sábado, 6 de abril de 2013

Pedro de Verona, Santo

Mártir Dominico, 6 de abril
Pedro de Verona, Santo
Pedro de Verona, Santo

Mártir Dominico

Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe ( 1252).

Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio IV.
San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.

Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada Orden de Predicadores.

Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.

Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.

Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que siempre fue hombre de diálogo.

Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las "Asociaciones de la fe" y la "Cofradía para la alabanza de la Virgen María". Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida de comunidad

Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración... Un día se desahoga ante un crucifijo: "¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?". Cristo Crucificado le dice: "Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?". Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.

El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.

Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.

Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de 40 libras (moneda de Milán) . Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo "CREO"

El Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una fidelidad emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años. Su cuerpo es trasladado al convento de Milán.

El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana

Su fiesta se celebra, de acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril.
San Pedro de Verona, presbítero y mártir
fecha: 6 de abril
fecha en el calendario anterior: 29 de abril
n.: c. 1205 - †: 1252 - país: Italia
canonización: C: Inocencio IV 9 mar 1253
hagiografía: Web de la Orden de Predicadores
En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres seguidores del maniqueísmo, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, proclamando hasta en el último momento el símbolo de la fe.
patronazgo: patrono de las parturientas, protector del crecimiento de los cultivos, y contra los dolores de cabeza, los relámpagos, truenos y tormentas.

Pedro nació en Verona, en 1205. Sus padres pertenecían a la secta de los cátaros, una herejía muy semejante a la de los albigenses, y heredera del maniqueísmo, que negaba, entre otras cosas, que Dios hubiese creado la materia. Pedro asistió a una escuela católica, no obstante la indignación de un tío suyo, cuando supo que el niño, no sólo había aprendido el Símbolo de los Apóstoles, sino que defendía el artículo «Creador del cielo y de la tierra». En la Universidad de Bolonia Pedro tuvo que hacer frente a todas las tentaciones, pues sus compañeros eran muy licenciosos. Pronto decidió solicitar la admisión en la Orden de Santo Domingo y, en cuanto tomó el hábito, el joven novicio se entregó ardientemente a las prácticas de la vida religiosa, que comprendían el estudio, la lectura, la oración, el cuidado de los enfermos y la limpieza de la casa.

Más tarde le encontramos dedicado a la actividad de predicar en Lombardía. Una de sus mayores pruebas fue que se le prohibiese enseñar y se le enviase a un remoto convento, pues había sido falsamente acusado de recibir extraños y aun mujeres en su celda. Un día, arrodillado ante el crucifijo, exclamó: «Señor, Tú sabes que no soy culpable. ¿Por qué permites que me calumnien?» La respuesta del crucifijo no se hizo esperar: «¿Y qué hice yo, Pedro, para merecer la pasión y la muerte?» Avergonzado y consolado a la vez, el fraile recuperó el valor y, poco después, su inocencia quedó probada. A partir de entonces, su predicación tuvo más éxito. Pedro iba de pueblo en pueblo para sacudir a los negligentes, convertir a los pecadores y reconquistar a los que habían abandonado la religión. A la fama de su elocuencia se añadió pronto la reputación de sus milagros. En cuanto aparecía en público, la multitud se apretujaba junto a él para pedirle la bendición, para presentarle a los enfermos y para oír la Palabra de Dios.

Hacia el año 1234, el papa Gregorio IX nombró a Pedro Inquisidor general para los territorios milaneses. El santo desempeñó su oficio con tal celo y eficacia, que su jurisdicción llegó a extenderse a casi todo el norte de Italia. En Bolonia, Cremona, Ravena, Génova, Venecia y aun en la Marca de Ancona, predicó la fe, discutió con los herejes, desenmascaró los errores y reconcilió con la Iglesia a quienes la habían abandonado. Sin embargo, Pedro sabía perfectamente que sus éxitos le habían ganado también muchos enemigos y, frecuentemente, pedía a Dios la gracia del martirio. En un sermón que predicó el Domingo de Ramos de 1252, anunció públicamente que se estaba tramando una conspiración contra él y que su cabeza había sido puesta a precio, 40 libras milanesas. «Dejadles tranquilos -añadió-; después de muerto seré todavía más poderoso».

Dos semanas después, cuando viajaba de Como a Milán, dos asesinos cayeron sobre él, en un bosque de los alrededores de Barlassina. Uno de ellos, llamado Carino, le golpeó en la cabeza, y después se lanzó sobre su acompañante, un fraile llamado Domingo. Aunque herido muy gravemente, el santo no perdió el conocimiento y aún tuvo tiempo de encomendarse a sí mismo y a su asesino a Dios, usando las palabras de san Esteban. Después, si hemos de creer a la tradición, mojó un dedo en su propia sangre y empezó a escribir las palabras «Credo in Deum». En ese momento, uno de los asesinos le remató con otro golpe en la cabeza. Era el 6 de abril de 1252, y el mártir acababa de cumplir cuarenta y seis años. El hermano Domingo sólo le sobrevivió unos cuantos días. El papa Inocencio IV canonizó a san Pedro de Verona al año siguiente de su muerte. Carino huyó a Forli, donde se arrepintió de su crimen, abjuró de la herejía, entró en la Orden de Santo Domingo y murió tan santamente, que el pueblo empezó a venerarle. En 1934, los restos de Carino fueron trasladados de Forli a Balsamo, su pueblo natal, en las cercanías de Milán, donde se le tributa cierto culto.

En Acta Sanctorum, abril, vol. III, hay varios documentos sobre san Pedro de Verona; entre otros, la bula de canonización y una biografía escrita por su contemporáneo Fray Tomás Agni de Lentino. Ver también Mortimer, Maitres Généraux O.P., vol. III, pp. 140-166; Monumenta Historica O.P., vol. I, p. 236 ss. En el Catalogas Hagiographicus O.P. de Taurisano, p. 13, hay una biografía más completa. Fra Angelico inmortalizó a San Pedro de Verona en un famoso fresco del convento de San Marcos, en el que aparece con la cabeza herida y el dedo sobre los labios; pero existen otras muchas representaciones del santo, incluso del propio Fra Angelico: cf. Künstle, Ikonographie, vol. II. Ver S. Orlandi, S. Pietro martire da Verona: Legenda di fr. Tommaso Agni... (1952), y otras obras más recientes. El cuadro reproducido es de Lorenzo Lotto, de inicios siglo XVI, y muestra el característico espadín curvo clavado en la cabeza, que es la representación más habitual del santo.

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