Angustiados por las sacudidas intermitentes que provocan las crisis financieras internacionales, las crisis institucionales que azotan nuestro país, la falta de valores existentes en nuestra sociedad, y respirando por todas partes un clima de desconfianza e inseguridad, podemos perder el tesoro más importante del cual disponemos como seres humanos, me refiero a la esperanza y la confianza.
Podemos hacer una lectura pesimista de la situación actual y afirmar que el predominio del mal es evidente.
Sin embargo, quienes confesamos y creemos que Dios está activo en la historia y en la naturaleza, no sepultamos la esperanza de volver a ver un mundo en que los valores éticos y religiosos vuelvan a imperar, sobre la corrupción, el abuso, la inmoralidad y la falta de escrúpulos, que se han instalado entre nosotros.
El Creador es el Padre Bueno, el Dios con nosotros, que nos anima a descubrir su discreta presencia y a solidarizamos con su proyecto humanizador que Él ha trazado sobre nosotros.
Esa buena noticia nadie ni nada nos la podrán arrebatar.
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