domingo, 10 de noviembre de 2013

Flora y María, Santas


Mártires, 24 de noviembre
 
Flora y María, Santas
Flora y María, Santas

Vírgenes y Mártires

Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santas Flora y María, vírgenes y mártires, que en la persecución llevada a cabo por los musulmanes fueron encarceladas con san Eulogio y después muertas a espada (856).

Etimología: Flora = Aquella que es una bella doncella adornada con una flor, es de origien latino.

María = Aquella que es excelsa - la amada por Dios, es de origen hebreo.


Los martirologios de Adón, Usuardo, Maurolico, del obispo Equilino y el Romano hacen memoria de estas dos vírgenes mártires de Córdoba lo que hace pensar en la repercusión que debió tener el doble martirio en toda la España del siglo IX y explicar la rápida difusión de su culto.

Flora es hija de madre cristiana y padre musulmán. Fue educada por su madre desde pequeña en el amor a Jesucristo y aprendió de sus labios el valor relativo de las cosas de este mundo. Tiene un hermano —musulmán fanático— que la denuncia como cristiana en la presencia del cadí. Allí es azotada cruelmente para hacerla renegar, pero se mantiene firme en la fe. El cadí la pone bajo la custodia de su hermano que ahora tiene el encargo de la autoridad para hacerla cambiar de actitud. Soporta todas las vejaciones y ultrajes a que la somete su hermano siempre con la intención de pervertirla.

María es hija de cristianos que han puesto a su hijo Walabonso bajo la custodia de un sacerdote con el encargo de educarlo en un monasterio; mientras ella entra en el cenobio de Cuteclara. Muerto mártir su hermano, se dirige ahora a la iglesia de san Acisclo después de haber tomado una firme resolución.

Las dos jóvenes coinciden a los pies de san Acisclo. El saludo de la paz les ha facilitado abrirse mutuamente las almas y se encuentran en comunión de sentimientos, deseos y resoluciones. Se juran amistad para siempre, una caridad que dura hasta el Cielo.

Se encaminan con valentía al palacio del cadí y hacen ante él pública profesión de fe cristiana.

Encarceladas junto con prostitutas y gente de mal vivir, son condenadas por los jueces a morir decapitadas, no sin el consuelo, ánimo y bendición de san Eulogio que las conoció. Hecha la señal de la cruz, primero será la cabeza de Flora la cortada por el alfanje, después rueda la de María. Sus cuerpos quedan expuestos, para disuasión de cristianos y demostración de poder musulmán, a las aves y los perros. Al día siguiente los arrojaron al Guadalquivir.

Sus cabezas se depositaron en la iglesia de san Acisclo.



Santas Flora y María, vírgenes y mártires
fecha: 24 de noviembre
†: 851 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santas Flora y María, vírgenes y mártires, que en la persecución llevada a cabo por los musulmanes fueron encarceladas con san Eulogio y después muertas a espada.
patronazgo: protectoras de las personas abandonadas y traicionadas.

La «Passio» de estas dos vírgenes mártires fue escrita por san Eulogio de Córdoba, que las conoció en la cárcel. Flora, nacida en Córdoba de padre musulmán y madre cristiana, fue educada por ésta, después de la muerte de su marido, en la religión católica. Para evitar el constante choque con su hermano musulmán y para mejor dedicarse a la piedad y la penitencia, hacia el 845 se alejó de su casa, y fue a vivir con su hermana Baldegoto. Debido a esta fuga, delatada por su hermano, fueron detenidos algunos clérigos y fieles, y Flora regresó a su casa. Denunciada por su hermano al cadí (juez) bajo la acusación de apostasía, fue brutalmente golpeada. Cuando la soltaron volvió a escapar y permaneció oculta durante seis años en las cercanías de Martos (Jaén); entonces, encendida en deseo del martirio, regresó a Córdoba, donde en la basílica de San Acisclo conoció a María (llamada también indistintamente Marta), que se había criado en el monasterio de Santa María de Cuteclara, cerca de Córdoba, bajo la orientación de la viuda Artemia. Desde que fuera martirizado su hermano monje, el diácono Wallabonso, María había dejado el monasterio en busca del martirio.

Encontrándose así, Flora y María fueron ante el cadí a profesar públicamente su fe católica. Puestas en la cárcel, fueron visitadas por san Eulogio, que también estaba en la misma prisión, y, movido por la fortaleza y el sufrimiento de las dos vírgenes, en cuanto regresó a su celda comenzó a escribir para ellas ese ardiente tratado, el «Documentum Martyriale», que es la más noble apología y exhortación al martirio. Varias veces interrogadas y juzgadas por el cadí, perseveraron firmes en la fe, y por ello fueron decapitadas el 24 de noviembre del 851, durante la cruel persecución del emir Abd-e-Rahman II. Sus cuerpos, abandonados en el campo pero respetados por los mismos animales, fueron luego arrojados al río Guadalquivir, pero el cuerpo de María fue encontrado y enterrado por los cristianos en la iglesia del monasterio de Cuteclara. Las cabezas de las dos mártires fueron colocadas en la basílica de San Acisclo. San Eulogio, que atribuye a la intercesión de las dos vírgenes su puesta en libertad pocos días después, dio la noticia del martirio en dos cartas dirigidas a su amigo Álvaro Paulo y a la hermana de Flora, Baldegoto, y coloca su informe en su «Memoriale Sanctorum».

Traducido para ETF de un artículo de Isidoro da Villapadiema en Enciclopedia dei Sancti, que recogemos de Santi e Beati. La edición castellana del Martirologio Romano les asigna el año 856, pero se trata sin duda de un error de imprenta, ya que en el Memoriale Sanctorum de Eulogio de Córdoba, única fuente para estos martirios, ocupan la sección de los mártires del 851, y tienen importancia en el desenlace de la historia de los mártires Jorge y compañeros, del 852.

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