martes, 5 de noviembre de 2013

Martín de Tours, Santo

Obispo, 11 de noviembre
 
Martín de Tours, Santo
Martín de Tours, Santo

Obispo
Conocido también como San Martín Caballero

Martín de Tours es uno de aquellos hombres que han hecho hablar de sí a muchas generaciones por haber sido protagonista de episodios aptos para despertar la fantasía popular. Es frecuente la narración del episodio de San Martín que, cabalgando envuelto en su amplio manto de guardia imperial, encontró a un pobre que tiritaba de frío, con gesto generoso cortó su manto y le dio la mitad al pobre. Por la noche, en sueños, vio a Jesús envuelto en la mitad de su manto, sonriéndole agradecido.

SAN MARTÍNMartín, hijo de un tribuno romano, nació en Sabaria, en Panonia, hacia el 315. A los quince años ya vestía el uniforme militar. El episodio del manto hay que colocarlo en este periodo, porque a los 18 años recibió el bautismo y abandonó la milicia para seguir a San Hilario de Poitiers, su maestro. Después de un breve noviciado de vida eremítica en la Isle Galinaria, Martín fundo dos monasterios: Ligugé, el más antiguo de Europa, y Marmoutier, que se convertiría en un gran centro de vida religiosa.

Después del paréntesis contemplativo, siguió el activo: Martín, elegido obispo de Tours, se convirtió en el grande evangelizador de Francia. Había sido, como se dice, soldado sin quererlo, monje por elección y obispo por deber. En los 27 años de vida episcopal se ganó el amor entusiasta de los pobres, de los necesitados y de cuantos sufrían injusticias, pero no era bien visto por los de su clero que querían vivir tranquilamente. De hecho fue acusado por un sacerdote llamado Bricio. Su respuesta fue proverbial: “¿Si Cristo soportó a Judas, por qué no debería yo soportar a Bricio?”

Murió el 8 de noviembre del 397 en Candes, durante una visita pastoral. Sus funerales, que tuvieron lugar tres días después, fueron una verdadera apoteosis; en ese día, el 11, se conmemora su memoria. Se puede considerar como el primer santo no mártir con fiesta litúrgica. Esa fecha quedó también como punto de referencia en los contratos de arrendamientos, de terrenos, de compraventas, en el mundo agrícola: “el nuevo vino se bebe en San Martín”, se dice todavía hoy en muchas regiones de Italia y de Francia.
La mitad del manto que – según la leyenda – San Martín compartió con el pobre de Amiens, se conserva celosamente en una capilla. Al custodio de la capilla se llama “capellán”, sin ser lo, porque es el protector de la “capa” del Obispo de Tours.

SAN MARTÍN DE TOURS, obispo (+ 397)
Su fiesta se celebra el 11 de Noviembre.
 
 
San Martín de ToursSan Martín nació en Panonia, Hungría, el 316. Sus padres eran paganos. Estudia en Pavía, donde conoce el Cristianismo. Su padre, que era tribuno militar, para desviarle del cristianismo, le obliga a ingresar en el ejército. Martín concilia sus deberes militares con sus aspiraciones cristianas. Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa y caritativa.

Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa. Divide su clámide en dos partes y entrega una al pobre. Cristo se le aparece vestido con la media capa: "Martín, catecúmeno, me ha cubierto con este vestido".

Pronto recibe el bautismo. Deja la milicia para seguir a Cristo. San Hilario de Poitiers quiere ordenarle de diácono. Él se queda de exorcista. Vuelve a su patria, convierte a su madre. De nuevo en Poitiers, funda Ligugé, auténtico monasterio misional. Allí pasa once años, feliz en su ambiente, pues Martín fue "soldado por fuera, obispo a la fuerza, monje por gusto".



Sulpicio Severo escribió Cartas y Diálogos y sobre todo la Vida de San Martin. Pocos libros habrán sido más leídos que éste, que ha servido de fuente para llevar por todas partes a través de cantares y poemas, representaciones teatrales, la pintura y la escultura la imagen de este Santo "el más popular y conocido de toda Europa".

Un historiador ha contado en Francia 3.667 parroquias dedicadas a él y 487 pueblos que llevan su nombre. Un buen número hay también en Alemania, Italia y España. Es simpático el párrafo en que Don Quijote enseña a Sancho la imagen de San Martín y le explica el caso de la capa.

Martín vivía feliz en Ligugé. Pero Tours se había quedado sin obispo. Un día del año 371, fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar. Establece cerca, para su humilde residencia, el monasterio de Marmoutiers, centro misionero de donde saldrán San Patricio y San Paulino de Nola. Desde allí parte para sus agotadoras correrías apostólicas, durante 35 años, por toda la Galia. Nada le retiene. Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la resurrección de varios muertos. Su fama es indescriptible. Es llamado "el apóstol de las Galias" nadie hizo tanto como él por Francia católica y San Gregorio de Tours le invoca como "Patrón especial del mundo entero".

Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente, agotaron sus fuerzas físicas. Se veía morir. Sus discípulos le piden que no les deje huérfanos. Martín contestó: "Señor, si aún soy necesario, no rehúso el trabajo. Sólo quiero tu voluntad". La liturgia comenta: "¡Oh feliz varón, que ni temió morir, ni recusó la vida".
Los discípulos querían colocarle más cómodo. "Dejadme así, les dijo, mirando al cielo, para dirigir mi alma en dirección hacia Dios". El demonio no dejaba de importunarle. "¿Qué haces ahí, gritó Martín, bestia sanguinaria? No hay nada en mí que te pertenezca, maldito. El seno de Abrahán me espera". Y entregó su alma a Dios. Era el 8 de noviembre del año 397.

Martín fue un asceta, un apóstol, un hombre de oración, muy influyente en toda la espiritualidad medieval. Su faceta principal, la caridad. El gesto de Amiens, dar media capa, fue superado, cuando siendo obispo, entregó su túnica entera a un mendigo gesto menos conocido . Sus mismos milagros, como los de Cristo, fueron milagros de caridad. Pasó haciendo el bien.
Autor del texto: Padre Rafael María López-Melús.
Anécdotas:
* San Martín de Tours es el Santo Patrono de la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina.
Según la tradición, se cuenta que el 20 de octubre de 1580, cuando los ediles españoles debían elegir qué santo sería el patrono de Buenos Aires, pusieron en un sombrero papelitos con los nombres de varios santos. El primero que salió fue San Martín de Tours y se decidió realizar de nuevo el sorteo porque ese santo era francés y preferían que el patrono fuese un santo español. No se sabe por qué, el papelito volvió al sombrero. Al realizarse de nuevo el sorteo,  San Martín de Tours volvió a salir dos veces consecutivas más, por lo que decidieron nombrarle como Patrono.
* El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dárselo al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.
* San Martín de Tours es uno de los santos más populares. Por ejemplo, en Francia, tiene dedicadas 3.667 iglesias que llevan su nombre. Además, 487 pueblos llevan también su nombre.
Oración
Oh Dios, que conoces que por nuestras fuerzas no podemos subsistir; concédenos benigno que, por la intercesión de tu confesor y pontífice san Martín, seamos fortalecidos contra todos los males que nos cercan. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Martín de Tours
Obispo
Año 397

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia
de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo
lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos
hecho a Él en persona.
Si tenéis fe, nada será imposible
para vosotros (Jesucristo. Mt. 17,20).

San Martín de ToursMartín significa: "el batallador". (De Mart = batalla). San Martín es un gran santo queridísimo para los franceses, y muy popular en todo el mundo.
Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.
Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: "Martín, hoy me cubriste con tu manto".
Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: "Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión". El general quiso darle varios premios pero él le dijo: "Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales".
Icono de San Martín de ToursEn seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo.
Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: "fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma".
Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.
En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.
Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó: "Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales".
Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia.
Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.
Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después sí al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué: "Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual". Al emperador le agradó aquella explicación.
En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: "Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?".
San Martín de ToursCon varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a esto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura.
Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: "¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?". El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: "Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar".
Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra.
El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir "medio manto" se dice "capilla", la gente decía: "Vamos a orar donde está la capilla". Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.


Martín de Tours

   
San Martín de Tours
El Greco - San Martín y el mendigo.jpg
San Martín y el mendigo, pintado por El Greco en 1597
Nacimiento316
Panonia (actual Hungría)
Fallecimiento397
Candes
Venerado enIglesia Católica Romana, Iglesia Ortodoxa
Festividad11 de noviembre (Iglesia Católica y 25 de octubre (Iglesia Ortodoxa)
AtributosMitra, báculo y a su lado un mendigo.
Patronazgosoldados, tejedores, comercios en general y fabricantes textiles, Francia, Hungría y numerosas ciudades, como Buenos Aires.
San Martín de Tours (Sabaria, Panonia; actual Szombathely, Hungría, 316Candes, actual Candes-Saint-Martin, Francia, 397) es uno de los santos más populares de la Cristiandad.

 

Vida

Recibió su educación en Pavía, ingresó con 15 años en la guardia imperial romana, en la que sirvió hasta el año 356 en Francia .
La leyenda más famosa en torno a su vida sucedería en el invierno de 337, cuando estando Martín en Amiens encuentra cerca de la puerta de la ciudad un mendigo tiritando de frío, a quien da la mitad de su capa, pues la otra mitad pertenece al ejército romano en que sirve. En la noche siguiente, Cristo se le aparece vestido con la media capa para agradecerle su gesto. Esta es la escena que iconográficamente se ha preferido para su representación.
Martín decide entonces dejar el ejército romano y convertirse, lo cual no puede hacer hasta pasado un tiempo, al negarle su licencia el emperador.
Tras dejar la vida militar se bautiza y se une a los discípulos de San Hilario de Poitiers en la ciudad de Poitiers.
 
Icono ortodoxo de San Martín de Tours.

Obispo[editar · editar código]

En el año 370 es nombrado Obispo de Tours. Su vida pastoral se caracterizó por la evangelización y la lucha contra las costumbres paganas. Aunque perseguía las teorías del gnosticismo y maniqueísmo de Prisciliano, acudió ante el emperador Magno Clemente Máximo para evitar que fuera ejecutado. El obispo galaico Hidacio insistió ante el emperador hasta que Prisciliano fue ejecutado. Martín, afligido y enfadado por este hecho, rompió sus relaciones con Hidacio. Más tarde tuvo que reconciliarse con él, cuando el emperador mas importante de la época se lo exigió como condición a cambio de terminar con las ejecuciones de priscilianistas.
Fallece en Candes en el año 397. Su vida la escribe Sulpicio Severo probablemente ese mismo año. Es uno de los elementos que contribuyen fuertemente a difundir su devoción y presencia en la cultura popular.
Su festividad se celebra el 11 de noviembre, coincidiendo con la matanza del cerdo en muchas regiones de España, de ahí el origen de la expresión «A cada cerdo le llega su San Martín».

Patronazgo

Patrono de los soldados. Patrono de Francia, de Hungría y de las ciudades de Poznan en Polonia, Buenos Aires en Argentina, Quiroga (Lugo), Carrión de los Céspedes, Orense, Coya, Las Fraguas, Villadoz (Zaragoza), Grisén (Zaragoza), Pozo de Almoguera, San Martín del Pimpollar, San Martín Jilotepeque en Chimaltenango, Guatemala, San Martín de Valdeiglesias y San Martín de Trevejo en España, Quillota y Codpa en Chile, San Martín Texmelucan Pue, Tixtla de Guerrero, Gro, Tixtlancingo, Municipio de Coyuca de Benitez, Gro., Acayucan, Ver. en México, Colonia Tovar en Venezuela y Utrecht y Groningen en los Países Bajos. Santo muy venerado en todo el mundo, tiene bajo su patronazgo múltiples parroquias a lo largo de Europa.

Patronazgo en Bucaramanga

En esta ciudad se encuentra la parroquia a San Martín de Tours ubicada en Coaviconsa; esta comunidad ha tomado a San Martín como patrono por recibir beneficios de él, y por la gran humildad y desprendimiento que este hombre manifestó con su primer parroco, el padre Jeffer Ludin Rayon Jimenez.

Patronazgo en Hungría

Puesto que este santo nació dentro de los límites de la antigua provincia de Pannonia (actualmente Hungría), cuando los húngaros paganos comenzaron a cristianizarse a finales del Siglo IX, el culto a San Martín comenzó a cobrar significancia en esta región. El primer rey cristiano, San Esteban I de Hungría (975 - 1038), santificó la Abadía de Pannonhalma en honor a San Martín, pues se creía que su lugar de nacimiento había sido la montaña donde se fundó el recinto religioso.
La relevancia de este santo como patrón húngaro continuó a través de las décadas en el reino, aunque a finales del siglo XI el papel preponderante pasó a ser ocupado por el rey San Esteban y, posteriormente, a comienzos del Siglo XIV, por la figura del rey San Ladislao I de Hungría (sin que el culto de San Esteban perdiese fuerza). Los motivos en altares continuaron apareciendo en iglesias húngaras con gran frecuencia hasta finales de la Edad Media.

Patrono de la ciudad de Buenos Aires

Cumpliendo con una antigua tradición, don Juan de Garay y los primeros miembros del cabildo, unos días después de fundada la Ciudad, el 20 de octubre de 1580, se reunieron para darle un santo como Protector y Patrono. La suerte recayó en San Martín. La historia que tiempo después fue pasando de boca en boca hasta el día de hoy es que los vecinos, al ver el nombre de un “santo francés”, se negaron a que fuera protector de una ciudad de las colonias españolas. Reiteraron la elección, y por tres veces salió el mismo nombre, considerando de esa forma que era Dios mismo quien quería ese santo patronazgo. Lo cierto es que desde el día de la elección San Martín de Tours pasó a ser parte importante de la historia y la vida de la Ciudad de Buenos Aires.

Patrono de Utrecht

El 11 de noviembre de cada año se celebra en Utrecht, Países Bajos, el Sint Maarten (San Martín). Niños caminan por las calles con faroles hechos de papel de colores y velas por dentro, en grupos pequeños y acompañados siempre de uno o más adultos y van de casa en casa pidiendo dulces o fruta. Los niños tocan a las puertas de las casas que han dejado una vela afuera y comienzan a cantar canciones de San Martín (Sint-Maartenliedjes). La iglesia-catedral (Dom) de Utrecht fue construida en honor a San Martín.

Obras musicales

San Martín de Tours ha inspirado varias obras musicales. Entre otras, la cantata Martinus (2008), sobre su vida, para recitador, barítono, coro infantil, coro mixto y orquesta, de la cual es autor el compositor español Luis de Pablo.

Véase también

Bibliografía

Enlaces externos


San Martín de Tours, obispo
fecha: 11 de noviembre
n.: c. 331 - †: c. 397 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Memoria de san Martín, obispo, en el día de su sepultura. Nacido en Panonia, de padres gentiles, siendo soldado en las Galias y aún catecúmeno, cubrió con su manto a Cristo en la persona de un pobre, y luego, recibido el bautismo, dejó las armas e hizo vida monástica en un cenobio fundado por él mismo en Ligugé, bajo la dirección de san Hilario de Poitiers. Después, ordenado sacerdote y elegido obispo de Tours, teniendo ante sus ojos el ejemplo del buen pastor, fundó en distintos pueblos otros monasterios y parroquias, adoctrinó y reconcilió al clero y evangelizó a los campesinos, hasta que fue al encuentro del Señor en Candes.
patronazgo: protector contra el alcoholismo y el empobrecimiento, patrono de los mendigos y alcohólicos recuperados, jinetes, posaderos, la Guardia Suiza Pontificia, soldados, sastres, productores de vino y de muchas ciudades del mundo, entre ellas Buenos Aires.
tradiciones, refranes, devociones: El veranillo de San Martín, dura tres días y ¡fin!
El viento que anda en San Martín, dura hasta el fin
Per San Martín el cierzu por vecín (asturiano) [Cierzo: viento frío del norte]
Ta San Martín, la nieu al pin (aragonés)
oración:
Oh Dios, que fuiste glorificado con la vida y la muerte de tu obispo san Martín de Tours, renueva en nuestros corazones las maravillas de tu gracia, para que ni la vida ni la muerte puedan apartarnos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

El gran san Martín, gloria de las Galias y lumbrera de la Iglesia de Occidente en el siglo IV, nació en Sabaria de Panonia, en la actual Hungría. Sus padres, que eran paganos, fueron más tarde a establecerse a Pavía. Su padre era un oficial del ejército, que había empezado como soldado raso. Es curioso notar que san Martín ha pasado a la historia como «santo militar». Como era hijo de un veterano, a los quince años, tuvo que alistarse en el ejército contra su voluntad. Aunque no era todavía cristiano bautizado, vivió algunos años más como monje que como soldado. Cuando se hallaba acuartelado en Amiens, tuvo lugar el incidente que ha hecho tan famoso al santo en la historia y en el arte. Un día de un invierno muy crudo, se encontró en la puerta de la ciudad con un pobre hombre casi desnudo, que temblaba de frío y pedía limosna a los transeúntes. Viendo Martín que las gentes ignoraban al infeliz mendigo, pensó que Dios le ofrecía la oportunidad de socorrerle; pero, como lo único que llevaba eran sus armas y su uniforme, sacó su espada, partió su manto en dos y regaló una de las mitades al mendigo, guardando la otra para sí. Algunos de los presentes se burlaron al verle vestido en forma tan ridícula, pero otros quedaron avergonzados de no haber socorrido al mendigo. Esa noche, Martín vio en sueños a Jesucristo vestido con el trozo del manto que había regalado al mendigo y oyó que le decía: «Martín, aunque sólo eres catecúmeno, me cubriste con tu manto». Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, afirma que Martín se había hecho catecúmeno a los diez años por iniciativa propia, y que, en cuanto tuvo la visión que acabamos de describir, «voló a recibir el bautismo». Sin embargo, no abandonó inmediatamente el ejército. Pero después de la invasión de los bárbaros, cuando se presentó ante su general Julián César con sus compañeros para recibir su parte del botín, se negó a aceptarla y le dijo: «Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame en adelante servir a Jesucristo. Reparte el botín entre los que van a seguir luchando; yo soy soldado de Jesucristo y no me es lícito combatir». El general se enfureció y le acusó de cobardía. Martín replicó que estaba dispuesto a marchar al día siguiente a la batalla en primera fila y sin armas en el nombre de Jesucristo. Julián César le mandó encarcelar, pero pronto se llegó a un armisticio con el enemigo, y Martín fue dado de baja en el ejército. Inmediatamente se dirigió a Poitiers, donde san Hilario era obispo, y el santo doctor le acogió gozosamente entre sus discípulos (Sobre este punto, la narración de Sulpicio Severo ofrece considerables dificultades cronológicas).

Una noche, mientras dormía, recibió Martín la orden de partir a su patria. Cruzó los Alpes, donde logró escapar de unos bandoleros en forma extraordinaria, llegó a Panonia y allí convirtió a su madre y a algunos otros parientes y amigos, pero su padre persistió en la infidelidad. En la Iliria se opuso con tal celo a los arrianos, que fue flagelado públicamente y expulsado de la región. En Italia se enteró de que los arrianos triunfaban también en la Galias y habían desterrado a san Hilario, de suerte que se quedó en Milán. Pero el obispo arriano, Auxencio, le expulsó de la ciudad. Entonces, el santo se retiró, con un sacerdote, a la isla de Gallinaria, en el Golfo de Génova, y ahí permaneció hasta que san Hilario pudo volver a Poitiers, el año 360. Como Martín se sintiese llamado a la soledad, san Hilario le cedió unas tierras en el actual Ligugé. Pronto fueron a reunirse con él otros ermitaños. La comunidad (según la tradición, fue la primera comunidad monástica de las Galias) se convirtió, con el tiempo, en un gran monasterio que existió hasta 1607; en 1852, lo ocuparon los benedictinos de Solesmes. San Martín pasó allí diez años, dirigiendo a sus discípulos y predicando en la región, donde se le atribuyeron muchos milagros. Hacía el año 371, los habitantes de Tours decidieron elegirle obispo. Como él se negase a aceptar el cargo, los habitantes de Tours le llamaron con el pretexto de que fuese a asistir a un enfermo y aprovecharon la ocasión para llevarle por la fuerza a la iglesia. Algunos de los obispos a quienes se había convocado para la elección, arguyeron que la apariencia humilde e insignificante de Martín le hacía inepto para el cargo, pero el pueblo y el clero no hicieron caso de tal objeción.

San Martín siguió viviendo como hasta entonces. Al principio, fijó su residencia en una celda de las cercanías de la iglesia, pero como los visitantes le interrumpiesen constantemente, acabó por retirarse a lo que fue más tarde la famosa abadía de Marmoutier. El sitio, que estaba entonces desierto, tenía por un lado un abrupto acantilado y por el otro, un afluente del Loira. Al poco tiempo, habían ya ido a reunirse con san Martín ochenta monjes y no pocas personas de alta dignidad. La piedad, los milagros y la celosa predicación del santo, hicieron decaer el paganismo en Tours y en toda la región. San Martín destruyó muchos templos, árboles sagrados y otros objetos venerados por los paganos. En cierta ocasión, después de demoler un templo, mandó derribar también un pino que se erguía junto a él. El sumo sacerdote y otros paganos aceptaron derribarlo por sí mismos, con la condición de que el santo, que tanta confianza tenía en el Dios que predicaba, aceptase colocarse junto al árbol en el sitio que ellos determinasen. Martín accedió y los paganos le ataron al tronco. Cuando estaba a punto de caer sobre él, el santo hizo la señal de la cruz y el tronco se desvió. En otra ocasión, cuando demolía un templo en Antun, un hombre le atacó, espada en mano. El santo le presentó el pecho, pero el hombre perdió el equilibrio, cayó de espaldas y quedó tan aterrorizado, que pidió perdón al obispo. Sulpicio Severo narra éstos y otros hechos milagrosos, algunos de los cuales son tan extraordinarios, que el propio Sulpicio Severo dice que, ya en su época, no faltaban «hombres malvados, degenerados y perversos» que se negaban a creerlos. El mismo autor refiere algunas de las revelaciones, visiones y profecías con que Dios favoreció a san Martín. Todos los años, solía el santo visitar las parroquias más lejanas de su diócesis, viajando a pie, a lomo de asno o en barca. Según su biógrafo, extendió su apostolado desde la Turena hasta Chartres, París, Antun, Sens y Vienne, donde curó de una enfermedad de los ojos a san Paulino de Nola. En cierta ocasión en que un tiránico oficial imperial llamado Aviciano llegó a Tours con un grupo de prisioneros y se disponía a torturarlos al día siguiente, san Martín partió apresuradamente de Marmoutier para interceder por ellos. Llegó cerca de la medianoche e inmediatamente fue a ver a Aviciano, a quien no dejó en paz sino hasta que perdonó a los prisioneros.


En tanto que san Martín conquistaba almas para Cristo y extendía pacíficamente su Reino, los priscilianistas, que constituían una secta gnóstico-maniquea fundada por Prisciliano, empezaron a turbar la paz en las Galias y en España. Prisciliano apeló al emperador Máximo la sentencia del sínodo de Burdeos (348), pero Itacio, obispo de Ossanova, atacó furiosamente al hereje y aconsejó al emperador que le condenase a muerte. Ni san Ambrosio de Milán ni san Martín, estuvieron de acuerdo con la actitud de Itacio, quien no sólo pedía la muerte de un hombre, sino que además mezclaba al emperador en los asuntos de la jurisdicción de la Iglesia. San Martín exhortó a Máximo a no condenar a muerte a los culpables, diciéndoles que bastaba con declarar que eran herejes y estaban excomulgados por los obispos. Pero Itacio, en vez de aceptar el parecer de san Martín, le acusó de estar complicado en la herejía. Sulpicio Severo comenta a este propósito que esa era la táctica que Itacio solía emplear contra todos aquéllos que llevaban una vida demasiado ascética para su gusto. Máximo prometió, por respeto a san Martín, que no derramaría la sangre de los acusados; pero, una vez que el santo obispo partió de Tréveris, el emperador acabó por ceder y dejó en manos del prefecto Evodio la decisión final. Evodio, por su parte, viendo que Prisciliano y algunos otros eran realmente culpables de algunos de los cargos que se les hacían, los mandó decapitar. San Martín volvió más tarde a Tréveris a interceder tanto por los priscilianistas españoles, que estaban bajo la amenaza de una sangrienta persecución, como por dos partidarios del difunto emperador Graciano. Eso le puso en una situación muy difícil, en la que le pareció justificado mantener la comunión con el partido de Itacio, pero más tarde tuvo ciertas dudas sobre si se había mostrado demasiado suave al proceder así (san Siricio, papa, censuró tanto al emperador como a Itacio por su actitud en el asunto de los priscilianistas. Fue ésa la primera sentencia capital que se impuso por herejía, y el resultado fue que el priscilianismo se difundió por España).

San Martín tuvo una revelación acerca de su muerte y la predijo a sus discípulos, los cuales le rogaron con lágrimas en los ojos que no los abandonase. Entonces el santo oró así: «Señor, si tu pueblo me necesita todavía, estoy dispuesto a seguir trabajando. Que se haga tu voluntad». Cuando le sobrecogió la última enfermedad, san Martín se hallaba en un rincón remoto de su diócesis. Murió el 8 de noviembre del año 397. El 11 de noviembre es el día en que fue sepultado en Tours. Su sucesor, san Bricio, construyó una capilla sobre su sepulcro; más tarde, fue sustituida por una magnífica basílica. La Revolución Francesa destruyó la siguiente basílica que se construyó allí. La actual iglesia se levanta en el sitio en que se hallaba el santuario saqueado por los hugonotes en 1562. Hasta esa fecha, la peregrinación a la tumba de san Martín era una de las más populares de Europa. En Francia hay muchas iglesias dedicadas a san Martín y lo mismo sucede en otros países. La más antigua iglesia de Inglaterra lleva el nombre de este santo: se trata de una iglesia en las afueras de Canterbury, y Beda dice que fue la primera que se construyó durante la ocupación romana. De ser cierto esto, debió tener otro nombre al principio, y recibió el de san Martín cuando san Agustín y sus monjes tomaron posesión de ella. Un historiador ha contado en Francia 3.667 parroquias dedicadas a él y 487 pueblos que llevan su nombre. Un buen número hay también en Alemania, Italia y España.

La literatura y la iconografía sobre el santo es inmensa. La fuente principal, sin embargo, es Simplicio Severo, quien visitó a san Martín en Tours, y cuyos relatos son mucho más importantes que cualquiera de los documentos posteriores. Cuando murió san Martín, Sulpicio ya había terminado su biografía. Algún tiempo después, revisó su obra e introdujo en ella el texto de tres largas cartas que había escrito en el intervalo; en la última de ellas describía la muerte y los funerales del santo. Entre tanto, había escrito también una crónica general, en cuyo capítulo 50 del libro II trata de la actuación de san Martín en la controversia priscilianista. Finalmente, el año 404 compuso un diálogo con algunos otros materiales, donde compara a san Martín con los ascetas primitivos y cuenta algunas anécdotas. Casi un siglo y medio después de la muerte de san Martín, su sucesor en la sede de Tours, san Gregorio, hizo otra importante contribución a la historia de su venerado predecesor. Desgraciadamente, las cronologías de Sulpicio y de Gregorio son diferentes con frecuencia. En la literatura el personaje de san Martín está muy presente, y en particular seguramente recordarán los de tradición hispana el fragmento del Quijote en el que el héroe explica a Sancho el caso de la capa:
«Descubrió [una talla] el hombre, y pareció ser la de San Martín puesto a caballo, que partía la capa con el pobre; y apenas la hubo visto don Quijote, cuando dijo:
-Este caballero también fue de los aventureros cristianos, y creo que fue más liberal que valiente, como lo puedes echar de ver, Sancho, en que está partiendo la capa con el pobre y le da la mitad; y sin duda debía de ser entonces invierno, que, si no, él se la diera toda, según era de caritativo.
-No debió de ser eso -dijo Sancho-, sino que se debió de atener al refrán que dicen: que para dar y tener, seso es menester.»

(2ª parte, Cap LVIII)

Aunque es patrono de muchos oficios y muchas ciudades, e incluso san Gregorio de Tours lo proclama como «patrono especial del mundo entero», me gustaría contar la anécdota de uno solo de esos patronazgos, el de la ciudad de Buenos Aires: dice una antigua tradición que a poco de fundar la ciudad (por segunda vez) en 1580, se reunieron los miembros del Cabildo para la elección del patrono. La suerte recayó en san Martín de Tours, pero algunos vecinos se opusieron por ser francés -preferían mnás bien uno español- así que repitieron la elección, y volvió a recaer en san Martín de Tours, y aun una tercera vez, y volvió a salir el mismo papel, por lo que dedujeron que se trataba de la voluntad de Dios que el santo francés fuera el patrono de tan hispánica ciudad. Lo cierto es que muchos lugares en la historia de la ciudad aluden a san Martín no por el Gral. Don José de San Martín, libertador patrio, sino por el santo patrono.

E. Babut aprovechó las diferencias cornológicas entre Severo y Gregorio para hacer una crítica destructiva en su obra titulada St. Martin de Tours (1912), que en su época causó sensación. La respuesta detallada del P. Delehaye en Analecta Bollandiana (vol. XXXVIII, 1920, pp. 1-136) es tal vez la última palabra en la materia. Las biografías y estudios sobre diferentes aspectos de la vida de san Martín son muy numerosos. Ver sobre todo las obras de A. Lecoy de la Marche, C. H. van Rhijn, P. Ladoué. Acerca de san Martín en el arte, cf. Künstle, Ikonopraphie, vol. II, pp. 438-444; y el volumen de H. Martin en la colección L'art et les saints. San Martín ha jugado también un papel muy importante en la formación de tradiciones populares; por ejemplo, en muchos dichos populares franceses figura su nombre. Artículo del Butler, con unos pocos agregados finales (la referencia al Quijote y la anécdota sobre Buenos Aires). La "Vida de San Martín de Tours" por Sulpicio Severo está accesible en español gracias a una traducción reciente de Cuadernos Monásticos. Imposible elegir una obra de arte como la más bella o representativa de las dedicadas al santo, escogemos una vidriera con la escena en la que el santo parte su capa con el pobre, en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Skipton, Yorkshire, Inglaterra, que recogemos de la increible colección de fotos de vidrieras del Hno Lawrence O.P.; y el siempre emocionante San Martín y el Pobre, de El Greco, año 1597-99, en la Capilla de San José, de Toledo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



 

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