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Escuchar a los mayores |
Es un tema que necesitamos evocar con frecuencia. Por eso mismo el Papa Francisco no se cansa de recordarlo: hace falta escuchar a los mayores, necesitamos establecer puentes de diálogo entre las generaciones.
Entre los momentos en los que el Papa ha tocado el tema, podemos fijarnos en tres. Los dos primeros tuvieron lugar durante su viaje a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en julio de 2013.
Durante el viaje de ida (22 de julio), al encontrar a los periodistas que iban en el avión, el Papa les dijo que no sólo iba a encontrarse con los jóvenes, sino también con los ancianos. Sus palabras fueron las siguientes:
“Pero también el otro extremo de la vida, los ancianos, son el futuro de un pueblo. Un pueblo tiene futuro si va adelante con los dos puntos: con los jóvenes, con la fuerza, porque lo llevan adelante; y con los ancianos, porque ellos son los que aportan la sabiduría de la vida. Y tantas veces pienso que cometemos una injusticia con los ancianos cuando los dejamos de lado como si ellos no tuviesen nada que aportar; tienen la sabiduría, la sabiduría de la vida, la sabiduría de la historia, la sabiduría de la patria, la sabiduría de la familia. Y tenemos necesidad de estas cosas. Por eso digo que voy a encontrar a los jóvenes, pero en su tejido social, principalmente con los ancianos”.
Tres días después, en la reunión que tuvo con los jóvenes venidos desde Argentina en la Catedral de San Sebastián, Río de Janeiro (el 25 de julio), denunció la cultura que excluye a jóvenes y a ancianos. Tras pedir a los jóvenes que no dejasen de hablar, añadió:
“Y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos; transmítanos la sabiduría de los pueblos. En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo”.
La tercera intervención tuvo lugar durante la Jornada Mundial de la familia, en Roma, con motivo del Año de la fe (26 y 27 de octubre de 2013). En el discurso del sábado 26, al recordar la escena de la Presentación de Jesús en el Templo por parte de sus padres, en la que encontraron a dos ancianos, Simeón y Ana, el Papa Francisco observó: “La escena nos muestra este entrecruzarse de tres generaciones: el entrelazarse de tres generaciones”.
Luego añadió: “Y les pregunto: ¿ustedes escuchan a los abuelos?, ¿le abren el corazón a la memoria que nos dan los abuelos? Los abuelos son la sabiduría de la familia, la sabiduría de un pueblo, y un pueblo que no escucha a los abuelos es un pueblo que muere. Hay que escuchar a los abuelos”.
En el fondo de estas intervenciones papales brilla una llamada a la transmisión de un tesoro presente entre nuestros mayores y que necesita ser llevado a las generaciones más jóvenes. Sin un diálogo entre los hombres y mujeres de diferentes edades ese tesoro puede perderse, con todos los riesgos que surgen cuando afrontamos la vida sin la ayuda de la experiencia de los hombres y mujeres de más edad.
Un Papa anciano invita a una escucha, a una acogida, de quienes, desde sus canas y su sabiduría, pueden decir mucho a los jóvenes que caminan hacia la madurez. En un mundo de prisas, donde se da tanta importancia a lo funcional y lo práctico, escuchar a los ancianos puede ayudarnos a abrir el corazón a lo esencial y a recoger reflexiones buenas que iluminen las mentes y los corazones en las mil encrucijadas de la vida moderna.
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