Irradiar la propia luz
“Si puedes ser una estrella en el cielo, sé una estrella en el cielo. Si no puedes ser una estrella en el cielo, sé una hoguera en la montaña. Si no puedes ser una hoguera en la montaña, sé una lámpara en tu casa”. El Señor te ha regalado la luz de la fe para iluminar a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. La Reina de la Paz te anima a irradiar tu amor y tu fe con decisión.
“¡Queridos hijos! En sus vidas, todos ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas. Dios concede a cada hombre reconocer el bien y el mal. Yo los invito a llevar la luz a todos los hombres que viven en tinieblas. Cada día llegan a sus casas personas que están en tinieblas. Queridos hijos, dénles ustedes la luz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Cuando das un buen ejemplo o dices una buena palabra, algo comienza a pasar. Es como tirar una piedra en un lago tranquilo. Pequeñas ondas van generando círculos concéntricos hasta morir en las playas. Conviene que lo pienses para animarte a irradiar tu propia luz. Tendrás el mérito de haber alentado a otros por el camino correcto.
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