martes, 20 de marzo de 2012

San Patricio, Obispo



Apóstol de Irlanda (años 372-461)

Su fiesta se celebra el 17 de marzo

Fuentes históricas

PentecostésTodo lo que sabemos de cierto de la vida de San Patricio se deriva de dos cortos textos escritos de su propia pluma: Su Confessio, un relato de su evolución espiritual y una justificación de su misión en Irlanda, y una carta de protesta contra una incursión hecha contra una de sus congregaciones irlandesas por los soldados del jefe británico Coroticus.

Ni los «adagios» de Patricio en el libro del s. IX de Armagh ni un conjunto de cánones que se sostiene fueron dictados por él y por dos obispos compañeros suyos (la última edición de L. Bieler, The Irish Penitentials, Dublín 1963, 54-59) son aceptados universalmente como auténticos aunque tienen sus defensores. El elemento histórico en la leyenda de Patricio, que comienza con Tirechan y Muirchú en el siglo VII es extremadamente difícil de valorar.

Incluso los datos autobiográficos de San Patricio son muchas veces interpretación incierta. Por tanto, toda biografía suya es en gran parte una tentativa.

Vida

PentecostésNace en el año 372, de padres cristianos en la Britania romana. Su padre Calporius era un decurión en una ciudad no identificada, que fue ordenado diácono en los últimos años de su vida. El joven Patricio llevaba una vida mundana y descuidó su educación. Cuando le apresó cautivo una banda de incursores irlandeses y fue vendido como esclavo en Irlanda a la edad de 16 años, pensó que su desgracia era un castigo por sus pecados.

Mientras llevaba la vida solitaria de pastor experimentó una conversión y se dedicó a la oración ferviente. Después de seis años, una voz en sueños le dijo que pronto regresaría a su casa y, confiando en esa voz, emprendió la huida. Poco después de su regreso a Britania tuvo un sueño en el cual los irlandeses le pedían que regresase inmediatamente.

Él tomó esto como significado de que era llamado a llevar la fe cristiana a aquella región que todavía era predominantemente pagana. Convencido de su vocación por las voces que repetidamente oía «rezando dentro de él» (Confessio 24,25), decidió, contra los deseos de su familia, prepararse para el sacerdocio con el fin de convertir a los irlandeses. Si recibió su educación eclesiástica en Britania (O'Rahilly, Carney, Hanson) o en la Galia (Bury, MacNeill, Bieler), son teorías basadas en argumentos bastante razonables.

Como el propio Patricio admite, siempre fue un estudiante nada brillante. Sin embargo, su fervor religioso estaba fuera de toda duda, y a su debido tiempo ascendió al diaconado. Durante algún tiempo su deseo de evangelizar Irlanda no encontró el favor de sus superiores que le consideraban inadecuado para esta tarea. En circunstancias a las cuales él alude de forma demasiado oscura para reconstruirlas con seguridad, marchó efectivamente a Irlanda, como obispo. Este acontecimiento debe de tener una fecha posterior a la de la misión de Palladio, el cual, según nos cuenta Próspero de Aquitania en su Crónica, «fue enviado a los irlandeses confiando en Cristo» por el papa Celestino en 431.

Muirchú, siguiendo aparentemente una tradición de la iglesia de Auxerre, relata que había estudiado allí bajo la dirección de S. Germán y que sucedió a Palladio al producirse su prematura muerte. Las opiniones están muy divididas sobre el valor histórico de este relato. La fecha inicial de esta misión es también objeto de controversia. Los Anales irlandeses lo sitúan en el año 432.

San Patricio describe su misión en términos más bien generales. Marchó a propósito a aquellas partes del país donde el Evangelio no había sido nunca predicado. Nos habla de numerosas conversiones, de que administraba el bautismo y la confirmación y que confería las sagradas órdenes a los nativos, a algunos de los cuales él mismo había preparado en persona (Epístola 3); sin embargo, no menciona que se consagraran obispos aparte de él mismo.

Introdujo con éxito el monaquismo que por aquel entonces era un movimiento bastante reciente en Occidente. Tanto los hombres como las mujeres respondieron a esta llamada con entusiasmo, las jóvenes lo hacían a menudo contra los deseos de sus padres y las jóvenes esclavas desafiando a sus amos. En todas sus relaciones con sus conversos Patricio tenía gran empeño en evitar toda posible sospecha de interés egoísta; devolvía incluso los regalos espontáneos que le hacían algunos feligreses. Sin embargo, no tenía el menor escrúpulo en sobornar a los gobernantes de los numerosos y pequeños reinos en los que Irlanda estaba entonces dividida, a fin de que le permitiesen predicar en sus territorios; también pagaba generosamente a sus colaboradores para que le proporcionasen una seguridad en sus actividades.

Su misión encontró la oposición en algunos lugares, pero especialmente (si hemos de creer las Vidas del s. VII) por parte de los druidas, los paladines de la tradición y la religión nativa. Recuerda en muchas ocasiones cuando no sólo su libertad sino también su vida estuvo en peligro. En una ocasión (Confessio 53) él y sus compañeros fueron apresados, se les encadenó y se les mantuvo prisioneros durante 15 días. Ya se veían frente a la muerte cuando fueron puestos en libertad por la intervención de amigos nativos.

San Patricio fue criticado también por algunos de sus feligreses y aún más duramente en círculos eclesiásticos fuera de Irlanda. Aquellos que habían apoyado su misión y que hasta cierto punto la financiaron, encontraron mal el que rehusase aceptar limosna. No sabemos si también ponían objeciones a otros aspectos de su labor misionera.

La organización de la iglesia que introdujo en Irlanda sería una adaptación del sistema continental a las condiciones irlandesas. En un país donde no había ciudades, una iglesia episcopal, con un capítulo organizado según las líneas monásticas, como algunas del continente, tiene que haber parecido ser la mejor forma que debería revestir un centro religioso.

San Patricio como hombre y escritor

PentecostésSi los detalles de su vida y de su carrera son a menudo dudosos, no puede haber, sin embargo, duda alguna acerca de su personalidad tan patente a través de sus escritos. Era un hombre profundamente religioso, obediente a la voluntad de Dios tal como él la entendía, inspirado por su celo evangélico; un hombre de acción, dotado de voluntad tenaz y gran inteligencia práctica.

Al mismo tiempo, era consciente de sus limitaciones, pero tanto más insistía por ello en la obra de la gracia de Dios en su vida. En numerosas ocasiones la mano de Dios que le guiaba tomaba la forma de una «voz interior» y algunas de estas experiencias (Confessio 24,25) tienen las características de la oración mística.

No era una mente especulativa y parece haber leído poco -si es que leyó algo aparte de la Biblia-. En la Sagrada Escritura, sin embargo, estaba muy versado; frecuentemente cita de ella; muy a menudo emplea frases bíblicas, incluso cuando cuenta su propia historia. Su latín es una original mezcla de elementos bíblicos, de oraciones y de lenguaje de uso corriente. No es un escritor de gran distinción, pero su sinceridad coloca a los dos documentos personales que nos dejó muy por encima de la mayoría de la literatura de su época.

Culto e iconografía

PentecostésEl primer testimonio del culto al santo es la inclusión de un himno en su alabanza (en cuyo título se le denomina magister Scottorum) en el Antifonario de Bangor (A. D. 680-91). En Armagh, su fiesta (17 marzo) se celebraba ya con un triduo lo más tarde a principios del s. IX.

Los conquistadores anglonormandos del s. XII «adoptaron» a San Patricio y a otros primitivos santos irlandeses en su liturgia; en 1186 el obispo Malachy de Down transfirió las reliquias de los santos Patricio, Brigita y Columcille a su catedral y los hizo depositar allí en un relicario común.

En el continente, su culto se extendió con los peregrinos irlandeses, especialmente en Francia, Bélgica, parte Sur y Occidental de Alemania; en Peronne, en Picardía, fue establecido hacia el año 700. De finales de la Edad Media conocemos un número considerable de textos de Misa propia y oficios para el día de San Patricio (el actual misal romano tiene sólo una colección propia).

En nuestra época, los emigrantes irlandeses han llevado su culto al otro lado del Atlántico, especialmente a los Estados Unidos y a Australia donde se le han dedicado muchas iglesias. Es el único santo irlandés cuya fiesta tiene un lugar en el calendario litúrgico de la Iglesia universal.

Las representaciones históricas de Patricio son raras antes del s. XIV; las primeras son dos paneles en la cruz de piedra del rey Flann en Clonmacnoise (ca. 900). Solía ser representado con vestidura episcopal, sin barba, con su mano derecha levantada en un gesto de bendecir. Desde el s. XVII encontramos el cuadro familiar: con barba, una serpiente a sus pies, con su mano derecha sosteniendo una hoja de trébol. Estos emblemas se refieren a las últimas leyendas de acuerdo con las cuales expulsó de Irlanda todas las serpientes y explicaba a los irlandeses el misterio de la Santísima Trinidad con un trébol.


Pincha la foto y veras una linda historia:

Vida de San Patricio en dibujos animados 1 y 2.



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