domingo, 10 de noviembre de 2013

María Ana Sala, Beata


Virgen Marcelina, 24 Noviembre
 
María Ana Sala, Beata
María Ana Sala, Beata

Nació en Brivio (pueblo italiano de la provincia de Lecco) el 21 de abril de 1829.

Fue una de las primeras alumnas de la naciente escuela de las Hermanas Marcelinas en el pueblo de Vimercate.

Fue acogida por la Madre Marina Videmari, rápidamente se distinguió por lo ejemplar de su vida y por su aprovechamiento escolar.

En 1848, entró a formar parte de de la nueva Congregación, comprendió de inmediato que su ideal y su misión tendrían que ser en la enseñanza , la educación, la formación de las jóvenes en la escuela y en la familia.

Sor María Ana se santificó en la sencillez por su total fidelidad al Carisma de la congregación que había elegido. De su vida y ejemplo, surgen tres enseñanzas: la necesidad de la formación de un buen carácter firme, sensible, equilibrado; el valor santificador del compromiso en el propio deber, asignado por la obediencia y la importancia esencial de la obra educativa.

Su pedagogía fue la que su director espiritual, Monseñor Luis Biraghi, le recomendó: estar cercana, estar junto a las jóvenes en cada momento y circunstancia, participando de su vida cotidiana, en clases, en la capilla, en el comedor, en la recreación, en el dormitorio.

Entre sus mejores alumnas, se recuerda a la jóven Judith Alghisi Montini, la que después sería mamá del futuro papa Paulo VI.

Maria Ana Murió santamente el 24 de noviembre de 1891.

Fue beatificada por Juan Pablo II en 1980.




Beata María Ana Sala, virgen
fecha: 24 de noviembre
n.: 1829 - †: 1891 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 26 oct 1980
hagiografía: Santi e Beati
En Milán, de Italia, beata María Ana Sala, virgen de la Congregación de Hermanas de Santa Marcelina, que, entregada totalmente a la formación de las niñas, fue maestra cimentada en la fe y la piedad.

El instituto de las Hermanas Marcelinas fue fundado en Vimercate en 1838 por el beato Luis Biraghi, hombre de vasta cultura y profunda piedad, profesor y director espiritual en el Seminario Mayor de Milán, doctor por la Ambrosiana. Eso conjuga con el interés de formar a la mujer con una cultura adecuada y con conocimientos teológicos, a fin de que pudiese asumir la defensa de la fe en la sociedad de la época, culta y activa, pero turbada por peligrosas nuevas ideologías. El Instituto toma el nombre de santa Marcelina -educadora de los santos hermanos Sátiro y Ambrosio-, que por la claridad y novedad de los métodos, y la firmeza en la virtud de las primeras hermanas que lo integraron, tuvo frutos excepcionales.

Y a este instituto ingresó María Ana Sala, la cual, nacida en Brivio (Lecco) el 21 de abril de 1829, fue enviada, desde los once años, a estudiar en el colegio de Vimercate, junto al naciente Instituto de las Marcelinas, y adjunta para su formación cultural y espiritual a la Madre Videmari, fiel colaboradora del fundador. En 1946, conseguido el primer título de grado, volvió con su familia, donde prodigó toda su consoladora bondad, especialmente en relación a las enfermedades de la madre y la ruina económica del padre, y al mismo tiempo colaborando en el apostolado entre los niños sufrientes y necesitados de la parroquia.

Así que cuando sintió la llamada de Dios a una vida de mayor consagración y dedicada a la escuela, eligió las Marcelinas, presentándose para ser admitida en 1848 por el propio fundador. Su carácter se adaptó perfectamente a la regla del Instituto, que requería una intensa vida mixta, de intensa interioridad y una fuerte acción apostólica y educativa entre las alumnas; en 1852 pronunció los votos perpetuos, en lo que fueron la primera profesión pública de las Marcelinas. Desempeñó su actividad como maestra de escuela elemental y de música en el colegio de Cernuso sul Naviglio y luego en las casas de Milán y Génova. Tuvo el mérito de ser llamada «Regla viviente» del Instituto y «Madre de las almas» por las alumnas.

Otra etapa de su luminosa vida fue la asistencia, en 1859, a los heridos de la Guerra de la Independencia, en el Hospital Militar de San Lucas; después de nueve años de enseñanza en Génova fue transferida a Milán como maestra de cursos superiores y asistente de la Madre Videmari. Fue físicamente atormentada por un doloroso carcinoma en el cuello que, aunque no pudo hacerle disminuir su intensa actividad, la llevó a la muerte el 24 de noviembre de 1891, entre el llanto de cuantos la rodeaban y la fama de santidad. Fue beatificada por SS. Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980.
 

No hay comentarios: