“Ya fuerzas no tenía, pero con el poco aliento que aún permanecía, le Dije: Oh, Dios, ya no puedo, ayúdame….y fue en ese momento que sentí lo que nunca antes había sentido….su amor comenzó a fluir e inundar todo mi ser… En medio de la turbación….él refugio para mí y escudo en medio de la batalla más cruenta que jamás he vivido”.
Salmo 28:7
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.
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