martes, 6 de diciembre de 2011

Sin palabras



Un día al salir de una iglesia, vi, que entraba por el mismo lado en que yo salía, a un anciano, con la cabeza cabizbaja, y casi tropezamos los dos. Yo lo miré y el izo lo mismo, y nos saludamos muy amablemente el uno al otro.

Lo primero que le dije sin pensar fue; ¡A visitar al Santísimo! A lo que me contestó: que él no creía en Dios. Yo me extrañe, pero no le di mucha importancia; pero el pobre hombre me siguió hablando diciéndome que no creía por que, los que si creían en Dios habían matado a sus padres en la guerra civil española. Y que nunca había conocido el amor de unos padres, y que siempre había estado de orfanato en orfanato hasta ser mayor de edad. Y siguió diciéndome:

¡Es que puedo creer en Dios que mató a mis padres y que nunca supe de su amor!

La verdad, que ante tanto dolor que desprendía a aquel hombre, no supe que contestarle, solo supe entre cortado y con mucho esfuerzo, apenas pude decirle:

¡Buen hombre!, aunque usted no crea en Dios, Dios si cree en usted y de seguro que Él le tendrá preparado un premio que le recompensará con creces, todos sus sufrimientos que ha padecido. El hombre me dio las gracias, y yo, me despedí de él, con un ¡Qué Dios le bendiga! Y él por su parte, me deseo suerte y salud. Y lo vi. desaparecer por la puerta hacia dentro del templo. Yo me quede sin palabras, pero no comprendía por que si no creía en Dios, entraba con tanta humildad en su casa.

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