Parábola de la verdad y la libertad
Los corazones de los discípulos se encendían de santo orgullo. Veían que los judíos convertidos ante las palabras del Maestro, se acercaban a él entusiasmados y sin vergüenza de ser vistos por sus compinches.
El Maestro les decía: Manteneos fieles a mi palabra, seréis mis discípulos, entenderéis la verdad y la verdad os hará libres.
Maestro, ¿cómo puede ser eso? Sabe que somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie.
Esta es la cuestión. Antes de verse implicados en la novedad que el Maestro traía consigo, querían saberlo todo a la perfección.
- Sí, amigos. No le deis más vueltas a la cabeza. La verdad es la que traigo de parte de mi Padre celestial. Yo no hablo por cuenta propia. Transmito sus palabras. Las mismas que creyó Abrahán.
- ¿Las mismas? Sí, acudid a la Escritura. Toda ella se refiere a mi venida al mundo. Yo soy el Mesías. Lo tenéis delante. Es la verdad. Todo el que cree en mi, es un ser libre.¿ Qué? ¿Le tenéis miedo a los otros judíos santones e hipócritas?
- Y los dejó pensativos.
Hoy, Maestro, hay gente que piensa que seguirte a ti es perder la libertad. Y es todo lo contrario. Tu seguimiento supone estar en la verdad y ésta lleva aneja la libertad, que es respuesta al bien y a la novedad de vida que nos propones.
¿ Sigues al Maestro con libertad?
ORACIÓN DEL MAESTRO: Padre, ¡cuánto cuesta meter en la cabeza y en el corazón de esta gente que yo soy tu enviado, el que todos esperan. Pero, ¡ qué pena!, creían que ibas a enviarme como un guerrillero o caudillo para que acabase con todos sus enemigos. Y, al verme tan normal, no me creen. Pero, gracias, Padre porque no me desanimo nunca.
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