¿Qué son los valores? | |||
Son el motor de nuestra vida | |||
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¿Qué se entiende por "Valor"? ¿Desde qu& eacute; perspectiva se aprecian los valores? ¿Cuales son sus caracter&ia cute;sticas? ¿Cómo valora el ser humano? ¿Cómo se c lasifican?
Aún cuando el tema de los valores es considerado relativamente r eciente en filosofía, los valores están presentes desde los inici os de la humanidad. Para el ser humano siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado a través de los tiempos. Se puede valorar d e acuerdo con criterios estéticos, esquemas sociales, costumbres, princi pios éticos o, en otros términos, por el costo, la utilidad, el b ienestar, el placer, el prestigio.
Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en las di stintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no podríamos enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuo sas según la concepción que tuvieron los griegos de la antigü ;edad. Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquello s que guiaron a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres c ulturales o principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten la s personas de la sociedad actual.
¿Qué se entiende por valor?
Este concepto abarca contenidos y significados diferentes y ha sido abo rdado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista, se en tiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una per fección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honest o; ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar. L a práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad (Vásquez, 1999, p. 3). Desde un punto de vista socio-educativo, los valores son considerados referentes, pau tas o abstracciones que orientan el comportamiento humano hacia la transformaci ón social y la realización de la persona. Son guías que da n determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social.
"Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo pose e y de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Lo s valores no tienen existencia real sino adheridos a los objetos que lo sostien en. Antes son meras posibilidades." (Prieto Figueroa, 1984, p. 186)
¿Desde cuáles perspectivas se aprecian los valores?
La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen en sí mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado valor, dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta perspectiva, los valores son subjetivos, dependen de la impresión person al del ser humano. La escuela neokantiana afirma que el valor es, ante todo, un a idea. Se diferencia lo que es valioso de lo que no lo es dependiendo de las i deas o conceptos generales que comparten las personas. Algunos autores indican que "los valores no son el producto de la razón"; no tienen su origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no s on concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Es en el pensam iento y en la mente donde los valores se aprehenden, cobran forma y significado . La escuela fenomenológica, desde una perspectiva idealista, considera que los valores son ideales y objetivos; valen independientemente de las cosas y de las estimaciones de las personas. Así, aunque todos seamos injustos , la justicia sigue teniendo valor. En cambio, los realistas afirman que los va lores son reales; valores y bienes son una misma cosa. Todos los seres tienen s u propio valor. En síntesis, las diversas posturas conducen a inferir do s teorías básicas acerca de los valores dependiendo de la postura del objetivismo o del subjetivismo axiológicos.
¿Cuáles son las características de los valores?
¿Qué hace que algo sea valioso? La humanidad ha adoptado criterios a partir de los cuales se establece la categoría o la jerarqu& iacute;a de los valores. Algunos de esos criterios son: (a) Durabilidad: los va lores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son más perman entes en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más fu gaz que el de la verdad. (b) Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible. (c) Flexibilidad: los valo res cambian con las necesidades y experiencias de las personas. (d) Satisfacci& oacute;n: los valores generan satisfacción en las personas que los pract ican. (e) Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; Tod o valor conlleva un contravalor. (f) Jerarquía: Hay valores que son cons iderados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relaciona dos con las necesidades básicas o vitales). Las jerarquías de val ores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivame nte a lo largo de la vida de cada persona. (g) Trascendencia: Los valores trasc ienden el plano concreto; dan sentido y significado a la vida humana y a la soc iedad. (h) Dinamismo: Los valores se transforman con las épocas. (i) Apl icabilidad: Los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entr añan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos d e la persona. (j) Complejidad: Los valores obedecen a causas diversas, requiere n complicados juicios y decisiones.
En una escuela de enseñanza primaria, una maestra se dio cuenta de la vanidad que había en las actitudes de sus alumnos. Valiéndo se de una situación fantástica, sugirió al grupo lo divert ido que sería crear una ciudad imaginaria. Cada alumno podría des empeñar el trabajo que quisiera. Llevando cuenta de las elecciones hecha s por los chicos, el grupo descubrió que tenían varios doctores, abogados e ingenieros. Hubo un individualista que aspiraba a ser vago. A contin uación, preguntó al grupo si una ciudad así podría sobrevivir. Entonces se puso de manifiesto la necesidad de agricultores, fabric antes de herramientas, de personas dedicadas a la limpieza de las calles, etc&e acute;tera. En la discusión que siguió, los chicos se dieron cuen ta, por primera vez, no sólo de la importancia que tiene toda ocupaci&oa cute;n en nuestra sociedad, sino también de las medidas que estaban usan do para determinar el valor de una ocupación o de una persona. Los disti ntos valores de nuestra sociedad que dan importancia a la recompensa monetaria, a la categoría, al servicio social, etcétera, emergieron del inc onsciente al interés consciente de todos los miembros del grupo. (Lifton , 1972, pp. 263-264)
¿Cómo valora el ser humano?
¿Cómo expresa sus valoraciones? El proceso de valoraci&oa cute;n del ser humano incluye una compleja serie de condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuac ión. Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales. Las valora ciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convicciones, a ctitudes, juicios de valor y acciones. Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora e n aras de una moral autónoma del ser humano.
¿Cómo se clasifican los valores? ¿Cuáles ti pos de valores existen?
No existe una ordenación deseable o clasificación ú ;nica de los valores; las jerarquías valorativas son cambiantes, fluct&u acute;an de acuerdo a las variaciones del contexto. Múltiples han sido l as tablas de valores propuestas. Lo importante a resaltar es que la mayor&iacut e;a de las clasificaciones propuestas incluye la categoría de valores &e acute;ticos y valores morales. La jerarquía de valores según Sche ler (1941) incluye: (a) valores de lo agradable y lo desagradable, (b) valores vitales, (c) valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, va lores del conocimiento puro de la verdad, y (d) valores religiosos: lo santo y lo profano. La clasificación más común discrimina valores lógicos, éticos y estéticos. También han sido agrup ados en: objetivos y subjetivos (Frondizi, 1972); o en valores inferiores (econ ómicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y su periores (morales y espirituales). Rokeach (1973) formuló valores instru mentales o relacionados con modos de conducta (valores morales) y valores termi nales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad, bien común). La clasificación detallada que ofrece Marín I báñez (1976) diferencia seis grupos: (a) Valores técnicos, económicos y utilitarios; (b) Valores vitales (educación f&iacut e;sica, educación para la salud); (c) Valores estéticos (literari os, musicales, pictóricos); (d) Valores intelectuales (humanístic os, científicos, técnicos); (e) Valores morales (individuales y s ociales); y (f) Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión) (p. 53).
"Tiene razón el liberalismo cuando dice que la sociedad es para el hombre y no el hombre para la sociedad, pero diciendo la mitad de la ve rdad escamotea la otra mitad: que el hombre que se refugia en su "inter&ea cute;s privado" y se pone como horizonte el "bien particular" de sentendiéndose del Bien Común está violando su dignidad de hombre y da la espalda a la tarea ética que le correspondería en cuanto hombre digno." (Mikel de Viana, 1991, p. 15)
Las características de cada valor y su escala de importancia.
Valores Religiosos
Fin Objetivo: Dios
Fin Subjetivo: Santidad
Actividades: Culto interno y externo, virtudes sobrenaturales
Preponderancia: Toda la persona dirigida por la Fe.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Santo
Ciencia que lo estudio: Teología
Valores MoralesFin Objetivo: Bondad
Fin Subjetivo: Felicidad
Actividades: Virtudes humanas
Preponderancia: Libertad dirigida por la razón
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Ética
Valores EstéticosFin Objetivo: Belleza
Fin Subjetivo: Gozo de la armonía
Actividades: Contemplación, creación, interpretació ;n
Preponderancia: Toda la persona ante algo material.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Estética
Valores IntelectualesFin Objetivo: Verdad
Fin Subjetivo: Sabiduría
Actividades: Abstracción y Construcción
Preponderancia: Razón
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Lógica
Valores AfectivosFin Objetivo: Amor
Fin Subjetivo: Agrado, afecto, placer
Actividades: Manifestaciones de afecto, sentimientos y emociones
Preponderancia: Afectividad
Necesidad que satisface: Del Yo
Tipo de Persona: Sensible
Ciencia que lo estudio: Psicología
Valores SocialesFin Objetivo: Poder
Fin Subjetivo: Fama, prestigio
Actividades: Relación con hombre masa, liderazgo, polític a
Preponderancia: Capacidad de interacción y adaptabilidad< /p>
Necesidad que satisface: Sociales
Tipo de Persona: Famosa, líder, política
Ciencia que lo estudio: Sociología
Valores Físicos
Fin Objetivo: Salud
Fin Subjetivo: Bienestar Físico
Actividades: Higiene
Preponderancia: Cuerpo
Necesidad que satisface: Fisiológicas
Tipo de Persona: Atleta
Ciencia que lo estudio: Medicina
Valores EconómicosFin Objetivo: Bienes, riqueza
Fin Subjetivo: Confort
Actividades: Administración
Preponderancia: Cosas a las que se da valor convencional
Necesidad que satisface: Seguridad
Tipo de Persona: Hombre de Negocios
Ciencia que lo estudio: Economía
Conoce los valores
Decencia El valor que nos recuerda la importancia de vivir y com portarse dignamente en todo lugar.
Pulcritud El vivir el valor de la pulcritud nos abre las puertas , nos permite ser más ordenados y brinda en quienes nos rodean una sensa ción de bienestar, pero sobre todo, de buen ejemplo.
Puntualidad
El valor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el luga r adecuado.
Coherencia Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, a ctuando siempre de acuerdo a nuestros principios.
Año Nuevo: Poner últimas piedras
En este año nuevo, revisamos el valor que nos enseña la i mportancia de terminar lo que emprendemos.
La sana diversión
La importancia de buscar actividades recreativas que nos permitan segui r creciendo en los valores humanos.
Aprender El valor que nos ayuda a descubrir la importancia de ad quirir conocimientos a través del estudio y la reflexión de las e xperiencias cotidianas.
Docilidad
Es el valor que nos hace conscientes de la necesidad de recibir direcci ón y ayuda en todos los aspectos de nuestra vida.
Sensibilidad Es el valor que nos hace despertar hacia la realida d, descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo pe rsonal, familiar y social.
Crítica constructiva Hacer una crítica constructiva para ayudar a los demás es una actitud madura, responsable y llena de respeto por nuestros semejantes.
Comunicación Una buena comunicación puede hacer la diferencia entre una vida feli z o una vida llena de problemas.
Compasión La compasión se enfoca en descubrir a las personas, sus necesidades y p adecimientos, con una actitud permanente de servicio.
Orden A todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, pero l o más importante es el orden interior y es el que más impacta a l a vida.
Servicio
Brindar ayuda de manera espontánea en los detalles más pe queños, habla de nuestro alto sentido de colaboración para hacer la vida más ligera a los demás.
Voluntad La voluntad nos hace realizar cosas por encima de las d ificultades, los contratiempos y el estado de ánimo.
Serenidad Este valor nos enseña a conservar la calma en m edio de nuestras ocupaciones y problemas, mostrándonos cordiales y amabl es con los demás.
Paciencia Si nuestra época pudiera tener un nombre se lla maría "prisa". ¿Cómo esperamos que nuestra vida tenga más cordura y sea más amable a los demás si todo lo queremos "ya"?
Experiencia
¡Qué personalidad tan fuerte y atractiva presenta la exper iencia! Parece tan lejano el día en el que seamos maduros y más p rudentes. Es el aprendizaje de la vida...
Sencillez
Una personalidad sencilla a veces puede pasar inicialmente desapercibid a, pero su fortaleza interior y su encanto es mucho más profundo y perdu rable.
Amistad Los elementos que forjan amistades para toda la vida.
Respeto y Tolerancia
La base para convivir en sociedad. ¿Cómo afrontar las dif erencias de ideas, costumbres y creencias que vemos en la sociedad?
Alegría T oda persona es capaz de irradiar desde su interior la alegría, y su fuen te más común, más profunda y más grande es el amo r.
Autenticidad
Las experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propó sitos de mejora, hacen que con el tiempo se vaya conformando una personalidad p ropia.
Gratitud
De personas bien nacidas es ser agradecidas. ¿Cómo vivir mejor este valor?
Sinceridad Es un valor que debemos vivir para tener amigos, para ser dignos de confianza
Generosidad
Dar y darse. El valor que nos hace mejorar como personas.
Felicidad El ser feliz no es un estado de ánimo, es una a ctitud constante...
Honestidad La honestidad es una de las cualidades que nos gustar ía encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer.
Solidaridad Un valor que nos ayuda a ser una mejor sociedad y qu e no solamente debe vivirse en casos de desastre y emergencia
Fidelidad Vivir la fidelidad se traduce en la alegría de compartir con alguien la propia vida, procurando la felicidad y la mejora personal de la pareja.
Sociabilidad Est e valor es el camino para mejorar la capacidad de comunicación y de adap tación en los ambientes más diversos.
Prudencia Adelantarse a las circunstancias, tomar mejores decisi ones, conservar la compostura y el trato amable en todo momento, forjan una per sonalidad decidida, emprendedora y comprensiva.
Autodominio
Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma de ser para hacer la vida más amable a los dem&aacut e;s.
Objetividad La Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea.
Ecología El valor que encuentra en la protección d el medio ambiente una forma de servir a los demás.
Sacrificio Siemp re es posible hacer un esfuerzo extra para alcanzar una meta ¿Por qu&eac ute; no hacerlo para servir mejor a los demás?
Consejo Una pala bra acertada y expresada en el momento justo, logrará un cambio favorabl e en la vida de quienes nos rodean.
Patriotismo
El valor que nos hace v ivir plenamente nuestro compromiso como ciudadanos y fomentar el respeto que debemos a nuestra nación.
Desprendimiento El valor del desprendimiento nos enseñará a poner el corazó ;n en las personas, y no en las cosas materiales.
Magnanimidad El valor que nos hace dar más allá de lo que se considera normal, pa ra ser cada día mejores sin temor a la adversidad o a los inconvenien tes.
Optimismo Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre l a tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimist a.
Flexibilidad La Flexibilidad es la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstanci as, para lograr una mejor convivencia y entendimiento con los demás.
Amor Todos lo ne cesitamos, todos podemos darlo. Sin él nuestra vida pierde sentido. &iex cl;Un super segmento de Valores!
Sobriedad Es el valor que nos enseña a administrar nuestro tiempo y recursos, moderando nuestros gustos y caprichos para construir una verdadera personalidad.
Obediencia La obediencia es una actitud responsable de colaborac ión y participación, importante para las buenas relaciones, la co nvivencia y el trabajo productivo.
Liderazgo Todo l íder tiene el compromiso y la obligación de velar por la superaci ón personal, profesional y espiritual de quienes lo rodean. Es una respo nsabilidad que como personas debemos asumir.
Superación La superación no llega con el tiempo, el simple deseo o con la automo tivación, requiere acciones inmediatas, planeación, esfuerzo y trabajo continuo.
Autoestima No ba sta tener seguridad en nuestras capacidades, el valor de la autoestima esta fun damentado en un profundo conocimiento de nosotros mismos
Compromiso Comprometerse va más allá de cumplir co n una obligación, es poner en juego nuestras capacidades para sacar adel ante todo aquello que se nos ha confiado.
Laboriosidad Tra bajar es solo el primer paso, hacerlo bien y con cuidado en los pequeños detalles es cuando se convierte en un valor.
Responsabilidad Todos comprendemos la irresponsabilidad cuando alguien no cumple lo que promete ¿Pero sabemos nosotros vivirla?
Libertad Un valo r que todos reconocemos, pero que pocos sabemos defender, o del cual podemos abusar.
Carácter Transformar la imagen de una personalidad emprendedora, llena de energía , de fuerza y vitalidad, a una forma de ser propia y natural.
Comprensión Cuando alguien se siente comprendido entra en un estado de alivio, de tranqu ilidad y de paz interior. ¿Qué hacer para vivir este valor en los pequeños detalles de la vida cotidiana?
Confianza Los hombres no podríamos vivir en armoní a si faltara la Confianza.
Bondad La bondad perfecciona a la persona porque sabe dar y darse sin temor a verse defraudado, transmitiendo aliento y entusiasmo a quienes lo rodean.
Lealtad Conoce este valor sin el cual nos quedamos solos y que d ebemos vivir nosotros antes que nadie.
La Paz
Un valor fundamental pa ra las personas, las familias y las naciones ¿Cómo puede cultivar se este valor desde nuestro interior?
Perdón Los resentimientos nos impiden vivir plenamente si n saber que un simple acto del corazón puede cambiar nuestras vidas y de quienes nos rodean
Perseverancia Es tiempo de que los buenos propósitos se vuelvan realidad.
Valentía Personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias: El valor que forja familias , empresas y naciones diferentes.
Empatía E l valor de la empatía nos ayuda a recuperar el interés por las pe rsonas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de ellas tenemos.
El valor de la familia
El valor nace y se desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría el papel que le ha tocado desempeñar e n la familia.
CARACTERÍSTICAS DE ALGUNOS DE ESTOS VALORESEl Amor en los Valores
El papel que juega el a mor en los valores, y un breve panorama sobre esta sección.
Solo hay una cosa más difícil que hablar del amor y es ha blar brevemente sobre él. Todos intuimos la necesidad del amor en nuestr as vidas en todas sus manifestaciones: amor a los padres, a los hijos, en parej a, a Dios. Podemos tener graves dificultades para describirlo y aún mayo res para entenderlo, pero todos percibimos cuánto lo necesitamos. Y prec isamente por eso es un valor, porque sin él nuestra vida pierde todo su sentido. Amar y ser amado es uno de los grandes sueños de todo ser human o. La incesante búsqueda del amor puede llevar al más sensato a h acer una tontería, y es que ya decía Platón que el amor es una especie de locura. Otros autores han dicho que el amor es una puerta entre el cielo y la tierra, y esta metáfora puede tomarse en sentido po&eacut e;tico, figurado o religioso siendo en todos los casos igualmente aplicable.
Sobre el tema del amor, hemos decidido dar una perspectiva más a mplia. Definiciones de Amor y sus clases es un texto que comienza a esclarecer un poco qué es el amor con una perspectiva psicológica y antropol ógica. Como una de las primeras manifestaciones que nos vienen a la ment e cuando pensamos en el amor es su connotación a nivel pareja, decidimos incluir el tema "El Eros y el Enamoramiento" para entender mejor est a faceta en particular. Por supuesto que el amor tiene aspectos agradables y ot ras no tanto, especialmente en lo que se refiere al amor en pareja, los cuales son tratados con más profundidad en "Es fácil enamorarse y d ifícil mantenerse enamorado". Lo anterior nos lleva, por supuesto a hablar de "El amor en el matrimonio". Queda muy claro a todos que el amor no solo se trata de parejas, por lo que "Educación en el Amor " será de gran utilidad para padres de familia. La "Reflexi&oa cute;n sobre los sentimientos" cierra las puertas del segmento psicol&oacu te;gico y antropológico para dar paso a las citas, textos y comentarios sobre el amor en el sentido religioso: Amor a Dios, Amor al Prójimo...
Definiciones y Clases de Amor
Las diferentes facetas del amor, clasificadas y explicadas.
Al hablar de la voluntad dijimos que una de las cinco formas de querer podía llamarse amor de benevolencia. La benevolencia como actitud moral también nos es familiar: consiste en prestar asentimiento a lo real, ayu dar a los seres a ser ellos mismos.
Si pensamos un poco más en esa definición, y sobre todo e n esa actitud, enseguida descubriremos que consiste en afirmar al otro en cuant o otro. Esto también puede ser llamado amor: 롭ar es querer un bien par a otro뮠El amor como benevolencia consiste, pues, en afirmar al otro, en quere r más otro, es decir, querer que haya más otro, que el otro crezc a, se desarrolle, y se haga 뭦aacute;s grande뮠Esta forma de amor no refiere al ser amado a las propias necesidades o deseos, sino que lo afirma en sí ; mismo, en su alteridad. Por eso es el modo de amar más perfecto, porqu e es desinteresado, busca que haya más otro. También podemos llam arlo amor-dádiva, porque es el amor no egoísta, el que ante todo afirma al ser amado y le da lo que necesita para crecer. Por eso, amar es afirm ar al otro.
Sin embargo, también existe la inclinación a la propia pl enitud, un querer ser más uno mismo. Esto es una forma de amor que podem os llamar amor-necesidad, porque nos inclina a nuestra propia perfección y desarrollo, nos hace tender a nuestro fin, nos inclina a crecer, a ser m&aac ute;s. Por eso podemos llamarlo también amor de deseo. Esta forma de amo r es el primer uso de la voluntad, que hemos llamado simplemente deseo o apetit o racional. Según él, amar es crecer. En cuanto la voluntad asume las tendencias sensibles, en especial el deseo, éstas pueden llamarse t ambién amor, en el sentido de amor-necesidad o amor natural: 볥 llama a mor al principio del movimiento que tiende al fin amado묠como dijimos al clasi ficar los sentimientos y pasiones.
Hay que decir, sin embargo, que llamar amor al deseo de la propia pleni tud, a la inclinación a ser feliz, a la tendencia sensible y a la racion al, puede hacerse siempre y cuando este deseo no se separe del amor de benevole ncia, que es la forma genuina y propia de amar de los seres humanos. La raz&oac ute;n es la siguiente: el puro deseo supedita lo deseado a uno mismo, es amarse a uno mismo, porque entonces se busca la propia plenitud, y la consiguiente sa tisfacción, y, por así decir, se alimenta uno con los bienes que desea y llega a poseer. Pero a las personas no se las puede amar simplemente de seándolas, porque entonces las utilizaríamos para nuestra propia satisfacción. A las personas hay que amarlas de otra manera: con amor de amistad o benevolencia.
Así pues, el amor se divide de un primer modo, que es consideran do su forma, uso o manera, que es, como se acaba de ver, doble: el amor-necesid ad y el amor dádiva. En las acciones nacidas de la voluntad amorosa, que se explicarán después, sucede algo realmente singular: El quinto uso de la voluntad (el amor dádiva) refuerza y transforma los cuatro re stantes, empezando por el amor necesidad o deseo. Hay, pues, una correspondenci a del amor de benevolencia con el amor-necesidad y los restantes usos de la vol untad, de la cual resulta que éstos se potencian al unirse con aqu&eacut e;l. Antes de exponer esas acciones, y para terminar la exposición gener al acerca del amor, son necesarias tres precisiones:
1) Todos los actos de la vida humana, de un modo o de otro, tienen que ver con el amor, ya sea porque lo afirman o lo niegan. El amor es el uso m&aacu te;s humano y más profundo de la voluntad. Amar es un acto de la persona y por eso ante todo se dirige a las demás personas. Sin ejercer estos a ctos, y sin sentirlos dentro, o reflexionar sobre ellos, la vida humana no mere ce la pena ser vivida.
De aquí se sigue que el amor no es un sentimiento, sino un acto de la voluntad, acompañado por un sentimiento, que se siente con mucha o poca intensidad, e incluso con ninguna. Puede haber amor sin sentimiento, y 볍 entimiento렳in amor voluntario. Sentir no es querer. En las líneas que siguen se pueden ver muchos ejemplos de actos del amor que pueden darse, y de h echo se dan, sin sentimiento 롭oroso렱ue los acompañe. El amor sin sen timiento es más puro, y con él es más gozoso. Pero ambos n o se pueden confundir, aunque tampoco se pueden separar.
Ese sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor sensible o voluntario, puede llamarse afecto. Amar es sentir afecto. El afecto es senti r que se quiere, y se reconoce fácilmente en el amor que tenemos a las c osas materiales, las plantas y los animales, a quienes 룯gemos cariño렍 sin esperar correspondencia, excepto en el caso de los últimos. El afect o produce familiaridad, cercanía física, y nace de ellas, como oc urre con todo cuanto hay en el hogar. Pero además de afectos, el amor ti ene efectos: como todo sentimiento, se manifiesta con actos, obras y acciones q ue testifican su existencia también en la voluntad. Los afectos son sent imientos; los efectos son obra de la voluntad. El amor está integrado po r ambos, afectos y efectos. Si sólo se dan los primeros, es puro sentime ntalismo, que se desvanece ante el primer obstáculo.
2) Uno de los efectos del amor es su repercusión en el propio su jeto que ama, y se llama place, que es el gozo o deleite sentido al poseer lo q ue se busca o realizar lo que se quiere. De este modo 륬 placer perfecciona to da actividad령 la misma vida, llevándola como a su consumación. Se pueden señalar dos clases de placeres: 묯s que no lo serían s i no estuvieran precedidos por el deseo, y aquellos que lo son de por sí , y no necesitan de esa preparación뮼/font>
A los primeros podemos llamarles placeres-necesidad, y nacen de la pose sión de todo aquello que se ama con amor-necesidad, por ejemplo, un trag o de agua cuando tenemos sed. A los segundos podemos llamarlos placeres de apre ciación, y llegan de pronto, como un don no buscado, por ejemplo, el aro ma de un naranjal por el que cruzamos. Este segundo tipo de placer exige saber apreciarlo: 묯s objetos que producen placer de apreciación nos dan la s ensación de que, en cierto modo, estamos obligados a elogiarlos, a gozar de ellos묠por ejemplo, todos los placeres relacionados con la música. Se sitúan en el orden del amor-dádiva porque exigen una afirmaci& oacute;n placentera de lo amado independiente de la utilidad inmediata para qui en lo siente. El término satisfacción, que se puede aplicar al pr imer tipo de placer, esclarece también lo que se quiere indicar con el s egundo.
La idea más habitual acerca del placer lo restringe más b ien a la fruición sensible y 륧oísta렰ropia de los placeres-nec esidad (dejarse caer en el sillón al llegar a casa), pero tiende a dejar en la penumbra la satisfacción, más profunda, de los placeres de apreciación (encontramos un regalo en nuestra habitación). Los p laceres gustan al hombre, de tal modo que los busca siempre que puede. Est&aacu te; expuesto por ello al peligro de buscarlos por capricho, y no por necesidad, haciendo de ellos un fin, incurriendo entonces en el exceso (beber más de la cuenta si estamos sedientos). Enseñar a alcanzar el punto medio de equilibrio entre el exceso y el defecto de los placeres corresponde a la educa ción moral, que produce la armonía del alma.
3) La división del amor en amor-necesidad y amor-dádiva s e hace, como se ha dicho, según el modo de querer en uno y otro caso (pr imer y quinto uso de la voluntad respectivamente). Sin embargo, también se puede dividir el amor según las personas a quienes se dirige, seg&uac ute;n tengan con nosotros una comunidad de origen, natural o biológico, o no lo tengan.
En el primer caso, se da una cercanía y familiaridad físi cas que hacen crecer espontáneamente el afecto: padres, hijos, parientes ... Este es un amor a los que tienen que ver con mi origen natural. Podemos lla marlo amor familiar o amor natural. Cuando no se da esta comunidad de origen, e l tipo de amor es diferente: lo llamaremos amistad, que a su vez puede ser ente ndida como una relación intensa y continuada, o simplemente ocasional. U n tercer tipo es aquella forma de amor entre hombre y mujer que llamaremos eros y forma parte la sexualidad, y de la cual nace la comunidad biológica h umana llamada familia: es un amor de amistad transformado, intermedio entre est a última y el amor natural.
Autoestima No ba sta tener seguridad en nuestras capacidades, el valor de la autoestima esta fun damentado en un profundo conocimiento de nosotros mismos
Hoy en día se habla de la autoestima como una herramienta para g enerar seguridad en sí mismo, evitando así, sentirnos menosprecia dos y reafirmarnos como personas capaces de alcanzar metas ambiciosas. Pero exi ste el riesgo de cerrar los ojos a la realidad de nuestra persona, convirti&eac ute;ndonos en seres soberbios que piensan únicamente en sobresalir por e ncima de los demás.
Nuestra vida transcurre entre logros y fracasos, y la autoestima es el valor que nos hace tener plena seguridad en nuestras capacidades, además , da la fortaleza necesaria para superar los momentos difíciles de nuest ra vida, evitando caer en el pesimismo y el desánimo.
Para que la autoestima sea realmente un valor, debemos tener un fundame nto sólido sobre el cual queremos edificarla. Si solamente pensamos en e lla como un producto del éxito, la posición profesional, una elev ada capacidad intelectual o la aceptación social, reducimos todo a un ac tuar soberbio y con fines meramente protagonistas.
Aunque todo lo anterior aporta y contribuye, este valor se sustenta en la sencillez con que apreciamos nuestras capacidades, sin considerarnos mejores o peores que los demás. Recordemos que una persona vale por lo que es, y no por lo que aparenta ser.
Es conveniente señalar que este valor se construye y edifica en nuestro interior, pues existe la tendencia a pensar que el nivel de autoestima únicamente depende del actuar de las personas y de la forma como se pres entan los acontecimientos y las circunstancias, surgiendo una evidente confusi& oacute;n entre lo que es la autoestima y nuestros sentimientos.
Una persona puede sentirse mal porque en un determinado momento no pudo concretar un negocio, tener éxito en un proyecto, ingresar a un nivel s uperior de estudios o llevar a buen fin sus relaciones personales. La autoestim a nos ayuda a superar ese estado de frustración y desánimo porque nuestra persona no ha cambiado interiormente, conservamos todo lo que somos, e n todo caso, adquirimos una nueva experiencia y conocimiento para poner m&aacut e;s empeño, tener más cuidado y ser más previsores en lo s ucesivo.
Cuando tenemos la conciencia del deber cumplido, el esfuerzo empleado y nuestra rectitud de intención para hacer o realizar algo, adquirimos es a seguridad que brinda la autoestima porque sencillamente las cosas no depend&i acute;an de nosotros en su totalidad... simplemente no estaba en nuestras manos la solución.
Debemos estar atentos con nuestras aspiraciones y planes. Casi siempre jugamos con la imaginación y nos visualizamos como triunfadores, due&nti lde;os de la admiración general y el control absoluto de las circunstanc ias: sea la competencia escolar, la junta de planeación en la oficina, l a reunión de amigos o el evento social que todos esperan. Algunas veces las cosas resultarán como soñamos, pero la mayoría de las veces todo tiene un fin totalmente opuesto, por eso es conveniente "tener los pies en la tierra" para no sufrir desilusiones provocadas por nosotros mismos y que indudablemente nos afectarán.
Si la autoestima debe estar bien fundamentada en una visión real ista y objetiva de nuestra persona, es necesario alcanzar la plena aceptaci&oac ute;n de nuestros defectos y limitaciones, con el sobrio reconocimiento de nues tras aptitudes y destrezas.
Este equilibrio interior basado en el conocimiento propio, se logra si procuramos rectificar nuestras intenciones haciendo a un lado el afán de ser particularmente especiales, buscando solamente el desarrollo del valor de la autoestima.
Reflexionemos un poco en algunas ideas que nos ayudarán a ubicar nos y conocernos mejor.
Evita ser susceptible , no tienes que tomar seriamente todas las criticas hacia tu persona, primero a naliza la verdad que encierran, si de ahí tomas una enseñanza haz lo que sea necesario para mejorar, si no es así olvídalo, no val e la pena menospreciarse por un comentario que seguramente es de mala fe.
-En sentido opuesto ex iste el riesgo de considerarse un ser superior, incomprendido y poco apreciado en su persona, lo cual de ningún modo es un valor... es defecto.
- Procura no sentirte culpable y responsable de los fracasos colectivos, toma sólo lo que a ti te corresponde, tu esfuerzo y dedicación hablarán por ti. No olv ides proporcionar tu ayuda y consejo para que mejoren las personas, lo cual es muy gratificante.
- Todo aquello que te propongas lograr, debe estar precedido por un análisis profundo de las p osibilidades, reconociendo si está en tus manos alcanzarlo. Evita so&nti lde;ar demasiado.
- Pierde el temor a pr eguntar y a pedir ayuda, ya que son los medios más importantes de aprend izaje. Causa más pena la persona que prefiere quedarse en la ignorancia, que quien muestra deseos de saber y aprender.
- Si tienes gusto por algo (deporte, pasatiempo, habilidades manuales, etc.), infórmate, estud ia y practica para realizarlo lo mejor posible. Si descubres que té falt a habilidad, no lo abandones porque es tu pasatiempo; Es muy distinto a dejar l as cosas por falta de perseverancia. Todos tenemos una habilidad (nadar, tocar guitarra, pintar, escribir novelas, etc.) y debemos buscar la manera de perfecc ionarnos en la misma.
- Si te comparas con o tras personas, enfoca sus cualidades para aprender de ellas y cultivar tu perso na; en cuanto a los defectos, primero observa si no los tienes y después piensa como los ayudarías a superarlos, y díselos.
La autoestima aparenta ser un valor muy personalista, sin embargo, todo aquello que nos perfecciona como seres humanos, tarde o temprano se pone al se rvicio de los demás; una vez que hemos recorrido el camino, es má s sencillo conducir a otros por una vía más ligera hacia esa mejo ra personal a la que todos aspiramos.
Pulcritud o Cuidado personal
El valor de la pulcritu d es la práctica habitual de la limpieza, la higiene y el orden en nuest ras personas, nuestros espacios y nuestras cosas.
Todos los días, dejamos ver a los demás parte de nuestra personalidad y costumbres a través de nuestro arreglo personal, el esmer o para trabajar, el cuidado al utilizar las cosas y en general, por la limpieza que procuramos mantener en nuestra vivienda y lugar de trabajo.
En algunos momentos de nuestra vida nos preocupamos por dejar una buena impresión en las personas: elegimos con cuidado nuestro atuendo, peinam os nuestro cabello al detalle, acomodamos el interior de nuestro portafolios... y esto lo hacemos cuando vamos a solicitar un empleo, asistir a una reuni&oacu te;n de negocios, o cualquier otro acontecimiento que consideramos importante p ara nuestra vida.
Desafortunadamente muchas veces esa primera impresión positiva d ura poco tiempo, pasan los días y comienza a notarse cierto descuido en nuestra forma de vestir, en nuestros cajones, nuestras pertenencias... ¿ Por qué sucede esto? Sencillamente porque no estamos acostumbrados a viv ir con orden y someternos –al menos personalmente- a una disciplina que n os obligue a cambiar nuestros hábitos.
Efectivamente, orden, disciplina, perseverancia y congruencia, son valo res que se complementan con el ejercicio de la pulcritud, porque dejamos de pre sentar una personalidad ficticia y de apariencias, para convertirlo en un modo de vida que demuestra educación, cultura y buenos modales.
Posiblemente lo primero que pasa por nuestra mente acerca de este valor es el arreglo personal: ropa limpia y sin arrugas, el afeitarse, la selecci&oa cute;n del maquillaje y zapatos bien lustrados, en una palabra: perfectamente a seados. Y todos son elementos tan obvios que parece redundante hablar de ellos. Lo cierto es que a nadie le gusta presentarse sucio y descuidado en púb lico.
También las extravagancias en nuestra presentación person al denotan poca seriedad y carácter; aquí no es cuestión d e edad sino de madurez para darse cuenta que el buen vestir es una costumbre de siempre.
Bueno sería que sólo tuviéramos que preocuparnos d e nuestro atuendo, pero por nuestras actividades utilizamos cosas y ocupamos de terminados lugares, ¿cómo lucen? Dicen que para conocer como es u na persona basta con revisar sus cajones... y es muy cierto.
La pulcritud debe procurarse en la oficina, el orden de las cosas, sacu dir el polvo del escritorio y los objetos, periódicamente hacer una limp ia de nuestro cajones, evitar comer en nuestra área de trabajo, acomodar libros y archivero; es cierto, son muchas cosas, pero cada pedazo de papel fue ra de su lugar habla de nuestros hábitos. Ese mismo cuidado se refleja e n los documentos que elaboramos y entregamos, el contenido puede ser extraordin ario, pero una pequeña mancha o una pésima distribución re stan mérito a nuestro trabajo..
Comúnmente pensamos que todo pasa desapercibido y con una " arregladita" podemos cubrir nuestro desorden habitual, pero no es as&iacut e;. Existe diferencia entre una casa cuyo aseo es cotidiano y otra donde se hac e cada vez que hay visita, tal vez el polvo en los marcos de los cuadros o deba jo de los adornos... pero no hace falta penetrar en la intimidad de cualquier h ogar para darse cuenta. Lo cierto, es que se nota.
En esta misma línea puede encontrarse nuestro automóvil, como es de uso personal y normalmente nadie nos acompaña –adem&aac ute;s de nuestra familia-, muchas veces es un verdadero basurero, no sól o por lo que hay tirado, sino por el olor. ¡Qué pena llevar a otra persona! Por eso es importante formarnos buenos hábitos, para no estar ofreciendo disculpas y sufrir penas innecesarias.
Todo lo que pasa por nuestras manos denota el cuidado que tenemos en su uso, agenda, apuntes, bolsillos y hasta las uñas. ¿Parece exager ación vivir este valor? De ninguna manera, en las relaciones humanas nue stra personalidad tiene un sello distintivo, lo deseable es que sea positivo, s inónimo de limpieza, buena presencia y cuidado de las cosas.
Para vivir con mayor atención el valor de la pulcritud puedes co nsiderar como importante:
De tu aspecto personal: para los varones el afeitarse debidamente o rec ortarse barba y bigote diariamente; para las damas, la selección y canti dad de maquillaje; para todos, el corte de cabello, peinarse debidamente y evit ar el exceso en el uso del fijador, las uñas recortadas y limpias, as&ia cute; como la higiene bucal.
Si tu piel o ropa se mancha con algún líquido (tinta, gra sa, pintura, polvo), procura lavarte inmediatamente y eliminar todo residuo, pu es no siempre se piensa que es consecuencia de una actividad en concreto. Si es necesario, cámbiate de ropa.
Cuida que tus prendas no tengan arrugas al salir de casa, evita los peq ueñas manchas de comida, polvo, pelusa, falta de botones y el lustre par a el calzado. Revisa los bolsillos de tu ropa antes de su lavado, este peque&nt ilde;o detalle te evitará disgustos y prendas desechadas a destiempo.
Procura comer en el lugar adecuado, (nunca en la oficina, habitaci&oacu te;n de dormir o el auto).
Limpia periódicamente tus efectos personales y equipo que utilic es en casa y lugar de trabajo; coloca todo su lugar y en correcta distribuci&oa cute;n. No olvides el uso de pequeños cestos bolsas para basura. Todo es to te ayudará, por consiguiente, a ser más ordenado.
Asegúrate que tienes un lugar para cada cosa, y que cada cosa es té en su lugar, tanto en tu habitación como en tu oficina.
Haz una lista de los detalles que tienes que mejorar, dedica especial a tención a dos de ellos por semana hasta que consigas formarte el h&aacut e;bito. Con este ejercicio lograrás ser más observador y detectar ás a tiempo otros puntos de mejora.
Toda persona que se esmera en su presentación personal, el cuida do de sus cosas y lugares donde usualmente asiste así como las cosas que ordinariamente usa, crea un ambiente con la armonía que da el orden y l a limpieza, provocando una respuesta positiva en quienes le rodean.
El vivir el valor de la pulcritud nos abre las puertas, nos permite se r más ordenados y brinda en quienes nos rodean una sensación de b ienestar, pero sobre todo, de buen ejemplo.
Honestidad La ho nestidad es una de las cualidades que nos gustaría encontrar en las pers onas o mejor aún, que nos gustaría poseer.
Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustar ía encontrar en las personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la Honestidad, porque garantiza confianza, se guridad, respaldo, confidencia, en una palabra integridad.
La Honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, e xige en dar a cada cual lo que le es debido.
Podemos ver como actitudes deshonestas la hipocresía, aparentand o una personalidad que no se tiene para ganarse la estimación de los dem ás; el mentir continuamente; el simular trabajar o estudiar para no reci bir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no gu ardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no r evelarlo; no cumpliendo con la palabra dada, los compromisos hechos y la infide lidad.
Faltar a la honestidad nos lleva a romper los lazos de amistad establec idos, en el trabajo, la familia y en el ambiente social en el que nos desenvolv emos, pensemos que de esta manera la convivencia se hace prácticamente i mposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en otros.
Para ser Honesto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trab ajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, c on espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.
En la convivencia diaria podemos vivir la honestidad con los demá ;s, no causando daño a la opinión que en general se tiene de ella s, lo cual se puede dar cuando les atribuimos defectos que no tienen o juzgando con ligereza su actuar; si evitamos sacar provecho u obtener un beneficio a co sta de sus debilidades o de su ignorancia; guardando como propio el secreto pro fesional de aquella información que es particularmente importante para l a empresa en la que prestamos nuestros servicios, o de aquel asunto importante o delicado que nos ha confiado el paciente o cliente que ha pedido nuestra ayud a; evitando provocar discordia y malos entendidos entre las personas que conoce mos; señalando con firmeza el grave error que se comete al hacer calumni as y difamaciones de quienes que no están presentes; devolviendo con opo rtunidad las cosas que no nos pertenecen y restituyendo todo aquello que de man era involuntaria o por descuido hayamos dañado..
Si queremos ser Honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuest ros defectos y buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como cons ecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cum pliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer di stinción.
Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora persona l y ajena, pues si en todo momento se obra con rectitud, se aprende a vivir com o hombre de bien.
Puntualidad El v alor que se construye por el esfuerzo de estar a tiempo en el lugar adecuado.
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cump lir nuestras obligaciones: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalid ad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud e stamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mej or nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se ded uce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de pl aneación en nuestras actividades, y por supuesto de una agenda, pero, &i quest;qué hay detrás de todo esto?
Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven char lar con los amigos que llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible h acer una larga sobremesa y retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vi vir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.
En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo , la reunión para cerrar un negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; Pero si es el ami go de siempre, la reunión donde estarán personas que no frecuenta mos y conocemos poco, o la persona –según nosotros- representa poc a importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas da...?
Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importan cia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía p ara contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.
Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visibl e, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras desca nsamos un poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar &quo t;sólo lo que hace falta", en el pequeño receso que nos damo s en la oficina o entre clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por equivocación observamos la hor a, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.
Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la activida d que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no d ivagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad pr ogramar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un fami liar o compañero que nos recuerde la hora (algunas veces para no ser mol esto y dependiente), etc., porque es necesario poner un remedio inmediato, de o tra forma, imposible.
Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten & quot;distinguirse" por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llam ar la atención, ¿falta de seguridad y de carácter? Por otr a parte algunos lo han dicho: "si quieren, que me esperen", "par a qué llegar a tiempo, si...", "no pasa nada...", "e s lo mismo siempre". Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respe to, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus activ idades
Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien se retrasa de forma extrao rdinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su resp onsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiemp o importante ocurrió..
Podemos pensar que el hacerse de una agenda y solicitar ayuda, basta pa ra corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero además de encontrar las causa que provocan nuestra impuntual idad (los ya mencionados: interés, importancia, distracción), se necesita voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades, desde el descanso y el trabajo, hasta la reunión de amigos, lo cual supone un esfuerzo ext ra -sacrificio si se quiere llamar-, de otra manera poco a poco nos alejamos de l objetivo.
La cuestión no es decir "quiero ser puntual desde mañ ;ana", lo cual sería retrasar una vez más algo, es hoy, en e ste momento y poniendo los medios que hagan falta para lograrlo: agenda, record atorios, alarmas...
Para crecer y hacer más firme este valor en tu vida, puedes inic iar con estas sugerencias:
Examínate y des cubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvi do, etc.
- Establece un medio a decuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se ne cesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal c on oportunidad; colocar el despertador más lejos...
- Aunque sea algo tedi oso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguie nte. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguien tes siete días. En lo sucesivo será más fácil inclu ir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir co n todo. Recuerda que con voluntad y sacrificio, lograrás tu propó sito.
- Implementa un sistem a de "alarmas" que te ayuden a tener noción del tiempo (no nec esariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumb res: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero qu e entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles...
- Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecua do, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.
Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los dem&aacu te;s la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en pers onas digna de confianza.
Respeto Vivir en sociedad nos hace reflexionar sobre el valor del respeto, pero con éste viene la diferencia de ideas y la tolerancia. En pocas palabras ¿Qu&eac ute; hay que saber sobre el Respeto, la Pluralidad y la Tolerancia?
Hablar de respeto es hablar de los demás. Es establecer hasta do nde llegan mis posibilidades de hacer o no hacer, y dónde comienzan las posibilidades de los demás. El respeto es la base de toda convivencia en sociedad. Las leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de lo q ue debemos respetar.
Sin embargo, el respeto no es solo hacia las leyes o la actuació n de las personas. También tiene que ver con la autoridad como sucede co n los hijos y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto tambi&eacut e;n es una forma de reconocimiento, de aprecio y de valoración de las cu alidades de los demás, ya sea por su conocimiento, experiencia o valor c omo personas.
El respeto también tiene que ver con las creencias religiosas. Y a sea porque en nuestro hogar tuvimos una determinada formación, o porqu e a lo largo de la vida nos hemos ido formando una convicción, todos ten emos una posición respecto de la religión y de la espiritualidad. Es tan íntima la convicción religiosa, que es una de las fuentes de problemas más comunes en la historia de la humanidad.
Aquí viene, entonces, también el concepto de Pluralidad, es decir, de las diferencias de ideas y posturas respecto de algún tema, o de la vida misma. La pluralidad enriquece en la medida en la que hay m&aacut e;s elementos para formar una cultura. La pluralidad cultural nos permite adopt ar costumbres y tradiciones de otros pueblos, y hacerlos nuestros. Sin embargo cuando la pluralidad entra en el terreno de las convicciones políticas, sociales y religiosas las cosas se ponen difíciles.
Así es como llegamos al concepto de intolerancia, es decir el no tolerar. Fácilmente, ante alguien que no piensa, no actúa, no vi ve o no cree como nosotros podemos adoptar una actitud agresiva. Esta actitud, cuando es tomada en contra de nuestras ideas se percibe como un atropello a uno de nuestros valores fundamentales: la libertad. La intolerancia puede ser tan opresiva, que haga prácticamente imposible la convivencia humana. &iques t;Y nuestra propia tolerancia? ¿Debemos convencer a alguien que no es ca tólico de que no está en la verdad? ¿No es acaso eso ser & quot;intolerante"?
Para dar respuesta a estas interrogantes, y tocar el tema del respeto, la pluralidad y la tolerancia con más profundidad, hemos hecho una selec ción del mejor material sobre el tema desde los puntos de vista pedag&oa cute;gicos, éticos y religiosos. Los artículos que presentamos en este segmento de valores nos hace reflexionar en qué es el respeto, c&o acute;mo se enseña y por qué es importante enseñarlo a los hijos, el por qué de la intolerancia y de particular interés es la sección "Iglesia y Valores", que nos habla de nuestra propi a tolerancia respecto de otras religiones y creencias y de la importancia de la pluralidad y el respeto
Educación del Respeto
Enseñar a los hi jos el respeto es indispensable para una vida familiar armónica, y para su desenvolvimiento en sociedad, pero ¿Cómo se enseña?
끣túa o deja actuar, procurando no perjudicar ni dejar de benef iciarse a sí mismo ni a los demás, de acuerdo con sus derechos, c on su condición y con sus circunstancias. 뼯font>
Al hablar del respeto es importante, en primer lugar, distinguir entre el respeto que debemos a todos los demás como hijos de Dios y el respeto que debemos a cada uno, de acuerdo con su condición y con las circunsta ncias. La primera nos lleva. A una actitud abierta de comprensión y de a ceptación. La segunda nos dirige a unas actuaciones concretas, de acuerd o con los factores implícitos en cada una de las relaciones humanas. Lo veremos con claridad si consideramos la relación entre hijos y padres. E n esta relación las, cualidades personales de los padres 볦oacute;lo po seen un valor secundario en la motivación del respeto que se les debe뮠 Principalmente, los padres merecen el respeto de sus hijos como 롵tores de la vida y educadores y superiores por voluntad de Dios뮠Vamos a considerar el des arrollo de esta virtud en distintos tipos de relación: la relació n con los amigos, los compañeros y los demás en general y la rela ción padres-hijos.
Pero, antes de comenzar, convendría aclarar qué implicaci ones tiene el respeto para las cosas que, en principio, no tiene cabida en nues tra descripción inicial. No tiene sentido respetar una cosa porque no pu ede tener 뤥rechos묠ni es posible perjudicar o favorecer su proceso de mejora , por lo menos si se entiende mejora en el sentido de una mayor plenitud humana y espiritual. Sin embargo, hablamos de respetar la Naturaleza, respetar los li bros, las posesiones ajenas, respetar las reglas del juego, etc. Indudablemente , estamos utilizando la palabra con otro matiz. Al decir 벥spetar la Naturalez a묠por ejemplo, realmente estamos expresando la necesidad de cuidar la Natural eza, de usar la Naturaleza de acuerdo con el fin por la cual ha sido creada. Al hablar de 벥spetar las reglas del juego력stamos diciendo que hay que obedece rlas para que puedan cumplir con su función. El respeto para las cosas s ólo tiene sentido si nos damos cuenta de que las cosas están al s ervicio del hombre, y que el hombre no hace más que administrar bienes q ue son de Dios. Por eso 벥spetar la Naturaleza렴iene sentido si entendemos qu e los motivos para hacerlo son, en primer lugar, que la Naturaleza es de Dios; en segundo lugar, que los hombres pueden disfrutar de ella, y en tercer lugar, que usando de ella pueden acercarse a Dios. Nunca podemos considerar el respeto para las cosas como una finalidad en sí. No respetamos los bienes ajeno s sin más, actuando a su favor y agradeciendo los bienes que nos proporc ionen. Por otra parte, intentamos no perjudicarles evitando el uso indebido de sus bienes tanto espirituales como materiales.
Se verá, por tanto, que cada persona tiene el derecho de ser tra tado y querido por los demás por lo que es. Es decir, por ser hijo de Di os. Y así radicalmente todos somos iguales. Por otra parte, cada uno cue nta con una condición y con unas circunstancias peculiares y esto har&aa cute; a los demás respetarles de un modo diferente.
Los amigos, los compañeros y los demás en general
Las primeras palabras de la descripción de esta virtud son 롣t& uacute;a o deja de actuar, procurando no perjudicar ni dejar de beneficiar뮠&i quest;Cómo coinciden estas posibilidades con el concepto, tan de moda, q ue tienen los adolescentes del respeto? Para los adolescentes, el respeto consi ste principalmente en 뤥jar de actuar뮠Consideran que no hay que imponer, coa ccionar ni provocar intencionalmente ningún cambio en otra persona. Sin embargo, en la realidad aceptan influencias que ofrecen un placer superficial, pero atractivo, y rechazan las influencias que pueden estimular un esfuerzo por parte del interesado hacia una mejora. Un ejemplo de este mismo es: en una Uni versidad algunos alumnos provocaron entre sus compañeros la necesidad de demostrar de algún modo su disconformidad respecto a una cuestió n. Algunos profesores empezaron a hablar individualmente con los alumnos para c onocer sus puntos de vista y para aclararles respecto al problema. Los alumnos que estaban provocando la discordia se enfadaban mucho, acusando a los profesor es de coaccionar a sus compañeros, etc. Es decir, de faltarles al respet o, aunque de hecho eran ellos mismos quienes estaban faltándoles al resp eto por no dejarles actuar de acuerdo con una decisión propia.
Por tanto, no sólo se trata de dejar de actuar sino tambié ;n de actuar. Pero este actuar necesita basarse en la verdad para no faltar al respeto. En términos concretos, los demás tienen el derecho de re cibir una información clara y, en la posible, objetiva. Por eso, ser sin cero es parte- fundamental del respeto. Y sabemos que la sinceridad deber&iacut e;a ser gobernada por la caridad y por la prudencia. Esto quiere decir que habr á momentos para decir las cosas tal como son, con valentía, y otr os en que será más respetuoso callarse. El baremo que habrá ; que utilizar será el grado de mejora que se busca.
El desarrollo de la virtud del respeto en cuanto se refiere a la relaci ón de los hijos con los amigos y con los demás, en general, depen derá en gran parte, de su edad. Es evidente que, antes de descubrir su i ntimidad, el hijo respetará a los amigos de un modo diferente de, cuando ya en la adolescencia, reconoce otros aspectos de su personalidad.
Los niños pequeños tendrán que aprender a respetar a sus hermanos, a sus amigos, etc., principalmente en lo que se refiere a sus posesiones tangibles y a su afectividad. Vamos a considerarlo por partes. Los d emás tienen el derecho de hacer uso de sus propias posesiones y de ceder este derecho, cuando ellos quieran, aunque se trata de que desarrollen la virt ud de la generosidad a la vez. Lo que un niño no puede hacer es robar ni hacer uso de cosas que pertenecen a los demás sin su autorizació n. Sin embargo, hace falta reconocer el disgusto que se puede causar a otra per sona para que el niño se dé cuenta del porqué de estas cos as. Es lógico que esté atraído por las posesiones ajenas y , además, con su sentido de justicia poco desarrollado puede pensar que es injusto que otra persona tenga algo que él quiere poseer. No aprovech ar de los bienes ajenos supone desarrollar la virtud de la fortaleza; saber sup erar los impulsos egoístas que puedan tener. Por eso, parece sensato est ablecer un equilibrio en la familia entre posesiones compartidas entre todos y posesiones personales. A veces, los padres pretenden que todo lo que poseen los niños esté disponible para el uso de todos. En este caso, por lo menos, están desaprovechando una ocasión para desarrollar el res peto en sus hijos.
Los hijos no sólo tienen que aprender a reconocer lo que signifi ca ser dueño de algo, sino también apreciar las consecuencias que puede tener afectivamente en esa persona si no le reconocen como dueño. Según el niño será conveniente insistir más en el concepto de propiedad o en el de la reacción afectiva que puede provocar en la otra persona. La finalidad que estarnos buscando en la educación de los hijos pequeños es que piensan en las consecuencias de sus actos a ntes de realizarlos porque se dan cuenta de que otras personas van a ser afecta das.
Los hijos tendrán que aprender a respetar a los demás en relación con sus sentimientos. No se trata de hacer rabiar a un hermano, ni de provocar la venganza de otro. Sin embargo, muchas veces parece que los h ijos lo entienden como un juego divertido. Además, no entenderán seguramente un razonamiento del tipo: 릩quest;A ti te gustaría que te h icieran eso?렑uizá de momento dejen de provocar al hermano, pero r&aacu te;pidamente vuelven a lo mismo.
Es decir, la capacidad de ponerse en lugar de la otra persona para reco nocer los efectos de lo que está pasando es muy poco desarrollado en los niños pequeños. Más bien se comportarán adecuadame nte porque existen unas reglas del juego. Quizá una recomendación que se podría hacer sería no preocuparse demasiado para desarrol lar el respeto en este sentido con los niños pequeños, pero s&iac ute; ayudarles a desarrollar la virtud de la obediencia, y a desarrollar su vol untad para que, al llegar a reconocer la posibilidad de respetar a otras person as, cuenten con la fuerza interior suficiente para hacerlo.
De todos modos, los niños pueden ir preparándose para res petar afectivamente a los demás, viviendo en un ambiente de respeto y de cariño. Necesitan tener criterios para saber dónde comienza y d& oacute;nde termina el respeto. Consideramos algunos ejemplos. El niño te ndrá que reconocer que existe un trato diferente de acuerdo con la condi ción de la persona, pero no necesariamente de acuerdo con sus circunstan cias, Si en la familia trabaja algún empleado, una interina, por ejemplo , verán que sus padres le tratan de un -modo diferente que a ellos, prec isamente por existir unas características diferentes en la misma relaci& oacute;n. Sin embargo, los padres pueden tratar a esa interina con consideraci& oacute;n o sin ella. Si no respetan a esa persona, si no reconocen su derecho d e ser tratada dignamente, con consideración, es probable que los hijos t ampoco lo hagan. Así aprenden los hijos a mandar sin respetar.
Si los hijos oyen a sus padres criticar indiscriminadamente a cierto ti po de persona, sea por raza, por origen, por profesión, por caracter&iac ute;sticas personales, es probable que esta intransigencia y falta de respeto c ondicionen al niño también de tal modo que empiece a decir las mi smas cosas, a encasillar a los demás.
Con los niños pequeños estamos intentando preparar las ba ses para que lleguen a reconocer y a apreciar la posibilidad radical que tiene cualquier persona para mejorar. Si en cualquier momento, desconfiáramos de que esa persona no utilizase ni su voluntad ni su inteligencia para mejorar, la estaríamos equiparando a un animal.
Si hemos centrado la atención con referencia a los más pe queños, en el cumplimiento de unas cuantas normas como preparació n para el desarrollo del respeto, podrá ser conveniente resumirlas en un os cuantos puntos:1) Enseñarles que cada uno es diferente y, por tanto, hay que tratarles de un modo distinto.
2) Enseñarles a reconocer a cada uno por lo que es, sin 렣lasif icarles 뮠Y como consecuencia:
2.1) Enseñarles a comportarse de tal modo que no provoquen disgu stos para los demás, apropiándose de sus bienes indebidamente, tr atándoles con poca consideración, etc.
2.2) Enseñarles a no criticar a los demás.
2.3) Enseñarles a actuar positivamente a favor de los demá ;s.
2.4) Enseñarles a buscar lo positivo en los demás.
2.5) Enseñarles a agradecer los esfuerzos de los demás en su favor.
Al llegar a la adolescencia, el respeto tiene mucho más sentido. Ya con una intimidad propia descubierta, los hijos son capaces de reconocer lo que significa respetar a los demás y respetarse a sí mismos. Pre cisamente el desarrollo de la virtud del pudor está basada en la aprecia ción correcta de la intimidad propia y ajena y el consecuente respeto qu e es debido a cada uno.
Podemos considerar algunos elementos de este respeto que suelen provoca r dificultades para el adolescente. El adolescente quiere ser respetado por los demás y nota claramente cuándo existe este respeto. Sin embargo, no nota con tanta claridad cuándo está faltando en respeto hacia los demás. Se enfada cuando algún amigo no acude a una cita, per o no le importa si es él quien falla. Le molesta que algún amigo hable mal de él, pero está muy dispuesto a hablar mal de los dem& aacute;s, etcétera. Es lógico que debería existir un mayor respeto entre las personas que se conocen mejor -los hermanos y los amigos &ia cute;ntimos-, porque en la misma relación es necesario afinar más para permitir una convivencia continua. Incluso la convivencia entre hermanos únicamente es posible si existe un gran respeto, porque no existe la pos ibilidad de elegir los hermanos de acuerdo con el propio modo de ser. Cada uno es diferente, tiene un estilo particular. Y cada uno tiene derecho de vivir en. El hogar.
Los padres pueden explicar esto mismo a sus hijos, intentando a la vez que tengan la posibilidad de desarrollarse en ámbitos adecuados para que no surjan situaciones que pueden provocar innecesariamente faltas de respeto e ntre ellas. Ahora si que es posible aclarar a un hijo que no debiera hablar de las cosas íntimas de algún hermano delante de los demás, d e mostrarles que cada uno tiene el derecho de comportarse como él quiera , con tal de que no perjudique a los demás ni a él mismo.
Otro problema para el adolescente es que entiende el respeto úni camente como un 뤥jar de actuar, procurando no perjudicar묠y así no re conoce su deber de ayudar a los demás. Si los demás tienen la pos ibilidad radical de mejora, el respeto nos debería llevar a ayudarles a alcanzar una mayor plenitud personal. Ahora bien, para poder ayudar hay que con ocer al otro y muchos aspectos de su situación. Sería una - falta de respeto hacer sugerencias infundadas a otro. También sería un a falta de sentido común. Pero si se conoce a la persona, si existe un c ontacto suficiente para que se interese mutuamente el uno por el otro, el respe to supone que actúa en su favor positivamente.
El respeto está basado, en este sentido, en el conocimiento d&ea cute; la condición y de las circunstancias de la otra persona. Si uno co noce a otro bastante bien es posible, en gran parte, prever las consecuencias d e una actuación propia. Antes de actuar hace falta considerar las consec uencias, por respeto.
Esto quedará claro si pensamos en la relación entre chico s y chicas. Un chico podría plantear a una chica alguna propuesta poco h onrada, convenciéndola para que lo acepte con razones engañosas o jugando con sus emociones. Si luego la chica aceptara la propuesta, es probabl e que el chico diría que había decidido libremente, cuando, de he cho, ha habido una coacción clara, una falta de respeto.
El respeto solamente tiene sentido sí está basado en la r ealidad objetiva en lo que es verdadero. Por eso habrá que distinguir en tre el derecho que cada uno tiene de opinar como quiere y el derecho que los de más tienen para recibir una información verdadera que les ayude a mejorar. No es falta de respeto mostrar a otra persona que alguna opinió ;n es errónea. Precisamente es, el respeto a la verdad que nos lleva a a clararle la situación. Pero muchas veces los adolescentes no tienen en c uenta la situación de los demás cuando se trata de su 뤥recho려 e opinar. Efectivamente, tienen el derecho de opinar como quieran, pero no de i nfluir negativamente sobre unos hermanos pequeños o sobre unos amigos me nos maduros con el 밥so려e su razonamiento. El respeto supone que si uno no e stá completamente seguro de la veracidad de lo que uno piensa, por prude ncia, por respeto, no se trata de proporcionar esta influencia que puede perjud icar a los demás. Y, como hemos dicho antes, al saber que algo es verdad ero se trata de influir positivamente en bien de los demás.
Concretando, los padres, en relación con sus hijos adolescentes, tendrán que aclararles lo que es el respeto y cuáles son los pel igros que pueden surgir para contrarrestar el sentido positivo de este valor. H abrá que enseñarles a pensar en las consecuencias de sus acciones , de distinguir entre las personas con quien se relacionan, su capacidad intele ctual, su edad, su temperamento. Y, reconociendo la situación real, actu ar o dejar de actuar procurando no perjudicar ni dejar de beneficiar a los dem& aacute;s.
La relación con los padres
녬 respeto a los demás debe ser interno y externo. Se infringe esta obligación por el desprecio interior, las palabras injuriosas, la a ctitud despectiva, el incumplimiento de su "última voluntad" y , sobre todo, por los malos tratos뮠Al hablar de la actuación de los pa dres y la educación de los valores nos referimos ampliamente al tema del respeto que debería tener los padres hacia sus hijos. Sin embargo, no h emos estudiado el tema de cómo educar a los hijos para que respeten a su s padres. Y es importante porque los hijos tienen la obligación de respe tar a sus padres toda la vida. Sólo tienen el deber de obedecerles mient ras viven bajo el mismo techo. (También deben obediencia los menores qu& eacute; están bajo su patria potestad, aunque no vivan en el domicilio p aterno.)
A la vez, tienen que enseñar a sus hijos a respetarles. En este caso puede ser conveniente considerar si existe diferencia entre el respeto bas ado en la justicia y el respeto basado en el amor. Indudablemente, queremos con seguir que nuestros hijos nos respeten por amor, pero existe una diferencia ent re el respeto por amor que pueden tener los hijos hacia algún amigo y el respeto hacia sus padres. Esta diferencia está precisamente en que sus padres han sido autores de sus vidas y, por tanto, tienen una autoridad por su misma calidad de padres. Los hijos deberían amarles. Principalmente por ser sus padres, no por sus cualidades específicas, como sería el caso de algún amigo. Por eso, no se puede hacer una distinción en tre el respeto basado en la justicia y el respeto basado en el amor. Si se resp eta únicamente por justicia, el respeto es incompleto, pero todaví ;a más si se respeta únicamente por amor a las cualidades de la p ersona.
Para conseguir que los hijos desarrollen su respeto hacia los padres ex iste la posibilidad de actuar personalmente para conseguir resultados en relaci ón con la propia persona o de actuar en favor del cónyuge. En alg unas cuestiones será más fácil, más apropiado, ayud ar a los hijos a conocer la situación real del cónyuge que resalt ar la relación con uno mismo, aunque también se tratará de exigir a los hijos un trato adecuado hacia uno mismo para mantener la dignidad propia. Unos padres se encontraron con que su hija, todavía sin casarse , había quedado embarazada. En sí, el suceso les causó muc ho dolor. Pero todavía más cuando otra hermana se enfadó c on ellos acusándoles de ser responsables de la situación por no h aber enseñado a su hermana a utilizar anticonceptivos. El dolor en esta segunda situación está causado por una falta de respeto inmenso. A veces, los hijos adolescentes creen que tienen el derecho de opinar y de hace r lo que quieren delante de sus padres. Pero actuar y decir cosas deliberadamen te para que sufran o se enfaden los padres es una falta de respeto y habr&aacut e; que exigir a los hijos para que les respeten, por lo menos, en el aspecto de no perjudicar. En situaciones conflictivas entre padres y adolescentes puede s er necesario decir con claridad al hijo que mientras esté bajo el mismo techo tienen la obligación de respetarles, obedeciéndoles, aunque no quieran, porque los padres siguen siendo responsables de ellos. Cuando ya a lcancen su mayoría de edad, pueden dejar de obedecerles, pero no de resp etarles.
Será difícil que los hijos aprendan a controlarse para no tratar mal a sus padres, a menos que los padres hayan mostrado con su ejemplo que ellos también respetan a sus hijos, buscando su bien. Y muchas veces los hijos no entienden que sus padres están actuando en bien suyo. En e stas ocasiones, el cónyuge puede explicar con claridad pero brevemente l os motivos de la actuación del otro. No se trata de convencer. Los hijos tienen el derecho de recibir una información suficiente para saber que sus padres están actuando de acuerdo pon unos criterios que pueden supon er una mejora para ellos. Si no, no les será posible aceptar que estas&q uot; exigencias son justas y razonables. Pero, a continuación, deben res petar a sus padres y si no están de acuerdo con su decisión, incl uso si creen que no es una decisión justa ni razonable, deben decí ;rselo con delicadeza, intentando no herir y explicando los motivos para una de cisión contraria o diferente.
En este sentido, podemos ver que cuando existe un cariño real en tre padres e hijos el respeto es connatural porque los hijos dan, sin saberlo m uchas veces, el valor debido a ser padres, y los padres el valor debido a ser h ijos.
Para educar este cariño desde pequeños habrá que d efender el papel de padre. Los padres pueden ser amigos de sus hijos pero la re lación padre-hijo es más. El hijo espera de su padre que le exija , y seguramente no pondrá en duda su deber de respetar y obedecerle si e l mismo padre no lo pone en tela de juicio. Y creo que esto es verdadero, aunqu e el ambiente de la calle no lo favorezca.
El hijo notará que su padre le exige porque le quiere, no por ve nganza, ni para molestarle, y exigirá a su vez una atención adecu ada. Esto también es respetar porque está actuando para que la ot ra persona cumpla con su deber. Por eso, se dice que los padres educan a sus hi jos pero también los hijos a sus padres. Se educan cuando existe respeto mutuo.
Por lo que hemos dicho, habrá quedado claro que no es posible de sarrollar el valor del respeto sin amor. Pero no se trata de actuar o interpret ar este amor, indiscriminadamente, sino de acuerdo con la condición y ci rcunstancias de la otra persona. En cuanto se olvida de que el respeto supone c reer en la posibilidad radical de mejora que tienen los demás, se acaba encasillando a la persona, limitándole y recortando las oportunidades qu e tiene para alcanzar una mayor plenitud humana y espiritual. Se trata de dejar de actuar cuando podemos perjudicar estas posibilidades de mejora. Se trata de actuar para beneficiar.
El respeto a los demás solamente es correcto sí lo hacemo s por reconocerles hijos de Dios. El respeto hacia los padres es porque Dios ha querido que fueran nuestros padres. El respeto no es algo que se puede reparti r de acuerdo con las cualidades de las personas con quienes se tiene contacto. Los demás -todos- tienen el derecho de ser respetados por nosotros. El m odo de interpretar este respeto y vivirlo bien, en cada caso, será resul tado de haber reconocido los derechos, la condición y las circunstancias reales de esas personas y a continuación actuar o dejar de actuar por a mor.
Laboriosidad
Trabajar es solo el pri mer paso, hacerlo bien y con cuidado en los pequeños detalles es cuando se convierte en un valor.
Alguna vez un cómico dijo "Tan terrible es el trabajo que h asta pagan por hacerlo", sin embargo el trabajo es un valor fundamental.
Cuando alguien se refiere a nosotros por "ser muy trabajadores&quo t; nos sentimos distinguidos y halagados: los demás ven en nosotros la c apacidad de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en la oficina hacie ndo "muchas cosas importantes". Efectivamente esa puede ser la raz&oa cute;n, pero existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que nos lleva a "trabajar" más tiempo de lo previsto. Esto se identifi ca con claridad cuando iniciamos varias tareas y sólo terminamos algunas , generalmente las menos importantes (las que más nos gustan o se nos fa cilitan), además de ir acumulando labores que después se converti rán en urgentes.
La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labore s y deberes que son propios de nuestras circunstancias. El estudiante va a la e scuela, el ama de casa se preocupa por los miles de detalles que implican que u n hogar sea acogedor, los profesionistas dirigen su actividad a los servicios q ue prestan. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir" ; nuestro trabajo. También implica el ayudar a quienes nos rodean en el trabajo, la escuela, e incluso durante nuestro tiempo de descanso; los padres v elan por el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes; l os hijos además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres dom&eac ute;sticos.
Podemos, fácilmente, dar una apariencia de laboriosidad cuando a dquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo que no podremos cumplir oportunamente; también puede tomarse como pretexto el p asar demasiado tiempo en la oficina o la escuela para dejar de hacer otras cosa s, como evitar llegar temprano a casa y así no ayudar a la esposa o a lo s padres.
Al crear una imagen de mucha actividad pero con pocos resultados se le llama activismo, popularmente expresado con un "mucho ruido y pocas nueces ". Es entonces cuando se hace necesario analizar con valentía los v erdaderos motivos por los que actuamos, para no engañarnos, ni pretender engañar a los demás cubriendo nuestra falta de responsabilidad.La pereza es la manera común de entender la falta de laboriosida d; las máquinas cuando no se usan pueden quedar inservibles o funcionar de manera inadecuada, de igual forma sucede con las personas: quien con el pret exto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a cualquier h ora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo televisi&oacut e;n "hasta que el cuerpo reclame movimiento", poco a poco perder&aacu te; su capacidad de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer mucho tiempo traba jando o estudiando en lo que no le gusta o no le llama la atención.
Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que traigan un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean: dedicar tiempo a buena lectura, pintar, hacer pequeños arreglos en casa, ayudar a los hijos con sus deberes, ofrecerse a cortar el pasto... No hace falta pens ar en grandes trabajos "extras", sobre todo para los fines de semana, pues el descanso es necesario para reponer fuerzas y trabajar más y mej or. El descanso no significa "no hacer nada", sino dedicarse a activi dades que requieren menor esfuerzo y diferentes a las que usualmente realizamos .
Podemos establecer pequeñas acciones que poco a poco y con const ancia, nos ayudarán a trabajar mejor y a cultivar el valor de la laborio sidad:
- Comenzar y terminar de trabajar en las horas previstas. Generalmente cuesta mucho trabajo, pero nos garantiza orden para poder cubrir más ac tividades.
- Establecer un horario y una agenda de actividades para casa, en dond e se contempla el estudio, el descanso, el tiempo para cultivar las aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir las obligaciones domésticas o encargo s.
- Terminar en orden y de acuerdo a su importancia todo lo empezado: en cargos, trabajos, reparaciones, etc.
- Cumplir con todos nuestros deberes, aunque no nos gusten o impliquen un poco más de esfuerzo.
- Tener ordenado y dispuesto nuestro material y equipo de trabajo ante s de iniciar cualquier actividad. Evitando así poner pretextos para busc ar lo necesario y la consabida pérdida de tiempo e interés.
- Esmerarnos por presentar nuestro trabajo limpio y ordenado.
Cuando nos decidimos a vivir el valor de la laboriosidad adquirimos la capacidad de esfuerzo, tan necesaria en estos tiempos para contrarrestar la id ea ficticia de que la felicidad sólo es posible alcanzarla por el placer y comodidad, logrando trabajar mejor poniendo empeño en todo lo que se haga
El trabajo es mucho más que un valor: es una bendición.
Responsabilidad Todos compre ndemos la irresponsabilidad cuando alguien no cumple lo que promete ¿Per o sabemos nosotros vivirla?
La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en el plomero que no hizo correctamente su trabajo, en el carpintero que no llegó a p intar las puertas en el día que se había comprometido, en el jove n que tiene bajas calificaciones, en el arquitecto que no ha cumplido con el pl an de construcción para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que u tiliza los recursos públicos para sus propios intereses.
Sin embargo plantearse qué es la responsabilidad no es algo tan sencillo. Un elemento indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un deber. La responsabilidad es una obligación, ya sea moral o incluso l egal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental : la confianza. Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nu estra fe y lealtad en aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometi do.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligaci ón de cualquier tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esf uerzo. En el caso del plomero, tiene que tomarse la molestia de hacer bien su t rabajo. El carpintero tiene que dejar de hacer aquella ocupación o gusto para ir a la casa de alguien a terminar un encargo laboral. La responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido origina consecuencia s.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el plano fa miliar, amistoso, profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos d ejar de confiar en la persona. En el plano personal, aquel marido que durante u na convención decide pasarse un rato con una mujer que recién con oció y la esposa se entera, la confianza quedará deshecha, porque el esposo no tuvo la capacidad de cumplir su promesa de fidelidad. Y es que es fácil caer en la tentación del capricho y del bienestar inmediat o. El esposo puede preferir el gozo inmediato de una conquista, y olvidarse de que a largo plazo, su matrimonio es más importante.
El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades corr ectamente ordenadas. Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porqu e llegó su "compadre" y decidieron tomarse unas cervezas en lu gar de ir a cumplir el compromiso de pintar una puerta. El carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo sin importancia qu e bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), depende de su tr abajo.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irre sponsabilidad de alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente a lguna vez en la irresponsabilidad. Empero, no todos toleraremos la irresponsabi lidad de alguien durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es decir, yo cumplo porque la otra persona cum ple.
El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero signif ica perder el trabajo, para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su esposa, para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel.
La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y equitativa. La responsabilidad en s u nivel más elemental es cumplir con lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral.
Si le prestamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos deja plantada esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. La pérdida de la confianza termina con las relaciones de cualquie r tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a emborracharse , el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele dejarnos plantados. Todas esta conductas terminarán, tarde o temprano y dependie ndo de nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, con la relaci&oacu te;n.
Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestra acciones y decis iones. Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sea n realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.
Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuest ras relaciones. La responsabilidad vale, porque es difícil de alcanzar.
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra responsabilidad?
El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromi so, tiene una consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quien es decidimos.
El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros act os correspondan a nuestras promesas. Si prometemos "hacer lo correcto" ; y no lo hacemos, entonces no hay responsabilidad.
El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrededor par a que sean responsables. La actitud más sencilla es dejar pasar las cosa s: olvidarse del carpintero y conseguir otro, hacer yo mismo el trabajo de plom ería, despedir al empleado, romper la relación afectiva. Pero est e camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más li gero. ¿Qué bien le hemos hecho al carpintero al despedirlo? &ique st;Realmente romper con la relación era la mejor solución? Inclus o podría parecer que es "lo justo" y que estamos haciendo &quo t;lo correcto". Sin embargo, hacer eso es caer en la irresponsabilidad de no cumplir nuestro deber y ser iguales al carpintero, al gobernante que hizo ma l las cosas o al marido infiel. ¿Y cual es ese deber? La responsabilidad de corregir.
El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, e s el educar al irresponsable. ¿No vino el carpintero? Entonces, a ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos que cumplirá el trabajo. ¿Y el plomero? Hacer que repare sin costo el desperfecto que n o arregló desde la primera vez. ¿Y con la pareja infiel? Hacerle ver la importancia de lo que ha hecho, y todo lo que depende de la relaci&oacut e;n. ¿Y con el gobernante que no hizo lo que debía? Utilizar los medios de protesta que confiera la ley para que esa persona responda por sus ac tos.
Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es e l corregir a un irresponsable. Sin embargo, nuestro deber es asegurarnos que to dos podemos convivir armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.
¿Qué no es fácil? Si todos hiciéramos un pe queño esfuerzo en vivir y corregir la responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes. Sí, es difícil, pero vale la pena.
Guía Practica para vivir los Valores
Con 5 sencillos pasos, integra los valores a tu vida y vívelos c ada día.
Hablar de los valores es una cosa, pero vivirlos es otra historia. ¿Realmente es tan difícil? La res puesta es no. Requiere cierto esfuerzo, concentración y perseverancia, p ero no es tan difícil. Con algunos pasos simples podrás lograr qu e tu vida, tus acciones y la sociedad tengan como columna vertebral a los valor es.
Paso 1. Conocer su Importancia¿Suena elemental? Pues no lo es. El primer paso para vivir los v alores es la conciencia de los importantes que son. Una sociedad basada en indi viduos con valores es la llave para una convivencia más sana. Las leyes civiles no son suficientes. En ellas se establece solo lo elemental para asegur ar una convivencia medianamente decente, sin embargo no es suficiente con solo "cumplir la ley". Los valores van mucho más allá de cum plir el reglamento de tránsito, van a la raíz de las cosas. Por e jemplo, el reglamento dice que no puedes pasar una luz roja en el semáfo ro (bastante elemental para no matarse), sin embargo no dice que en un atasco d e tráfico el cederle el paso a una persona es algo amable, que hace que todos estemos más contentos y que incluso puede ahorrarnos un percance.
Lo mismo ocurre en otros ámbitos de la vida. La ley establece un a pena por el homicidio, pero no nos dice que tratar con deferencia y educaci&o acute;n a los demás nos ayuda a convivir aún mejor.
Para vivir los valores, lo primero es estar conciente de que son vitale s, y que son lo que puede cambiar verdaderamente a una persona, una familia o u na nación.
Paso 2. Analizar mi conjunto de ValoresUna vez que se ha aceptado la importancia de vivir los valores, hay que analizar claramente qué valores son la base de tu vida. Aquí pod ríamos establecer dos clases: los que ya tienes, y los que quieres const ruir. Para saber cuáles son los valores, en Valores para ser Mejores hay información sobre cada uno de los valores, y continuamente estamos inve stigando y publicando más material, así que lo primero que puedes hacer es darle un vistazo a todas las secciones de Valores.
Por otra parte, también debes hacer un esfuerzo y meditar deteni damente en cuáles son aquellos principios, normas y comportamientos que son fundamentales para ser mejor, para vivir mejor. ¿Cuáles te en señaron en casa? ¿Cuáles has ido aprendiendo con la vida? ¿Cuáles sabes que existen, pero no los vives mucho? ¿Cu&aa cute;les son los que te gustaría tener? ¿Necesitas investigar m&a acute;s sobre ellos?
La idea aquí es que te sientes en un lugar tranquilo, y en una h oja de papel. Escribe la fecha y traza dos línea vertical dividiendo la página para crear tres columnas. (Puedes ver un ejemplo de lo que vamos a hacer aquí). En el lado izquierdo, en la primera columna, vas a escrib ir una lista con los valores más importantes para tí, sin importa r el orden o si los vives actualmente, simplemente escribe aquellos principios que consideras fundamentales.
Cuando hayas terminado, en la columna del centro vas a hacer una lista con los valores que aprendiste desde niño en casa, los que has aprendido con la vida y los que has aprendido últimamente pero que no sueles vivi rlos.
Una vez terminado, pasa a la columna de la derecha, y dibuja un tri&aac ute;ngulo y escribe en cada vértice: Mis Fortalezas, Mis debilidades, Lo que quiero ser. Vas a hacer tres listas, donde vas a escribir aquellos valores que ya existen en tí, que te definen como una persona especial y que vi ves continuamente. En "Mis debilidades" vas a escribir aquellos defec tos que tú conoces, y que te impiden vivir mejor los valores. Por &uacut e;ltimo, escribe aquellos valores que desearías vivir en "Lo que qu iero ser".
Esta hoja debes guardarla, es muy importante porque es la base de tu tr abajo y de los siguientes pasos de esta guía.
Paso 3. El "Plan Maestro"Ahora que ya conoces tu valores, tus debilidades y lo que quieres llega r a ser, llega el momento de usar una agenda. Cualquiera puede ser útil (una de escritorio, de bolsillo, electrónica -una Palm es ideal para est o). En otra hoja, vas a establecer tres bases de tiempo: anual, mensual y por d ía. En la base de tiempo anual escribirás lo que esperas lograr e n un año. Los valores concretos que quieres alcanzar (incluye los que ya vives y los que quieres vivir). De esta lista, vas a dividirla en una base de tiempo mensual, concentrando un mes para cada actividad. En la base de tiempo p or día establecerás una lista de "Lo que vivo y debo reforza r" y otra de "Lo que me falta".
En tu agenda, establece una meta concreta diaria (pequeña, pero significativa) de los valores que vas a reforzar y los que quieres vivir. Una m eta concreta diaria puede ser "Hablarle por teléfono a Juan", para fortalecer el valor de la amistad (tal vez tienes meses sin acordarte de a lguna persona), o puedes establecer "Ayudar a alguien pobre" para for talecer o crear la generosidad. Hazlo para el primer mes (es decir, el mes en e l que estás).
Cada mes, debes revisar tu "Plan Maestro", establecer los val ores con su actividad diaria y hacer una reflexión sobre los resultados.
Si por cualquier motivo no te fue muy bien en un mes determinado, no te preocupes, vuelve a ponerlo en tu plan diario y analiza por qué no pudi ste cumplirlo. Reflexiona en las razones que te lo impidieron (falta de tiempo, falta de constancia, olvido, etc.) y establece medios para que esto no ocurra de nuevo. Aquí lo que es importante es que estés avanzando, aunqu e sea a pequeños pasos.
4. El examen diario
Si realmente quieres vivir los valores, durante una parte del dí a (puede ser en la tarde o noche -si es en la noche, asegúrate de no est ar demasiado cansado-) date 10 minutos para reflexionar. Debes pensar en c&oacu te;mo te ha ido en el día, si estás cumpliendo tu meta (o metas) diarias, qué te falta por hacer y qué has hecho. Este examen es v ital, si no lo haces, todo el sistema para vivir los valores va a irse perdiend o hasta que te olvides de él. El examen te permite dos cosas: analizar d e manera realista y rápida cómo están resultándote las cosas, y propósitos concretos para hacer algo y vivir tus valores.
5. Mantenimiento
Mes con mes, revisa tus valores, revisa lo que has aprendido, piensa c& oacute;mo te ha ido en tus exámenes diarios. ¿Mejoras? ¿Em peoras? ¿Ha habido un gran avance? Lo fundamental en este sistema es la constancia. Si ahora mismo haces tu plan maestro y estableces tus prioridades p ero no las vives, no haces el examen y no sigues tus propósitos concreto s, entonces en quince días te habrás olvidado de todo.
Si realmente quieres vivir los valores, debes hacerte el propósi to. Esta guía está hecha de tal manera que te permite analizar y plantear metas de manera ordenada, y pequeñas acciones para lograrlas. E s mejor hacer una acción pequeña todos los días, que grand es acciones muy de vez en cuando.
Tu guía es algo personal, sin embargo no dudes en compartirla co n otros amigos, y especialmente que alguien de confianza te ayude a establecer qué valores te vendrían bien, porque a veces uno pierde la perspe ctiva de sí mismo o hay defectos que uno simplemente no ve.
Autor:
Maribel Elena Morales de Casas
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