martes, 16 de abril de 2013

Cuando Jesùs se hace el sordo


En Mateo 15,  22-28 la biblia relata la historia del milagro de la mujer cananea. ¡Como nunca antes me inquietó grandemente la manera en que ella fue intencionalmente ignorada por Jesús! Tal vez te asombres si no lo habías leído antes, pero te aseguro que para cuando termines de leer este artículo será de mucha inspiración para tu vida como lo fue para mí.
Creyendo en los testimonios maravillosos que contaban acerca de Jesús, al pasar El por la región donde vivía esta mujer, ella corrió a su alcance por ayuda para su hija.  La narración cuenta que cuando ella clamó por misericordia y compasión a gritos, Jesús se hizo el sordo y no le respondió palabra alguna.  ¿Cómo puede ser que unos versículos mas adelante Jesús diga que tenia compasión de la gente por que hacían tres días que no comían y a la mujer cananea ni caso le hizo?  Aun cuando los discípulos a su propia conveniencia intercedieron a favor de ella, Jesús no se motivo a contestarle.  ¡Jesús nunca había tratado a alguien así!  El jamás ignoró las quejas y los lamentos de las multitudes que le seguían.  La gente traía ante Jesús a los mudos, a los ciegos, a los paralíticos, y a los pobres entre otros; y los bendecía con milagros de sanidad, de liberación y de provisión entre muchos más.  Creo que si esto le hubiera sucedido a uno de nosotros, estaríamos muy enojados con Jesús, pero la mujer cananea no se enojó ni se angustió.  Ella decidida a recibir el milagro de sanidad que buscaba para su hija, se postró y clamo: ¡Señor socórreme!  Pero, aunque Jesús se vuelve a ella, no le brinda su ayuda sino que arguye que lo que el traía era para su pueblo Israel y no para ella por que era gentil.  ¡Parecía que no había esperanza para ella cuando asombrosamente esta mujer cananea llena de valor y conciente de que estaba justo frente al Rey de reyes y Señor de señores, le expresa la gran fe con la se acercó a El!  Tal insistencia hizo que finalmente Jesús le contestara su petición diciendo: “Oh, mujer grande es tu fe; hágase contigo como quieres.”

Yo no creo que Jesús habría caminado hasta allí solo para rechazar a esta mujer sin ninguna razón.  Jesús se hizo el sordo intencionalmente por que a través de esa prueba había un propósito muy especial y El sabía que podía probar su fe.  ¡Aparentó retirar su favor para que ella insistiera con mayor persistencia!  ¿Podría suceder esto a nosotros? Claro que si.  También Dios prueba nuestra fe “a fin de que sea mucho mas preciosa que el oro” (1 Pedro 1, 7).  Aunque El dijo: “pedid y se os dará, buscad y hallareis”, no significa que siempre obtendremos lo que queremos cuando queremos. La mujer cananea no se conformó con el silencio, no le importo si era judía o gentil, y ni el rechazo del mismo Maestro supero su fe.  Estaba decidida a recibir una respuesta de Su parte porque sabía que en Jesús estaba el milagro para su hija.

¡Este es un gran ejemplo para nosotros hoy para que supliquemos a gritos por ayuda ante el Señor!  Aunque la insistencia y persistencia suelen considerarse como una actitud irritante, en lo espiritual es diferente y resulta que a Dios le agrada.  Cuando creas que Dios se esta haciendo el sordo, suplica con mas fuerza ante su presencia recordándole que el es el Señor y que la promesa que hizo la debe cumplir.  No nos angustiemos ni dudemos, en las situaciones mas difíciles  debemos insistir fervientemente sin dilaciones en nuestra oración creyendo con firmeza que el se dará la vuelta y dirá “grande es tu fe hágase contigo como quieres”.

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