sábado, 9 de noviembre de 2013

Gelasio I Papa, Santo


IL Papa, 21 Noviembre
 
Gelasio I, Santo
Gelasio I, Santo

No se sabe si nació en África o era romano de origen, pero sí consta que fue elegido pontífice en el 492 y que reinó cuatro años y medio, distinguiéndose por su energía.

Parece que no es obra suya el Decreto Gelasiano que contiene una lista de los libros del canon bíblico, pero sí hay que atribuirle reformas litúrgicas y sin ninguna duda una actitud muy firme respecto a los herejes: combatió implacablemente a pelagianos, nestorianos y monofisitas, e hizo quemar los libros de los maniqueos.

También hombre de una pieza en el conflicto que le enfrentó a un obispo cismático de Constantinopla, afirmando en todo momento la primacía de la sede romana, sin olvidar que formuló con claridad, quizá por primera vez, la supeditación que en último término debe el poder temporal al espiritual.

Este esquemático repaso a sus actividades le señala como un papa que no perdía el tiempo y que en menos de un lustro dejó huella en todas las cuestiones relativas a la fe y a la disciplina. Su figura se ve así envuelta en un aura de inflexibilidad.

Aunque la idea más común acerca de ser santo se relaciona con blandas efusiones teñidas de sentimentalismo, la santidad estriba muchas veces en ser duro. San Gelasio, defendiendo el depósito de la fe y la Iglesia de Roma es inflexible, no retrocede ni una pulgada; y también ha pasado a la historia como «padre de los pobres», porque para él caridad significaba las dos cosas, ser de hierro custodiando la herencia de Dios y de cera y miel para las necesidades de sus hermanos.


San Gelasio I, papa
fecha: 21 de noviembre
†: 496 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Junto a la basílica de San Pedro, en Roma, san Gelasio I, papa, esclarecido por su doctrina y santidad, el cual, para que la autoridad imperial no perjudicara la unidad de la Iglesia, aclaró a fondo las características propias de las dos potestades y su mutua independencia. Movido por su caridad sin medida y las necesidades de los indigentes, murió en la más extrema pobreza.

Felix II y su secretario y sucesor Gelasio, el santo que hoy celebramos, son los papas a quienes tocó abrir esa larga, fecunda, compleja, llena de contrastes, etapa de la Iglesia y del mundo que llamamos Edad Media; mal nombre para un período de casi 1000 años que no se limitó simplemente a «estar en medio», sino que fue realización de novedades y semillero de ideas y perspectivas que fructificarían después. Pienso en los monasterios, universidades, en la Europa unificada que promovía la circulación de sabios, en los comienzos de la educación que se irá extendiendo con el tiempo a todos, y un largo etc. Una de esas realizaciónes complejas, y por tanto contradictorias y sometidas al claroscuro de la valoración, fue la conquista de un carácter institucional fuerte de la Iglesia frente al Imperio, la formulación del «principio de los dos poderes» que dominará la vida medieval (y que para muchos, lamentablemente, es la unica fórmula posible de relación Iglesia-Estado). San Gelasio es el papa del «principio de los dos poderes», formulado así en carta al emperador Anastasio (491-518):

«Dos son los poderes por los que se rige principalmente el mundo: el de los obispos y el de los reyes. De los dos, es tanto mayor el de los obispos, cuanto que ellos tienen que dar cuenta ante el tríbunal de Dios de todos los hombres, incluso de los reyes. Vuestra piadosa majestad no tendrá más remedio que admitir que nadie, en ningún momento ni con ningún pretexto humano, podrá atentar jamás contra la misión absolutamente única del hombre al que el mandato del mismo Cristo ha puesto a la cabeza de todos y al que la Santa Iglesia reconoce como su jefe. Lo que se apoya en el sólido fundamento del derecho divino puede, ciertamente, ser atacado por la insolencia de los hombres, pero nunca, sea cual sea el poder de donde procedan tales ataques, podrá ser vencido». (Epístola VIII, MPL059,40-41, traducción de JM León)1.

Si no conociéramos nada de la historia de la Iglesia, ¿podríamos imaginar leyendo este texto que hace menos de 200 años la Iglesia todavía luchaba por su vida, por salir de las catacumbas y respirar un poco de libertad de movimientos? Pero ésta no es la mayor realización de su pontificado; en tan sólo cuatro años que duró, resultó ser un período muy prolífico entre documentos, cartas, decretos, que ocupan largas páginas de las colecciones documentales de la antigüedad cristiana (como el Migne), la mayoría de las cuales han podido ser refrendados por la crítica como auténticos.

A san Gelasio debemos el transmitirnos una lista oficial de los libros bíblicos; documento de importancia fundamental, porque aunque hay cánones bíblicos más antiguos, hay poco que pueda considerarse refrendado por la suma autoridad. Esta lista se mostró con posterioridad proveniente del papa san Dámaso, un siglo antes, sin embargo sigue siendo cierto que debemos a Gelasio su transmisión (se le sigue llamando el «Canon gelasiano»). Y junto con ello una lista de los escritos de los que se consideraban en ese momento «Padres de la Iglesia» (luego, naturalmente, la lista se amplió, ya que la era patrística termina un siglo más tarde), así como una lista de los escritos que la Iglesia considera «apócrifos», en especial aquellos que considera heréticos y perniciosos. Todo esto ya con la plena percepción del principio que él mismo enuncia con completa claridad: la Sede Romana es realmente la sede que rige al resto de la Iglesia, por encima de las «sedes hermanas» de Constantinopla o Antioquía.

Ahora bien, en la fría enumeración de los avances y logros de su pontificado, puede quedarnos a oscuras lo principal para esta hagiografía, y es que no llegó a ser proclamado santo por ser un buen administrador, que lo fue, ni un prolífico escritor, que también lo fue, ni por consolidar como nadie antes la autoridad de la sede romana o por luchar denodadamente contra la herejía, lo que también es cierto, sino porque todo ello estuvo guiado por una vida de profunda piedad y caridad; es ésa la fuente que alimenta la fuerza de un pontificado breve e intenso, y que podemos resumir en estas palabras:
«Gelasio es ante todo notable por su espíritu de oración, penitencia y estudio. Tenía gran deleite en acompañarse de monjes y fue un verdadero padre de los pobres, que murió con las manos vacías a causa de su generosa caridad.» 2


Fuentes: en Encuentra se reproduce, lamentablemente sin citar la fuente, el capítulo dedicado a Gelasio I en «Los Papas, de san Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp. 83-84; buena y breve síntesis, aunque lamentablemente sólo se ocupa del principio de los «dos poderes» sin tener en cuenta todos los demás aspectos de este rico pontificado. Mucho más amplio es el artículo de John F.X. Murphy en la Catholic Encyclopedia, cuyo original citamos en nota 2, y que puede leerse traducido en el site de Aciprensa. Los documentos del pontificado en la edición Migne pueden bajarse enteros (en latín) de Documenta Catholica Omnia, mientras que en Denzinger puede encontrarse en español los decretos más importantes de su pontificado.
Notas:
1: El principio central dice: «Duo quippe sunt, imperator Auguste, quibus principaliter mundus hic regitur: actoritas sacra pontificum et regalis potestas.»: «pues son dos, Augusto Emperador, por quienes es regido este mundo: la sagrada aautoridad de los 'pontífices' y la potestad real...». Es muy importante tener en cuenta que Gelacio habla aquí de 'pontifices' (en plural), y que por tanto, para el lenguaje de su época, se refiere a los obispos, no al 'summus pontifex', que sería el Obispo de Roma; están por tanto mal traducidas las versiones que circulan por aquí y allí y que dicen «dos son los poderes....: el del Pontífice y el del Emperador», esa traducción supone una interpretación muy posterior del concepto de «pontífice». Ahora bien, hecha esta aclaración, también debe tenerse presente que el concepto que Gelasio expresa es sólo a medias novedoso, mucho menos de lo que nos parece a nosotros. En efecto, «pontifex» es un título pagano, es el título y función de los sacerdotes en la religión romana, por tanto en ese punto Gelasio no hace sino acogerse a la interpretación romano-clásica del poder; la gran novedad no está en «repartir» el poder entre la esfera espiritual y la política, sino en presentar abiertamente, y nada menos que ante el emperador, que los sucesores auténticos de los «pontifices» del Imperio Romano son los «episcopi» cristianos; sucesión que ya se daba de hecho, pero que este texto de Gelasio consolida -o ayuda a consolidar- de derecho.
 

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