En el fin del año debemos elevar un himno de agradecimiento al Señor por las innumerables gracias que nos ha dado.
Debemos mirar al futuro, con esperanza. Quien nos entrega a Cristo, nuestra Esperanza, es la Madre de Dios: María Santísima. Como antes a los pastores y a los magos, sus brazos y aún más su corazón siguen ofreciendo al mundo a Jesús, su Hijo y nuestro Salvador. En Él está toda nuestra esperanza, porque de Él han venido para todo hombre la salvación y la paz.
Feliz Año Nuevo
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