sábado, 3 de marzo de 2012

Quiero conocerlo en su bondad...




Hace unos días, un amigo sacerdote me envió esta breve reflexión que escuché hace mucho tiempo y que hoy comparto con todos vosotros. Tal vez nos ayude a descubrir que en muchas ocasiones con nuestra forma de comportarnos seremos la única Biblia que la gente pueda leer.

"Un capellán se aproximó a un soldado herido en medio del campo de batalla y le preguntó:

+ ¿Quieres que te lea la Biblia?

- Primero dame agua, que tengo sed. Respondió el soldado malherido.

El capellán le dio el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.

+ ¿Ahora?, preguntó de nuevo.

- Primero dame de comer, le suplicó el soldado.

El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.

- Tengo frío, fue el siguiente clamor.

Y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña pese al frío que lo calaba y cubrió al lesionado.

- Ahora sí, le dijo el soldado al capellan. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu última gota de agua, tu último mendrugo de pan, y tu único abrigo. Quiero conocerlo en su bondad".

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