo que significa para uno el término consagración. Un consagrado (aunque lo sea privadamente) no cede en su compromiso más allá de las vicisitudes. Es importante que si la tomas, la cumplas, salvo caso muy grave. Esto es independiente de las circunstancias.

¿Realizas la última ascesis diaria marcada: los rosarios de la oración de Jesús y uno de la Virgen si lo deseas; el estudio diario, aunque fuera breve, del Evangelio; la misa (si te es posible); la conducta de acuerdo alos mandamientos y a las enseñanzas evangélicas; y como marco anímico,el medir la fe en base al contento que se manifiesta en la jornada?

Por supuesto, no te mortifiques. Lo enfatizo a fin de que no “empieces de nuevo desde un punto anterior” cuando se atraviesan malos días o complicaciones.

Las lecturas piadosas están bien en un principio, buscar en ellas nuevas fuerzas también, pero no como único remedio sostenedor. Me permito comentarte algo que suele ser común, lo he visto mucho, utilizar la lecturasólo como un recurso “levantador del ánimo”. Eso tiene en contra que siempre se está necesitando de un estímulo externo para volver a sentir no sé qué sentimiento que se tenía y ahora se extraña. Pero la fe se caracteriza por ser una opción más allá de lo perceptual, no se fortalece si anda dependiendo, sosteniéndose, en esto o en aquello.

Te doy un ejemplo: Pedro, al caminar por las aguas, no debía llevar aletas para bucear, o un bote cerca, o chaleco salvavidas, que podían darle coraje extra (sonrío por mis ejemplos). Porque, finalmente, lo importante es mirar a Cristo y sostenerse en Él. En todo caso tenemos Su Nombre, si nos faltara Su presencia.

Otro ejemplo: Un padre de familia que trabaja fuera, y con eso mantiene a sus hijos y esposa. Va a trabajar independientemente de lo que ocurra con su ánimo y con los sucesos de su casa. Él va porque sabe que es necesario.

Con nuestra fe es similar, es necesario persistir, para que esta se haga fuerte, persistir en los sacramentos, en la oración, el estudio de los Escritos sagradas, y en el trabajo de cada uno.

Aunque ahora está en desuso, el término soldado de Cristo hacía referencia a esa militancia, a ese cumplimiento necesario, que no se abandona a pesar de lo que sucede en el campo de batalla. Se trata de seguir adelante, siempre avanzar, porque si no, se demora uno innecesariamente en un suceso del camino.

‒ Se trata también de fidelidad…

‒ Exacto. La fidelidad del que da la vida en cumplimiento. En el caso del Señor, es el cáliz, la misión sagrada.

Pregúntate, ¿qué te tiene a mal traer en lo cotidiano? Una vez lo sepas, toma una decisión, sigue adelante y no temas, cada día traerá su afán. Si surge algo nuevo, decide entonces de acuerdo a tu conciencia, a la luz de la enseñanza de Jesús.

Todos son acontecimientos de tu vida, puestos o permitidos por el plan de Dios, no olvides eso. De otro modo perderás perspectiva, y uno se puede desesperar. En cambio, si es Dios el que lo manda, o el que al menos lo permite para el aprendizaje y desarrollo ¿por qué preocuparse?, todo será para bien. Actuar en conciencia sí, entrar en guerra no.

Sucede que si uno no aprende, “repite curso”, y esto no por castigo, sino porque de otro modo no se desarrolla el espíritu hacia donde debe, permanece la problemática. La problemática que debes aprender, en mi opinión, es superar el temor con la sola fe.

Si te fijas, como te dije ya alguna vez, todos tus problemas, o la gran mayoría, derivan de temores anclados o no en el mundo externo. No importa, el temor no puede existir junto con la fe. Por lo cual, la problemática claramente es vivir por y para la fe.

Abandona las dudas, tu quieres vivir junto a Cristo, ahora y después y siempre. No quieres otra cosa. Si haces lo que debes, pero con soltura, uno evita la negligencia, el exceso, y actúa sin vacilar, confiando en la voluntad de Dios que actúa en todos los temas sin apartarse un ápice de lo que Él quiere.

‒ A veces pienso que no es así, porque creo que Dios no está pendiente de estas pequeñas cosas mundanas que vivo, que no repara en ello, imagino que no le importa y entonces actúo yo.

‒ Claro, no pienso que le importe como nosotros lo concebimos, con sentimientos humanos. Pero sí a Su manera incognoscible, que se nos develará al fin de los tiempos.

Es cierto que no andará Dios diciéndose “que no le falte esto a tal y a cual”y demás modos de conceptualizar las cosas, pero Su providencia todo lo ha visto y todo lo ha hecho ya.

‒ Olvido que todo está en sus manos.

‒ Sí, suele pasar. Eso nos problematiza, nos lleva al centro para solucionar los problemas, nos tensamos y preocupamos. Conductas derivadas de la falta de fe.

 La fe… Dios quiera darme mucha fe, saber siempre que Él Es y Está, como usted me dice a veces.

‒ Es de San Ignacio… ‒“Dios es y está en la realidad «dándola y dándose en ella»” (EE 234)‒. Era muy experto en estos temas de la fe, y decía que si uno no la tenía debía actuar como una persona de mucha fe. Y que eso la llamaba y hacía que la gracia llegara al corazón. Es como una actitud, una disponibilidad para recibir la fe.

Te doy un ejemplo más que me ha venido: Irse a dormir dejando abierta de par en par la puerta de calle, puede ser negligente. No irse a dormir sin electrificar la cerca de la casa, es escrupulosidad, exceso. Uno echa llave y se va a dormir tranquilo. Esa es la actitud correcta entre acción personal y fe en Dios”.

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