miércoles, 21 de marzo de 2012

Maria Alfonsina Danil Ghattas, Beata


Fundadora, 25 de marzo
Maria Alfonsina Danil Ghattas, Beata
Maria Alfonsina Danil Ghattas, Beata

Co-fundadora de la Congregación de
las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario de Jerusalén

En Ain Karem, Palestina, Beata Maria Alfonsina Danil Ghattas, cofundadora de la Congregación de las Hermanas Dominicas del Santísimo Rosario de Jerusalén. ( 1927)

Fecha de beatificación: 22 de noviembre de 2009, en la basílica de la Anunciación de Nazaret.
Nacida el 4 de octube de 1843, desde pequeña Mariam Soultaneh, como fue su nombre de pila, sentía una especial devoción a la Vírgen María y al rezo del rosario: “¡Qué madre bella, María! No la puedo describir; ninguna imagen se asemeja ni un poco a su inmensa belleza. ¡Bienaventurado quien goza eternamente!”, dice en uno de sus escritos divulgados por su comunidad.

Fue gracias a su relación estrecha con María que pudo ver con claridad cuando tenía sólo 14 años su llamado a la vida religiosa. Su amor a la Virgen le ayudó a afrontar también algunas dificultades como la oposición de su mismo padre a su vocación. No obstante en 1860 vistió el hábito en la comunidad de San José de la aparición tomando el nombre de Marie-Alphonsine.

“Se distinguía por su profunda piedad y firme adhesión a la fe católica. Fundó la asociación de las Hijas de María y también otra orientada a las Madres cristianas. Prosiguió su labor apostólica en Belén”, asegura el postulador para su causa, padre Vito Tomás Gómez, OP.

Tras 14 años de vida comunitaria sintió un fuerte llamado de la misma Madre de Dios a dejar a las hermanas de San José de la aparición para fundar una congregación que se dedicara al rezo del rosario. Para ello tuvo que solicitar una dispensa a Roma y regresar a vivir a la casa de sus padres. Este permiso lo obtuvo en 1880, luego de muchas dificultades y con la ayuda del padre Josèph Tannùs Yammìn, un sacerdote del patriarcado latino.

Así, ella junto con otras cinco postulantes comenzaron a formar parte de esta nueva comunidad. El 6 de octubre de 1883, la hermana Marie-Alphonsine, quien quiso conservar el mismo nombre como religiosa en su nueva comunidad, recibió el hábito de la Congregación del Rosario. En 1885 fue admitida para hacer su profesión y pronunciar sus primeros votos.

Marie-Alphonsine pasó 42 años al servicio de su comunidad: abrió en Belén un taller para dar trabajo a las jóvenes pobres de la ciudad, luego fue Jaffa de Nazaret donde asistió a su director espiritual, el padre Tannous Giuseppe hasta el momento de su muerte. Más tarde fue a Beit Sahur, Salt, Nablus, Zababdeh, Belén, Jerusalén y, finalmente a Ain Karem, donde mandó fundar un orfanato. Allí permaneció hasta su muerte muerte el 25 de marzo de 1927.

“¡Oh Señor! ¡Es así que te muestras generoso y que consuelas a los pecadores que no te suplican! ¿De qué cosa será hecha tu caridad hacia tus amigos y elegidos? ¡Oh María madre mía! ¿quién te puede comprender? ¿Quién puede darse cuenta de tu compasión hacia las hijas de tu raza, especialmente aquellas que se sienten desorientadas en su vida?”, escribió la futura beata.

En todos los lugares donde habitaba concentró su acción en enseñar a leer o escribir, enseñar los trabajos manuales, fundar confraternidades para mujeres, enseñar el catecismo y, por supuesto, difundir el rezo del rosario. “La mortificación de sí mismo atrae gracias inmensas, así como la oración y la modestia”, repetía constantemente Marie-Alphonsine.

Hoy son cerca de 300 hermanas de la Congregación del Santo Rosario, presentes en Palestina e Israel, Jordania, Líbano, Siria, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Roma.

La secretaria general de la Congregación, sor Ildefonsa, explicó en declaraciones a la agencia italiana Sir, que no sólo la congregación, sino toda la comunidad cristiana, en especial en Galilea está preparándose desde hace tiempo para esta ceremonia.

La beatificación "será, para nuestras comunidades cristianas, una invitación al valor, a permanecer a pesar de las dificultades", añadió la religiosa.

“Me he donado con una ofrenda total por todo lo que la Divina Providencia quería de mí. No encuentro ningún mal en aquello que sufro porque soy una ofrenda del Rosario”, decía Marie-Alphonsine.

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