lunes, 12 de junio de 2017

¿Buscas consuelo? Esto es lo que tienes que hacer según el Papa Francisco

El Papa durante la Misa. Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 12 Jun. 17 / 04:57 am (ACI).- El “consuelo de Dios” fue el centro de la homilía que el Papa Francisco pronunció este lunes en la Misa que celebró en Santa Marta, donde también explicó cómo pasar de recibir este don a compartirlo con los demás y así ser felices.
El Santo Padre invitó a dejar al menos abierta “un poquito” la puerta del corazón porque de esta manera “Él se las arregla para entrar”.

“La experiencia del consuelo, que es una experiencia espiritual, tiene necesidad siempre de una alteridad para ser plena: ninguno puede consolarse a sí mismo, ninguno”, explicó el Papa.
“Quien busca hacerlo –continuó– termina mirándose al espejo, se mira al espejo, busca maquillarse a sí mismo, aparentar. Se consuela con estas cosas cerradas que no lo dejan crecer y el aire que respira es ese aire narcisista de la autorreferencialidad. Este es el consuelo maquillado que no deja crecer. Y esto no es el consuelo, porque está cerrado, le falta una alteridad”.
Una vez más, Francisco puso de ejemplo de este comportamiento a los doctores de la ley “llenos de su propia suficiencia” o al rico Epulón que iba de fiesta en fiesta pensando ser así consolado.
“Estos se miraban al espejo” y “miraba su propia alma maquillada por ideologías y daba gracias al Señor”. Pero Jesús hacía ver que con este modo de vivir “jamás llegarían a la plenitud, como máximo llegarían a la vanagloria”.
El consuelo se recibe porque “es Dios quien consuela” y da este “don”. Pero “el consuelo es un estado de paso del don recibido al servicio donado”, explicó.
“El verdadero consuelo tiene esta doble alteridad: es don y servicio. Y así si yo dejo entrar el consuelo del Señor como don es porque tengo necesidad de ser consolado. Estoy necesitado: para ser consolado es necesario reconocer que se tiene necesidad. Solamente así el Señor viene, nos consuela y nos da la misión de consolar a los otros. Y no es fácil tener el corazón abierto para recibir el don y hacer el servicio, las dos alteridades que hacen posible el consuelo”.
El Papa comentó también el Evangelio del día, el Sermón de la Montaña, y afirmó que “quienes son felices tienen un corazón abierto”. “A los pobres, el corazón se les abre con una actitud de pobreza, de pobreza de espíritu. Aquellos que saben llorar, los mansos, la mansedumbre de corazón; los hambrientos de justicia, que luchan por la justicia; aquellos que son misericordiosos, que tienen misericordia hacia los demás; los puros de corazón; los que obran la paz y los que son perseguidos por la justicia, por amor a la justicia. Así el corazón se abre y el Señor viene con el don del consuelo y la misión de consolar a los otros”.
Pero también están los que tienen el corazón “cerrado” y se sientes “ricos de espíritu, es decir, autosuficientes”. “No tienen necesidad de llorar porque se sientes justos”, añadió. Son, por ejemplo, los “sucios de corazón”, los “obradores de guerras”. 
Evangelio comentado por el Papa:
Mateo 5:1-12
1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

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