jueves, 18 de agosto de 2011

Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Stein (1891-1942)



monja, Carmelita Descalza, mártir
«Ser totalmente de Dios, entregarse a él y a su servicio por amor» - «Él sabe lo que será de mí. Por eso no necesito preocuparme».

"Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy...; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios". Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1 de mayo de 1987.

¿Quién fue esta mujer?

Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ".

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.

Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".

En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ".

En 19331a noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ".
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.

"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ".

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de la Cruz ".

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".

Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".

Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".

La oración de la Iglesia

“¡Alabad a Dios en su santuario...que todo viviente alabe al Señor!” (Sal 150) - En la Antigua Alianza ya existía una cierta comprensión del carácter eucarístico de la oración. La obra prodigiosa de la tienda de la alianza (Ex 25) como, más tarde, la del templo de Salomón, fue considerada como la imagen de toda la creación reunida entorno a su Señor para adorarlo y servirle... Así mismo, según el relato de la creación, el cielo ha sido desplegado como un toldo, los entramados constituían las paredes de la tienda. Así como las aguas de debajo de la tierra fueron separadas de las de encima de la tierra, la cortina del templo separaba el lugar santo del espacio exterior... El candelabro de siete brazos es figura de las luminarias del cielo. Los corderos y los pájaros representan la creación de los seres vivos que pueblan el agua, la tierra y los aires. Y del mismo modo que la tierra fue confiada al cuidado del hombre, al gran sacerdote le compete estar en el santuario...
En el lugar del templo de Salomón, Cristo ha construido un templo de piedras vivas (1Pe 2,5), la comunión de los santos. Cristo está en su centro como el sumo sacerdote eterno y sobre el altar está él mismo como sacrificio ofrecido eternamente. Toda la creación participa de esta liturgia solemne: los frutos de la tierra como ofrendas misteriosas, las flores y los candelabros, los tapices y la cortina del templo, el sacerdote consagrado así que la dedicación de la casa de Dios.
Los querubines no están tampoco ausentes. Sus figuras esculpidas por los artistas montan guardia junto al Santísimo. Ahora, los monjes, imágenes vivientes de los ángeles, hacen guardia alrededor del altar para que la alabanza a Dios no cese nunca, ni en la tierra ni en el cielo... Sus cantos de alabanza matutina despiertan la creación desde la aurora para que se una toda ella a enaltecer al Señor: montañas y colinas, ríos y corrientes de agua, mares y vientos, así como todo lo que se mueve en ellos, lluvia y nieve, todos los pueblos de la tierra, todos los hombres de todas las condiciones y de todas las razas, y por fin, los habitantes del cielo, los ángeles y los santos (Dn 3,57-90)... Nos debemos unir, en la liturgia, a esta alabanza eterna de Dios. “Nosotros” ¿quiénes somos nosotros? No se trata solamente de los monjes y monjas...., sino de todo el pueblo cristiano.


Mensaje


• El vivir con honradez y sinceridad de vida. Edith Stein hizo de su vida un modelo acabado de honradez como judía, como atea y como conversa. Ella fue siempre auténtica y generosa basta el martirio.
• Buscar la verdad apasionadamente. El buscar la verdad, tan ardientemente como ella la buscó, es el segundo gran mensaje que nos da Edith Stein.
• Ofrecerse como víctima a favor de todos los nombres. En el Carmelo escribió La ciencia de la cruz, su última obra. Entendía su vida en el Carmelo no sólo en su relación vital con este, sino como donación de su vida y ofrenda victimal por la humanidad; y esto lo entendió como misión esencial de su vida: «Confío —decía— en que el Señor acepte mi vida por todos los demás. Siempre me viene a la memoria la reina Ester, tomada de entre su pueblo para interceder ante el Rey. Soy una pobre, una débil Ester, pero el Rey que me na elegido es infinitamente grande y misericordioso». Lo cumplió basta el heroísmo de su martirio.

EDITH STEIN y LA FILOSOFIA COMO CAMINO DE CONVERSIÓN

1. FILOSOFOS CONVERSOS

Si recorriéramos en la historia cuantas personas se han convertido al cristianismo a través de la filosofía, encontraríamos grandes hombres y mujeres y muchos de ellos no solo han sido conversos, sino que además han hecho camino de santidad y modelos de vida cristiana y católica. San Agustín es un ejemplo, y hoy este santo es uno de los más grandes filósofos de nuestra fe, Santo y Doctor de la Iglesia.

Para no ir más lejos en años, muchos otros filósofos han sido destacados conversos en los últimos 100 años, como por ejemplo Jacques Maritain (1882-1973), gran filósofo francés, que organizó los círculos tomistas para dar a conocer la doctrina de santo Tomás de Aquino. Fue primero socialista, alejado de Dios y de la religión, hasta que se convirtió con su esposa Raissa, rusa de origen judío, y se bautizó con ella el 11 de Junio de 1906.

Otros menos conocidos, como Manuel García Morente, quien fue un prestigioso catedrático de filosofía públicamente conocido como ateo en España, fue ordenado sacerdote en 1940. En los Estados Unidos es muy conocido en caso Mortimer Jerome Adler (1902- 2001) fue un editor, educador y filósofo, pese a que siempre se confesó no creyente, al cumplir 97 años de edad, Adler ya hizo noticia no por sus debates filosóficos sino por haberse convertido al catolicismo, fe que siempre estuvo "rondando" desde una perspectiva intelectual y que ahora abrazo como el fundamento de toda su existencia.

Y dentro de los grandes conversos a nuestra fe del siglo pasado, reflexionamos en torno a la figura de Edith Stein, Filósofa, Carmelita, santa y mártir. Ciertamente, su pensamiento filosófico, frecuentemente es ensombrecido por sus textos sobre su espiritualidad. Ella fue una entusiasmada filósofa mujer en la búsqueda de la verdad y caracterizada por la finura metodológica de la fenomenología husserliana. Edith, comprende como a través de la característica de todo filosofo de pensar lo que cree y creer lo que piensa, usa término espíritu como la clave de “apertura”, con lo cual logra una antropología que comprende al ser humano como ser interior que puede abrirse desde dentro hacia fuera, y retornar abriéndose hacia el centro.

2. QUIÉN ES EDITH STEIN

Edith Stein nació en 1891 en Breslau, ciudad que en aquel tiempo pertenecía a Alemania, y era la capital de la Silesia prusiana (hoy Wroclaw en Polonia). Era la última de siete hijos de una familia judía profundamente religiosa y ligada a las tradiciones. Nació el 12 de octubre, día de la fiesta religiosa del Kippur, esto es, de la Expiación.

A los treinta años de edad, leyó en casa de unos el Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila) y al cerrar el libro, con las primeras luces del alba, tuvo que confesarse a sí misma: "¡Esta es la Verdad!". Así fue como decidió convertirse al catolicismo y recibió el bautismo algunos meses después, el 1 de enero de 1922. Fue después a visitar a su familia, a casa de la anciana madre Augusta, para contarles lo que había hecho. Se puso de rodillas y le dijo: "¡Mamá, soy católica!". La madre, firme creyente de la fe de Israel, lloró. Y lloró también Edith. Ambas sentían que, a pesar de seguirse amando intensamente, sus vidas se separaban para siempre. Cada una de las dos encontró a su manera, en la propia fe, el valor de ofrecer a Dios el sacrificio solicitado

El 30 de abril de 1933, durante la adoración del Santísimo Sacramento sintió con claridad su vocación a la vida religiosa monástica del Carmelo, que había empezado a intuir el día del bautismo, y tomó interiormente su decisión. ¡Para la madre supuso otro golpe! "También siendo hebreo se puede ser religioso", le había dicho para disuadirla. "Claro - le había respondido Edith -, si no se ha conocido otra cosa".

Dios la llamaba para conducirla al desierto, le hablaba en su corazón para invitarla a compartir la infinita sed de Jesús por la salvación de los hombres. Libre y alegremente dejaba un mundo lleno de amigos y admiradores, para entrar en el silencio de una vida desnuda y silenciosa, atraída sólo por el amor a Jesús. El 15 de octubre de 1933 Edith entraba en el Carmelo de Colonia. Tenía 42 años.

El domingo 15 de abril de 1934 tomó los hábitos y se hizo novicia con el nombre de Sor Teresa Benita de la Cruz. Entre tanto, el provincial de los carmelitas insistió para que se dedicara a completar su obra "Ser finito y Ser eterno", iniciada antes de entrar en el Carmelo. En 1938 culminó su formación carmelita y el 1 de mayo hizo los votos de profesión religiosa carmelita para toda la vida.

Pero el 31 de diciembre de 1938 se cernía sobre Edith el drama de la cruz. Para huir de las leyes raciales contra los judíos, tuvo que dejar el Carmelo de Colonia. Se refugió en Holanda, en el Carmelo de Echt. Era un momento trágico para toda Europa y especialmente para los ciudadanos de origen judía, perseguidos por los nazis. El 23 de marzo se ofreció a Dios como víctima de expiación. El 9 de junio redactó su testamento espiritual, en el que declaraba su aceptación de la muerte en una hora tan funesta, mientras arreciaba la segunda guerra mundial.

En 1941, por encargo de la Priora del monasterio de Echt, dio inicio a una nueva obra y la continuó mientras pudo, esta vez sobre la teología mística de San Juan de la Cruz. La tituló Scientia Crucis. La obra quedó incompleta, porque también en Echt los nazis terminaron por alcanzarla. Las escuadras de las SS la deportaron al campo de concentración de Amersfort, y de ahí al de Auschwitz. "¡Vamos! - dijo mientras salía con su pobre equipaje a su hermana Rose, que vivía en la hospedería del monasterio y que fue capturada junto a ella - ¡Vamos a morir por nuestro pueblo!"

Había pasado de la cátedra de docente universitaria al Carmelo. Y ahora, de la paz del claustro, espacio del amor contemplativo, pasaba a los horrores de un lager nazi. Edith Stein, Sor Teresa Benita de la Cruz, murió en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942.

Fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia, en el aniversario de su consagración definitiva, el 1 de mayo de 1987. Fue proclamada Santa por el mismo pontífice en la Plaza de San Pedro de Roma el 11 de octubre de 1998.

3. FILOSOFÍA, UN CONTINUO CAMINAR AL BORDE DEL ABISMO

Los que la han leído y conocen de ella, opinan que fue inteligente, innovadora, dispuesta, hacendosa y dinámica. Edith se inscribe en 1910 en la Universidad de Breslau, y será la única mujer que sigue, ese año, los cursos de filosofía. Dijo una vez: "El estudio de la filosofía es un continuo caminar al borde del abismo", pero ella, intelectual y espiritualmente madura, supo hacer de la misma una vía privilegiada de encuentro con la verdad.

Mientras seguía cierto seminario de estudios, entró en contacto con el pensamiento de Edmund Husserl, profesor de la Universidad de Gotinga. Y nació un interés profundo. Experimentó un gran entusiasmo por el autor, iniciador de la fenomenología, y el ámbito en que se hace presente esta realidad) quien le pareció "el filósofo" de su tiempo. Se trasladó a la Universidad de Gotinga y consiguió conocer al filósofo Husserl.

Conoció a otro fenomenólogo, Max Scheler, un alemán, de gran importancia en el desarrollo de la filosofía de los valores, (Hijo de padre luterano y de madre judía, se convirtió inicialmente al catolicismo, del que más adelante se distanció), muy distinto de Husserl, que provocaba a su auditorio con intuiciones originales y estimulaba su espíritu. En ella, que se declaraba atea, Scheler consiguió despertar la necesidad religiosa, más adormecida que apagada. Poco tiempo antes, Scheler había retornado a la fe católica, y exponía su credo de manera fascinante.

Edith no alcanzó en ese momento la fe, pero vio abrirse ante sí un nuevo ámbito de fenómenos, ante los cuales no podía permanecer insensible. En la escuela de Husserl había aprendido a contemplar las cosas sin prejuicios. Escuchando a Scheler, se le derrumbaban las barreras de los prejuicios racionales entre los que había crecido sin saberlo. Ella misma dice: "El mundo de la fe se me abría de improviso delante".

4. PRIMER ENCUENTRO CON LA CRUZ, PRIMERA EXPERIENCIA DE LA FUERZA DIVINA

Escuchando las conferencias de Scheler, que expresaba muchas ideas católicas y “sabía divulgarlas haciendo uso de su brillante inteligencia y habilidad lingüística”, se abre un mundo desconocido por primera vez en la vida para la joven Edith, cada vez más interesada en la verdad. Si bien en ese momento no llegó a la fe, al procurar, como buena fenomenóloga, reflexionar sobre cada cosa con una mirada libre de prejuicios y sin “anteojeras”, comienza a interesarse en los asuntos religiosos: “Los límites de los prejuicios racionalistas, en medio de los cuales había crecido sin saberlo, cayeron, y el mundo de la fe apareció repentinamente ante mí”. La joven estudiante de filosofía se siente “paulatinamente transformada”.

El primer verdadero encuentro con la verdad cristiana, y específicamente con el misterio de la Cruz, Edith Stein lo vive con ocasión de la muerte de unos de sus profesores, Adolf Reinach, quien había sido además brazo derecho de Husserl en Gottinga. Para Edith Stein es un trauma, ya que con Reinach, más que un maestro, siente que ha perdido un amigo y confidente. Le produce casi temor el encuentro con la joven viuda tan duramente sometida a prueba, que le solicita poner orden en los escritos filosóficos de su marido. Al leer los apuntes sobre una filosofía de la religión de Reinach, con hermosas páginas proyectadas hacia el catolicismo, y al constatar, con asombro, la fuerza que la joven viuda recibía de la fe cristiana, Edith Stein se siente perturbada y no está tan segura de su ateísmo. Más tarde confía: “Ése fue mi primer encuentro con la Cruz, mi primera experiencia de la fuerza divina que emana de la Cruz y se comunica a quienes la adoptan. Por primera vez me fue dado contemplar en toda su luminosa realidad la Iglesia nacida de la pasión salvadora de Cristo, en su triunfo sobre el aguijón de la muerte. Fue el instante en que se derrumbó mi incredulidad, palideció el hebraísmo y Cristo se irguió radiante ante mi mirada: ¡Cristo en el misterio de su Cruz!”.

5. PERCIBIENDO INTERIORMENTE UNA PRESENCIA MISTERIOSA

En su ensayo Causalidad psíquica, (publicado en 1922, en el quinto volumen de la revista dirigida por Husserl, hay señales de la lucha interior que sostiene en esos años. Edith Stein parece centrada en su propia experiencia, al enfrentar de pronto la temática religiosa, que altera sus planos, cuando escribe: “Me niego por tanto aceptar la fe pura y simple y no le permito obrar con eficacia”. Más adelante, en el mismo ensayo, extenso como un libro, anota:

"Existe un estado de reposo en Dios, de total suspensión de todas las actividades de la mente, en el cual ya no se pueden hacer planes, ni tomar decisiones, ni hacer nada, pero en el cual, entregado el propio porvenir a la voluntad divina, uno se abandona al propio destino. Yo he experimentado un poco este estado, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando mis fuerzas, consumó totalmente mis energías espirituales y me quitó cualquier posibilidad de acción. Comparado con la suspensión de actividad propia de la falta de vigor vital, el reposo en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. En su lugar se experimenta un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que es preocupación, obligación, responsabilidad en lo que se refiere a la acción. Y mientras me abandono a este sentimiento, poco a poco una vida nueva empieza a colmarme y - sin tensión alguna de mi voluntad - a invitarme a nuevas realizaciones. Este flujo vital parece brotar de una actividad y una fuerza que no son las mías, y que, sin ejercer sobre ellas violencia alguna, se hacen activas en mí. El único presupuesto necesario para un renacimiento espiritual de esta índole parece ser esa capacidad pasiva de recepción que se encuentra en el fondo de la estructura de la persona."

Existen también fenómenos únicos, como son los del santo y el místico. Este ensayo se remonta a la época de su conversión, y en él Edith, basándose en su propia experiencia, escribe una célebre página sobre el "estado de reposo en Dios", que regenera profundamente a la persona.

En dicha página se siente vibrar el acento de quien, percibiendo interiormente una presencia misteriosa, la actividad que procede de la fuerza superior de Dios, se abandona libremente a un sentimiento de íntima seguridad y experimenta un nuevo sentimiento de libertad, una fuerza, un renacimiento. Edith alcanza de este modo la unidad de vida entre el camino intelectual y el camino religioso.

6. "¡MAMÁ, SOY CATÓLICA!".

Cuando comenzó la primera guerra mundial, en 1914, se sintió espiritualmente atraída por la idea de oponerse al odio con un servicio de amor. Y se hizo voluntaria de la Cruz Roja en un hospital militar de enfermedades infecciosas, situada en una pequeña ciudad de Moravia. Y volvió a la filosofía con una nueva actitud: "¡No la ciencia, sino la dedicación a la vida tiene la última palabra!"

A pesar de sus reservas ante el pensamiento filosófico de Husserl, Edith permaneció a su lado, y en 1916 lo siguió como asistente en la Universidad de Friburgo, donde se licenció con una tesis titulada El problema de la empatía (Einfuhlung). Al año después consiguió el doctorado summa cum laude en la misma universidad.

Por las necesidades propias de sus estudios, en primer lugar, y por las exigencias de la amistad, después, transcurrió largos períodos estivales en Bergzabern, en el Palatinado, en casa del matrimonio Conrad-Martius. Fue en el verano de 1921, durante uno de estas estancias cuando Edith leyó - en una sola noche - el Libro de la vida de Santa Teresa de Ávila. Al cerrar el libro, con las primeras luces del alba, tuvo que confesarse a sí misma: "¡Esta es la Verdad!".

Recibió el bautismo en Bergzabern algunos meses después, el 1 de enero de 1922. Quiso y consiguió que fuese su madrina su amiga Hedwig Conrad-Martius, la cual era cristiana, pero de confesión protestante. Añadió a Edith los nombres de Teresa y Edvige.

Fue después a visitar a su familia, a casa de la anciana madre Augusta, para contarles lo que había hecho. Se puso de rodillas y le dijo: "¡Mamá, soy católica!". La madre, firme creyente de la fe de Israel, lloró. Y lloró también Edith. Ambas sentían que, a pesar de seguirse amando intensamente, sus vidas se separaban para siempre. Cada una de las dos encontró a su manera, en la propia fe, el valor de ofrecer a Dios el sacrificio solicitado.

7. MONJA CARMELITA DESCALZA

Edith fue admitida en el Carmelo el 14 de octubre de 1933, ella escribe: "alto monte al que hay que empezar a subir desde abajo", por su sed de participación en el misterio pascual, Edith asimila su condición de desierto, lo que hace del Carmelo lugar idóneo para entender la cultura nihilista de buena parte de nuestro siglo. Si toda la vida cristiana es un éxodo hacia la tierra prometida, el Carmelo vive la dimensión del éxodo con el radicalismo que Edith ha experimentado, de distintas maneras, durante toda la vida.

No obstante su conversión, que no le impide seguirse sintiendo hija de Israel, enamorada de su santa progenie, la separa sin embargo de la familia y de la madre muy amada, quien posee "también una gran fe" y sobre ella Edith dice: "Mi madre se opone todavía con todas sus fuerzas a la decisión que voy a tomar. Es duro tener que asistir al dolor y al conflicto de conciencia de una madre, sin poderla ayudar con medios humanos" (26-01-1934).

La separación de la fe la madre, que seguirá "hasta el final", con admiración de Edith, "fiel a su fe", se superpone a sus sucesivos exilios: primero de la Universidad de Friburgo (1922), después del liceo de Spira (1931), de la Academia pedagógica de Münster (1933), y por último, del mismo Carmelo de Colonia (1938), hasta la separación suprema del Carmelo de Echt (2 de agosto de 1942) por el campo de Amersfoort, el lager de Wersterbork (3 de agosto de 1942) y el de Auschwitz-Birkenau (7 de agosto de 1942), donde Edith y su hermana Rosa resultarán inmediatamente seleccionadas para su eliminación (9 de agosto de 1942). (Cronología de la Obras Completas de Edith Stein)

Edith confirma que "la historia de la salvación es la de un continuo caminar sobre las huellas del Señor... Un nuevo descubrimiento, una nueva experiencia de Dios en la historia, una nueva llamada suya pueden hacernos caminar en una dirección inesperada. Cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es (1 Jn 3,2)".

Condición de la disponibilidad al éxodo es el abandono a Dios. Edith, enamorada del Carmelo - "en la cima de mis pensamientos estaba sólo el monte Carmelo" (27-03-1934) -, inundada por el agradecimiento de ser carmelita - "no me queda sino dar gracias a Dios de continuo por la inmensa gracia, inmerecida, de la vocación" (11-02-1935)-, sigue abierta a la voluntad de Dios: "Soy consciente de que no tenemos una posición duradera aquí. No deseo más que se cumpla en mí y a través de mí la voluntad de Dios. Él sabe cuánto tiempo me dejará todavía aquí y lo que sucederá después. In manibus tuis sortes meae... No tengo por qué preocuparme" (16-10-1939).

Dios está en todas partes porque vive en el corazón humano, más espacioso que cualquier otro lugar, incluso sagrado: "Dios está con nosotros con toda la Trinidad. Si en el fondo del corazón construimos una celda bien protegida en la que retirarnos lo más a menudo posible, no nos faltará nada en cualquier situación nos encontremos" (22-10-1938).

Ni siquiera en un lager. En el de Westerbork, tres días antes de su muerte, Edith dirá: "Suceda lo que suceda, estoy preparada. Jesús está también aquí con nosotros" (06-08-1942).

8. CAMINO FILOSÓFICO Y RELIGIOSO

La aceptación serena y consciente de este final presupone una madurez humana y espiritual completa, la posesión tranquila - en los límites en que esto resulta posible a un ser humano finito - de esa suma Verdad y de ese sumo Amor que es el Ser eterno en sí mismo.

A esta meta Edith había llegado pasando por una maduración intelectual y filosófica que se puede considerar ya culminada en el momento de abandonar el mundo para entregarse a la contemplación de Dios, que es su vocación monástica carmelita.

Lo que más llama la atención en Edith Stein es la claridad de su objetivo, la persistencia infatigable de la búsqueda con que lo persiguió durante toda la vida. "La sed de la verdad - dijo a propósito del tiempo que precedió a su conversión - era mi única oración". Esta búsqueda, abriéndose al Ser divino, se convertirá en búsqueda de Dios, no del Dios de las abstractas filosofías, sino del Dios personal, el Dios de Jesucristo.

No nos sorprende pues que, a partir de la fenomenología, Edith Stein llegara a la Escolástica y que en este panorama de luz total sobre el ser pudiera escuchar la exigencia de abordar una experiencia y una doctrina de carácter místico.

En los años treinta, los varios círculos de pensadores neo-escolásticos afrontaban frecuentemente la relación entre filosofía y mística, interesándose especialmente por las diferencias entre las vías propuestas por Tomás de Aquino y por Juan de la Cruz para la vida espiritual. Por esos años, era la época de los Congresos Tomistas, de los Estudios Carmelitas en profundidad de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa de Jesús, además el tiempo de Jacques e Raissa Maritain. Momento que dan testimonio de que, el pensamiento cristiano, la vida de oración y la búsqueda de la santidad se presentan como formas de la actividad filosófica, en la realidad de la existencia."

En esa época, Edith había madurado ya la superación de la postura de su maestro Husserl. Ahora sus intereses intelectuales gravitaban en torno a Santo Tomás, y su espíritu se orientaba hacia la experiencia mística carmelita, manteniendo, a pesar de todo, el profundo signo de su iniciación a la filosofía en la escuela de Husserl. Edith ya había entrado así en un círculo de personas unidas por la pasión por la verdad y por auténticos vínculos humanos.

Aunque ni siquiera Husserl superó el subjetivismo, en realidad la apertura al objeto, propia de la intención original de esta escuela en la que se formó filosóficamente Edith Stein, invitaba a muchos discípulos a avanzar, por la vía de la objetividad, hacia el ser mismo.

Lo que atrajo intensamente a Edith Stein fue la apertura directa de la conciencia al ser del mundo. "A través de esta realidad del ser del mundo Dios nos habla. Él está ahí, detrás, él sólo es El que es. Abrirse a la voz del mundo que habla a la consciencia es abrirse a Dios, es escuchar a Dios. El camino de la contemplación está muy cerca." (J. de Fabrègues)

La posición crítica de Edith respecto al desarrollo de la doctrina de Husserl por una línea que fue denominada de "idealismo trascendental" favoreció su aproximación a la perspectiva de la Escolástica. Y el encuentro con el Ser infinito hizo crecer en su espíritu el germen de la contemplación.

Procediendo con el método fenomenológico, en la perspectiva inicial de la adhesión a la objetividad de las cosas, Edith trató, en su primera producción científica, algunos temas de carácter psicológico, comunitario, social. Según uno de los más serios estudiosos de Edith Stein, Reuben Guilead, "hay un problema en el que se concentra todo su interés filosófico: el de la persona humana. No es una casualidad que sus primeros escritos graviten sobre cuestiones de naturaleza psíquica, comunitaria y social. Ahora, la búsqueda de la esencia de la persona humana está unida indisolublemente a la de la dimensión espiritual. Así que no nos sorprende que, desde sus primeros escritos, Edith Stein afronte la cuestión de una ontología del espíritu".

9. COMENTARIOS FINALES

Es conocido que si miramos la historia del pensamiento antiguo, los escritos sagrados de todas las religiones que se conocen, surgen interrogantes básicas sobre la existencia humana. Ciertamente son preguntas que brotan íntimamente en el corazón del hombre. En efecto, siempre hemos tenido la necesidad de conocer el sentido de nuestra existencia. Edith siempre estuvo deseosa de conocer la verdad y ella se da cuenta de su capacidad para conocer la verdad, y la encuentra mediante la filosofía. Edith en su tiempo, ya sabe como el desarrollo de las diferentes filosofías ha dado lugar a otras culturas. Alguien podría decir que en esta tarea ha habido arbitrariedades e imperfecciones. No obstante nada de eso logra invalidar el esfuerzo desarrollado por el hombre a lo largo de toda su vida e historia para comprender cuales son las raíces de su existencia y orientarse en el ejercicio de su libertad y de sus responsabilidades sociales e históricas.

Podemos además concluir que la fe divina, recibida en el entendimiento del filósofo, en ningún caso echa por tierra la filosofía de este, todo lo contrario, más bien la sostiene, la perfecciona y la eleva. Porque la fuerza del conocimiento de la razón natural no disminuye al surgir la fe, sino que más bien aumenta y se enriquece con la cercanía de esa nueva luz sobrenatural. El hábito de la fe divina no sólo potencia a nuestro intelecto en orden al conocimiento de los misterios sobrenaturales, sino que también lo torna más capaz y firme en orden a la investigación de muchas verdades fundamentales que, de suyo, son naturalmente comprensibles.

Es así como la fe instruye a la filosofía acerca de sus limitaciones y posibles fallos, para que no se exalte en demasía, como acontece en los racionalistas. Pues le da a conocer que, más allá, y por encima de la razón natural, existen misterios intrínsecamente sobrenaturales, que exceden, de modo absoluto, las fuerzas de nuestra razón. Y en cuanto a las mismas verdades acerca de Dios, que no exceden de suyo a dichas fuerzas naturales, también la fe enseña al filósofo las muchas imperfecciones a que está sujeto en la presente condición del género humano, por la ignorancia, que oscurece y debilita nuestra razón.



http://www.ocd.pcn.net/ed_es.htm


http://www.corazones.org/santos/edith_stein.htm#Ave_Crux,_spes_unica


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