“¿Es verdad?”, escuchó como alguien susurraba, “yo nunca supe que podía significar algo para alguien”… y “Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”…
Años más tarde uno de los estudiantes murió en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. En la iglesia estaban sus compañeros de clase y la maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados de la guardia de honor se acercó a ella y le preguntó:
- “¿Era usted la profesora de Marcos?”
- “Sí”, le respondió.
- “Marcos hablaba mucho acerca de usted”, le dijo el soldado.
Después del funeral la mayoría de los compañeros de Marcos fueron juntos a comer con los padres de Marcos y la profesora. El papá, sacando una billetera, dijo a la profesora:
- “Queremos mostrarle algo, lo encontraron en la ropa de Marcos. Pensamos que usted lo reconocerá”, y abriendo la billetera, sacó cuidadosamente un pedazo de papel remendado y muy gastado por el uso.
Era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
- “Gracias por haber hecho lo que hizo”, dijo la madre de Marcos, “como usted ve, Marcos lo guardaba como un tesoro.”
Los compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor de la maestra… Carlos sonrió y dijo tímidamente: “Yo todavía tengo mi lista, está en mi diario”.
La esposa de Felipe dijo: “Felipe me pidió que pusiera el suyo en nuestro álbum de boda”.
Entonces Victoria, otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera y sacando su billetera, mostró al grupo su gastada y arrugada lista: “Yo la llevo conmigo todo el tiempo”.
La maestra, con los ojos llenos de lágrimas, les dijo: “¡No imaginaba que unas sencillas palabras de afecto escritas en una hoja de papel podían haber calado tan hondo!”
Tú, hermano lector, ¿comprendes el poder que tienen tus palabras, para bien o para mal? Una palabra de afecto, de apoyo, de perdón, o de ánimo, tiene un poder inestimable para quien las recibe… ¿Qué algunos no las merecen? Piensa en cómo Jesús nos miró desde la Cruz con infinita misericordia. Pídele a Él que te enseñe a rescatar lo bueno que hay en cada persona.
Hoy, ora por todos y proponte decirles lo bueno que tiene cada uno… ¡serás un instrumento de Jesús!
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