LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Mayo 3
Ser hombre de convicciones propias debe ser algo así como una meta que te has de proponer conseguir a toda costa.
Sé un hombre de convicciones; no te dejes llevar por los vientos que soplan a tu alrededor; no te fijes en cómo piensan los demás, en cómo obran los demás; porque, si te dejas guiar por los otros, no serás tú quién mande en tu vida sino ellos. Y eso no lo puedes tolerar bajo ningún concepto.
Mantén tus convicciones y sigue con docilidad las indicaciones de tu propia conciencia.
¿Que los demás tienen otras convicciones y que en consecuencia siguen otras normas de conducta? Bien; ellos tienen su conciencia; pero tú tienes la tuya.
¿Que ellos tienen otra escala de valores? Tú tienes la tuya y para tí los valores se ordenan por tu escala y no por la de ellos.
Cuesta ser hombre de convicciones; cuesta más ser fiel a las convicciones de la propia conciencia; pero es la única forma de vivir con dignidad y de vivir la propia vida.
“Tu fe te ha salvado” fue la expresión que el Señor empleaba frecuentemente al sanar a los enfermos; la fe es la que nos va a salvar a nosotros, y a aquella mujer que le pedía la sanara, le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!” (Mt 15,28). Quizá debas rezar como aquél: “Creo, ayuda a mi poca fe” (Mt 9,24)
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