lunes, 4 de noviembre de 2013

La manifestación de Dios en cada uno

 


 
En Él nos movemos, somos y existimos
En Él nos movemos, somos y existimos
Extraído de la correspondencia entre hij@ y Padre espiritual
 Bueno, aquí estamos ante la mirada de Dios. Mirada siempre benevolente, misericordiosa, que ve más allá de las apariencias. Incluso donde nosotros mismos no podemos ver acerca de nosotros.
 Sí, hoy pensaba… no siento el contento, me veo sin gracia, y sin embargo estamos todos hechos de la substancia de Dios.
 Sí, claro. A veces notamos más los ciclos del cuerpo o los estados transitorios de la mente y cuesta percibir la gracia o su presencia. Sin embargo, Él siempre está. Se manifiesta de diferente manera, según la situación.
 ¿Qué maneras tiene Dios de manifestarse en una persona?
 Infinitas. Sucede que nos parece que su forma de manifestarse es tal o cual, de acuerdo a lo que imaginamos o según lo leído o recordado. Empero, Él está siempre de acuerdo a nuestra necesidad. Por caso: 
Puede notarse mediante una alegría súbita, inesperada y sin motivo. A través de un repentino acto de contrición, en el cual comprendemos nuestro error pasado en aquella cosa… Por la ayuda que brindamos a un hermano, por la ayuda que recibimos, en una manifestación de cariño. En la Eucaristía, en los sacramentos en general… ¡De tantas formas!
Sin duda en el transcurso de la vida espiritual se siente muchas veces la presencia de Dios. A veces lo has identificado, a veces no, pero sin duda que se ha hecho presente. En las veces que has orado, en ocasiones ante los iconos que escribías o contemplabas, en tus comprensiones, en tus compunciones, en las alegrías, en nuestros diálogos, en tus cambios y un largo, etc.
En verdad Dios se manifiesta en todo, al ser todo obra suya. El albañil o el constructor… no puede sino estar presente en la obra terminada, aunque a veces no se lo descubra en sus particularidades.
 Es tremendo que Sus obras Lo olvidemos, Lo apartemos de nosotros.
 Es debido a la fascinación que la belleza de lo creado ejerce en las criaturas. Y allí radica parte de nuestra caída condición; que se deja llevar por el atractivo de lo de fuera, ignorando la luz que permite esa visión y que está dentro.
 Intento comprender lo que dice… no solo sus palabras, sino la sabiduría que encierran, intento vivirlo.
 Claro. Entre lo percibido y el que percibe, hay una manifestación de la gracia por lo general ignorada, que es el hecho mismo de la visión, no como fenómeno ocular particularmente, sino como evento que vincula, misteriosamente aquello que es, con lo que lo observa.
Algunos teólogos han dicho (no recuerdo ahora quienes) que esa mirada que es capaz de contemplar el vínculo más allá de los fenómenos, es precisamente acción de la gracia, develando el misterio de la presencia.
 ¿Finalmente lo observado y el que observa se confunden?
 No del todo diría… aunque podría sentirse así. Está aquello que permite la mirada; en este caso el ser humano con su cuerpo, mente y percepción, y aquello que es observado, en este caso lo creado. Pero más allá de todo ello, hay algo que permite el Ser mismo de las cosas, la manifestación de lo uno y de lo otro y de este mismo apercibir. Esta sería la manifestación más patente de la presencia de Aquél que nos creó y a Quién todo le debemos.
 ¿Cómo podríamos acercarnos a Él?
 mmm… Sucede que estamos no solo cerca de Él, sino que en Él nos movemos, somos y existimos, como dijera tan claramente San Pablo. Por lo cual es vano todo intento de cercanía, no podemos acercarnos más de lo que estamos, siendo nosotros chispa de su misma luz divina. Sin embargo, podemos… “despejarnos”, limpiarnos de lo que nos obstaculiza esta percepción que te describo.
 ¿Y cómo limpiarnos de lo que nos obstaculiza?
‒ Bueno, las diferentes ascesis implementadas en las distintas corrientes de espiritualidad de nuestra Iglesia apuntan todas, sin dudas a eso mismo. Diferentes escaleras que permiten ascender un tanto, hasta que esa visión nueva permita la clara mirada, ese despegamiento de obstáculos al que aludimos. En nuestro caso, nuestra ascesis tiene:
El tema del contento, fruto de la fe inquebrantable, más allá de lo que ocurra, como uno de sus pilares.
La recitación lo más continua posible de la oración de Jesús, para mantener la mente centrada y atenta a la presencia, sería otra base firme.
Y finalmente, cierta actitud de abandono confiado, que sabe que todo, todo es parte de Su plan, completa la visión y la conducta adecuada.

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