Una palabra…
El apóstol Santiago en su carta nos recomienda vigilar la lengua que, a pesar de ser un miembro pequeño del cuerpo, puede provocar desastres, lo mismo que una chispa puede originar un incendio pavoroso. Amado Nervo, conocido poeta mejicano (1870-1919), brevemente explica el poder que tiene una sola palabra, ya sea acertada o fatal.
Una palabra cualquiera puede ocasionar una discordia. Una palabra cruel puede destruir una vida. Una palabra amarga puede crear odio. Una palabra brutal puede golpear y matar. Una palabra agradable puede suavizar el camino. Una palabra a tiempo puede ahorrar un esfuerzo. Una palabra alegre puede iluminar el día. Una palabra con amor y cariño puede curar y bendecir.
San Pablo recomendaba a los cristianos de Éfeso: “No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan”. Palabras edificantes son las que construyen la paz, la alegría y la unión de los corazones. Nos encontramos aquí mañana. El Señor te bendiga.
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