lunes, 16 de noviembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 16 DE NOVIEMBRE DEL 2015



¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
Milagros


Lucas 18, 35-43. Tiempo Ordinario. Cristo se compadece de nuestras necesidades, solo hay que pedirlo con fe. 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 33o. del Tiempo Ordinario, del domingo 15 al sábado 21 de noviembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43
Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!» Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Oración introductoria
Señor Jesús, aquí me tienes, como un mendigo ciego y pobre. ¡Ten compasión de mí! ¡Haz que vea y experimente en esta meditación el gran amor que Tú me tienes! Que tu Palabra penetre en mi mente y en mi corazón.

Petición
Señor, concédeme perseverar en la vida de oración y en mi fidelidad a Ti.

Meditación del papa Francisco
Esta periferia no podía llegar al Señor [el ciego en el camino a Jericó], porque este círculo -pero con buena voluntad - cerraba la puerta. Y esto sucede con frecuencia, entre nosotros creyentes: cuando hemos encontrado al Señor, sin que nosotros nos demos cuenta, se crea este microclima eclesiástico. No solo los sacerdotes, los obispos, también los fieles.
Pero nosotros somos esos que están con el Señor. Y de tanto mirar al Señor no miramos la necesidad del Señor, no miramos al Señor que tiene hambre, que tiene sed, que está en prisión, que está en el hospital. Ese Señor, en el marginado. Y este clima hace mucho mal.


El grupo que se siente preelegido, que quiere conservar este pequeño mundo alejando a quien moleste al Señor, incluidos los niños. Cuando en la Iglesia, los fieles, los ministros se convierten en un grupo así... no eclesial, sino 'eclesiástico', de privilegio de cercanía al Señor, tienen la tentación de olvidar el primer amor, ese amor tan bonito que todos hemos tenido cuando el Señor nos ha llamado, nos ha salvado, nos ha dicho: 'Pero yo te quiero mucho'. Esta es una tentación de los discípulos: olvidar el primer amor, es decir, olvidar también las periferias, donde yo estaba antes, aunque sintiera vergüenza. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Cada vez que Jesús llegaba a una población se armaba un gran revuelo. Mucha gente tenía un deseo de conocerle por lo que habían oído de Él y otros lo hacían por mera curiosidad. Al acercarse a Jericó se encuentra un ciego que pedía limosna. Se sorprende al escuchar tanto ruido y se interesa por lo que pasa. Alguien le dice: "Jesús, el de Nazaret, está pasando por ahí", y el ciego comienza a gritar: "Hijo de David, ten compasión de mí". Con esto consiguió que algunos se molestaran con sus gritos e intentaron que se callara. Pero insistía más. Jesús se detiene y ordena que le traigan al ciego. Le pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? "Señor, que vea", respondió. La reacción de Jesús es inmediata: "Recobra la vista, tu fe te ha salvado". El ciego logra por su fe lo que Cristo ofrece por su caridad.

Cuánto nos enseña el Señor en un solo hecho. En este pasaje se muestra una persona que busca la solución a su problema físico. Solución que pasa por la fe. Este hombre probablemente nunca había visto al Señor; habría oído mucho sobre él. Esto le bastó para creer que Jesús era hijo de David y también para saber que Jesucristo tenía un corazón tan grande que siempre se compadecía de aquellos que sufrían. Cristo nunca coarta la libertad, sino que respeta profundamente a cada ser humano. "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego responde sencillamente con lo que tenía dentro del corazón: "Señor haz que vea", y Jesús se compadece de inmediato.

Lo hermoso del pasaje y lo que nos puede ayudar a reflexionar más es la actitud del ciego una vez que deja de serlo, y es que "sigue a Jesús glorificando a Dios".

Propósito
No sólo buscar a Jesús por conveniencia o por curiosidad, sino buscarlo para tener un encuentro personal con Él.

Diálogo con Cristo
Señor, dame la fe para saber que Tú siempre estás conmigo. Necesito la habilidad de ver todo desde tu punto de vista. Permíteme adorarte y glorificarte por tu constante compañía y por nunca dejarme solo en mis problemas y tristezas. Aumenta mi fe para ser capaz de experimentar tu amor en las dificultades y pruebas.

lunes 16 Noviembre 2015

Lunes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario

Santa Margarita de Escocia, Santa Inés de Asís

Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo : "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"

1 Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62-64.
De ellos surgió un vástago perverso, Antíoco Epífanes, hijo de Antíoco, que había estado en Roma como rehén y subió al trono el año ciento treinta y siete del Imperio griego.
Fue entonces cuando apareció en Israel un grupo de renegados que sedujeron a muchos, diciendo: "Hagamos una alianza con las naciones vecinas, porque desde que nos separamos de ellas, nos han sobrevenido muchos males".
Esta propuesta fue bien recibida,
y algunos del pueblo fueron en seguida a ver al rey y este les dio autorización para seguir la costumbres de los paganos.
Ellos construyeron un gimnasio en Jerusalén al estilo de los paganos,
disimularon la marca de la circuncisión y, renegando de la santa alianza, se unieron a los paganos y se entregaron a toda clase de maldades.
El rey promulgó un decreto en todo su reino, ordenando que todos formaran un solo pueblo
y renunciaran a sus propias costumbres. Todas las naciones se sometieron a la orden del rey
y muchos israelitas aceptaron el culto oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.
El día quince del mes de Quisleu, en el año ciento cuarenta y cinco, el rey hizo erigir sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la desolación. También construyeron altares en todos las ciudades de Judá.
En las puertas de las casas y en las plazas se quemaba incienso.
Se destruían y arrojaban al fuego los libros de la Ley que se encontraban,
y al que se descubría con un libro de la Alianza en su poder, o al que observaba los preceptos de la Ley, se lo condenaba a muerte en virtud del decreto real.
Sin embargo, muchos israelitas se mantuvieron firmes y tuvieron el valor de no comer alimentos impuros;
prefirieron la muerte antes que mancharse con esos alimentos y quebrantar la santa alianza, y por eso murieron.
Y una gran ira se descargó sobre Israel.

Salmo 119(118),53.61.134.150.155.158.
Me lleno de indignación ante los pecadores,
ante los que abandonan tu ley.
Los lazos de los malvados me rodean,
pero yo no me olvido de tu ley.

Líbrame de la opresión de los hombres,
y cumpliré tus mandamientos.
Se acercan a mí los que me persiguen con perfidia,
los que están alejados de tu ley.

La salvación está lejos de los impíos,
porque no buscan tus preceptos.
Veo a los pecadores y siento indignación,
porque no cumplen tu palabra.



Lucas 18,35-43.
Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!".
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó:
"¿Qué quieres que haga por ti?". "Señor, que yo vea otra vez".
Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado".
En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el Evangelio de San Mateo 66,1 (trad. directa del griego por Rafael Ramírez Torres, S. J.)

"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!"

Escuchemos a estos ciegos, mucho mejores que muchos de los que ven. Pues sin tener guía, sin ver a Jesús que se acercaba, procuraban empeñosamente acercársele. Y comenzaron a clamar con grandes voces; y como se les ordenara callar, más aún clamaban. Así es un alma perseverante: se aprovecha por medio de los mismos que procuran impedirla.


Cristo permite que se les ordene callar para que resalte el fervor de ellos y conozcas que en realidad eran dignos de recibir la salud. Por lo mismo ni siquiera les pregunta si creen, como solía hacerlo, pues sus clamores y el anhelo de acercársele suficientemente manifestaban su fe. Por aquí conoces, carísimo, que aún cuando seamos viles y bajos en exceso, si nos acercamos anhelosos a Dios, podremos alcanzar por nosotros mismos lo que pedimos. Observa cómo estos ciegos, sin tener el patrocinio de ninguno de los apóstoles y por el contrario habiendo muchos que los detenían, pudieron pasar por sobre todos los obstáculos y acercarse a Jesús. Y aunque los evangelistas no testifiquen haber tenido ellos alguna confianza por su género de vida, pero el fervor les valió para todo.


Imitémoslos. Aunque el Señor dilate su don, aunque muchos se nos interpongan, no cesemos de pedir. Así nos conciliaremos especialmente a Dios.

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