sábado, 6 de abril de 2013

María Assunta Pallotta, Beata

Virgen Misionera Franciscana, 7 de abril
María Assunta Pallotta, Beata
María Assunta Pallotta, Beata

Virgen Misionera Franciscana

Martirologio Romano: En el lugar de Dongerkou, en China, beata María Asunto Pallotta, virgen de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que, dedicada a cargos humildes, trabajó sencilla y desconocida por el reino de Cristo ( 1905).

Fecha de beatificación: 7 de noviembre de 1954 por el Papa Pío XII.
Nació el año 1878 en Force (Marcas, Italia), de una familia campesina, pobre, religiosa.

Era la mayor de cinco hermanos y pronto tuvo que dejar la escuela y ponerse a trabajar para contribuir al sustento de su familia.

Fue siempre laboriosa, sencilla, amable, muy devota. En 1898, con la ayuda de personas buenas, ingresó en las Franciscanas Misioneras de María. Dos años después eran martirizadas en China siete Misioneras.

No tardó nuestra beata en pedir a la Fundadora que la enviara allí, petición que le fue aceptada. Tras recibir la bendición de san Pío X, emprendió el viaje con otras hermanas y llegó a Shansi (China) en junio de 1904. Fue destinada como cocinera al orfanato de un pueblo pequeño, Donger-kou. De nuevo aquí fue la monjita sencilla, dócil, generosa, sacrificada, entregada a trabajos humildes en los que prodigaba el amor que bebía en su vida con Dios.

En 1905 azotó la región una epidemia de tifus y María Assunta fue una de sus víctimas. Murió el 7 de abril de 1905.



María Assunta Pallotta nació en Force (Ascoli Piceno) el 20 de agosto de 1878, primogénita entre cinco hermanos. Vivió los primeros años en Castel di Croce hasta que su familia se trasladó definitivamente a Force. No pudo seguir estudios regulares pues muy pronto tuvo que dedicarse al trabajo.

La determinación de abandonar el mundo surgió en ella de una manera súbita e imperiosa, por lo cual, ayudada de personas buenas, dada la pobreza de su familia, se dirigió a la casa de probación de las religiosas Franciscanas Misioneras de María el 4 de mayo de 1898. Vivió en Roma, Grottaferrata y Florencia, distinguiéndose por la sencillez, la humildad, la prontitud para realizar los servicios más modestos y los trabajos más pesados.

El Instituto de las Franciscanas Misioneras de María recibía su bautismo de sangre el 7 de julio de 1900, al ser martirizadas por los Boxers siete misioneras en Shansi, China. La fundadora les comunicó a las hermanas de la joven Congregación la noticia entre dolorida y orgullosa. Hacia 1903 María Assunta pidió a la fundadora ser enviada a China, para dar la vida por Cristo y por la fe.

La petición fue aceptada y el 19 de marzo del año siguiente, después de recibir la bendición de San Pío X, junto con otras nueve hermanas, se embarcaba en Nápoles para el Shansi, la misma misión de las mártires, donde llegó tres meses más tarde. Su deseo era el de entregarse al apostolado, en cambio fue destinada a la cocina.

El invierno fue rigurosísimo; en los primeros meses del año siguiente, 1905, en todo Shansi cundió una terrible epidemia de tifo, y, además de varias huérfanas, murieron cuatro religiosas, la tercera de las cuales fue sor María Assunta. Había caído enferma el 19 de marzo, aniversario de su partida de Italia. La tarde del 7 de abril recibió los últimos sacramentos y veinte minutos antes de morir, un perfume misterioso inundó las habitaciones donde ella había vivido.

En 1913, al exhumarla, su cuerpo fue hallado en perfecto estado de conservación. Los chinos la llamaron «la santa de los perfumes». Es la primera Franciscana Misionera de María que llegó a la santidad sin pasar por el martirio. Ella hubiera querido convertir a todos los habitantes de China, pero su apostolado fue fugaz: se extinguió antes de cumplir los 27 años de edad.
Beata María Asunta Pallotta, virgen
fecha: 7 de abril
fecha en el calendario anterior: 5 de abril
n.: 1878 - †: 1905 - país: China
canonización: B: Pío XII 7 nov 1954
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En el lugar de Dongerkou, en China, beata María Asunta Pallotta, virgen del Instituto de Hermanas Franciscanas Misioneras de María, que, dedicada a cargos humildes, trabajó por el reino de Cristo de forma sencilla e ignorada.

María Asunción Pallotta nació el 20 de agosto de 1878, en Force (Ascoli Piceno), en la Marca de Ancona. Fue la mayor de cinco hermanos. Durante su juventud, dócil y piadosa, aprendió a leer y a escribir. Muy pronto debió trabajar para ayudar a sus padres, obligados a mudarse para cultivar un pequeño terreno en Castel di Croce. Al principió trabajaba al igual que un hombre, durante toda la jornada, en obras de albañilería, en el acarreo de ladrillos, piedras y cemento. Afortunadamente, un buen hombre que era el sastre del pueblo, le propuso emplearla, y sus padres estuvieron contentos al verla ejercer un oficio menos penoso. Madurada rápidamente por una vida tan austera, María Asunción mostró una piedad poco común. Sus actitud en el pueblo causaba la admiración de todos. Ayunaba tres veces por semana, llevaba un cilicio y metía piedras en su cama. Ninguno se asombró de su deseo de ingresar a la vida religiosa; pero, tan pobre y abandonada como estaba, no sabía a dónde ir. Un prelado romano, Monseñor Canestrari, vino a Force durante el verano de 1897, la encontró y, después de asegurarse de la firmeza de su vocación, obtuvo su admisión en la casa de las Misioneras Franciscanas de María, «a título de caridad», ya que María Asunción no estaba en condiciones de conseguir una dote, ni siquiera el ajuar necesario.

Entró al convento el 5 de mayo de 1898 y, después del postulantado, durante el cual conquistó a todo mundo por su sencillez encantadora, recibió el hábito religioso, sin renunciar a su bonito nombre de María Asunción. Hizo el noviciado en Grottaferrata. Poco instruida, fue sobre todo empleada en trabajos manuales, como el de lavar y planchar, o cuidar de los animales; pero ya desde entonces, su exactitud y su amor por la regla eran legendarios. Pronunció sus primeros votos en Roma, el 8 de diciembre de 1900. A los dos años fue enviada a Florencia, donde estuvo empleada en los trabajos humildes de la casa: lavado, planchado, jardinería, aseo y el cargo de cuidar a los enfermos y conducir a los niños al catecismo. Era admirable su actividad entusiasta y su actitud siempre sonriente.

El l de enero de 1904, escribió a la madre general: «... Quiero pedirle que se acuerde de mí, cuando haya una tarea, particularmente si es para el cuidado de los leprosos ...» Pronunció sus votos perpetuos, en Florencia, el 13 de febrero de 1904 y recibió su destino para China. Después de una corta estancia en Roma, partió el 9 de marzo, en una travesía de cerca de tres meses, que debía conducirla a la misión de Chang-Si, donde, cuatro años antes, siete religiosas de la congregación habían sufrido el martirio. Designada para la casa de Tong-Eul-Keou, fue encargada de la cocina, con la ayuda de una nativa, de quien debía, al mismo tiempo, aprender el idioma. Su gran sufrimiento fue, precisamente, no poder darse a entender. Decía que, en estas condiciones, jamás le sería posible ejercer la menor acción sobre las almas. Esta inquietud no fue, sin duda, extraña a la crisis de decaimiento y de escrúpulos que, durante un tiempo, le hicieron perder su habitual sonrisa. Pensando que era infiel a su vocación, había pedido aumentar sus mortificaciones corporales y ayunar a pan y agua; pero sus superioras rehusaron, temerosas por su salud. La crisis no fue de larga duración. Volvió a encontrar su natural alegría y continuó con la vida eficaz y activa que buscaba siempre.

Después de un crudo invierno, el tifus apareció a mediados de febrero de 1905. El mal, relativamente poco peligroso para los chinos, más o menos inmunizados por su naturaleza, era muy grave para los europeos, sobre todo para aquellos que, recientemente llegados, no estaban habituados todavía al clima. Fueron atacadas las hermanas más jóvenes, y una de ellas murió el 10 de marzo. La hermana María Asunción parecía mejorar y se pensaba que sanaría pronto. Cuando pidió la extremaunción, el confesor y el médico, sin ver la urgencia, consintieron en satisfacerla para darle tranquilidad. Su estado parecía mejorar todavía y las hermanas le hacían bromas diciéndole que el buen Dios no la quería consigo; pero pronto fue presa de una fuerte fiebre, acompañada de un violento delirio y de crueles sufrimientos. Esta terrible crisis duró una semana larga. Cuando la enferma volvió en sí, pidió la confesión y la comunión. Recibió la absolución, pero como no podía tragar, fue imposible darle la comunión. Esto la apenó sobremanera y no pareció consolarse. Repetía, en chino: «Eucaristía ... , Eucaristía ...» Estas fueron sus últimas palabras. La dolorosa y larga agonía comenzó: no pudo hablar más; sonreía únicamente a las hermanas.

En la tarde del 7 de abril de 1905, los presentes percibieron un misterioso perfume, «olor delicioso, como aroma de incienso, de rosas y violetas», escribió la superiora. Todos se miraban conmovidos. La hermana María Asunción expiró dulcemente. El misterioso perfume desapareció al punto; pero no tardó en surgir de nuevo. Los chinos se apresuraron a acudir para aspirarlo. Su entierro fue una marcha triunfal. La pequeña hermana ignorada aparecía como una santa. En 1913, su tumba fue abierta y el cuerpo apareció intacto, a pesar de la humedad de la fosa y de los efectos acostumbrados del tifus. Pío X ordenó abrir el proceso de beatificación y la hermana María Asunción fue proclamada beata por Pío XII, el 7 de noviembre de 1954.

Ver Acta Apostolicae Sedis vol. XLVII, 1955, pp. 28-33. De Loppinot, La Hermana María Asunción, misionera franciscana de María, 1924. C. Salotti, La Hermana María Asunción Pallotta, Roma, 1925. B. Bazzochini, La Hermana María Asunción, Quebec, 1923. La Hermana María Asunción, misionera franciscana de María, obra publicada por el Instituto de Franciscanos Misioneros de María, según Monseñor Salotti, Woluwe Bruselas, 1930. La Beata María Asunción, Vanves, 1954.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
 
Si usted información relevante para la canonización de la beata María Assunta, contacte a:
Francescane Missionarie di Maria
Via Giusti, 12
00185 Roma, ITALIA

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